domingo, 24 de septiembre de 2017

LA PEREGRINA DE OTUZCO

Otuzco siempre celebra a “la Porterita”, una Virgen rebelde que estaba en el balcón de la fachada de su iglesia desde siglos ha. Desde allí se comunicaba con sus fieles. Una Ave María al verla era su regalo y se encendía de pura alegría. Sus ojos se iluminaban mirando crecer al pueblo y había rosas en sus mejillas. Dicen que de pronto un vecino rumboso pagó por un nuevo altar mayor para la hermosa e hicieron fiesta para ponerla en la parte principal como santa patrona. Ella no lo aceptó y al día siguiente estaba en el balcón de la fachada. Así varias veces hasta que entendieron cual era su voluntad y la dejaron en su viejo sitio llamándola la Virgen de la Puerta.

Su fiesta en Otuzco, La Libertad, es una de las grandes del Perú. Viene de ayeres con un esplendor que no muere por el amor que le profesan sus devotos. Pude ver todavía una de sus joyas vivientes. La pandilla de las pallas con la túnica o cotón de las princesas inkas, mostrando una platería deslumbrante. Sus antiquísimos parlamentos, dichos en coplas dolidas, divulgaban a los cuatro vientos la captura y muerte del príncipe Atawalpa. Había pocas porque las antiguas familias que guardaban los trajes como invalorables reliquias así como los textos casi habían desaparecido. Ojalá otras hayan tomado la posta.

Por lo demás Otuzco siempre se repleta de romeros a quienes no les importa ir a pie desde Trujillo, caminando más de catorce horas como una ofrenda a la tierna señora. Su imagen, que es excepcional, une a su belleza extra terrena la fuerza espiritual que congrega a miles de fieles. A su fiesta concurre también gente de sus sierras porque puede convocar a la lluvia. Los agricultores dicen que revive una vieja tradición de los chimu cuando quiere. El 15 de diciembre, día de su procesión, se detiene al bajar de su balcón, esperando que "La lluvia bese sus mejillas y que el año sea bueno", dicen ansiosos los campesinos. Lo vi, en el cielo azul flotó una nube pequeñita y cayó en sus mejillas.

En ese momento cuadrillas de gitanos, negritos y miles de fieles rompieron el aire con delirantes aplausos. Ese año no llorarían los surcos y florecerían hasta las piedras.
La Virgen acabó de bajar de su altar del balcón y paseó la plaza y sus calles como una reina. En las vísperas los peregrinos subieron a un altar móvil que tiene en el presbiterio para dejarle sus exvotos de plata pidiéndole una gracia. Sus rasgos son delicados y parece una santa niña, en cuyas manos de lirio se deshace el encaje de su pañuelo.
Otuzco se encuentra en las riberas de los ríos Pollo y Huanganalla, afluentes del río Moche y fue fundada por agustinos ermitaños a fines del siglo XVI. La Virgen fue su primera pobladora y ahora es dueña de un santuario que construyó la fe de sus creyentes. Su vieja iglesia es un museo donde se lucen los vestuarios que ha recibido y que irá cambiando hasta 2030.


Los otuzcanos le encuentran un parecido con la Mona Lisa de Leonardo Da Vinci por su misteriosa sonrisa, que a veces se va "cuando se enoja". Para hacerla sonreír tienden a sus plantas un jardín de flores, enjoyan su cielo con las luces de colores de castillos de sofisticada pirotecnia y le ofrecen una serenata con revuelo de palmas y zapateos. Dieciséis a veinte bandas y orquestas tocan a tanto vapor que las debe escuchar hasta el Padre Eterno.

Los campesinos que metafóricamente "hacen crecer sus papas sobre su cabeza" y "hacen nacer a sus pies las crías de sus rebaños" la celebran hasta la octava que es "el día del día". No en vano gastan en la fiesta de su patrona, la Inmaculada Concepción o Purísima, lo que pueden y lo que no tienen. Por eso la Virgen es dueña de todas sus tierras. Si el año es seco siempre les da algo y si es bueno ganan en papas de piel rosadita, de yema de huevo y limeñas con hoyitos; también en maíz, trigo y cebada que se come graneada como arroz o molida, sazonada con las deliciosas surrapas de chancho. El agua que se bebe es dulce y limpia porque los manantiales filtran sus caudales en la legendaria piedra de Urma. El jamón, delicioso, y los quesos riquísimos. Al irse, cuando los coheteros sueltan la última paloma de luz, sienten que la paz de la Virgen portera inunda la tierra. La misma donde se enseñoreó en otras épocas Katekill, el fiero elemento de la tormenta que regía los destinos del agro. También él la quiere.

