domingo, 25 de mayo de 2014

LA DESGLACIACION AVANZA               

El  oleaje del mar golpea en las playas pedregosas de La Punta, Callao, Lima. La vista es familiar para sus vecinos. Nadie nota que ha subido de dos a tres centímetros. ¿Se imaginan qué pasaría si llega a sobrepasar siete metros?.
Hace millones de años, los cambios climáticos hicieron desaparecer a los dinosaurios. Hoy, estos cambios hacen pensar, según el metereólogo Mateo Casaverde y otros científicos, que a lo mejor estamos  en la antevíspera del fin de nuestra era.

La declaración es grave y parece exagerada. Los gigantes antediluvianos no fueron causantes de su extinción. Sería lamentable que la Humanidad, con todos los adelantos logrados, pierda sus jardines del paraíso en un tiempo que  está a la vuelta de la esquina. Los países desarrollados que son una minoría, agregan los científicos, son los responsables directos.    
La tierra está  acusando efectos devastadores que no se toman en cuenta. Generalmente por falta de mayor información o por minimizar la noticia de desastres que surgen cuando menos se espera.

Es increíble, pero en el mundo y en el Perú las previsiones son casi nulas.
Cada año se recuerda la necesidad de drenar los ríos que se colmatan en los meses de lluvias y de reforzar las defensas ribereñas, pero los trabajos nunca se realizan a tiempo. Urge reforestar masivamente las cuencas hidrográficas, pero tampoco se hace, hasta que las llokllas o avalanchas nos recuerden esta tarea pendiente.
La preocupación del estudioso Mateo Casaverde, quien fue director del Instituto Geofísico del Perú, viene de observar los nuevos efectos de los cambios climáticos que están aumentando en frecuencia e intensidad.


CALENTAMIENTO GLOBAL

Un artículo del estadounidense Andrew Thomson, de la Universidad de Ohio, precisa que se calculaba un plazo de cincuenta a cien años antes de que el calentamiento global fuese peligroso. Sin embargo, en setiembre del 2,002 comenzaron a adelantarse los pronósticos cuando apareció un “río” de agua dulce en el Océano Atlántico provocado por grandes  masas de hielo polar derretido. Se creia, así mismo, que en un futuro lejano habría inviernos muy frígidos en Norteamérica y Europa. Pero ya se están produciendo. 
En el 2004 el inglés David King, de la oficina del Primer Ministro Tony Blair, expuso que era necesario prepararse ante la catástrofe mundial que se venía perfilando. En la revista “Sciencie” escribió el resultado de sus trabajos y concluyó: “En mi opinión, el cambio climático global es el más severo problema que afronta la humanidad actual.”
        
A su vez Andrew Marshall de la Office of Net Assessment de los Estados Unidos, explicó como el derretimiento de los polos y los glaciares en el mundo generarán el desastre climático global más serio de la historia escrita al cortar a la corriente del Golfo (cálida) su capacidad de mantener alejados a Norteamérica y Europa de un congelamiento permanente, que mantiene en gran forma el equilibrio climàtico global.     
“El derretimiento de los glaciares en el Perú es patente, dice Thomson. En 1954, (un avión) DC3 de TAM se estrelló en el glaciar del Yerupajá. Cuando localizaron el avión siniestrado se veía la punta del timón de cola que desapareció bajo la nieve del glaciar. Pero hace unos años, andinistas descubrieron que en gran parte el hielo se había derretido y los restos del avión estaban expuestos a la vista por primera vez.”

“Si los glaciares de la Cordillera de los Andes continúan perdiendo nieve, agrega Mateo Casaverde, en menos de veinte años, según Thomson, bajarán los caudales del río Santa afectando poblaciones y campos de cultivo”. Otro tanto se puede decir de todos los ríos interandinos. Al respecto tendremos otros desastres naturales como erosiones, deslizamientos, aluviones, por la peculiar orografía de nuestro suelo. Casaverde señala que los problemas se magnifican en el Perú debido a sus 240 cuencas y subcuencas, donde se generan estos fenómenos geológicos.
“Ahora, continúa Thomson se producen incendios forestales en zonas que siempre fueron húmedas en Alaska, huracanes con fuerte frecuencia jamás vista en el Caribe. Incluso, por primera vez en la historia el norte brasileño fue azotado por un huracán.”

