domingo, 27 de marzo de 2016


REPORTAJE A JESUS

- "¿Señor, dónde estás? ¿En el pálido fulgor de una estrella que se pulveriza en los abismos del Cosmos? ¿En las lágrimas de Tu Madre, donde se congeló tu agonía. ¿En una eternidad que se hace astillas? ¿En la semilla del sembrador que cayó en el desierto sin dar fruto? ¿Señor, dónde estás? ¡Ahora que el mundo se precipita a su autodestrucción en una carrera loca, después de que el calendario ha volteado más de dos mil hojas de tu era!. ¿Es justa tanta indiferencia con tus criaturas?
 - "¡Aquí estoy!. ¡Nunca me fui!¿Puede el Pastor abandonar a sus ovejas?. Aunque mi Padre celestial le dio al hombre albedrío para escoger su camino, estoy con él. Sin embargo, no tengan temor los que sufren porque serán recompensados. Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Bienaventurados los compasivos, porque obtendrán misericordia. Bienaventurados los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como Hijos de Dios."

- "¿Señor, no será que te has alejado tanto que el mundo se ha desasido de tu mano? Veo el presente y el futuro como espejos del ayer. La miseria hunde su garra en el corazón de los niños para matar su inocencia, edifica en su pecho un mundo de violencia y dolor mientras la riqueza va sumando poder más poder, tras engañosos cielos diáfanos y jardines encantados a costa de los otros?."
- "Yo convertí a Pedro, el pescador, en pescador de hombres y con Pedro levanté mi templo. Es vasto, inconmensurable, abarca la humanidad con lo bueno y lo malo que hay en ella."

- "Pero, pierdes terreno. Los templos se cierran y otras gentes ávidas dispersan tu rebaño que ya no podrá seguirte. El hombre ha aprendido a usar las alas de Icaro y deja tu pequeña galaxia cuando quiere. Cada vez piensa menos en Tí con la vieja humildad porque ha entregado a las máquinas una parte de su potestad de soñar. Pronto las mujeres no parirán a sus hijos con dolor. Ahora los niños se crean en probetas y mañana serán clonados. Ya no tendrán todos lo que Tu mandabas porque la explosión demográfica en la tierra es una amenaza."
- "No piensen que vine solamente a traer paz a la tierra. No vine a traer la paz sino la espada. Yo no vine a suprimir la ley de vida sino para llevarla a perfección. Primero cambiarán el cielo y la tierra antes de que se suprima la ley porque todo se cumplirá y todo volverá a su equilibrio."

- "La locura envuelve como un viento a esa juventud que se entrega a ritmos estridentes, a la violencia y la droga que se apodera de sus cuerpos y sus almas. La Tierra ya no es la misma. La contaminación comienza a cubrirla con una espesa niebla letal. ¿No sientes Señor el terror de la propia naturaleza?. Los mares agonizan. Los desiertos avanzan. La atmósfera se recalienta. Las manos de los agricultores han abandonado a su suerte los surcos y ahora son manos ociosas."
- "Todas las épocas crean sus propios flagelos. Antes, la peste; ahora, el sida. Pero los pueblos se curan. El Padre hace brillar el sol sobre malos y buenos, y cae la lluvia sobre justos y pecadores. De ellos saldrán los elegidos."

- "El hombre es terco y las bombas sacuden pueblos inermes a su antojo. ¿No sientes tristeza por tu jardín del Edén que se marchita?. ¿Estamos viviendo ya el Apocalipsis que anuncia el último capítulo de la Biblia, el libro más  sabio de los libros?."
- "Miren como las aves del cielo no siembran ni cosechan y el Padre celestial las alimenta. Miren como crecen las flores del campo que no trabajan ni tejen. No se preocupen por el día de mañana, pues, el mañana responderá por sí mismo. Basta con las penas de cada día. La humanidad ya está dando un vuelco. Nuevamente las espigas se inclinarán colmadas sobre los surcos. Habrá justicia porque los hombres no pueden recortar las alas de los otros y mantenerlos cautivos para siempre."

