domingo, 28 de junio de 2020


LIMEÑOS ALUCINANTES

En las alturas de Huarochirí la baja temperatura impregna el aire…
Tenemos que convivir con el virus sin dejar de luchar. No dejarse vencer es adaptarse a su temible presencia, sin bajar la guardia. En un principio la mascarilla, prenda esencial en la defensa, fue absolutamente blanca. El virus ha obligado a las personas a ser anónimas, esconderse tras ella, para no contagiarse. Al cabo de los meses de aislamiento el ingenio popular le ha dado color. El lápiz de labios de las damas ha sido dejado de lado, en recesión. En cambio las bordadoras, de norte a sur del territorio, han tomado la mascarilla volcando su inspiración en el indigesto tapaboca. Ahora, en el lugar donde estaba la sonrisa ponen una flor. ¿Cómo lo quieren, un clavel, una rosa, un amapola? Las chicas que atienden en la discoteca, hoy minimarket, le han añadido un gracioso gorrito que las protege también del frío. El antiguo sombrero con un velo cubriendo la mirada reaparece modernizado con el velo/mascarilla que deja espacio para los ojos y se convierte en bufanda. Los caballeros con calva están de plácemes con el gorro a lo Ricardo Palma o el kepí.

LAS INGAS - Conjunto. "Héroes de la Breña" de Huarochirí. - YouTube
Las ingas
¿Algo más? La iglesia católica está pidiendo protocolos. Necesarios, el culto, la misa, los bautizos, las bodas, tienen que seguir. A reinventarse, bajar el aforo de las iglesias. No se trata de reuniones infringiendo las disposiciones. Una propuesta siempre será bienvenida.

En las alturas de Huarochirí la baja temperatura  impregna el aire. El aliento se convierte en una nube. Los estiletes del frío se clavan en el cuerpo. El invierno congela hasta el ichu de los pajonales de Chankuya. Las viskachas se acurrucan en  sus cuevas y no saludan al padre Sol. El mal tiempo castiga a todos los seres vivientes de la puna sin distinción.

¿Habrá que calentar las manos de Santa Rosa de Lima, patrona de la provincia? Alguna buena devota le tejió unos guantes de lana y ella sonrió en la penumbra de la iglesia de Santa María de Jesús de Huarochirí. La bienaventurada limeña se encarga de proteger los frutales de las partes bajas. Subiendo de Lima, a medio camino, hay chacras dedicadas al cultivo de manzanas en Langa. Los agricultores de tierra tibia como Wanqata esperan el milagro de una carretera de doble vía para sacar sus productos en cantidad. En los árboles se quedan deliciosas paltas, chirimoyas y manzanas que no se cosecharan.
Nevado Pariacaca: Destino De Aventura
Cada treinta  de agosto hay feria en la plaza de la entrada. Al mismo tiempo que las frutas los huarochiranos venden dos variedades de quesos. Unos pequeños, envueltos en paja, si las vacas son propias. Otros, del tamaño de un adobe de varios kilos si los animales son de la comunidad. Los visitantes compran un kilo o dos para saborearlos en su casa.  
La imagen de la santa sale en procesión el día de la fiesta y a la hora del almuerzo los mayordomos ofrecen  el humeante ‘pari’ tradicional. Un caldo refocilante que se sirve con una piedra que se calienta al rojo vivo y hace hervir su contorno. Una gloria del pasado, pues, se trata de un plato prehispánico. La tarde se engalana  con la  danza de la cuadrilla de  las ingas. El Qhapaq Inka y sus ñustas llevan sobre el rostro unas máscaras ‘sui generis’ que consisten en un cortinaje de rutilantes monedas de plata, la única forma, dicen con respeto, de representar a los señores de un imperio. Al atardecer pasea por sus calles Warirumu, viejo personaje de una vieja edad.  
El vocablo Huarochirí, según Julio C.Tello, que nació allí en una casa que todavía existe, significa ‘tierra fría de altura’. Tello, el último de cuatro hermanos, fue hijo de un campesino amante de sus tradiciones. ‘Mi abuelo lo hacía levantar a las tres de la mañana para pastar el ganado, con mi madre que tenía seis años y así templó su carácter’, relataba Oscar Santisteban Tello, hijo de su hermana Elena.
El futuro Padre de la Arqueología Peruana estudió medicina y se graduó en Inglaterra. Fue empleado de la Biblioteca Nacional siendo director Ricardo Palma y se apasionó por la arqueología al ver en una revista de la Smithsonian fotografías de unos cráneos trepanados de Huarochiri, Choykoto, Shakeuma y Karwaytuve.
Amante de su pueblo siempre lo visitó a pesar de los inconvenientes del viaje por una trocha fragosa y polvorienta que llegaba hasta la mitad del camino, debiendo continuar la dura jornada a caballo. ‘A él le gustaba mucho ir a los baños termales de Kornaya’, decía otro de sus sobrinos, Francisco Cuéllar Tello. Sus paisanos lo recuerdan  con una hermosa plaza custodiadas por arrogantes pumas chavin, con un muro de cabezas clavas.

