lunes, 29 de septiembre de 2014

GRABANDO PARA LA PACHAMAMA

No podía mirar al Apu Salqantay porque estábamos a oscuras. Debió aflorar a sus labios una sonrisa. Me miró desde sus alturas y dijo con voz clara y fuerte:
-No. Lo que haré como despedida será rozar tus cabellos. Kutimunkiña. Los únicos que tienen derecho de entrar en mi estrella son los cóndores porque son mis criaturas. Te dejé tomar una foto de la laguna donde se zambullen, la Waynaqocha. Tú la tienes pero los pilotos de los aviones que dan vueltas a veces nunca la verán.
Su ala derecha pasó muy cerca de mí y se sintió la fuerza de sus alas. Mis cabellos se levantaron ligeramente y cayeron sobre mi frente. Maquinalmente los arreglé.  Al menos prometió regresar.
Nos quedamos mudos otro tanto y la Pachama del Waqaypata rompió el silencio.
-Has escrito poco para mí –comentó en tono de reproche.
-Nos conocemos poco, mamita –le contesté. Ádemás me han dicho que no les gusta que les graben y mi memoria no es buena para retener lo que digas tal como debe ser.
-Tienes razón. Estás autorizada para traer una grabadora.
-…y una cámara fotográfica.
- No.
-¿Por qué?
-Nosotros, Apus y Pachamamas, no somos como uds.  Somos energía pura, seres de luz.  No saldría nada y antes de que trataras de disparar el botón  ya nos habríamos ido.
-Haz lo que te dice –me indicó Mario Cama.
-Y ahora, -Cómo quieres que me vaya?
La pregunta me inmovilizó.
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Resumen del libro  “Hablando con los Apus”.


RENACE EL ALGODÓN DE COLORES

Lo veo en internet como si fuera  un sueño. A lo lejos parece el botón de una rosa encendida, como una brasa. Así se deben ver también otros capullos: con una imponente sinfonía de colores. Amarillos,  marrones, negros, blancos  o morados.

Los cronistas de siglo XVI fueron parcos. Se limitaron a decir que habían visto algodón de colores y guardaron su entusiasmo para otros temas. Los encomenderos explotaron sin mayor demora los tejidos de las telas “kunbe” de algodón andino para enviarlos en fardos a la península. Era tal su ansia, que hacían trabajar sin piedad hasta a los niños. Les ataban del tobillo a los telares, como pajaritos, para que no escapen. Ellos tejían igual que los mayores, desde el alba hasta que caía el sol.

La industria decayó cuando Europa comenzó a abarrotar el mercado de América con sedas, terciopelos, castillas, encajes, gasas y cuanto servía para vestir a la gente de la ciudad. Nuestro algodón discriminado como la propia gente nativa, luchando desesperadamente para sobrevivir.
Ahora, en que escribo estas líneas, me doy cuenta de cuánto hay que batallar, incluso para cambiar el pensamiento de esa otra mitad de peruanos que no entienden el compromiso quetenemos con la historia y que no debemos dejar que la patria se diluya ante nuestros ojos. Los españoles crearon en nuestros pueblos un trauma de inferioridad al que incorporaron plantas y animales. Estamos viviendo un momento difícil en que la globalización nos invade. Necesitamos unir fuerzas. Merecemos un destino mejor y hay que conquistarlo. Tenemos que apoyar a nuestro  algodón de colores para que recobre su sitial.

El algodón blanco es originario de varias partes del globo. Entre ellas la isla Barbados en Centro América, cuna de la especie Gossypium barbadense, una malvácea. A ésta le tocó diversificarse, siendo llevada como rica presea de un sitio a otro, hasta que levantó un vuelo generacional en Egipto. Entre tantas vueltas llegó al Perú, estableciéndose como un nuevo algodón, el “Pima”, que ha absorbido los valores de nuestro ambiente.
Entretanto, nuestro algodón de colores fue puesto hasta el borde de la extinción.