Gracias a fotos satelitales de 1973 a 2003 Andrew Marshall ha comprobado objetivamente que el 40% del Polo Norte se ha derretido en sólo 33 años, y que el proceso está más acelerado en la actualidad, con todas sus brutales consecuencias. Paralelamente, en los Andes peruanos, se ha comprobado la pérdida de un 35% de la masa de los glaciares. Es curiosa la posición de los científicos auténticos y los científicos “oficiales” en cuanto a sus declaraciones. En el Polo Sur el desprendimiento del glaciar Larsen A sorprendió a todos. Pero “los oficiales” rápidamente dijeron que no importaba porque había estado conectado al Polo Sur más o menos 10,000 años. Agregaron que el glaciar Larsen B que estaba detrás nunca se derretiría. Pero en el 2003, este glaciar, de aproximadamente 600 km2 de superficie, se rompió y se deslizó hacia el mar. Entonces, “los oficiales” afirmaron que se derretiría en seis meses, pero fueron apenas 35 días, elevando el nivel de las aguas de los océanos del mundo.
Eso no es todo. Otra masa llamada Glaciar de Ross se ha fracturado y elevado el nivel del agua en las costas de los países que están junto al mar. En general, se estima que el nivel de los océanos crecería entre 6 y 7 metros. “Eso sería terrible para La Punta, Callao, Lima,  y también para las islas, puertos y otras ciudades del litoral,” reitera el ingeniero Mateo Casaverde.

De suceder, territorios de la actual Europa del norte quedarían bajo una capa de hielo de varios cientos de espesor; y el norte de los Estados Unidos e Inglaterra pasarían a tener el clima de la actual Siberia.
Al existir, además de la Corriente del Golfo otras corrientes marinas, como la de Humboldt en el Perú, es posible que la costa se tornaría en una selva tropical pero con heladas constantes en la puna. Entre tanto, la Amazonía pasaría a ser un pajonal con algunos lunares verdes en las cuencas de los ríos con origen ecuatorial. El clima del planeta sufriría otros cambios radicales que durarían alrededor de 90,000 años.

“De acuerdo con las últimas investigaciones, el cambio climático radical global empezaría a producirse dentro de tres a cinco años y sería muy rápido. La especie humana está advertida por los científicos”, dice Mateo Casaverde. “Tenemos que ser realistas y previsores. Los pronósticos pueden parecer fatales, pero no tienen fines alarmistas. El propósito es obtener una reacción de los gobiernos, si queda tiempo.” Todos estamos advertidos.


Alfonsina Barrionuevo

domingo, 18 de mayo de 2014

LA PROFECIA DEL QORIQENKA


En P’isaq, frente a la soberbia ciudad inka, en un morro elevado sobre el Willkamayu, existe un monolito que tiene la figura de una mujer con el phullu o manta doblado sobre su cabeza. Ella es Inkill Chunpi, la hija del noble Wayllapuma, kuraka de esas tierras, petrificada por su curiosidad.   
Su pueblo estaba asentado en las alturas del gran cerro de las perdices. En  tiempo de lluvias sufría el asedio de los feroces antis y aunque tenía amistad  con los Inkas ellos no podían cruzar el río cuando aumentaba de caudal.

En estas circunstancias nació Inkill Chunpi y Wankar K´uichi, el oráculo del arco iris que estuvo prisionero en uno de los cerros, profetizó que ella resolvería el problema. “Uno de sus pretendientes construiría el puente que necesitaban en una sola noche.”
En efecto  la mano de la hermosa fue  muy solicitada pero apenas se conoció la condición impuesta por el temido Wankar K’uichi los pretendientes desistían.
Sólo un valiente mozo, Asto Rimaq, de origen walla, se atrevió a quedarse.

Lo hizo porque  “su mentor”, un ave increíble llamada Qoriqenka, que sabía hablar, le dijo que el puente se haría solo.
Ambos debían hacer el intento. Bajar hasta el Willkamayu, el río de encrespadas aguas. En su orilla se quedaría Asto Rimaq, y ella, pasando la corriente sin cuidado porque bajaría hasta sus tobillos debía subir el cerro regando lentamente sagradas hojas de coca.
Sin embargo no debía mover la cabeza  pasara lo que debía pasar. Si lo hacía ellos no volverían a verse y no quedaría esperanza para los suyos.
Nada más fácil, pero cuando ella sintió que las rocas se movían  uno y otro lado con un trajín colosal, arrancándose de sus canteras, chocando entre ellas. despidiendo chispas de colores con el fondo del cielo que de negro se tornaba rojo  y así otra vez, mientras haces de rayos lo rasgaban, no puo contenerse y se volvió para mirar. Al momento el movimiento cesó y todo quedó en silencio como antes.
El gigantesco puente no pudo hacerse. Ella se convirtió en piedra, nunca se supo qué le sucedió a Asto Rimaq  y ante la fatalidad el corazón de Waylla Puma se detuvo.