- "¿No volverás a ser crucificado si regresas para redimir por segunda vez a los seres humanos?."
- "No, porque al crucificarme el hombre crucificaría su propia esperanza. ¡No lo hará!"

-  "Renacerán entonces, Señor, los pueblos en los años que vienen? El futuro es tan oscuro que nadie puede imaginar la claridad brotando de su entraña."
- "Mi era no ha terminado. En verdad, en verdad os digo que se acerca la Cristiandad, aunque sea largo y fatigoso el camino. Atrás quedará el hombre, lobo del hombre, como un mito. Es la hora de las revelaciones, porque, quién no se alegra cuando sucede a la noche el día; a la sombra, la luz; a la muerte, la vida."

Alfonsina Barrionuevo

domingo, 20 de marzo de 2016

EL SEÑOR DE QOSQO     


El Lunes Santo, cuando la luna se abre paso entre las nubes dejando caer sus rayos en el blanco sudario sobre el Cristo de los Temblores, hay un silencio que pesa en el aire. La noche se hace nido de una emoción que conmueve a miles de cusqueños concentrados en Waqaypata, la plaza mayor de la ciudad imperial Es el momento cumbre de la procesión cuando el santo Taitacha, el santo Señor, derrama sus bendiciones. Rocío de paz que baña cada corazón y lo refresca. Un momento crucial en el que, según la creencia popular, escoge a los que se llevará con El durante el año y por eso pugnan en retenerle cuando comienza a retroceder para entrar en la Basílica Catedral por la enorme Puerta del Perdón abierta de par en par.

¿Qué podría suceder si el Cristo se ausentara en una Semana Santa? ¿En dónde rescatarían los cusqueños su rostro tallado por la muerte, su frente nazarena coronada de espinas, sus brazos abiertos sobre el madero como si quisieran acoger a la humanidad, su torso exangüe con la herida que le abrió la lanza de Longinos, el paño bordado generalmente con el Escudo de la capital de los Inkas, sus pies cruzados a unos centímetros de sus andas? Sería imposible que pudiera ser. Los crespones de luto agitarían a la población que lo quiere, lo visita a diario y lo sigue con unción por la calles.

Se ignora desde cuando el ñuqchu, en cuyo interior sus pistilos forman una cruz, es derramado sobre la venerada efigie. Es la única flor cuyos rojos pétalos de seda lo tocan y a medida que avanza en su recorrido se acumula en lenguas de fuego perfumado en sus cabellos que flotan agitados por el viento conforme avanza la tarde, en sus brazos, su corona, su cuerpo y sus andas. Su presencia es tradicional y habrá que pensar en una limpieza cuidadosa después de cada procesión para que no lo afecte.

Otro problema que se señaló se dio hace dos décadas más o menos, con las cartas que los fieles solían introducir en la brecha abierta de su costado. Cartas a Dios escritas con lágrimas, dolor, desesperación, congoja, amor, esperanza. Las cartas y las telas que formaban un relleno en su interior ocasionaron un festín de termitas. La articulación de su brazo derecho que sufrió una especie de luxación fue una llamada de alerta para algunos canónigos y devotos para otra intervención de urgencia.


El Taitacha, el ñuqñu Jesús, cuyo culto arranca de 1650 cuando el Qosqo fue abatido por un terremoto en 1650, es muy amado. Los cusqueños, donde quiera que se encuentren se preocupan por Él y esperan que nunca se deje de escuchar en su homenaje el Apu Yaya Jesucristo, la tierna canción que es su himno en en qewcha