Injustamente se le consideró áspero y ordinario, olvidando que fue empleado por los extraordinarios tejedores de Caral, Chavin, Parakas, Chankay o Inka, entre otras culturas. Según los estudiosos, en una pulgada se cuentan hasta 398 hilos de una finura admirable.  Sus colores cautivan desde las tramas de fondo o  los magníficos bordados que han resistido el paso de milenios.
A principios del siglo XX se creyó curiosamente que la gente del Perú teñía el algodón y la fibra de alpaka con tintes minerales. Sumo error que confundió la apreciación de nuestro algodón nativo, también conocido como algodón país. Este algodón, que se encuentra principalmente en el norte, sintió la reducción de su área de subsistencia al dársele de baja. El golpe de gracia lo recibió en 1940, cuando por decreto gubernamental se prohibió su cultivo. El veto oficial decía que era culpable de causar plagas en las plantaciones del algodón foráneo de blanquísima fibra.

La resistencia que surgió de inmediato lo salvó del naufragio en los surcos donde antes se enseñoreaba.  Inspira ternura la valentía de las mujeres de Lambayeque que lo cobijaron en sus huertos osadamente, para seguir tejiendo chales, alforjas y fajas, sin tener que recurrir a los tintes alemanes que llegaban a todos los mercados.
En los últimos lustros, cuando la calidad de nuestros productos se está imponiendo en  el mundo, el algodón nativo ha comenzado a recibir aliento. La prestigiosa arqueóloga Ruth Shady, que acaba de celebrar el decimo noveno aniversario del redescubrimiento de Caral-Supe, anunció que tiene en camino un proyecto para su rescate. Como primer aporte los campesinos han recolectado 6,000 plantones que ya tienen un lugar para crecer sin temor y con cariño.
De acuerdo con el hallazgo de motas, atados compactos y semillas de algodón pardo, marrón, crema y beige en Supe, se puede afirmar que los antiguos caralinos habían emprendido su manejo. La existencia de ruecas, telares y restos de tejidos evidencian que hace 5,000 años los pobladores de la Ciudad Sagrada de Caral ya lo habían descubierto en los albores de los conocimientos matemáticos, astronómicos y arquitectónicos.  Gracias a su presencia, ellos pasaron del taparrabo de junco a la prenda  liviana y sugerente.

En uno de mis primeros viajes al norte, el antropólogo James Vreeland me mostró con entusiasmo vellones sorprendentes del algodón de colores. Los tenía una señora de Mórrope, de la Asociación de Productores de Algodón Orgánico que el estudioso fundó para su salvataje. Sus características, según dijo, eran asombrosas por la cantidad de tonalidades naturales que tenía.
La planta es tan buena, que puede enfrentar al desierto y la sequía. Sus raíces se alargan buscando agua, hasta hallar fuentes subterráneas por su cuenta. Su resistencia a las pestes la convierte en un acorazado vegetal.  De fibra larga y pródiga para el hilado,  este algodón da dos cosechas al año. Incluso es posible extraer de sus pepitas  un fino aceite,  como el de oliva. 
La situación del algodón de colores sigue siendo crítica. Sin embargo, esperamos que tenga una segunda oportunidad. Los agricultores de las viejas culturas se han hecho polvo. El trabajo de los arqueólogos, siendo muy laborioso, es limitado. Pero, felizmente, tenemos a Ruth Shady. Ella va más allá de los registros en su deseo de tonificar  Supe, Végueta y Vichama, motivando con la grandeza del pasado a una población poco afortunada económicamente.

La jefa del Proyecto “Caral-Supe” puede lograr imposibles si recibe recursos para este algodón heroico, que a lo mejor se convierte en un dínamo para ayudar a los vecinos del poderoso grupo arqueológico.  Esperemos que vuelva a crecer la sombra benéfica del cerro Gokne, su apu protector. En este siglo globalizado hay preferencia por lo orgánico y el algodón de colores  tiene que ganarle con todo derecho al plástico en las competencias de la moda con la marca Perú.