El Qoriqenka no pudo sobreivir a la pérdida de su joven príncipe. Antes de morir pidió que entregaran al Inka reinante tres de sus plumas. La amarilla, según indicó, era símbolo de riqueza; la azul,  sinónimo de sabiduría y la roja, de poder.
Siempre deberían estar juntas. Si las separasen determinarían la caída del Tawantisuyu. Wayna Qhapaq que no lo sabía, porque era un secreto, dividió las plumas que estaban sobre su frente, ceñidas por la maskapaycha entre sus hijos Waskar y Atawallpa”, llegando trágicos días para el imperio.

         


LA CIUDAD DE LAS P’ISAQAS         

A orillas del Willkamayu, el río sagrado que corre por cauces de piedra labrada  domeñando su furia, comienzan las franjas de luz y sombra de los famosos andenes de P’isaq. Una ciudad de leyenda que fue construída en una cresta de roca azul, casi sobre el aire, para avizorar el más hermoso de los valles cusqueños.
Los habitantes de P’isaq, que carecieron de tierras de cultivo, tallaron las laderas del mítico cerro Linle donde vivían patentando una agricultura aérea. En las gigantescas escalinatas que trepaban hasta la ciudad hicieron florecer el maíz más grande y dulce del imperio, las frutas más selectas, las flores más bellas y plantas medicinales diversas.
         
Allí llegaron a tener su asiento los khuyus, gente muy muy belicosa, a quienes los inkas pasaron por las armas, quedando sólo las mujeres y los niños. A Pachakuteq le gustó su paisaje y lo tomó para su panaka.
El lugar ya se llamaba P’isaq por la gran cantidad de perdices o p’isaqas que existían en sus escarpas. Hoy los campesinos han vuelto a llamarle con suma veneración Linle, sin que se pueda explicar el significado de esta palabra.
Henry Georges Squier, el ilustre viajero francés, habla con admiración de este monumento guerrero y afirma que en conjunto es tan notable como Saqsaywaman y comparable solamente  con los fuertes de las colinas de la India.

“En P’isaq, escribía el canónigo Maximiliano Rendón, destacan las murallas ciclópeas de la falda oriental, extensas y grandiosas,  las portadas de piedra que ostentan detalles precisos, de líneas perfectas. los admirables acueductos que conducían, como arterias por  la montaña sagrada, el líquido elemento a todos sus flancos y explanadas.”
“Aún se puede apreciar torres avizoras y bastiones a lo largo de los galayos del monte como nidos de cóndores, acueductos, sifones y alcantarillas, que conducían el agua en un espacio de unos siete kilómetros. Dos ciudades pétreas, un observatorio astronómico, templos magníficos, el intiwatana y la necrópolis en las oquedades de un peñón,  donde colocaban a sus muertos para que protegieran el sueño de los vivos.”

La ciudad inka de P’isaq se encuentra en magnífico estado siendo muy visitada. La ciudad española, fundada en a parte baja, se engalana cuando celebra a la Virgen del Carmen. la iglesia ha sido restaurada y pintada al estilo de las otras iglesias cusqueñas.

Los pueblos aledaños asisten a la fiesta con sus galas y en los últimos años se han formado conjuntos de saqras, qollas, waka wakas, qhapaq negros, qhapaq ch’unchos y otros que bailan en la plaza y acompañan a las imágenes que son dos.
Las santas señoras mellizas fueron encontradas en la pared de una hacienda que estaban desatando para cambiarla. Habían sido colocadas en cajas individuales y estaban intactas. La procesión a medio año puede ser aprovechada para visitar los barrios imperiales de la parte superior y asistir a la misa que es muy concurrida.
Un dato para los turistas. En los domingos hay ferias de artesanías de tejidos y cerámicas propias del lugar. Está a unos treinta kilómetros de Cusco y hay automóviles, combis y omnibuses de transporte.



