domingo, 27 de julio de 2014

Perú de granito, de sillar, de arenisca, de nieve, de cascadas, de ríos, de manantes y de mar. Perú, país de sueños, de realidades, de luchas y esperanzas. No quiero verte nunca quebrantado, acosado, defraudado y traicionado. Llevo tu imagen impresa en cada célula del corazón, intacta,  majestuosa y bella. Estoy contigo, con todos los que te aman de verdad  y quieren ser dignos de ti hasta el sacrificio, con un sentimiento de patria irrenunciable.      

EL SOL DE TRES CRUCES

En Tres Cruces, Paucartambo, Wayta María Rosales capturó este amanecer  grandioso, con el sol desbordante como si arrojara fuego y lava en el espacio. En esa madrugada ella compartió la fascinante experiencia con cientos de espectadores. Entre junio y julio la salida del astro, cuando la neblina lo permite suele ser espectacular en una de las últimas atalayas del Ande. El frío que penetra hasta los huesos no le impidió presionar el disparador del lente de su cámara fotográfica cuando el océano llameante se fue desdibujando ante sus ojos. Un sueño largamente acariciado que cumplió en su último viaje a Qosqo.
  

Horas después, en la fiesta de la Virgen del Carmen, “casi se la lleva” un ukhuku –oso humanizado- repitiendo el rapto de Kukuli, la protagonista de la primera película andina que se filmó en la hermosa ciudad promediando la segunda mitad del siglo pasado. Las fotos que reproducimos son de las cuadrillas que acompañan con sus danzas a la santa patrona.

En la pequeña villa de Ayllupanpa, Urubamba sorprendió con ternura a su madre, Victoria Cano Díaz,  mi querida y fiel amiga, cosechando “flores de lluvia”. Wayta es una artista del lente y cuando ajusta la mirada en un objetivo obtiene fotografías estupendas.   
 







ENTRE EL VOLCAN Y EL QANTU                        

Tomar el avión de Lima a Juliaca fue viajar de niebla a niebla, con un intervalo de sol radiante en Cusco donde se detuvo nuestra nave por unos instantes. Yo iba al VII Encuentro de Escritoras del Sur Peruano, dedicado justificadamente a la fundadora, “Gaby Arce Muñoz”, licenciada en ciencias histórico-sociales y educación por el arte, poeta, ensayista, crítica, directora de teatro y promotora cultural. Su sonrisa iluminó el auditorio de la Facultad de Derecho de la Universidad del Altiplano haciendo crepitar los leños del aire.

En el 2003 estuve en el V Encuentro “Clorinda Matto de Turner”  con sede en Cusco, por gentil invitación de la antropóloga y escritora Carmen Escalante de Valderrama, y en este se repitió el mágico nexo entre las colegas de uno y otro sitio como si nos conociéramos de siempre.
No se sabía que días más tarde cuando se nominó, como una de las maravillas naturales del Perú,  al Parque Nacional Bahuaja Sonene, justamente en el área de Candamo, Puno, el gobierno de turno iba a ceder una cantidad increíble de hectáreas para el establecimiento de un lote de hidrocarburos. Ningún respeto por una naturaleza pródiga en vidas preciosas. De conocer este atentado las escritoras se hubieran unido a la protesta de instituciones nacionales e internacionales que  hicieron sentir su censura. ¿Cuándo aprenderán a respetar lo que es nuestro aquellos que pasan por la silla de Pizarro con un desconocimiento pleno del país de los peruanos?
   
Durante el Encuentro, entre conferencias y juicios críticos recuerdo fragmentos de poemas, relatos y cuentos como testimonio de la calidad y el arte de sus autoras. Ellas representan a todas en su sensibilidad, frescura, visión de la vida, superación de prejuicios, derecho de soñar sin ataduras,  admiración por la obra de los antepasados y preocupación por las agresiones al planeta.