SANTO ALGODON DE RAMA

En la Semana Santa de Surco, el distrito más grande de Lima,  ya no está el virrey que acompañaba al Cristo vestido de terciopelo y tampoco quedan las parras, sepultadas hace años por el cemento. Pero el Crucificado, mientras tenga sus devotos, se seguirá aromando con azucenas la noche del Viernes Santo. El ochenta por ciento de los limeños ignoran que tienen tan cerca una Semana de Pasión, con las conmovedoras reminiscencias de antaño. A Surco no le importa. El Domingo de Ramos su antigua plaza se viste de flores lilas y la brisa despeina los cabellos de una bella efigie del Señor, que cabalga gallardo en su burrita blanca, haciendo volar alguna flor artificial de amankay, desde que las urbanizaciones marchitaron las de la panpa donde brotaban por millares. El Viernes Santo, después del Sermón de las Tres Horas, "los santos varones"  bajan de su madero al Cristo de la Agonía y limpian de su cuerpo el sudor de la muerte con algodón de rama, que se disputan los fieles. Sus brazos son articulados y se convierten en el Cristo yacente que da vuelta a la plaza.

CIGARRILLOS DE ANÍS

En el Perú el drama del Gólgota hizo carne con el Ande a través de sus flores nativas. El ñuqc'hu, que es rojo como un tizón, encierra entre sus pétalos diminutos una cruz; las waqankillas son lágrimas de la Virgen, convertidas en pétalos de terciopelo cristalino; las k'uichit'ika, flores del arco iris que se enredan en sus manos de paloma y muchas otras cuyo significado conservan las comunidades campesinas.
Lo propio sucede con hierbas aromáticas como el arrayán y el toronjil que hierven en ollas de barro para impregnar con su fragancia los montes o calvarios que se levantan en las iglesias; las hierbas de Judas, el ahorcado, que se buscan a medianoche entre el Viernes de Agonía y el Sábado de Gloria, para conjurar brujerías; el algodón de rama con que se limpia el torso del Nazareno al reeditar su martirio y es preciosa panacea para toda clase de males; las hojas de palma que se tejen primorosamente en Domingo de Ramos y los mentados cigarrillos de anís que fuman los patriarcas en Otuzco, La Libertad, para combatir el frío de los años.

EMPANADAS DE LA CONDESA

El tiempo es inexorable y muchas tradiciones se han perdido pero la Semana Santa sobrevive  en cientos de ciudades y pueblos. Mientras en Azángaro, Puno, ha desaparecido la bíblica estampa de la Ultima Cena; en Catacaos, Piura, y en Lambayeque, las viejísimas imágenes de los Apóstoles que acusan una calvicie de abandono son puestas, las primeras en el Presbiterio, donde les sirven potajes típicos, y las segundas, en una anda larguísima para la procesión. El Jueves Santo por regla tiene sus manjares. En el Cusco, doce platos que se completan con tamal y empanadas de la Condesa. En Piura, sopa de pan, sarandaja, cachema frita, carne aliñada, seco de cabrito y mala rabia. En Huancavelica el sabroso chupe de calabaza, el guiso de carne, el arroz con leche y el ponche con aguardiente, para las velaciones. En Huaura, Lima, tamales, chorizos, salchicha y camote frito. En Ayacucho, sopa de queso, el aichakanka, el puka picante, la mazamorra de calabaza, y el ponche de maní. En Huanchaco, La Libertad, sopa teóloga, qochayuyo y huevera con papa, causa de caballa, cangrejos reventados y seviche. La lista gastronómica santa es de no acabar.

EL CRISTO DE LA SOLEDAD

En la Semana Santa es lógico pensar que hay miles de Señores. Sólo evoco los más famosos. En el Cusco, el Taitacha Temblores de cuerpo magro ennegrecido por el humo de las velas y la savia dulce de las flores. En Ica, el Señor de Luren, una efigie de segunda que fue pagada con limosnas por el cura Madrigal y por milagro resultó de primera, salvado de la corrosión del agua que inundó las bodegas del galeón que lo trajo de España. En Ayacucho, el Nazareno de Julkamarka hecho por los ángeles igual que el Señor de Huamantanga, en Lima. En Arequipa, el Señor del Gran Poder flanqueado por anónimos penitentes de albos cucuruchos. En Huaraz, Ancash, el Señor de la Soledad, que emergió de un árbol en un bosque profundo. En Puno, el Cristo de la Bala enviado por Carlos V que protegió a su devoto recibiendo el proyectil que lo iba a matar. En Monsefú, Lambayeque; en Ayabaca, Piura, y en los Barrios altos, Lima, el patético Señor de los Trinitarios que fue Cautivo de los moros. En Tarma, Junín, el Cristo Yacente que pasa sobre las floridas "alfombras" de keyserinas, arrayanes, retamas y wairanpos, que “tejen” con puras flores sus fervorosos devotos. Cada uno con más de una historia prodigiosa, testimoniando con su presencia torturada y sangrante la fe de las gentes del Perú. 

