PERU CUNA DEL
CACAO
Rememorando la natalidad de nuestro cacao…
…
Mi abuela paterna tomaba un chocolate
divino cuyo aroma navegaba en el aire.
Era tan denso que la cucharita se quedaba quieta en el centro de su
taza. Cacao puro con un chorrito de leche que la ayudaba a gozar de la vida. Así
entró en mi niñez y se quedó para siempre. Durante mucho tiempo pensé que tenía
un súper hígado. Ahora sé que el cacao sin mezcla es nutritivo y no la ofendía,
más bien le daba vida.
Recuerdo que en el Qosqo se vendía el
chocolate en pequeñas barras pero el más buscado era en pasta, molido en batán
de piedra, que se saboreaba con ganas, sobre todo para combatir al frío. Ambos
procedían de la provincia de La
Convención.
El cacao científicamente identificado,
en 1753, como Theobrama cacao, -‘alimento
de dioses’- por el botánico sueco Carl
von Linneo, parecía oriundo de Mesoamérica. Los olmecas al sur de Veracruz y
Tabasco consumían su pulpa como bebida hace unos 3,000 años y le llamaban
xocoatl en nahualt. Mucho después, los mayas y los aztecas usaron las almendras
de su fruto o mazorca como monedas. En
México se conservan mitos sobre el sabor amargo del cacao. Por ejemplo el que atribuye
su sabor amargo al sufrimiento de una doncella que murió de amor.
Su primer nombre científico fue
Amygdalae pecuniae, que significa ‘almendras
de dinero’ y que gente aviesa del conquistador Hernán Cortés llegó a falsificar
con habas, que tostaban y sometían a un tratamiento ‘sui géneris’, porque se
parecían.
Nos complace saber -de una buena
fuente- que el cacao es peruano. Su lugar de origen se encuentra entre
Montegrande y San Isidro, provincia de Jaén, cuenca del río Chinchipe,
Cajamarca.
El arqueólogo e historiador Quirino
Olivera Núñez encontró allí evidencias que le dan una antigüedad de 5,200 años,
o sea que es el cacao más antiguo de América y el mundo.
El camino natural de su salida hacia
los bosques cálidos de Veracruz habría sido a
través del Ecuador.
Los hallazgos arqueológicos hechos en
la cabecera amazónica, donde permaneció inédito durante más de cinco milenios,
merecieron ser considerados entre los diez descubrimientos más importantes del
mundo en el Foro de Arqueología del 2013, efectuado en Shangai, China.
‘Se trata de sorprendentes monumentos,
templos y recintos con murales de pintura polícroma sofisticada’, comentó el
distinguido especialista Ricardo Morales Gamarra, uno de los directores del
Proyecto Waka de la Luna de Trujillo,
agregando que llaman la atención sus tallas de piedra, su producción alfarera y el manejo temprano de plantas alimenticias, entre
las cuales figura el cacao.
Quirino Olivera, quien ha tenido la
suerte de dar estos lauros a su tierra cajamarquina, pues es de Santa Cruz, especificó
en su libro que la economía de la gente
milenaria de Jaén estuvo basada en la agricultura, con cultivos de yuka, maíz,
hortalizas y cacao.
Al rescatar objetos de una tumba apreció,
en una botella de cerámica, la presencia de almidón de cacao, el cual fue
sometido a los análisis científicos de rigor, con los resultados
mencionados.
La domesticación del cacao, según
indicó, debió proyectarse toda la cuenca del río Chinchipe, el bajo Utcubamba y
parte del Marañón.
En el planeta, antes de constituirse
en el segundo producto exportable de Perú, el cacao ha hecho un largo periplo
para prestigiar el valor de sus frutos. En el Africa alcanzó la mayor popularidad.
En el 2014 los envíos de cacao fino -óptimo
en sabor y aroma- a los mercados de
Estados Unidos, Holanda, Italia y Bélgica. superaron las 45,000 toneladas.
Según la Ing. Mirna Zuzunaga,
Directora General de Negocios Agrarios del Ministerio de Agricultura y Riego,
en el 2014 la producción nacional de
cacao llegó a 62,492 toneladas, en más
de 91,000 hectáreas plantadas en Cusco, San Martín, Ayacucho, Junín, Huánuco y
Piura. Al generar seis millones y pico de jornales al año benefició de manera
directa a más de 45,000 familias, e indirectamente, a 225,000 personas, en
dichas jurisdicciones.
En 1667 el historiador español Antonio
Colmenero de Ledesma escribió uno de los primeros trabajos sobre el chocolate
que se bebió -al principio- en las cortes europeas.
En 1728, Joseph Storrs Fry elaboró el
primer bombón en Bristol, Inglaterra, y en 1828 se obtuvo -por prensa- la
primera extracción de mantequilla de cacao.
En Alemania existen viejas ciudades
donde se conservan antiguas máquinas de elaboración de chocolates y confites,
al lado de las modernas que dan ocupación a la mayoría de sus pobladores. En
Austria el chocolate ha vuelto a ser “moneda” envuelta en papel dorado. En la
reciente Navidad, en los Estados Unidos
se vendieron miles de tabletas de “chocolates de la suerte” de Santa Claus We Trust.
Mientras en otros países del orbe el
consumo de cacao es preferencial, entre los peruanos todavía el índice per
cápita es bajo: apenas 530 gramos por persona al año. Quizá la creencia de que hace subir de
peso es el mayor obstáculo que encuentra para obtener una mayor aceptación.
Últimamente hay campañas que
promocionan su consumo, mientras que su calidad se prueba en festivales y
salones de chocolate en Lima. El cacao, todavía tiene que luchar en su propia
tierra para salir adelante. Aunque lleva las de ganar con la difusión de sus
propiedades antioxidantes, especialmente por su alto contenido de flavonoides.
El cacao no sólo es sabroso, sino que puede ayudar al disfrute de una buena
salud y alejar el fantasma de enfermedades como el alzhéimer y el parkinson.
¡Por algo se mece en una cuna de verdes súper
ecológicos desde hace 5,200 años en la Amazonía peruana!
Alfonsina Barrionuevo