“Después de una buena siesta” dijo Yenny Rosell Mujica, viene la fiesta. “Inician el baile el durazno y la manzana/al son de una marinera peruana./Y aplauden muy animados/ los higos y las bananas./ “ ”Qué bien bailan el wayno/ tomados de la mano/ la naranja con el ciruelo...” “Doña chirimoya no cesa de zapatear./ Las guayabas no dejan de mirar/ por si da un tropezón/ y cae en los brazos del melón.”
Zulema Pimentel Chehade dejó sentir el drama. “Soy alma caminante./ Hablo de vagar sin rumbo.../”  “hablo de reir en los velorios... “Hablo de pedir en una iglesia sin reparo.../ por mantener sin hambre a mis hermanos...”          
En su turno Tania Consuelo Gutiérrez Samanez destacó la figura de Trinidad Henríquez, primera universitaria del país, primera bachiller en Derecho y cofundadora de la Sociedad de Artesanos. Los exámenes que rindió públicamente, durante diez días y diez noches,  para ingresar a la Universidad de San Antonio Abad en 1874, con la venia del Presidente Manuel Pardo, conmovieron al pueblo que se volcó a la plaza para ver a la joven cusqueña responder desafiante, sin intimidarse, las preguntas de los jurados. Su actitud abrió las puertas del futuro para las mujeres que buscan metas superiores con la misma entrega y pasión.
                      
Lourdes Pacoricona Villasante, odontóloga y escritora, reseñó biografías de los fundadores del Instituto Americano de Arte de Puno  desde 1941 en que se funda la institución, los primeros concursos de música, danzas folklóricas, pintura y literatura, inspirando la creación de la Federación de Folklore y Cultura.
La madurez de su poesía colocó en un lugar de avanzada a Elizabeth Obando Ortiz de Victoria, quien ha seguido varias carreras en la Universidad  Católica de Santa María de Arequipa. “Encerrada en esta/ oficina/ hoy me siento/ como tú/ pero no tengo/ ventanas que me/ traigan murmullos/ y voces/ no puedo ver/ al heladero/ ni sentir campanas/ que anuncien la/ segunda misa./ Dejar mi firma/ en tantos papeles/ que pronto serán/ reciclados no me anima./ Necesito hoy/ un aire nuevo.../.”

Gaby Arce Muñoz no dejó de estar presente con sus versos. “Llegué sin estridencias/ con incansable prisa./ Atravesé la sombra/ impenetrable del tiempo/ en el silencio de la espera. / Encontré los ayeres ataviados de jamases./ El alba aguardando lo que será el mañana./ El viento agitando al adiós/ los hombres jugando al olvido.”   

La Antología que trajo de Arequipa tuvo poesía hasta en la carátula. Un bello ambiente del convento de Santa Catalina que resguardo su joyel de poemas. Lila Marcela Bernal Ortiz. “Quiero escribir al nuevo día/ con espasmos de audacia, hendiendo blasones,/ por enigmas ignotos del pensamiento...” Carmen Cáceres Pacheco. “En la arena/ la huella invisible del tiempo/ cubre ropas ajadas,/ restos de estrellas que coronaron mi frente.” Alicia Núñez Borja. “Vietnam/ allá donde el amor huye de las batallas,/ en aquellas aguas negras/ donde los niños lloran cada día, / allá,/ en el lejano parpadear del sol,/ he de verte Vietnam florecido.” Mercedes Pino Linares. “Esto de ser mujer es llevar en la piel/ el indeleble fuego del amor/ y arder en su hoguera día a día.” Guadalupe Mansilla Cervantes. “Quisiera ser Como el aire Para envolver el día/ Quisiera ser Ternura Para trocar los miedos.”
“Cuentos y Relatos de Altura, Ladera de Alta Yerba” mostró distintas facetas de la arquitecta y escritora Sonia Molina Cabala. Humor, misterio, intriga, revelaciones. La valiente denuncia del Zorro Negro que aniquiló al Zorro Blanco. Una disposición especial para armar una novela al estilo de Agatha Christie, en “Viuda Negra”.          
El VII Encuentro terminó a orillas del lago milenario con una trucha como plato de fondo y el deseo de estar presentes en el próximo.

Alfonsina Barrionuevo.       

domingo, 20 de julio de 2014

OTRA VISION DE QOSQO

La Feria Internacional del Libro 2014 que se encuentra en el Parque de los Próceres ofrece además de libros un nutrido cronograma de conferencias. Esta vez me toca sustentar un tema de revelaciones, la visión de un Cusco diferente. La ciudad que en sus épocas gloriosas fue capital del Tawantinsuyu, adquirió después una fisonomía española y actualmente es una ciudad cosmopolita.