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En tiempos pasados, la provincia fue uno de los asientos de los belicosos yauyos, escribe Teresa Guillén de Boluarte. En 1534, Fernando de Soto y Diego de Aguero fueron los primeros en penetrar en la región. En 1586, en tiempo del séptimo Virrey, Fernando Torres de Portugal, Conde Villar Don Pardo, se estableció un pueblo como capital de la provincia de los Hanan Yauyos, con el nombre de Santa María de Jesús de Huarochirí, quedando en el camino que iba de Lima  a Huamanga y Cusco. Fue el tercer Repartimiento integrado por los pueblos de Sisikaya, Chorrillos, Chankaruma, Cheka, Huarochirí y Kinti. 
‘Cuando llegaron los españoles había diez mil indios tributarios, entre 18 y 50 años de edad, y una serie de creencias, pues Huarochirí era tierra de ‘magos’. En 1601, siendo cura doctrinero de San Damián, Francisco de Avila lo visitó con José de Arriaga. Catequizados a sangre y fuego los huarochiranos se convirtieron aparentemente. El espanto de Avila fue enorme al descubrir que mantenían sus cultos embozados bajo las ceremonias cristianas. Su celoso afán dio un giro inusitado al dar paso al  sincretismo.
Huarochirí, con treinta y dos pueblos, es una provincia que supera su aislamiento. La relación de Avila hecha en qechwa y traducida al español por el escritor José María Arguedas con el nombre de ‘Dioses y Hombres de Huarichirí’  es tema de numerosos estudios. El australiano Gerald Taylor,  quien aprendió el idioma inka para leerla, hizo una segunda traducción.
A través del manuscrito que se ha hecho famoso se descubren personajes sobrenaturales que arrancan de su medio geográfico. Tal el caso de Wallallo Karwincho, el dios autoritario, controlador de la natalidad, que exigía un niño para devorarlo cuando nacían mellizos, y al que se atribuía el poder de fructificar la tierra con su órgano seminal. Aunque Huarochirí se tornaba florido con su presencia era muy temido. Su opositor fue el majestuoso nevado Pariaqaqa, deidad guerrera de cinco  cuerpos, quien le presentó batalla. Su encuentro fue épico y lo venció luego de una tremenda persecución que remeció cielos y tierras porque eran elementos desatados. La roca golpeando a Wallallo-fuego, el viento azuzándolo, la lluvia, el granizo y la nieve envolviéndolo en anillos huracanados lo obligaron a huir hacia las heredades de los wankas de Junín, condenándole a comer perros en lugar de niños. Los huarochiranos rinden homenaje a Pariaqaqa en Mulluqocha, la laguna de las ofrendas, para que proporcione vida a los campos.
Otros personajes sobrenaturales como Wanpu, Kuniraya Wiraqocha, Soqtakuri, deidad de siete potencias, Uchuchullko, pequeño guardián de la fauna silvestre y otros, comparten su fabulosa existencia con los setenta y tres mil limeños que habitan su alucinante geografía. Limeños realmente alucinantes de los picos nevados,  punas, planicies, quebradas, valles, roquedales, desfiladeros, lagunas, ríos, manantiales y bosques acuáticos, donde unos y otros mezclan, sin tiempo ni medida, sus sueños y sus pesadillas.
Alfonsina Barrionuevo