Alfonsina Barrionuevo

domingo, 17 de septiembre de 2017

KUKULI Y SUS SUEÑOS DE COLORES

Angelas como las vio Kukuli a los ocho años de edad. Las dibujó como si fuera ahora pantalones anchos y ajustados sobre la cadera, los zapatos de tacones altos y gruesos. Un vestuario creado para una pasarela celestial. Sus trazos eran seguros como si estuvieran posando para ella. Se entendió con los colores felizmente. 


EL ZODIACO DE NASKA

En el extenso parque de las Panpas de Naska hallaremos siempre la presencia de María Reiche. En 1940, cuando Paúl Kosok pasó por allí sólo vio el fragmento de una ave y una línea que señalaba el solsticio de invierno. La científica alemana las limpió en innumerables años de paciencia y soledad, encontrando cientos de líneas y más de veinticinco figuras que se identificaron con ella. El picaflor, que rozaba sus mejillas con su exquisito vuelo vibrátil; la majestuosa pariwana, ondulando el cuello para cortar el viento; el cóndor abanicando con sus alas su frente; el pájaro fragata escribiéndole en lenguaje morse; la ballena orca asomándose para verla entre encajes de olas; el perro sin pelo, fiel a su cariño hasta el final; los dos monos, el grande, abrigando su cuello con su cola esponjada y, el pequeño, con ganas de columpiarse en sus brazos; las arañitas de oro que se apretujaban a ella para dar calor a sus sueños en las noches desérticas; el algarrobo extendiendo sus ramas en sombrilla para protegerla de los rayos del sol y así otras.
Ella sigue ahí y recorre con el sentimiento, más que nunca, el pedregoso suelo que conocía la suavidad, la caricia de sus manos. Cuando podía aún caminar, ya sin ver, medía la habitación con sus pasos el tiempo que era necesario para totalizar cinco kilómetros al día que era su rutina. Mientras mantuvo sus energías no hubo nadie que lo impidiera y, después, lo hacía con la mente siempre puesta en la panpa desde el lecho, con su espíritu libre, sin amarras. María Reiche la amaba, como algo muy personal, íntimo, desde que inició sus estudios dedicándole su vida.

Alguna vez hablamos sobre las constelaciones celestes que se ven en los pueblos más altos de los Andes. Allí está el calendario que los astrónomos naskas reprodujeron cerca a la costa. Es una pena que no alcanzáramos a ir para que contemplara las estrellas formando diversas figuras en el cielo. Su visión sobre ellas hubiera cambiado y nos hubiera dado tal vez más de una sorpresa. No tuvimos tiempo. Gracias a sus afanes, a su lucha que es un ejemplo, miles de turistas sobrevuelan ahora los dibujos y las líneas; pero les falta recorrer las alturas para completar la visión de los naskas que leían el destino de los hombres y los campos en el fulgor de los cuerpos celestes.

Un día podremos cambiar el zodiaco occidental que no nos corresponde por el que debe regirnos, porque estamos en el otro lado de la tierra. Por eso no coincide nuestra suerte en el amor, en los negocios, en la salud, en los viajes, en cuanto forma parte de nuestra vida. Mientras tanto hay que conservar las figuras sobre la grava rojiza. Hasta caminar simplemente sobre ellas puede causarles daños irreparables porque son muy frágiles. Las necesitamos para los días que vendrán.


 Alfonsina Barrionuevo

domingo, 10 de septiembre de 2017







KUKULI Y SUS SUEÑOS DE COLORES

A partir de este blog estaré compartiendo con ustedes los dibujos que hacia Kukuli cuando estaba en el Perú. Comenzó a los tres años de edad con graciosos bichitos que salían de un lapicero. A los ocho empuñó un arco iris para sus creaciones. La tarjeta que va hoy es una interpretación de la Sagrada Familia en trazos hippies.



¡DIVINO CACAO! 