En la conferencia, con imágenes muy buenas, se podrá ubicar imaginariamente las wakas que estaban en su centro histórico. A los que están en Lima los invito el viernes 25 del presente mes, a las 7 p.m. en la Sala Blanca Varela. Entre otras novedades verán el ushnu o altar solar que estaba en la que habría sido la mansión de Pahakuti Inka Yupanki y el lugar donde “se bañaba” Illapa, el trueno.  

  
VECINOS CON ALAS DE WAKULLO

Se dice  que la vida en los pueblos trascurre a la velocidad con que camina un caracol, aunque creo que sería más exacto decir que con la rapidez con que se mueve una tortuga. Una tercera opinión indicaría que por su tamaño el caracol iría más rápido.

Amanece cuando los primeros rayos del sol están dorando la punta de los cerros y el día  se acaba cuando la noche suelta su melena de sombras. Imposible hacer nada  palpando sólo la oscuridad. Llega la hora de descansar y en Alka, provincia de la Unión, Arequipa, todos duermen con la seguridad de el Aikano, que es su kamaq, su cerro tutelar, su guardián, vela por su sueño.
         
En la mañana mientras Fernando Polanco, nuestro guía de viaje, goza de las delicias de un baño en las termas de Luycha; su paisano Florián Roncalla Postigo, refiere que las aguas del Aikano  tienen la propiedad de duplicar la bravura de los toros. Los cerros de Cabezas y Santa Rosa, agrega, conversan a veces en las noches de tormenta, pero el Aikano lleva la voz cantante porque es el mayor.       

Roncalla que goza de una bodega bien surtida es hospitalario como un rey y conoce como la palma de su mano todos los caminos de la Unión porque llevaba toros de lidia a Lima. En ciertos meses del año hacía acopio de reses bravas y a veces tenía dificultades porque no se dejaban conducir y arremetían contra todo el mundo. Como habían sido pastoreadas por mujeres encontró la solución al problema poniéndoles polleras a sus peones. Los toros se engañaban con las faldas  y hacían el viaje dócilmente hasta su destino.

En el límite con Apurímac contaba que hay una laguna, Wakullo, que en tiempos de migración de aves es un jolgorio de chillidos porque cientos llegan a tomar posesión de sus totorales. No sabe si el buen Dios la parceló para que no se pelearan, pero cada especie conoce su territorio, aterriza allí y nunca se juntan respetando sus linderos. La visión es magnífica porque hay una variedad  que haría feliz a un especialista, ajoyas, wallatas, pariwanas, chulladores, y muchas más que se distinguen por el color de su plumaje, su tamaño y las diferentes características que les ha dado la naturaleza. La laguna tiene una enorme población de peces como una despensa que les permite vivir sin pelear por un bocado vivo.

En la puna hay aves que son parecidas a una perdiz, cuyos huevos son azules y  reciben el nombre de kivios. Ellas  saben, según Roncalla, si el tiempo será bueno con gran anterioridad. En una ocasión tuvo la suerte de verles bailar celebrando la proximidad de las lluvias. Los kivios bailan y cantan al mismo tiempo con tanta energía que, al cabo de unas horas, caen desmayados con las patitas hacia arriba. Al cabo, cuando se recuperan, desfilan y desaparecen rápidamente entre las matas de ichu. Los kivios se encuentran entre los indicadores del clima aunque no es fácil asistir a su rito volátil en las inmensidades de la puna.

El ex ganadero que ha cambiado los peligrosos viajes por la Unión para vivir en Alka recuerda que antes de salir era menester hacer un pago a la tierra porque ella está viva y reclama la ofrenda de sus hijos.
Cuando es necesario hablar con ella y con los espíritus de los cerros se busca a los paqos. El encuentro tiene que ser en una noche impenetrable, a campo abierto. Su padre, don Santos Roncalla Bernal, estuvo en una sesión y los sintió llegar volando como cóndores,  agitando el aire con sus alas. Siempre los tuvo presentes en su recuerdo y nunca dejó de saludarlos y hacer la t’inka o brindis en sus largos recorridos.