domingo, 21 de junio de 2020


PIRGUSH,
EL PAJARITO SIN PLUMAS
El Perú ha sido durante siglos el consumidor ideal de literatura de niños de Occidente. Nos hemos criado con cuentos infantiles adorables de Perrault, Andersen, los Hermanos Grimm y otros. Nos han deleitado y hemos tenido involuntariamente ‘tapa/orejas y tapa/ojos’ para los nuestros. En los Andes* existen una infinidad de historias que conjugan la realidad con una  fantasía desbordante. Relatos que describen  paisajes naturales y paisajes humanos de sus diversos pisos ecológicos. En mis recorridos periodísticos encontré muchos que me encantaron, decidiendo  un día ponerlos en letras de molde en este nuevo siglo. Cuentos que los abuelos y abuelas  de los pueblos contaron a sus nietos por generaciones. Los cuales, recreados en un buen formato y con dibujos atractivos, podrían entretener a los pequeños lectores, descubriéndoles la riqueza de un mundo pleno de imaginación, con  una variedad de tradiciones costumbres y vestuarios propios de cada región.  Algunos temas aleccionadores como las buenas consejas de las lechuzas que son sabias, otros enteramente fantásticos o referentes a características curiosas de nuestra flora y fauna, tal como la guerra que organizó una orquídea o rarezas de murciélagos, entre quinientas especies, que comen frutas, se dedican a la pesca para almorzar o chupan con sus largos picos el néctar de las flores.

Pensé que los niños tendrían una lección con los apuros del pirgush, un pajarito friolento, sin plumas,  que solo tiene un ropaje de pelusa por holgazán; los aprietos de  Asa, la  neblina, Wayra, el viento y Lunto, el granizo, que querían volver a jugar en el campo; los ardides del picaflor para ganar en un campeonato de aves; los afanes de la sirenita de la Saraja para salvar a su pueblo y la alegría vivificante del Niño Dios saltando el plik plak en un monasterio de clausura.

Los niños de la ciudad conocerían detalles de la vida en el agro,  el anuncio de las lagartijas de que va a llover en los golpes morse de su colita en la puna o las rondas de los kivios, aves limeñas que dan vueltas hasta que caen embriagadas por el vértigo con las patitas para arriba; los saltos acrobáticos del sapo walo, el más grande de la omagua,  o la iluminación de los senderos por los pinchinkurus, luciernagas  magas que se convierten en estrellas.
Es necesario que los  conozcan todos los niños, aunque en dibujos, porque deben saber cuánto hay en el Perú para afirmar su identidad. Lo dijo en el libro ‘Cusco Mágico’ el periodista Hernán Velarde: ‘Para amar al Perú hay que conocerlo.  El Perú no puede ser salvado por los mercenarios de la lucha, por los ‘hombres universales’, por los ‘ciudadanos del mundo’. Para amarlo habrá que conocerlo primero, conocerlo; divulgarlo  y para divulgarlo, sentirlo.’ 
María Reiche, la gran estudiosa de las panpas de Naska graficó la importancia de  los cuentos a base de la tradición  oral en su introducción al libro: ‘Huchuysito, el pequeñito’, que transcribo:
‘Los cuentos antiguos, sobre todo de los pastores y agricultores  que observan lo que hay en su ambiente, son muy importantes. Hay que coleccionar lo que existe. Las sagas o leyendas de los pueblos viejos del mundo se parecen mucho, pero se diferencian por el medio que influye en la formación de su propia imagen. Ahora que no hay lugares aislados y que se habla en varios idiomas en todas partes, esas bellas historias contribuyen a la formación de una unidad cultural. Son la mágica herencia de cada país.
Enseguida va un cuento que ilustró mi hija Kukuli Velarde. En total son doce láminas en el libro original.