Alfonsina Barrionuevo

domingo, 21 de septiembre de 2014

SALQANTAY: REY DE REYES

La entrada del  Salqantay, rey de reyes de Qosqo, fue espectacular. Hizo temblar el aire Cerré los ojos porque parecía que iba a levantar la casa. No escuché sus pasos. Me sorprendió cuando me saludó cariñosamente con voz muy alta. Se colocó arriba, en un espacio propio, con una majestad que se imponía.

-Estoy muy complacido hija, con lo que has escrito sobre mí en “Cusco Mágico” –dijo en español y siguió en qechwa sin parar. El torrente verbal que venía del lugar donde se había colocado era música para mis oídos. No pude captarle del todo pero me hizo una relación de lo que puse en mi libro. El respeto que le tenían los pueblos del Ande, las historias mágicas que había recopilado y cuanto me faltaba hacer. Al terminar me preguntó de una manera que me pareció insólita

-¿Quieres que haga algo por tí?
-Sí, -le respondí,  y con una audacia que a mí misma me pareció increíble le pedí un imposible.
-Quiero que pongas tus manos sobre mi rostro.
Lo hice porque es un Apu que puede otorgar la juventud eterna. Tiene ese poder, pero estaba cometiendo una gran temeridad al pedírselo apenas acababa de conocerle. Un atrevimiento que dejó mudos a todos los que estaban conmigo. Podría haberme castigado como hizo con el guerrero que fue a buscar sus aguas taumaturgas para dárselas a su amada. Ni siquiera lo dejó que se acercara y lo  convirtió en un pobre leqecho, una ave de canto lastimero. Me demostró su cariño al responder con suavidad después de un largo silencio que me estremeció y bajó el ritmo de mis latidos porque estaba ante una fuerza poderosa.
-Lo que voy hacer hija es pasar mis manos sobre tu cabeza, -me ofreció con suma simpatía.
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Resúmenes del libro “Hablando con los Apus”.



UNA MADRE PAPA MULTIDIVERSA
          
Perú, país de auroras que se bañan en oro solar; de cerros protectores con tesoros en sus entrañas, de valles donde extiende sus polleras bordadas la madre tierra, de lagunas turquesa adormiladas en las mil manos de los Andes, de regiones exultantes de vida y de muerte. País de paradojas donde la Pachamama asiste con pena a la desaparición de variedades de la papa nativa que regaló a sus habitantes.
Mientras el mundo se globaliza la soledad engulle como un animal monstruoso plantas alimenticias, medicinales y decorativas, acabando su ciclo. Entre ellas la papa. Un regreso inexorable al Ukhupacha. la tierra de las sombras que dejó para llevar alegría al mundo.

“El fenómeno avanza lentamente pero se deja notar, se siente”, observó en una oportunidad Celfia Obregón Ramírez, ingeniera agrónoma. que volvió a nacer después del cataclismo que sacudió el Callejón de Huaylas, Huaraz y otras ciudades, en 1970. Ella tenía diez años y se salvó de morir cuando, en seguida un pico de glaciar se desprendió del Huascarán y arrasó su tierra, Yungay. Ella providencialmente estaba en una parte alta, donde colocó su carpa un circo.
En Lima estudió en la Universidad de la Molina y posteriormente, en un trabajo conjunto con el Ministerio de Agricultura, el CIP  y el INIA, recorrió casi todas las regiones paperas que son diecinueve, subiendo hasta  4,000 y 5,000 metros de altura, en  la sierra de Piura, Huánuco, Pasco, Ancash, Lima,  Junín, Ayacucho, Huancavelica, Cusco, Puno y otras. Su propósito fue ayudar a registrar las papas nativas, algo así como darles una partida de nacimiento, para que sean reconocidas.   

Tenemos alrededor de 3,600 variedades de papa. Unas 160 comerciales y el resto nativas, de auto consumo, de todas las formas, flores y colores que no van a los mercados. Los jóvenes de las comunidades y los pueblos tienden a emigrar a las ciudades en busca de oportunidades. Quedan los padres y a veces los abuelos. No son suficientes para seguir sembrando y cosechando sus papas tradicionales. Su área se recorta a la par que las familias hasta que un día sólo quedará el viento llorando sobre los surcos resecos.