Las paradas en las estancias de los alfareros eran amenas. Mientras preparaban su comida los hombres hablaban de viejas tradiciones como el pleito del p’uku o buho con el gallo sobre quien debía dar la hora para que saliera el sol.
Como ninguno quería ceder al otro este derecho viajaron a Lima para que lo decidiera el juez. Este dijo que sería aquel que diera la hora exactamente a las doce de la noche. Como había llegado muy cansado el p’uku se durmió y el gallo, que era más recio despertó a tiempo y cantó primero. Por ese tiempo ambos eran casi del mismo tamaño. El gallo se creció al estirar el cuello para cantar. Por eso las gallinas son más pequeñas.

Algún día iré a Wakullo. No me alcanzó el tiempo porque estuvo caminando a pie unas veces y cabalgando a caballo otras, en once días para ver cuánto había perdido el Cusco cuando la provincia pasó a  pertenecer  a Arequipa.  La comarca es mágica de mucha energía, casi por encima de los 4,000 metros sobre el nivel del mar, seguramente hay mucho mineral.




Alfonsina Barrionuevo

domingo, 13 de julio de 2014

LOS KHIPU: ESCRITURA EN CUERDAS Y NUDOS 


Los investigadores en el Perú han estado equivocados durante quinientos años. Ellos han buscado en las culturas más conocidas y en todas las regiones una escritura que se pareciera a la Occidental. No hay tal ni habrá. No tenemos por qué tener un abecedario que se parezca al traído por los españoles. Somos un mundo diferente. No es fácil volver a la mentalidad andina pero tampoco imposible. Lo vengo haciendo desde que me di cuenta.
Hubo un momento en que los tokapus me parecieron lo más cercano. No es exactamente así. Había que buscar otro camino. Hoy sé que los khipus son nuestra escritura  y los khipukamayoq los especialistas que dominaron su escritura y su lectura.

No se trata sólo de un sistema contable. allí, en su memoria, está la historia inka y sin duda las demás. Con los khipus los khipukamayoq podían remontar el tiempo y recordar pasajes olvidados de la vida del Imperio del Tawantinsuyu.
Hoy mismo una khipukamayoq de Chiquián suele “escribir” oraciones en un khipu para los muertos. Ella pide la protección de los caminos y de los cerros para que en su paso a la otra vida el difunto no tenga malos encuentros y pueda pasar sin tropiezos el río de la muerte. Es tiempo de que la khipukamayoq de Cuspón nos enseñe qué dicen los nudos y las cuerdas.    
La noticia fue dada pero a los investigadores de ciudad no les interesa y quienes tienen medios en las universidades siguen tratando de hallar una escritura convencional europea para penetrar en los arcanos de nuestra historia. La historia del Perú, un país extraordinario.                                         



HERENCIA DE LA COMIDA 

                                                                               
Hace catorce mil años aproximadamente un hombre antiquísimo, que llegó al Perú, tomó un fruto silvestre y lo comió. Se fue hacia el mar y cogió unas conchas. Logró abrirlas y las sorbió. No tenía la menor idea de que  en un futuro muy lejano los estudiosos podrían enterarse de sus comidas. En ese momento sólo sentía la urgencia de alimentarse. Andando el tiempo haría mucho más. Dejaría el abrigo de su cueva, erigiría ciudades, se atrevería a competir con las aves y hasta  colocaría sus sueños en una estrella.

Hace un par de años paleoarqueólogo Elmo León me habló de que  se podía hacer lecturas en los huesos sobre los alimentos consumidos por gentes muy antiguas. No se trataba de registrar solamente los miles de años que llovieron sobre ellos sino de incursionar en su pasado a través de la comida.
Este es el tema principal de su libro “14,000 años de alimentación en el Perú”. Los ojos del mundo pueden dirigirse ahora al Perú, cuna de una variedad de alimentos que viajaron a los confines del mundo desde el siglo XV I  para indagaciones nuevas.

La obra presenta una amplia gama de recursos comestibles del complejo ecológico de nuestros Andes así como evidencias arqueológicas con fechados calendarios (conversión de años radiocarbónicos) en función de la edad real de eventos  vinculados a la comida.”
La paleoarqueología le ha dado un vasto panorama. “Los huesos hablan, ‘talking bone’, dice. La idea es mirar al pasado y ver cómo rescatamos valiosa información paleoalimentaria, para evaluarla y si es posible insertarla si es benéfica en el futuro.”
Caminando entre ellos y sus desechos fecales, se puede encontrar la antigüedad de los alimentos de sus mesas incipientes. Increíble  intromisión en sus vidas usando los avances tecnológicos actuales.