Alfonsina Barrionuevo                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                


domingo, 13 de marzo de 2016


LA HUMANIDAD DE KARACHUGO


En Cajamarca, dice la leyenda, el Señor de Rosario Orqo, cerro tutelar, se encargó de crear una humanidad colectiva. Quería gente inteligente y de buena índole, que fuera su orgullo. Para lograr sus propósitos se armó de paciencia. Buscó la tierra más fina y firme, y dejó que el tiempo pasara sin apuros quitándole alguna paja que cayó, unas piedras diminutas arrastradas por el viento, hojas secas desprendidas de un árbol, un bichito que se quedó dormido para siempre. Los cristales de agua fueron objeto del mismo examen riguroso, sin impurezas, y para más cuidado la tomó en madrugadas azules.

Frotó la masa que se tornó obediente a su deseo y procedió a moldear cada una de sus sus criaturas con íntima complacencia y las fue colocando afable, sonriente, a su lado derecho, donde estaba sentado. No sería necesario cocerlas. Bastaría un soplo de vida.

En sus afanes el Señor de Rosario Orqo se olvidó de Karachugo, un hermano avieso, irresponsable y majadero, que tenía.  Estaba tan absorbido en sus obras que no advirtió su presencia. Éste se colocó  sigilosamente a su espalda y a medida que concluía una la cogía y la animaba con  un soplo malévolo.
Cuando el Señor se volvió para verlas su desencanto fue terrible. Aunque mudos, porque no llegaron a tener el don de la palabra, se estaban peleando con una rabia que lo estremeció. Aquella no era la humanidad que soñó.


Convirtió a Karachugo en piedra y desató los caudales del cielo, en un diluvio total que no dejó rastro de vida. La orfandad de la tierra le dolió. Esperó que los montes se secaran y procedió a crear una segunda humanidad. Esta vez ya no tuvo paciencia, no cuidó  que los ingredientes fueran óptimos.  No quitó pajas, no quitó pedruzcos ni hojas secas. Usó el agua de un riachuelo cualquiera y trabajó la masa rápidamente. Luego,  infundió el soplo de vida a sus nuevas criaturas y dejó que se las arreglaran como pudieran. Por culpa de Karachugo los seres humanos perdieron la oportunidad de ser perfectos. 


PERRO SIN PULGAS

El padre Bernabé Cobo decía en el siglo XVII que “… a primera vista el perro sin pelo causa repulsión  por su mala catadura, pues tiene el cuero pelado casi como el humano…”
“Pero, tratándolo, se descubre que es buen compañero, ideal para las noches de frío por la alta temperatura de su cuerpo, 40º grados, vegetariano por la fuerza porque no tiene los premolares y otros dientes, perseguidor tenaz de las ratas y bullicioso sin que muerda”, agregaba el doctor Pedro Weiss, quien publicó un interesante trabajo sobre la historia del perro peruano sin pelo llamado chino, viringo, q’ala o calato.
El distinguido estudioso hablaba de sus virtudes con conocimiento de causa, pues había criado algunos ejemplares: "Julita", que era una perrita de "bibelot", "Jacinto", y luego "Quino", otro hermoso ejemplar de esa especie.
  