“El poco aprecio que se tiene por la papa se traduce en su manejo. Su comercialización es desordenada. Las bolsas para recoger basura en Lima son mejores que los sacos en que la llevan a los mercados mezclada con tierra, rebajando su valor”, señala. “Tampoco hay una buena selección de semillas. No se advierte más, para mí, la papa está en emergencia.
Antes de hablar con Celfia no podía imaginar en cuanto puede sorprender esa maravilla que nos obsequia la naturaleza. La papa añil, por ejemplo, que por  ser muy oscura parece una yanapapa, “papa negra” más real que la buscada orquídea negra.

Valery Barbier, una francesa experta en merketing y comunicaciones que vino a hacer una pasantía, se fijó en la cantidad de antioxidantes que contiene y logró otener una crema cosmética para proteger el rostro del tiempo. Al final de conversar con laboratorios locales ha puso en orbita la MishkiPerú, producida por Yana Cosmetics S.A.C.
La papa añil es de Huánuco y las mujeres de cierta comunidad  la usan en rodajas para proteger sus sienes y los costados de los ojos para conservar una piel bella, lozana, tersa, gracias a ella. Celfia que camina por la puna hace catorce años observó esta costumbre y comenzó el estudio de la papa añil. “Los laboratorios quisieran una tonelada para trabajar con ella pero a lo más  se cosecha unos 450 kilos, explica. Su sabor es excelente pero a las mujeres del lugar les gusta utilizarla para protegerse de los efectos del sol, el viento, el frío. No puedo saber cuándo descubrieron su frescura pero la usan desde las tatarabuelas y aquellas seguramente de las suyas.”

Le pregunto si no sería oportuno extender su cultivo y ella contesta que no funciona. “Hemos tratado y saliendo de su área pierde el color y varían sus componentes. Es que las papas se parecen a las personas. Tienen su hogar donde se sienten a gusto, su familia, su nombre y apellido, su identidad, su lugar de nacimiento, de origen. Las papas nativas tienen sus pisos y no les gusta que las trasladen. Sus flores son moradas pero en otro nivel pueden ponerse violetas y hasta blanquecinas. Ya no son ellas. Es una defensa natural de nuestras papas nativas. Los gobiernos deben preocuparse por lo que tenemos, reclama la ingeniera. Al Sur  la isla de Pascua sólo tenía un tipo de papa. Ahora Chile tiene 360 variedades. Sus características, por supuesto, serán diferentes. Hay que preguntar cómo han salido. Pasó la época en que fueron un regalo y salvaron al mundo del hambre.”

Por más que en otros países se afanan por mejorar las papas que cultivan sólo sacan papas blancas, buenas para freir. Debemos aprovechar para exportar productos alimentarios, agrega Celfia Obregón. Tenemos papas muy ricas para puré, causa, sopas y hasta para postres, palitos de papa, suspiro limeño y otros.”
Entre las papas nativas hay muy exóticas como la papa piña con formas muy caprichosas. ADERS, la asociación a la que pertenece, está siempre en contacto con el Centro Internacional de la Papa CIP) y el Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias (INIA).
  
Alfonsina Barrionuevo

domingo, 14 de septiembre de 2014

PACHAMAMA QOSQO WANKA

Ella es tierna, cariñosa y también imperativa, fuerte.  Diferente a las otras pachamamas que he conocido. Siento que la quiero, que bromea conmigo cuando menos lo pienso y que me puede defender porque soy su hija. La conozco como  Pachamama del Waqaypata Qosqo, pero me dijo que los primeros habitantes del valle del Watanay la llamaron Pachamama Qosqo Wanka, la madre tierra que está en la piedra del centro, del origen, del puputi del mundo como diría con una irreverencia risueña el actor humorista Tulio Loza, haciéndola reir después con ss acotaciones graciosas.
Después del silencio, cuando dije que no fui a pedirles nada ella me preguntó:
-¿Entones, para qué hemos venido?
Yo tenía que responder con sinceridad y así fue.
-Quería saber donde estaban Uds. cuando llegaron los españoles y mataron a tanta gente.
-¿Tù crees que somos pocos? Somos miles, hija. ¿No te has dado cuenta que somos los Andes? Si quieres puedo llamar a todos.
 