Tras la última glaciación, hacia los 11,000 a.C. se asume que  escasos grupos humanos se alimentaron de la megafauna existente, junto con venados y pequeños mamíferos, complementados por una serie de plantas.
“Ahora hay métodos que nos permiten reconstruir dietas milenarias  como el carbono 13, el nitrógeno 15 y el bario, explica Elmo León. Esos tres elementos químicos en el hueso, permiten saber qué comía un señor tiawanaku, moche o inka.  En Moquegua, la cultura chiribaya vivió del maíz.”

“En el tema de la domesticación debemos enfatizar que nuestro proceso es remoto, agrega. Los textos escolares narran que los canales de irrigación tienen una antigüedad de 2,000 años a.C., en la cultura Chavín. Eso queda fuera de contexto al descubrirse canales de irrigación que fechan 5,600 años a.C.  Un boom que levanta en peso a los mesopotámicos y a los egipcios.”
El mar  ofreció a los primeros migrantes un regalo con la anchoveta, según está escrito en sus huesos. Frente a la costa llegó a coger cormoranes,  guanayes y pelícanos, chupando con ansia alas, muslos y pechugas de carne dura tal cual  hacen hoy algunos pescadores cuando su faena  ha sido flaca. La investigación detalla que estas costumbres remontan a 12,000 años en el Perú prehispánico.

El material que se conserva en perfecto estado, dice Elmo León, se ha hallado en una zona desértica que va desde Paita a la latitud 4 del hemisferio sur. Su sequedad preserva cualquier tipo de vestigio orgánico. Por ejemplo en momias de Chinchorro se ha encontrado  restos de alimentos de unos 10,000 años.
Agrega que “este es un problema, porque nos da una visión miope del origen de cientos de productos. En la costa se han originado pocos. Los de bandera, la papa y el maíz, poseen una historia muy larga y sin embargo tenemos una visión muy corta sobre su origen.“
Si vemos el tema por fuentes los principales no son cárnicos. Lo que ahora predomina es el pollo importado que ha desplazado al kuye y la carne de llamita joven que se ha reducido a un último lugar. Se ignora que tiene infinidad de nutrientes y es mejor seca, con pocos lípidos.
Las renombradas ‘especias’ tan queridas en Europa no están impregnadas en los restos óseos de los milenarios peruanos. Ellos, por experiencias vividas conocieron una gran cantidad de  hierbas aromáticas. El tumbo, según Fernando Cabieses, habría servido para ‘cocinar’ el seviche o cebiche prehispánico dándole una fragancia inigualable.

“En frutas, anota el investigador, la más buscada hace más de 7 mil años fue la guayaba y le seguían la ciruela, el pepino dulce, el aguaymanto y el sacha tomate. Actualmente mas demanda tienen la papaya, plátano, piña, que no son originarias del Perú.”
Agreguemos que es interesante considerar como alimento altiplánico la totora que se siembra en el lago Titiqaqa. Los tallos jóvenes tienen en el interior una especie de caña dulce y jugosa. 

Al mismo tiempo que la comida hay otras investigaciones apasionantes. Mediante el examen meticuloso de los huesos de las personas se puede reconstruir dónde han nacido, en qué situación, a qué comidas tuvieron  acceso, adónde se desplazaron, cuáles eran sus hábitos alimenticios y si tenía patologías o enfermedades.
 Elmo León ostenta varios títulos pero el que más aprecia es ser padre de Adriano, su hijo. Profesionalmente es asesor de la Dirección del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia y profesor asociado de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Elmo León se identifica con lo que Jon Holtzman (2006) llama la “herencia de la comida”.  “Es una herencia que llevamos, como peruanos, con ancestros comunes. En mi caso, la sazón familiar afloró cuando escribía mi libro. Los guisos de papa, los locros y el camote al lado del fogón, de mi abuela Dorila, de origen cajamarquino. De mi madre, Gloria, los olores y sabores inconfundibles de tollos, bonitos y cojinovas que ella tanto adoraba y lps pejerreyes de mi tío Félix que gozábamos fritos con pan, y con mi esposa Nancy,  la deliciosa comida de Camaná,  camarones y lapas arrebozadas de maravilla.  No cabe duda que hemos sido bendecidos por nacer en esta tierra, la tierra de la combinación de sabores culinarios sin fin…”