En el Perú este perro fue muy querido por los chimu, los vikus, los muchik, los chankay y la gente de otras culturas. El singular perrillo aparece en sus cerámicas y reemplaza al puma, al cóndor, al halcón y a la serpiente en los esplendorosos brazaletes y cinturones de oro de 24 kilates, donde se le ve con la lengua afuera, adornada con discos colgantes.

Por las notas del padre Cristóbal de Avila se sabe que los wank’as de los Andes Centrales los comían después de sus ceremonias en honor de Wallallo Karwincho, personaje mágico expulsado del valle del Rimaq y condenado a comer perros en lugar de niños por el Apu del nevado Pariaqaqa.

En los pueblos andinos hay muchas bellas leyendas en que los perros, en general, se encargan de llevar el alma de los muertos a su morada definitiva. “Tenía que ser negro”, mencionaba el doctor Weiss, que creía que la denominación se refería al pelón, porque sólo así podía nadar a través de cierto lago con su amo y llegar a la tierra donde nunca llueve, ni graniza ni hay sequías.

El padre Arriaga decía que “…los muertos van a la tierra del silencio pasando por un puente de palos conducidos por perros negros”. Así mismo, Guaman Poma escribió, “la manera que tenían de enterrar los yungas o sea la gente de la costa…” se distingue en que los muchik alqomikhuq, comeperros, entierran sus cadáveres con sus perros. Esta costumbre tenían también los wank’as.” Lo hacían para que los perros ayudaran a los difuntos a pasar con felicidad el río de la muerte.

Al llegar los españoles el perro sin pelo, desplazado completamente por sus lebreles, “aporreadores de indios”,  pasó a la farmacopea. Los usos que tenía, según relataba el doctor Weiss, eran fascinantes e increíbles. Por su piel de alta temperatura fue el antecesor de la bolsa de agua caliente y dormía a los pies de su dueño. Por esa virtud en Argentina se le llamaba “perro colchón”, en México “perro para reuma”, en Colombia se llama “perra” a la bolsa de agua caliente.

Estas aplicaciones eran corrientes. Los curanderos indicaban otras realmente espeluznantes. En Lima, por ejemplo, el doctor Weiss oyó recetar para el asma beber sangre caliente de perro chino degollado en la misma cabecera del enfermo. “Se creía también (Valdizán y Maldonado) “que su lamedura favorecía la cicatrización de las heridas y las placas carachosas. El caldo de cabeza de perro se aconsejaba para las enfermedades nerviosas, la locura de amor, el histerismo; el sebo para los dolores óseos; la ceniza del cráneo del perro con molle y “untu sin sal” para la gangrena; su orina para borrar las pecas etc.”
En la época prehispánica los perros sin pelo vivieron felices dando su calor al hombre y recibiendo en cambio su cariño. El sabio Julio C. Tello, en 1919, tuvo que dormir en la cuja de bronce que le prepararon y que era de la dueña de casa. Se despertó preocupado cuando sintió que alguien se introducía a sus pies. Era el perro que buscó el sitio donde solía pasar la noche. Vivió en sitios fríos mientras abrigaba a su dueño y fue tan fiel que hasta le sirvió de comida en casos extremos.

domingo, 6 de marzo de 2016

GEOGRAFIA DEL HAMBRE


Pasando la mitad del siglo pasado se hablaba de la explosión demográfica. En los países que vivían muy recogidos en sus fronteras había un consenso. Acabar con las familias grandes que dejaban agotadas a las mujeres. Entonces las cigueñas no dejaban de cruzar los cielos del mundo con su carga de parvulitos envueltos en un pañal. Desde que se inauguraban los lloros en un hogar no paraban en años larguísimos. Los hijos llegaban por docenas y se lavaban al día cientos de pañales. Ni se soñaba con innovar los pañales de bomabasí y los de gasa. Ya vendría un invento maravilloso, los descartables, que harían descansar a las bateas. La única distracción de los "pater familias" era fabricar niños. No había televisión, computadoras, tabletas ni celulares.