Mi abuela bebía un chocolate divino que se  olía a distancia. Era tan denso que la cucharita se quedaba parada en medio de la taza. ¡Cacao puro con buena leche que la ayudaba a gozar de la vida! Así entró en mi niñez, aspirado hasta mi entretela, quedándose en mis preferencias para siempre. Debo confesar que me apasiona y lo disfruto. En Qosqo lo vendían en barras pequeñas pero el mejor llegaba de La Convención en pasta, molida en batán, y se saboreaba con deleite para  combatir el frío.El cacao, llamado theobrama cacao, “el alimento de los dioses”, por el botánico sueco Carl von Linneo, parecía oriundo de Mesoamérica. Hace unos 3,000 años   los olmecas, al sur de Veracruz y Tabasco, lo consumían como bebida y en nahualt le llamaban xocoatl. Mucho después los mayas y los aztecas usaron las almendras de su fruto o mazorca  como moneda.   
Su primer nombre cientifico fue amygdalae pecuniae, es decir “almendra de dinero”, que gente aviesa de Hernán Cortés falsificó para hacerlas pasar por unas habas que se tostaban y destinaban al comercio.
Hace unos años me enteré que teníamos un cacao muy antiguo en el Perú y me sentí doblemente gratificada. Su lugar de nacimiento se encuentra en Montegrande y San Isidro, provincia de Jaén, en la cuenca del río Chinchipe, Cajamarca. El arqueólogo e historiador Quirino Olivera Núñez encontró evidencias de su existencia con una antigüedad de 5,200 años, o sea que es el cacao más antiguo de America. El camino natural de su salida hacia los bosques cálidos de Veracruz habría sido a  través del Ecuador.
Los hallazgos arqueológicos en la cabecera amazónica, donde permaneció inédito más de cinco milenios, merecieron ser considerados entre los diez descubrimientos más importantes del mundo en el Foro de Arqueología del 2013, en Shangai, China.

“Se trata de sorprendentes monumentos, templos y recintos con murales de pintura polícroma sofisticada”, comentó Ricardo Morales Gamarra, director del Proyecto  Waka de la Luna, de Trujillo, agregando que llaman la atención sus tallas de piedra, su cerámica y el manejo temprano de plantas alimenticias, entre las cuales figura el cacao.
Quirino Olivera, quien ha tenido la suerte de dar estos lauros a su tierra cajamarquina de Santa Cruz, indicó en un libro que la economia de la gente milenaria de Jaén estuvo basada en la agricultura con cultivos de yuka, maiz, hortalizas y … ¡cacao!
Al rescatar objetos de una tumba notó, en una de las “botellas de ceramica”, la presencia de almidón de cacao, el cual sometido a los analisis científicos de rigor dio los resultados mencionados. La domesticación del cacao, indicó, debió estar e en toda la cuenca del rio Chinchipe, el bajo Utcubamba y parte del Marañón.

Resultado de imagen para cacao de cuscoEl cacao hizo un largo periplo en el planeta para prestigiar el valor de sus frutos, alcanzando popularidad en el continente africano antes de constituirse en el segundo producto exportable de Perú. En el 2014 los envíos de cacao fino, -óptimo en sabor y aroma-, a los mercados de Estados Unidos, Holanda, Italia y Bélgica. superaron las 45,000 toneladas.
En años pasados, según datos de la  Dirección General de Negocios Agrarios del Ministerio de Agricultura y Riego (Minagri), nuestra producción de cacao alcanzó  62,492 toneladas en más de 91,000 hectáreas de Cusco, San Martìn, Ayacucho, Junìn, Huánuco y Piura. Al generar seis millones de jornales anuales y pico benefició de manera directa a más de 45,000 familias, e indirecta a 225,000 personas en dichas provincias.
En 1667 el historiador español Antonio Colmenero de Ledesma escribió uno de los primeros trabajos sobre el chocolate que se sirvió en las cortes europeas.

En 1728 Joseph Storrs Fry elaboró el primer bombón en Bristol, Inglaterra. En 1828 se obtuvo la extracción de la mantequilla de cacao. En Alemania existen viejas ciudades que fabrican chocolates dando ocupación a la mayoría de sus pobladores. En Austria el chocolate ha vuelto a ser “moneda” envuelta en papel dorado. En una Navidad se vendieron en los Estados Unidos miles de tabletas de “chocolates de la suerte” de  Santa Claus We Trust. 
Mientras en otros países del orbe el consumo de cacao es preferencial entre los peruanos el consumo per cápita es bajo. En la actualidad es del 0.53 kilos por año. Quién sabe la creencia de que hace subir de peso es su mayor obstáculo.
Ultimamente hay campañas en Lima que publicitan su consumo y su calidad se prueba en festivales y salones de chocolate. El cacao debe luchar en su propia tierra para salir adelante. Es de esperar que gane un mayor espacio con la difusión de sus propiedades antioxidantes, sobre todo por su alto contenido de flavonoides. No sólo es sabroso sino que puede ayudar a disfrutar de una buena salud y alejar el fantasma de enfermedades como el alzhéimer y el parkinson.

¡Por algo se mece en una cuna milenaria de  verdes ecológicos en la Amazonía peruana!  

  Alfonsina Barrionuevo

domingo, 3 de septiembre de 2017

SEVICHE Y PACHAMANKA NACIONALES

En un país como el nuestro, civilizador de los alimentos, es natural que los antiquísimos abuelos probaran mil maneras de prepararlos preservando su sabor y naturaleza. Los estudiosos han comprobado cómo los  antiguos peruanos cocinaron la carne de pescado con el jugo agrio del tumbo y en cuanto a la pachamanka  colocaron las carnes, producto de la caza, sobre piedras calientes. En el siguiente paso crearon la watia edificando pequeños hornos de piedra y accedieron finalmente a la pachamanka más compleja. Mayores datos en un próximo blog.