Recordé el apabullante batir de sus alas haciendo volar mis cabellos cada vez que llegaban. Si así se presentaban unos cuantos cómo sería el  remolino de alas que se armaría. ¡Un huracán!
-Los españoles entraron matando a nuestros sacerdotes, arrasando nuestros templos, hija Alfonsina –continuó. -Ellos son nuestra voz y nuestra acción. No sabes cuánta sangre se derramó y como los que quedaron tuvieron que huir. No puedo contarte todo. Sería muy largo. ¿Quieres hablar con alguien en particular?
-Sí, con el señor Salqantay, mi padre.
-No suele venir a las mesas porque es rey de reyes, pero le pediré que se presente para tí.
El Salqantay es un nevado muy hermoso. Lo he fotografiado muchas veces al pasar frente a él en avión. Una vez me permitió tomar su laguna interior, la mágica Waynaqocha donde se bañan los cóndores cuando se sienten viejos y salen malqos, jóvenes, renacidos. Sería muy afortunada si fuera posible que lo conociera.
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De las reuniones que tuve para escribir mi libro: “Hablando con los Apus”.  



MIGALAS, CHICHARRAS Y MARIPOSAS
                     
Las feas, las bellas y las temibles. Así debía titularse este artículo porque cada una  tiene características sugestivas. La migala es buena madre aunque sea caníbal; la chicharra sería inofensiva si no tuviera preferencia por los árboles venenosos y las mariposas serían más adorables si no eligieran lugares pútridos para revolotear.
Christian Yala, un fornido limeño de Canta, autodidacta desde su infancia porque comenzó a los 9 años de edad cazando grillos, nos deja vislumbrar una pequeñísima parte del fascinante mundo donde se introdujo hace medio siglo.

El disecciona insectos, que captura en la maraña verde después de mil peligros,  para los aficionados de la belleza o la fealdad. Sus cajas entomológicas son parte de exportaciones no tradicionales.          
Dos o tres veces al año, armado con una red y una diminuta cámara letal,  cambia la estrechez de su tienda artesanal  por la inmensidad de la jungla. El olor denso de la urbe por el aroma fragante de la tierra virgen. La vida rutinaria en la ciudad por el ambiente exótico de Tingo María, Oxapampa o Contamana.
Sólo en esas áreas ha coleccionado unos mil ejemplares que son un capricho de color, una locura de gamas y diseños, un conjunto de joyas vivas de pedrerías deslumbrantes.
           
La mariposa Morpho, de azul tornasolado que existe sólo en Sudamérica, es sin discusión una reina además de su gran tamaño porque puede llegar a medir hasta dieciséis centímetros entre ala y ala. Igualmente la Agria que se adorna con colores encendidos cmo si fuera una flor. Las Theclas, que son muy pequeñas, simulan nubes polícromas, celajes errantes y se presentan en una variedad alucinante. Su peor enemiga es la Mantis religiosa o serruchero, el único insecto que puede girar la cabeza a todos los lados y que atrapa a su víctima con sus dos tijeras inmovilizándola mientras se desayuna con ella.
Yala camina por las trochas desde el amanecer porque, según dice, cada hora tiene su fauna. En la noche salen, por ejemplo, la Agripina que mide 26 centímetros de envergadura, la mariposa buho que reproduce la peculiar cabeza del estrígido en sus alas y cuyo gran poder de mimetismo le permite confundirse con los árboles para sobrevivir.

Muy parecida a ella es la conocida con el nombre vulgar de taparako que lleva impresa una calavera, siendo tomada su presencia como señal de siniestros presagios. Por contraste todas y en especial las más lindas habitan en los pantanos y en los lugares donde hay desechos orgánicos.  
Un insecto muy singular es la chicharra machakuy llamada también mariposa hipopótamo. Sin embargo este pequeño bicho ciego, que vuela guiado por el radar de su trompa semejante a la cabeza de un hipopótamo, es temido en la amazonía. Su picadura, declara el cazador, causa heridas muy dolorosas y mucha gente afirma que mata. En realidad la chicharra no es culpable de su leyenda negra sino los árboles de cuya resina se alimenta, como la katawa que destila toxinas y que es su favorito. De día descansa con el aguijón metido en su tronco y vuela al anochecer.