Alfonsina Barrionuevo

martes, 13 de mayo de 2014


LA AMADA DEL SALKANTAY

Una ñusta  o princesa inka enamorada del nevado Salqantay subió hasta sus escarpas venciendo mil dificultades y acarició  sus nieves. 
El Apu, según la leyenda, admiró su valentía y la convirtió en una orquídea (Masdevallia amabilis) que crece a su lado. Su nombre es Wiñay Wayna, “eternamente joven”.
En el enfrentamiento del ejército inka con los rebeldes poqras de Ayacucho, los guerreros imperiales llevaron en sus escudos esta orquídea como insignia imperial. Los otros tenían como símbolo al wamancha o halcón. Su historia fascinó al sabio huarochirano Julio C. Tello, quien pensó que era el nombre adecuado para bautizar al último templo que da acceso al Santuario de Machupiqchu: Wiñay Wayna.








LAS   ORQUÍDEAS DE INKATERRA

En abril del 2006, antes de ascender con Verónica Haaker al Phutukusi, uno de los cerros guardianes de Machupiqchu,  tuvimos el placer de ver jardines de orquídeas de Inkaterra Machupiqchu Pueblo Hotel.  

Entre la neblina y la lluvia, Carmen Soto Vargas,  su bióloga jefe, nos mostró la Wiñay Wayna y nos fue informando con minuciosidad las características en general de estas flores de lujo. Teníamos la suerte de estar en su espacio vital, también recinto de helechos, bromelias,  palmeras y plantas nativas medicinales; aves como los colibríes, los quetzales y el relojero montés; igual que  osos de anteojos que disfrutan un banquete de frutas a diario en sus “suites privadas” o espacios donde se sienten casi libres.

Avizorar al gallito de las rocas, balanceándose como un tizón de fuego en una rama a corta distancia, fue excepcional. Igualmente, contemplar el vuelo de la mariposa alas de cristal o la presencia cerca de los bebederos de ejemplares desconocidos como el colibrí cola de raqueta.
Protegidas por sendos paraguas, ahí recibimos  una clase magistral de la bióloga comenzando desde la protección del entorno. En 1975, José Koechlin, de Inkaterra Asociación,  restauró bosques que habían sido talados por antiguos habitantes con fines agrícolas, y conservó los árboles nativos para recuperar especies de flora y fauna de interés o en peligro de extinción.
Su afán por defender el ecosistema del lugar, uno de los atractivos conexos al  santuario, lo impulsó a dedicar una buena extensión del área que ocupa su hotel con ese noble propósito. La Madre  Naturaleza le respondió con creces. Muchos viajeros llegan de otras partes del mundo exclusivamente para contemplar la diversidad de orquídeas que posee.

Machupiqchu es ideal para descubrir tal riqueza, porque en su bosque de nubes tiene cinco microclimas, desde los 1,800 hasta los 5,000 metros de altura.  Sólo en los jardines del hotel, el biólogo Ricardo Fernández, investigador del Museo de Historia Natural “Javier Prado” de la Universidad Nacional Mayor Nacional de San Marcos, ha registrado de 372 especies de orquídeas nativas, de las cuales muchas son nuevas para la ciencia en variedad, nombre y género.
La idea que se tiene de las orquídeas como una especie de flores grandes  y con colores llamativos, de pétalos alargados y hojas a manera de cintas” no concuerda con la realidad. Algo de eso conocía, pues, en un viaje a Chachapoyas me enseñaron que la mayoría de las especies de orquídeas son de flores diminutas.

Toda una mañana las fuimos viendo con la especialista. Unas muy pequeñas, de pocos milímetros de longitud, que se mecían en las hamacas del aire, o que aparecen como bellísimas miniaturas mimetizadas con  los troncos de los árboles. También dijo que no son parásitas como se cree. Hay terrestres que crecen a nivel del suelo, litofitas sobre piedras y rocas, epifitas abrazadas a los árboles, hemiepifitas que hunden sus raíces en el suelo y trepan en busca de luz, y de extraño gusto como las  saprófitas, que se reproducen sobre materia en descomposición.
Yo pensaba que las orquídeas no tenían fragancia, porque según otra leyenda descienden de una mujer que rechazó al guerrero que la amó desesperadamente, siendo fría y distante. Pero no es así. Con Carmen Soto nos acercamos a una cuya fragancia era exquisita. Unas perfuman el día, nos  explicó, y otras, la noche. En el caso de una tercera variedad  huelen mal, a carroña o pescado putrefacto.

Seguimos enterándonos de intimidades de las orquídeas. No imaginaba que alguna abeja solterona recurriera a beber su néctar insinuante en búsqueda de amor, llevándose además su polen en las patas. Los colibríes también las ayudan en esta fase y en mutuo beneficio. Igualmente  mariposas y hasta moscas. Luego de la polinización se forma el fruto o cápsula que  después de 3 a7 semanas de maduración producirá hasta 4´000,000 de semillas que se irán en alas del viento.
La duración de las flores es variable, entre una vez al año o a lo largo de los 12 meses.