EL MUKI
-¡Qué extraño! Hace varias noches que veo esa lucecita en el cerro, junto a la vieja mina. ¿Qué será, allkito (perrito)? Lástima que solo sabes ladrar. Dejaré la canasta de setas a la abuela y nos iremos a ver qué pasa.
Llegan y encuentran a un pequeño personaje. 
-¡Hola! ¿Quién eres? –pregunta al niño el Muki, guardián de las minas de los Andes.
-Soy Panchito Illa. Esa cabaña que está abajo es mi casa. He visto tu luz varias noches y hoy decidí venir. ¿Quién eres tú?
-Me llamo Merki. Soy el guardián de las vetas de oro, de plata, de cobre, de … ¡todo! Dejé que vieras mi lamparín, ´pero no venías. ¡Estoy muy solo!
-Qué pena. Si tú quieres podemos ser amigos.
-Será hasta que crezcas. Después no podrás verme.

- Oye, ¿qué están haciendo esos hombres? -pregunta Panchito, quien no se ha dado cuenta que el muki lo ha llevado a otro tiempo.
-Estás viendo el pasado, amigo. Aquí fueron obligados a trabajar miles de hombres para sacar oro y plata. La mayoría moría en el interior. Los mineros blancos que abrieron esta mina y otras hace mucho tiempo,  querían ser ricos a cualquier costa.
-¿Y qué pasaba?
-Ellos llevaban pólvora, encendían una mecha y volaban las rocas. Algunas los aplastaban. También morían de hambre, de frío, de tristeza por estar lejos de sus familias.
-¿Cómo se sentía el cerro cuando rompían sus entrañas?
-Al sentirse herido el cerro ocasionaba derrumbes. Llenaba de agua los túneles y me decía que hiciera perder las vetas.
En eso se escuchó una voz inmensamente preocupada.
-¡Panchito! ¡Eeey, Panchitooo! 
-¿Quién se atreve a venir hasta aquí? –inquirio el muki.
-Es mi amiga Maticha – la disculpó el niño.
-Aquí estoy Mati, continuó apurado.- ¿Sucede algo?
-¡Una desgracia, Panchito! El cerro de Kancharani atrapó a la pequeña Asunta. Su hermanito lo vio.
-No  creo, debe haberse perdido por allí. Los cerros no atrapan a los niños, -objetó el niño. -¿Verdad, Merki?
-Ese cerro está encantado. Será mejor hablar con su guardián. ¡Vamos a buscarle! –contestó, -agregando que los niños no deben caminar solos en la noche.
-No todos los cerros son iguales, -concluyó. -
-Tú me llamaste con tu lamparita, acotó Panchito.
-Es cierto, así fue porque quería ser tu amigo. No te preocupes, hablaré con el muki del Kancharani.
-¡Ey Kotaaa! ¿Dónde estáas Kotaaa!


-¿Quién me llama con tanta urgencia? Debe ser algo muy importante.
-¡Hola, Kota! Yo te llamé porque tu cerro atrapó a una niñita. ¿Podrías convencerle que la devuelva? Ella es muy pequeña y debe estar llorando.
-La he visto, el  Kancharani está fastidiado con sus lloros. Quiere soltarla pero hay  que hacerle un regalo y se sentirá contento.
-¡Mira, también atrapó a otras niñas! ¿Podremos sacarlas de allí?
-Se divierte con sus danzas y sus canciones. Pero le hablaré. No es malo. No se da cuenta del daño que hace.