El mayor peligro que enfrentaba el planeta era la explosión demográfica. En esas circunstancias era lógico que un médico especialista en nutrición escribiera un libro: “La Geografía del Hambre”.  Un “boom” de Josué de Castro, de Brasil, quien hizo un largo recorrido para llamar a la razón con cifras. Había que concientizar a la gente de la sabiduría de tener una familia corta para dar una pausa a las madres y que sus pequeños recursos no se fueran en alas del viento.
Tenía que suceder, el tamaño de las mesas se fue recortando, el gasto en alimentos, ropa, útiles y otros se aligeró. No era una fantasía. Se estaba dando una tregua al amor. La planificación llegó al exceso, tener más de un hijo fue un delito en varios continentes.
Quise hablar con Josué de Castro sobre  la explosión demográfica. Sin decirlo sintió que su libro ya estaba pasado. Las preguntas se quedaron en el tintero. El sabio de Recife ya miraba al futuro. “Entonces, ¿cuál será el problema?”. Sus ojos brillaron y una ligera sonrisa afloró a sus labios. Fue breve y rotundo. “Mañana hay que pensar en la contaminación. La Tierra se va cargando de basura. En efecto, la basura comenzaba a romper la capa de ozono que la protege del sol. Lo que viene será terrible. Mientras en un lugar el frío apretará de tal forma que penetrará hasta los huesos, en otra el calor romperá records.”
Lo estamos sintiendo. Los industriales que acumulan cuatrillones de dólares y euros que nunca llegarán a gastar, creen  que podrán irse a otro planeta como si fuera fácil.  La naturaleza no hace distingos y caerán como todos. 
Y pensar que nuestro hogar aún es hermoso. Hay que luchar por la Tierra. La amamos. 
No podemos sufrir en silencio hay que entrar en acción






EL AGUA DEJARA DE CANTAR                         


En el antiguo Perú el agua bajaba del cielo, de los nevados y los manantiales, cantando dulcemente. Ella bajaba desde las alturas cantando por los cerros, para dar felicidad a los seres humanos, animales y plantas. La humanidad que no ha sabido respetarla está arrancando lágrimas de pesar a Mama Yaku o Madre Agua, cuyo carácter sagrado se pierde.
¿Nos dejará el más frágil y más importante de los elementos de la Madre Naturaleza? ¿Podríamos vivir veinticuatro horas sin agua? La situación es  grave.
Para la cultura andina el agua está viva como el resto de la naturaleza y, por ende ahora sufre. No puede ser de otro modo, porque su contaminación va creciendo en ciertas cuencas, mientras en otras los  ríos ya están muertos, convertidos en  oscuros sudarios.
El agua es bella cuando salta cristalina en las cascadas y corre traviesamente  volteando los cantos rodados o piedras menudas en los pequeños riachuelos.
El agua es “oro azul” cuando está limpia, translúcida.
Este mundo “civilizado” recién parece enterarse de su valor. Los diamantes  palidecen a su lado, pues, ella es invalorable. Los antiguos peruanos llamaban Mama Qocha -“Madre Mar”- al Océano Pacífico, porque alberga vida en sus entrañas. Alguna relación tiene. ¿No dicen que las estrellas de la Vía Láctea entran al mar y flotan por canales ocultos para volver a la tierra y aflorar para la ceremonia del yarqa aspiy o “limpieza de las acequias”?
El agua nos ha preocupado siempre. Ha sido compañera en los viajes por lugares distantes, donde calmaba nuestra sed sin temor a la contaminación generada por la ciudad. La hemos admirado en las cataratas que descienden de los nevados y la hemos sentido correr por nuestras arterias. ¿Qué haríamos si ella nos falta, siendo parte  del cuerpo de todos los seres vivientes?
Proyecciones a mediados de la segunda mitad del siglo anterior indicaban catástrofes climáticas si las grandes industrias —principalmente— descuidaban un buen manejo del medio ambiente. Diversos especialistas lanzaron advertencias que caían en saco roto. Recuerdo a Josué de Castro cuando le hablé de la falta de alimentos. “No se preocupe, me dijo. La gente no se morirá de hambre, primero se morirá de sed”. Parecía un comentario a larguísimo plazo, pero estamos en las vísperas, viendo las consecuencias.