Le pregunté a nuestra anfitriona de los senderos si la orquídea negra es un mito. Contestó que aún no ha sido vista. Por ahora interesan las reales. Una dedicada a Pachakuteq, el gran Inka legislador y urbanista, lleva el nombre científico de  Epidendrum pachakuteqianum, Hágsater & Collantes. Otra, la wakanki (Masdevallia veitchiana), que es muy bella  representa a Machupiqchu. Dos nuevas Epidendrum quispei, sp.nov y Telipogon sp, recordarán por siempre a Moisés Quispe, antes agricultor cocalero de la zona y luego  jardinero apasionado, quien aprendió a identificar, colectar y cultivar las  orquídeas nativas en forma autodidacta, hasta el año 2004 en que fue atrapado por un deslizamiento de tierra.

La Society American Orchid ha premiado otro estreno: la Kefersteinia koechlinnorum, Denise. Lo ha hecho en homenaje a los cuidados que prodiga a su ambiente Denise Guislain de Koechlin y en  consideración a que el jardín de orquídeas de Inkaterra Machupiqchu Pueblo Hotel es el centro de mayor cantidad de especies nativas expuestas al  público en su habitat natural en el mundo.
Sus áreas verdes, además de las circundantes —como las que se encuentran en la ribera del río Alqamayo― constituyen el mayor centro global de conservación in situ de orquídeas y el más grande banco de germoplasma creado para repoblar aquellas que han sido afectadas por factores antrópicos, como la tala, las quemas e incendios que caracterizan al período de estiaje y  el ganado que se come a las orquídeas terrestres como pasto, pisoteando el sustrato que es su hábitat.

La obra de José Koechlin y su equipo de biólogos, jardineros e intérpretes que trabajan para conservar las maravillas del entorno de Machupiqchu debe ser un ejemplo para otras empresas e instituciones dedicadas al turismo, pero que olvidan   al imán que puede ser la madre naturaleza,   en un país que tiene 84  de las 105 zonas de vida o pisos ecológicos  existentes en el mundo.

 Alfonsina Barrionuevo 


domingo, 4 de mayo de 2014

ALTAR SOLAR

En el Qosqo el altar solar estaba en la Aukaypata, Waqaypata o Plaza mayor. Un solo  cronista, de los que he revisado hasta ahora, lo nombra. Una gran piedra toda forrada de oro con una “teta”, que en las mañanas o tardes de lluvia era cubierta con toldos de paja, entretejida de tal forma que no pasaba el agua.

La teta me intrigaba. A qué llamaba “teta” el soldado testigo, Investigando  di con el clavo. La piedra era un intiwatana y la tal protuberancia el gnomo donde se apoyaba la figura del sol, una esfera de oro colocada sobre una especie de asiento-soporte de tres patas. Intiwatana o ushnu que da lo mismo.
El mismo soldado curioso adviritió que tal asiento estaba cubierto de diminutas plumas tornasoladas, de esos pajaritos que llaman pájaros tomines o picaflores, diminutos, plumas que le daban un efecto tornasolado y que se usaban sólo para la bola o bolo del sol.
Un descubrimiento que me llenó de regocijo al escribir mi libro “Templos Sagrados de Machupiqchu” y que comparto con Uds.



USHNU JUNTO AL CIELO  

Las auroras siguen pasando sus finas  manos de aire sobre la piedra tallada con primor, en los mediodías el sol siembra sus semillas de oro para hacerlas florecer y el arco iris hace flamear como antes sus banderas de colores. Los Inkas se alejaron un día por el camino del tiempo pero quedó el ushnu grandioso como huella de su presencia, comunicándose por escalinatas con una enorme plaza, como en Vilkaswaman, Ayacucho.