-Kota, ya tenemos la ofrenda. Flores, hojas de coca, una naranja, tierra comestible  y otras cosas.  ¿Crees que el señor Kanchani nos devolverá a Asunta y a las otras niñas?
Al cabo de un rato Kota se despidió.
-¡Las niñas ya están saliendo! Estoy oyendo  en mi corazón las palabras de mi padre, el Kancharani. Está agradecido y alegre por el regalo que le han hecho. Yo también de haberles ayudado.
-Las obras avanzan bien, Francisco. Ahora la extracción de los minerales se ha modernizado.  
-¿Escuchaste que un niño juega con el muki de este cerro?
-Francisco, ¿tú crees en los mukis y en los cerros?
-Te contaré un secreto. Yo conocí a un muki y fuimos amigos.
-¡Fantasías, Francisco! Pero, hacerles una ofrenda es simpático y no me incomoda. Sobre todo si piensas que los cerros están vivos. No está prohibido complacerlos.

domingo, 14 de junio de 2020


LUCHO REPETTO,

DE LOS CHACHAS AL CAIRO


Hoy, cualquier día, cuando el fuego me convierta en un montoncito de cenizas, derrámenlas en los caminos para que los niños jueguen con ellas… y agregó, pero, cuidado con mis pensamientos.
Dejó de leer y volteó la página para viajar del reino de los chachas venerables, Chachapoyas, al Cairo, Egipto, donde exhiben las fabulosas piezas que acompañaron a los faraones en su último sueño. Allá disfruto del trote en un dromedario y mandó a sus amigos abrazos dromedarios o sea, kilométricos.
Un mediodía Lucho, Luis Repetto Málaga, recordó con cariño sus inicios en la casona señorial del jirón Camaná. En las aulas  con rumor de voces juveniles descollaba el verbo encendido de Mildred Merino de Zela. Apasionada del folklore, ella lo introdujo en el mundo del arte popular que los limeños de esa época se empeñaban en desconocer.  Los artistas  que llegaban de Puno con los hermosos toros vidriados no se atrevían a pasar más allá de la plaza del Porvenir.  
Lucho admiró su insistencia y cruzó tantas veces el zaguán con la imagen de la Virgen Lectora y la escalerita enramada al borde del  patio, que al cabo se quedó. En 1975 cuando los enemigos del arte popular objetaron que se diera el Premio Nacional de Cultura al retablista Joaquín López Antay, Mildred levantó a la intelectualidad también nacional en su defensa. Como una valiente consecuencia en 1979 logró que se inaugurase con el apoyo del historiador José de la Puente Candamo el Museo, entonces de Arte Popular del Instituto Riva Agüero de la PUCP, donde él, según me dijo, comenzó su carrera y encontró un segundo hogar. 

En una Lima rodeada de verdura, sin más chirrido que el de los tranvías, el de Barranco y los urbanitos, desplegó su sed de horizontes buscando los testimonios vivos de la continuidad del arte de otras épocas en manos creadoras. Durante años no se le encontraba mucho en Lima, pues estaba en cualquier parte del país adonde iba en poncho, chalina y sombrero para arrostrar el polvo y el frío de los caminos. En una ocasión cuando se abrió una exposición de homenaje a Doris Gibson, fundadora de la revista ‘Caretas’, no llegó a tiempo porque una lloklla, aluvión, lo retuvo en Recuay, Ancash.
El estirón de Lima de aldea virreinal a urbe populosa remeció su espíritu  con los cambios imperantes en su etapa de modernización. Le tocó asistir contrariado al destrozo/ despedazamiento de los últimos balcones antiguos que tanto quiso proteger el quijote florentino Bruno Roselli y al desalojo de  la Peña Pancho Fierro que albergaba las valiosas piezas de arte popular que Alicia Bustamante recogió peregrinando olvidadas comarcas, par dar paso a un insípido y anónimo edificio de oficinas.
En una entrevista en el 2015, en Pax Televisión con motivo de la muestra ‘Alfonsina Total’, la nostalgia invadió los últimos minutos al hacer un rápido recuerdo de las actividades realizadas por el Museo de Artes y Tradiciones Populares de Riva Agüero en Lima, las provincias y en el exterior; exposiciones itinerantes, mesas redondas y conferencias  que enaltecían los valores culturales de cada lugar, y el incremento de su colección con las  colecciones emblemáticas de Elvira Luza y Arturo Jiménez Borja de máscaras y trajes de danzas tradicionales, de Pablo Macera, Mariano Benites, Guillermo Ugarte Chamorro y Alfonso Respaldiza, entre otras. El Museo mantuvo siempre las puertas abiertas, política que trato de imprimir a los museos que en ciertos días reciben a  visitantes inusuales que quieren sublimar su espíritu con la contemplación de obras de arte perenne, de los antepasados y los nuevos talentos. 