Alfonsina Barrionuevo

domingo, 6 de julio de 2014

EL PLASTICO ABRUMA A LOS OCEANOS

Andrés Cózar, un biólogo de la Universidad de Cádiz, denuncia que un rastreo de mares arroja en la superficie unas 35,000 toneladas de basura plástica. En 1970 la Academia Macional de Ciencias de los Estados Unidos calculó unas 45.000 toneladas de plástico en los  océanos. No es que haya disminuído publica Miguel Angel Criado en su crónica del Hufftintong Post. El plástico se fragmenta y los pedazos pequeños lo comen los peces y las aves marinas. Muchos mueren intoxicados y otros son alimento de peces más grandes. No se ha estudiado los fondos marinos pero pueden tener ahora una especie de fango plástico.

Lamentable que los océanos y los mares sean basureros de plásticos. Lo mismo le pasa a la tierra. La costumbre de reciclar los recipientes de plástico es buena pero mucha gente prefiere echarlos a la basura. El plástico tarda en desintegrarse y ocupa los espacios de hombres, plantas y animales. Los responsables somos nosotros. No tenemos cuidado con el plástico. Lo increíble es que en muchos países el plástico se convierte en telas. No e dejamos lugar a la naturaleza. Dormimos sobre plástico, nos vestimos con plástico, ponemos los alimentos y las medicinas en plástico. Nuestro mundo casi es de plástico.  
No es una genialidad. Es una aberración. Millones de personas quieren ahora alimentos orgánicos. Pronto preferirán loa hilos naturales, el vidrio, la madera. Hay que volver a lo natural. Todavía es tiempo o estaremos ahogando en plástico al planeta en que vivimos.


HAZAÑA DEL MAIZ  BLANCO GIGANTE                         

“Vine al Perú y me convertí en un fanático del maíz blanco de Urubamba, Cusco”, revela con una amplia sonrisa John Earls. Nacido en Sydney, Australia, lo atrajeron los Inkas, la música andina y la lectura de José María Arguedas y Ciro Alegría. “Dejé la física y estudié antropología en la Universidad de Huamanga para aprender el español”, agrega el distinguido profesor de la PUCP. Su segundo idioma le permitió abrir las pankas del maíz gigante y conocer sus secretos.          

Los Inkas, según explica, tuvieron una Escuela de Agricultura para el paraqay, el maíz blanco de hermosos granos. “En Australia tenemos un clima uniforme, pero aquí  cada 30 metros de altura varía. La infinidad de altitudes es fascinante. Un metro más es más frío; menos, más caliente; influye también el viento, la lluvia. Me intrigaba cómo pudieron lograr una planificación que coordinara esas diferencias.”
“Entonces, me dediqué a averiguar cómo pudieron ordenar un trabajo tan eficiente para el maíz blanco gigante que fue para ellos un cultivo de Estado. Busqué los datos que pude y con mis investigaciones obtuve un doctorado en los Estados Unidos, estudiando los orígenes de la agricultura en el Perú.”

Para John Earls fue muy curioso que la fase de maduración del maíz tuviera tanta relación con la temperatura.  En épocas anteriores esta especie fue muy pequeña. Mejorar su tamaño fue una hazaña que se logró a base de una constante observación. Su tasa de maduración tiene tanta relación con la temperatura que el aumento de un grado  en su sembrío retrasa su desarrollo.
  
Según afirma el florecimiento del maíz funciona bien en condiciones iniciales de temperatura, pero si hay nevadas o sequías no se puede predecir su maduración. Cabe preguntar cómo en los Andes, de niveles tan irregulares, pudieron asegurar el riego. Si falta volumen de agua en la época de floración se malogra la cosecha, pero los agricultores prehispánicos dominaron su comportamiento.

En el Valle Sagrado mantienen el sistema de riego en las chacras y los andenes. A los 3,000 metros  madura y  florece casi en  115 días, mientras a los 2,500 lo hace en 84 días. Para que el agua se distribuya exactamente se necesita una organización perfecta.