Fernando Moscoso admiró el altar pétreo en un espacio sagrado. El incansable periodista descubrió el lugar en uno de sus recorridos. La minería es su mundo y su pasión. Así encontró Kuranba, en la comunidad de los Kallaspuqyu, distrito de Huancarama, provincia de Andahuaylas,  Apurímac.
Hemos quedado en visitar alguna vez  uno de esos centros donde hace unos 10,000 años los antepasados prehistóricos extraían minerales no metálicos como cuarzo, riolita, toba, cuarcita y calcedonia entre otros para fabricar puntas de lanza destinada a la caza, pesca y recolección. En su época demasiado temprana la minería no era ni el atisbo de un sueño. Se dio cuando aprendieron a manejar la flor de fuego unos 6,000 años después.
Los Chankas, que según la leyenda salieron de la laguna de Choklloqocha con Wank’as y Wank’awillkas,  queriendo conquistar a los Inkas cuando tomaron fuerza, destruyeron los asentamientos de la cultura local de Kuranba sin entender su avance en tecnología metalúrgica y avanzaron por uno y otro lado en desatados huracanes de muerte. Ellos jamás renunciaron a su salvaje libertad y cuando fueron sojuzgados prefirieron desaparecer atravesando el territorio hasta sus ignotas cabeceras.
Moscoso, comunicador y fotógrafo, experto investigador de rastros mineros, encontró una tradición importante en Kuranba, donde quedan todavía cantidad de escorias y otros residuos de metal. Descubrió también que usaron cuernos de animales para extraer los minerales, “quimbaletes” para la molienda y wayras, “hornos que atizaba el viento con la fuerza de sus pulmones en la altura de los cerros”, para la fundición.

Los Inkas que tomaron el lugar, escribe, lo implementaron con una serie de construcciones. En los alrededores se ubican más de 69 recintos, con calles y escalinatas, además de una fachada principal hacia la plaza central de planta cuadrangular.  Así mismo en la pampa adyacente quedan restos de un conjunto de habitaciones, construídas posiblemente para los trabajadores con piedras calizas de diferentes tamaños -algunas en forma de cuñas- unidas con mortero de barro
Una densa vegetación cubre en parte  el grupo arqueológico que ha sufrido depredación por pobladores actuales que han usado piedras de sus muros para sus viviendas. La escasa enseñanza de nuestra historia, tan rica y vasta, minimiza la urgencia de resguardar estas obras del pasado que se están convirtiendo lentamente en una atracción turística que puede rendir dividendos a los pobladores. La sola vista del ushnu es impresionante y no se sabe aún si en  Cusco existen otros.       

Los Inkas usaron mucho oro en sus templos y mansiones sin que se conozca hasta dónde llegaron en sus técnicas, pues, los españoles se llevaron todo lo que encontraron y el resto fue ocultado por los cusqueños cuando advirtieron que eran objeto de su codicia. Lo más notorio es el empleo de la piedra como  principal material y en eso sus talladores y arquitectos fueron eximios maestros. Su esfuerzo por articular las regiones no les dio tiempo para dedicarse a la orfebrería como los moche, por ejemplo, cuyos orfebres dominaron el arte de fundir el oro y la plata, martillar, laminar, recortar, calar, embutir, repujar,  cincelar, engastar y hasta soldar las piezas entre otras exquisiteces. Cuando quisieron adornar sus espacios sagrados se llevaron a orfebres norteños para ese trabajo, aunque fue en sus últimas décadas. El arribo de Francisco Pizarro no les dio tiempo para embellecer la ciudad que “fue yema y corazón de un Imperio”.
Sin embargo, lugares como Kuranba, indican un quehacer de la minería dedicada a los metales -oro, plata, cobre y otras aleaciones- con una infraestructura de más o menos 500 hornos con fines religiosos y suntuarios de los señores del Tawantinsuyu.
Los hornos metalúrgicos, explica Fernando Moscoso, tienen una ubicación extraordinaria, orientados hacia las fuertes corrientes de vientos procedentes de los valles interandinos. Su vista en las noches debió ser magnífica por el fuego al rojo vivo derritiendo el contenido de los crisoles. Los mineros  disponían de un buen abastecimiento de leña en los bosques cercanos donde abunda mucho la chillka, apreciada por su alto contenido de resina, elemento indispensable para atizar los hornos.

Agrega que los terrenos de las comunidades de Panpamarka e Iskawaka (Aimaraes) fueron yacimientos mineros donde había vetas de oro, plata, zinc y cobre. Años más tarde, en 1560, durante el mandato del Virrey Andrés Hurtado de Mendoza, se descubrieron minas de azogue en Huancavelica, que pertenecía por entonces a lo que hoy es Apurímac. El interés delos españoles dio lugar a que se establecieran en Andahuaylas 6 Corregimientos y en Abancay un Corregimiento con 23 Repartimientos a fin de proveer mitayos a los explotadores del mercurio.  El resto es historia virreinal y los fines completamente diferentes. Una nueva etapa  que fue trágica en la minería peruana.


Alfonsina Barrionuevo