Ministro de Cultura lamenta el fallecimiento de Luis Repetto ...En su gestión Lucho obtuvo maestrías de museología en Bogotá y Ciudad México que dieron vuelo a su natural disposición para impactar al público con las muestras que se efectuaban dos o tres veces al año. Su organización impecable, secundado por un equipo eficiente, con Claudio Mendoza, cuidaba desde el planeamiento de lo que iba a ir en las siete salas del segundo piso del instituto hasta las invitaciones y catálogos. En sus ambientes los arcángeles de cuellos largos de Hilario Mendívil poblaron de color los grises días invernales, los ch’ullus del Sur generaban una sensación de abrigo y la evocación artesanal de Santa Rosa de Lima un toque de serenidad. En el desarrollo de la cultura peruana, decía, hay dos elementos principales, el mate o calabaza que se presentan sin interrupción desde Caral, 5,000  años, y la cerámica; y un doble hilo conductor a través de nuestro algodón y el pelo de alpaka.
En la sangre de sus padres, él de Huánuco y ella de Arequipa, Lucho hallaba como herencia sentimientos bien definidos por el arte y la tradición de nuestros pueblos.  En sus días de colegial, cuando vivía en la Magdalena, entabló una relación de amistad con la waka Wantili, escenario de sus juegos, donde lo buscaban en las noches con linterna porque le gustaba quedarse en su cueva. En Pueblo Libre, ya estudiante de la Unidad Bartolomé Herrera le atrajeron las ferias artesanales de La Marina donde encontró otras gentes de diferente indumentaria, que hablaban otras lenguas, el qechwa y el aimara, que vendían lindas cosas y despertaron su interés de conocer las tierras de dónde venían. Con el tiempo fue un hombre puente, así se llamaba, que introdujo a los artistas populares en la ciudad.
Presente en muchas Semanas Santas confesaba la emoción que sintió en la capilla del Señor de los Temblores del Qosqo. Subió a su altar para ayudar a bajar la santa efigie y al tocar al magro Cristo a quien aman tanto los cusqueños lo conmovió la fuerza que emanaba de su cuerpo. Las cruces de mayo estuvieron en Riva Agüero, presentes en los retablos de los seguidores de López Antay,  como en las bellas estampas que desplazaron a los cajones de San Marcos, el patrón de los ganaderos. Inspirador del Museo de la Marinera de Trujillo no perdió de vista a los elegantes campeones  y también a las mujeres del campo que podían hacer gala de su destreza bailando con un cántarillo rebosante  de chicha en la cabeza, sin derramar una gota.   
En noches de verano, hermanas de las noches en la waka de su infancia, Lucho  guiaba a grupos en los circuitos que diseñó en el Cementerio Presbítero Maestro. Sabía mucho de los personajes que duermen el sueño eterno en artísticos mausoleos de siglos pasados  y también de ilustres que excepcionalmente están allí enterrados. En el momento final nadie se lleva bienes materiales, Lucho se llevó vivencias de una vida ricamente vivida y tal vez en el último segundo el Taitacha del Qosqo le dio su  bendición.
Alfonsina Barrionuevo