Los surcos exigen que baje cuando tienen sed. Si  hay agua suficiente el suelo se calienta y apresura el  crecimiento pero  si falta afecta el metabolismo de las plantas. Si hay  demasiada cantidad de líquido se satura y el suelo se mantiene demasiado frío. Entonces la maduración es más lenta. Tienen que homogenizar los suelos en los distintos niveles para una buena cosecha. El proceso es  complejísimo, según dice. La gente lo maneja con los movimientos del sol y mirando a las estrellas. Esto ha sido comprobado con mediciones satelitales, mediciones de la temperatura del mar y de la cantidad de agua que hay en la atmósfera.

La gente andina tiene sus estrategias para no perder sus cosechas del paraqay y superar los  espacios tardíos y las sequías. Tienen al kulli, un tipo de maíz blanco morocho que madura mucho más rápido y se puede poner un segundo sembrío con otro que va a madurar en tiempos de creciente antes de que llegue el invierno.
“Para mí, dice el doctor Earls,  es como si tuvieran una máquina para coordinar su trabajo con características biológicas excepcionales. La gente usa el ayni y eso le sirve. Algunos apuntan en cuadernos qué dia tendrán un ayni, pero antes fue pura memoria. Los varayoq o “alcaldes indígenas”, con sus alguaciles, tienen en sus manos el control del trabajo en las comunidades para evitar cualquier caos. Un sistema brillante ”      

El profesor afirma que los Inkas se concentraron mucho en el cultivo del gran maíz blanco de Urubamba. Ellos desarrollaron también la genética para el mejoramiento de otras razas de maíz. Un hermano de Pachakuteq, tal vez Tupaq Yupanqui, es recordado como el planificador de la agricultura andina.
Para terminar Earls alude a los cambios climáticos. “Son muchos. Los campos están más expuestos a las radiaciones solares. Han variado los indicadores ecológicos. Si los zorros aullan meses antes y los sapos saltan cuando no es su época habrá modificaciones genéticas en los cultivos. Las comunidades siempre encuentran soluciones. Los Inkas quisieron ampliar su cultivo a otras regiones y no dio resultado- Su piso, su habitat, está en el Cusco.”

Resulta difícil amar a nuestros  alimentos. Hace falta el cariño que pone el hombre del Ande en su cultivo. El maíz tiene una sacralidad y por ella el sembrador besa con unción la tierra, derrama unas gotas de licor y  dice: “Bebe, tierna y hermosa madre tierra para que así fortalecida nos des tus mejores frutos.”

La religión católica participa de los ritos agrarios y es el momento en que los ecónomos de las iglesias limpian los zapatos de San Isidro Labrador. Los maiceros afirman que si se llenan de barro en la época de la siembra el santo se turna con los Apus para hacer una ronda por los campos.         
La bióloga cusqueña Rosa Hernández declara que el parakay debe ser considerado patrimonio nacional. Ella y su esposo César Salas, también biólogo, han abierto en P’isaq un Sarawasi, “Casa  Museo Exposición del Maíz”. Su propósito es dar a los visitantes una explicación de  sus sus características. Una gran mazorca cuyo tamaño despierta asombro tiene ocho hileras simétricas y su composición química depende de la calidad del agua, del ph de los campos y de las diferencias del clima. Entre otras variedades están el saqsa, rojo con blanco; el dulce chullpi; el qellosara amarillo para mote; el oqesara  plomo para tostar; el kondevilla que es precoz;  el maná que al ser tostado se expande y es muy rico.
En la cosecha, según el antropólogo Faustino Mayta Medina, la principal actora es la mujer que asume la representación de la fecundidad. Después del despanque lo secan en el tendal, protegido por una cruz de maíz, adornada con rosas y claveles. Tanto la siembra como la cosecha se llevan a cabo entre canciones que se deshojan al viento. Tarpuy kamuy, harawi; qori rejawan, qolqe rejawan. “Sembremos, harawi; con reja de oro, con reja de plata”. ¡wallay waychayllay!

Para guardar el maíz en los trojes las mujeres separan los taqes que son los maíces mellizos, trillizos, cuatrillizos y hasta quintillizos. El gran número de taqes, sobre todo pares, es señal de buena suerte. El taqe es el maíz reproductor, la madre del maíz.
  

Alfonsina Barrionuevo