EL “OJO” DE CACHICADAN 

Hay magia en Cachicadán, un pueblo pequeño a corta distancia de Santiago de Chuco, la tierra de César Vallejo, La Libertad. Sus aguas termales, con virtudes medicinales, tienen ánima y sus manos suavísimas se sienten sobre la piel como una seda. Al atardecer y en noche de luna el ojo por donde sale entre neblinas de vapor tiene "encanto". No hay que dejarse provocar por su aura bruja.
Hace cincuenta años, una recién casada, Luzmila Carrión Méndez,  fue con su jarra al estanque para llenarla y sintió la fuerza de un extraño movimiento en sus bordes. El miedo puso alas en sus pies y se alejó.
En la noche soñó con una bellísima señora muy alhajada que la invitó a su palacio de cristales. En la siguiente los árboles susurraron dulcemente el llamado a su oído. En la tercera volvió a aparecer la “dueña del agua” ofreciéndole preciosas joyas. Así hasta cinco veces y vio cómo se abría el cerro, iluminado por dentro. Su esposo no quiso perderla y luchó con ella para vencer su sortilegio con puro amor.
En el cerro La Botica, de cuyo costado sale el chorro barroso hirviendo crece una infinidad de hierbas medicinales, regalo de su dueño o señor a los hijos del lugar. Para encontrarlas, refiere Luis Quispe Valverde, que recoge la aromática palizada para el mate del desayuno, la suelda con suelda para el dolor de cintura y el corpusguay para curar la sangre, hay que hacerle una ofrenda o regalo. Es obligatorio al pedir permiso dejarle en algún lugar oculto un trozo de chancaca, cigarrillo, coca y flores. Es obligatorio para entrar en su territorio.

Imagen relacionada
Libro del José Alvarez Blas
El señor del gigantesco vivero natural de plantas saludables es generoso pero le gusta la correspondencia. Está vivo, según dicen, y puede sentir la falta de cariño. La indiferencia le disgusta y puede dificultar la búsqueda, esconder lo que se quiere o marchitar las plantas.
En Cachicadán los cerros se arropan en mantos de color. Sus paisajes encienden las pupilas de acuerdo a la luz del día o las estaciones del año. Sospecho que es tierra sacra porque allí se refugió Katekill, el rayo, a quien buscaron infructuosamente los curas doctrineros de los primeros siglos españoles.
Los mayores afirman que es uno de los últimos lugares adonde fue llevado por sus sacerdotes para que no lo encontraran. La persecución fue implacable durante más de cien años. Katekill hacía florecer los surcos y llevaba la lluvia sujeta a sus talones. Anegaba los campos si quería o la retenía atrayendo la sequía. Ahora descansa entre flores y plantas medicinales y aromáticas en el cerro La Botica, meditado, intocado, sin haber permitido el sincretismo.
La iglesia queda en la parte baja del pueblo, entre soportes de nube. La Virgen del Carmen es la patrona de la iglesia pero los vecinos veneran a San Martín de Porres que llegó más tarde y fue llevado en manos de una devota que recibió sus dones. El santo lego los defiende de cualquier maleficio y atiende sus ruegos. 

Su fiesta principal es el 7 de noviembre y se celebra con  bandas  de pallos, canasteros, wankillos,  jardineros,  osos,  vacas locas,  venados y pishpillas que bailan graciosamente. Los mayordomos reciben toda clase de ayuda desde reses enteras, carneros, un lechón, un cabrito, cinco cuyes, un saco de maíz y jora para la chicha. También comida que preparan las familias amigas como jamón, pataska, revuelto de papa, bizcochos chankay, rosquitas y sándwiches. Para la noche de vísperas gastan muy rumbosos en  castillos de fuegos artificiales que pintan el cielo de colores.
Muy cerca, en Guakás, la tierra se rompe y afloran las burbujas. El barro que queda al fondo es un prodigioso cosmético. Las industriosas madres de familia que conocen sus virtudes lo mezclan con miel de abeja y lo ofrecen para limpiar la piel de las manchas, el acné, las espinillas y las líneas del tiempo.
Cachicadán da trigo, maíz, papas, oca, habas, lentejas, lino, cebada, frutas, manzanas, membrillos e higos. Antes había tejedores de ponchos, alfombras y fajas, también talabarteros que entretejían las riendas y armaban también las monturas.
Un pueblo con vida donde hacían un alto en sus viajes los caminantes.