domingo, 7 de junio de 2020


LA FUERZA DE LOS ANDES
Roberto Frisancho, antropólogo por la Universidad de San Antonio Abad del Qosqo y biólogo por la Universidad de Pensilvania, EE.UU., nos proporciona luces notables sobre su especialidad, la altura. Veamos el gran aporte que puede dar este guerrero natural que protege los Andes.
Nacido en el Qosqo, la vida de Roberto Frisancho* arranca de Accha, Paruro, uno de los hermosos pueblos que unen historia y leyenda. Los Hermanos Ayar salieron de Paqareqtanpu para fundar un imperio. 
Doctor Roberto Frisancho y su esposa Hedy
Sin desvincularse del Perú su trabajo en la Universidad de Michigan, donde reside, ha centralizado por varios lustros sus investigaciones, publicaciones y conferencias acerca de la altura, regiones de la Suni y la Puna. En estos meses  marcados por el Covid19 es alentador conocer cómo funcionan sus mecanismos disminuyendo su ataque por la influencia del clima en tierras peruanas y tibetanas, donde el corazón y los pulmones se expanden tratando de capturar el escaso oxígeno del aire. Su último libro trata justamente del cuerpo y tamaño excepcional del cerebro humano en esos lugares donde llueven las estrellas.
Alfonsina Barrionuevo