En el Perú nos sentíamos orgullosos de nuestras cadenas de nevados, majestuosos, impolutos. Mas, su eternidad ha sido rota. La agonía del glaciar Pastoruri, en Ancash, cuya belleza queda impresa para el recuerdo en postales y páginas de diarios y revistas, estremece. En las comunidades de Quispicanchis, Cusco, la gente se pregunta por qué está cambiando el nevado Qolqe Punku, “la Puerta de Plata”, entrada de las energías cósmicas. Una noche la Qoyllur no encontrará glaciares que irradiar y ya no será Qoyllur Rit’i, nieve que sacralizada una estrella. Aquella que era recibida por los peregrinos con unción para “limpiar” su espíritu.       

En una reunión de expertos en Valencia, España, dieciocho ganadores del premio Nobel instaron a la comunidad internacional a tomar medidas para afrontar la inminente falta de agua en el mundo. Ellos expresaron que –sólo un 0.35 % en el planeta es agua dulce, el resto es agua salada y hielo. Un bien precioso- y al mismo tiempo un recurso escaso y mal distribuído entre una población que crece con un ritmo de 100 millones de nuevos habitantes por año. Miles consiguen dificultosamente unos cuantos litros fangosos para sus familias, haciendo  penosas caminatas diarias en su busca.
El problema se percibe en los cinco continentes por el deshielo creciente, el aumento de las inundaciones y la gravedad de las sequías. El tema conmovió Europa con motivo de la Expo Zaragoza en el 2008, La revista alemana “Deutschland” la llamó con acierto “El Oro Azul” mencionando que más de 50 países que pueblan el planeta- ya sufren de aguda escasez hídrica.   

“El consumo es alto en regiones industrializadas y con mucha población. Donde crece la industria aumenta el consumo de agua”, escribió Oliver Sefrim. La Organización de  Naciones Unidas ha proclamado cada 22 de marzo como “Día Mundial del Agua” y al período 2005-2015 como Década del Agua, con el nombre de  “Agua para la Vida”.
“Según datos del Instituto de Investigaciones de los Impactos del Clima, de Potsdam, la escasez de agua dulce se agudiza con el cambio climático, que afecta su ciclo y particularmente a una de sus fuentes: las lluvias. De acuerdo con los modelos de los investigadores del clima, mucho parece indicar que el volumen de lluvias disminuye. Allí donde ya llueve poco, en el futuro lloverá menos. Por el contrario, donde ahora llueve mucho, lloverá más. El peligro de sequías extremas, inundaciones y tempestades aumenta. Otras causas de la escasez de agua son el crecimiento de la población, la urbanización y la industria. En los últimos cien años el consumo mundial de agua casi se ha multiplicado por diez.”
Pero no sólo se necesita agua potable para los seres humanos. También el agro y la industria dependen de este crucial recurso. Sólo la agricultura  consume más de dos tercios del agua y en el Perú se desperdicia en los cultivos de arroz y caña de azúcar, que tienden a desertificar la costa; mientras que en otras regiones los bosques de eucalipto beben agua de más, introduciendo sus raíces hasta llegar a las napas freáticas.
Los llakuases que habitaron la parte alta de Canta, Lima, querían mucho al agua y -según una hermosa leyenda- cuando se fueron, sus guerreros se transformaron en estelas líticas, para cuidar la laguna y los canales de riego que beneficiaban  los campos de cultivo. 
Es urgente cuidar este vital recurso como una joya. Sin agua, la vida se acabará en el planeta. Hay que crear conciencia y reflexionar de que sin ella los seres vivientes dejarán de existir, incluyendo los irresponsables industriales y empresarios que acumulan riquezas poniendo en peligro la vida de todos.

Alfonsina Barrionuevo