LETALIDAD DEL CORONA VIRUS EN  LA ALTURA
En el Cusco, localizado a una altitud media de 3,300 metros,, ocurrieron  sólo tres muertes. De manera similar en Puno localizado a 3,750 metros,  hay pocas muertes entre los infectados. A propósito, de acuerdo al diario ‘La República’  hasta el 31 de mayo las tasas de mortalidad para las  regiones  situadas por encima de los 3,000 metros está tres veces menor que al nivel del mar. También el diario ‘El Comercio’ del 18 de mayo, indica que  la recuperación de los infectados es mejor en el Cusco que al nivel nacional. Como va esta pandemia es posible que esta diferencia cambie.
El interés de estudiar la interacción de la hipoxia (es decir baja presión barométrica) y la infección del corona virus se debe a que el proceso de adaptación a la altura conlleva cambios  en el sistema cardiovascular. Por ejemplo, si una persona vive en la altura tiene un mayor tamaño del volumen pulmonar, más aún si uno llega a vivir en la altura antes de los 8 años aumenta también el volumen alveolar del pulmón, con lo cual uno extrae mayor cantidad de oxígeno del ambiente. Esta adaptación tiene una gran importancia ya que la letalidad del corona virus se debe a que afecta al pulmón impidiendo la respiración y extracción de oxígeno. El tema de virulencia y mortalidad bajas asociadas con infección de coronavirus, que ocurren en poblaciones que viven en localidades de gran altitud fue remarcado en un artículo  reciente titulado ‘Does de pathogenesis of SARS-CoV-2 virus decrease at high altitud’, publicado en el Journal ‘Respiratory Physiology and Neurobiolgy’ los autores postulan que la adaptación a medioambientes de alturas elevadas, hace que los habitantes locales sean menos susceptibles a los efectos de SARS (CoV19)2*(Cov19), debido a que sus habitantes expuestos de manera crónica a condiciones de hipoxia, expresan una reducción de los receptores ACE2 en sus pulmones. El estudio de poblaciones incluye datos epidemiológicos de la región del Tíbet en China, con poblaciones que viven en un rango de 3,500  a 4,000 metros. Bolivianos y Ecuatorianos que viven a altitudes de un rango entre 2,400 a 4,000 metros sobre el nivel del mar. Los resultados indican que el impacto del coronavirus en la meseta del Tíbet, ha sido dramáticamente más bajo comparado con el resto de China, específicamente sólo 134 casos han sido confirmados en la meseta, incluso en aquellos que desarrollaron condiciones serias, todos se recuperaron y no se observó mortalidad. Igualmente, en las provincias bolivianas localizadas a gran altitud sólo fueron detectados 54 casos de C0vid19, comparado con 140 casos de infectados en provincias de baja altitud. En otras palabras, los promedios de infección a gran altitud son tres veces más bajos comparados con las comunidades de baja altitud. De manera similar en Ecuador, sólo 722 personas con Covid19 fueron reportadas en áreas de gran altitud, comparados con 2,943 casos en las regiones de la costa.
LA MAGIA DEL NEVADO SALKANTAY
En resumen, claramente, la patogénesis del Coronavirus y la prevalencia de infección en el Tíbet y en las regiones alto Andinas, son dramáticamente más bajas que en poblaciones que viven a baja altitud, y que no corresponde a las tendencias globales. Los autores postulan que los mecanismos por debajo de la severidad más baja de la infección por el virus SARS-CoV-2 en poblaciones de altitud elevada, podrían estar  relacionadas a los rayos  ultravioleta (UV) elevados, radiación que ocurre con más intensidad en la altura, y que reduciría el tiempo de vida medio del virus  junto con la hipoxia que reduciría  la expresión de los receptores de la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2), el cual es el principal blanco para que el virus SARS-CoV-(4) se adhiera y penetre el epitelio pulmonar.
Los investigadores también proponen que la alta radiación solar (UV) en poblaciones de altura reduce la virulencia. Esta posibilidad se basa en  estudios que incluyen exponer el Coronavirus SARS a irradiación UV por 60 minutos y resultó en la destrucción de la infectividad a un nivel indetectable. Sin embargo, la pregunta es, ¿de qué manera estos hallazgos pueden ser aplicados a los humanos? La posibilidad de adaptación a un ambiente de altitud elevada, podría hacer a sus habitantes menos susceptibles a la virulencia del SARS-CoV-2, es un postulado interesante. Esta hipótesis está basada en los hallazgos sobre el nivel de expresión del receptor de la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2) en las células pulmonares epiteliales, lo cual puede modular el promedio de infecciones por SARS-CoV-2. Por lo tanto se ha propuesto, que los habitantes de altura (crónicamente expuestos a niveles de hipoxia  tienen niveles reducidos del receptor ACE2. Esta es una posibilidad interesante que debe examinarse considerando las estrategias adaptativas fisiológicas y genéticas de las poblaciones que viven en las grandes alturas en los Andes y en el Tíbet y que son diferentes. Los Andinos de altura muestran volumen pulmonar residual incrementado, ventilación pulmonar disminuida y concentraciones de hemoglobina elevada.  En contraste las  poblaciones del Tíbet están caracterizadas por tener ventilación pulmonar y niveles de concentración de hemoglobina no elevadas, similar a la de poblaciones de baja altitud, y un incremento moderado de volumen pulmonar. Sin embargo, ambas poblaciones Andinas y del Tíbet consiguen un alto nivel de oxigenación tisular. Por lo tanto las adaptaciones fisiológicas que puedan proteger sobre el impacto de la infección del virus COBID-19 deberán ser diferentes entre las poblaciones Andinas y del Tíbet.
En conclusión, es evidente que la frecuencia, patogénesis y mortalidad asociada con el Coronavirus, que ocurre a gran altitud son marcadamente diferentes en poblaciones que viven a baja altitud o cerca al nivel del mar. Esta dramática diferencia está probablemente relacionada con la interacción simbiótica de los procesos adaptativos fisiológicos y  con la radiación ultravioleta elevada de las grandes alturas; todo lo cual, lleva a preguntas que necesitan ser contestadas con investigaciones futuras. Investigaciones que podrían tener un impacto profundo de importancia sobre el entendimiento de la fisiología y patogénesis de este virus. Como ha sido demostrado en una reciente investigación, los anticuerpos derivados de la llama Andina  pueden neutralizar la patogénesis del coronavirus.
Una vez más, la investigación sobre la biología a grandes alturas continúa en contribuir al avance de la ciencia  para el bienestar de la humanidad.

*Roberto Frisancho Fernandez Baca. Qosqo. Perú.

EVOLUTIONARY ORIGIN OF THE UNIQUE BODY SHAPE AND LARGE AND COMPLEX BRAIN SIZE OF HUMANS