La caza de mariposas en la selva, manifiesta, no es tan pintoresca como en los campos floridos de la costa o de la sierra donde se coge alguna vez la bellísima Monarca que emigra desde Canadá cubriendo dos continentes con sus alas de fondo negro, estrías blancas y centro naranja. “Hay que buscar los manchales y atraparlas con la manga o bolsa de malla de nylon, que tiene en el fondo un hisopo con tetracloruro de carbono para narcotizarlas. Una vez dormidas se sigue un procedimiento para escogerlas. Se transportan en un sobre con las alas plegadas. 
Christian Yala goza mostrando sus insectos. No es el afán interesado del comerciante sino la actitud apasionada del maestro nato. La selva es un mundo inédito en muchos aspectos. “Esta cigarra, indica mostrando una especie de moscardón de alas transparentes, se da el lujo de dormir en estado larvario diecisiete años al cabo de los cuales y en la última fase vive como insecto. Su existencia es breve. Apenas una semana para el vuelo nupcial y para depositar sus huevos en los árboles, de donde resbalan al suelo quedando enterradas entre hojas y raíces. Su cuerpo es como una bomba de tiempo. Al cumplirse el plazo explosiona. Sus hijuelos duermen como larvas otro sueño de diecisiete años y emergen de la tierra entre los meses de setiembre y octubre haciendo un bullicio ensordecedor, que les ha ganado el nombre de campaneros o penqoyllos.

Otros insectos como los escarabajos voladores son del todo espectaculares. Tienen el tamaño de una mano, cuernos grandes o chicos, antenas largas o cortas, caparazones negros y también azules o con rayas, como el caso de los arlequines que recuerdan al afortunado rival de Pierrot. Habitan mayormente en los árboles podridos y pertenecen al tipo de los masticadores. Hay uno, llamado “el papazo”, porque cierra las alas cuando se cansa de volar y cae como una piedra. El golpe es fuerte pero no le daña.           
Pocas danzas amorosas tan espeluznante como la danza de la  migala que es de la familia de las  tarántulas y  la más grande. Sus mandíbulas tienen el tamaño del pico de un perico australiano y es venenosa por su habitat. No vive en pareja y la hembra, cuando llega la época de celo, espera al macho que baila para excitarla. Sus movimientos son estudiados, como un ballet sobre ocho patas, que se mueve siguiendo un compás, una música interna, cada vez más rápidamente. La hembra le sigue embelesada con los ojos balanceando su peludo vientre. Instante en que el macho se  acerca dejándole su líquido germinal. El contacto tiene que ser veloz  para escapar en medio segundo, pues, la  hembra reacciona y se lo come. Pocas veces escapa ileso y  lo menos que le  pasa es perder una pata.”

Si bien la migala es una amante caníbal  suele ser una madre excelente. Cuida a sus crías hasta que mudan la piel y las transporta en el lomo. El número de sus huevos pasan de 80 y llega hasta 200 más o menos. Sólo la migala azul persigue al hombre.
Entre sus enemigos el más terrible es una avispa que lucha con ella y la descerebra. “Su aguijón, es como un bisturí de un cirujano, pues, corta partes vitales sin dejar que la araña muera. La arrastra a su hueco y deposita sus huevos en su panza. Al nacer las larvas se alimentan de la migala que sigue viviendo hasta unos tres meses sin comida.
La cacería de la migala es inquietante. Después de ubicar su cueva hay que obligarla a salir y evitar que huya. Hay que coger a la araña sobre el abdomen sin dejar que mueva la cabeza. El bicho es repugnante por donde se le mire y sin embargo es muy solicitada. Los monstruos salen al extranjero junto con las bellas.

Alfonsina Barrionuevo


domingo, 7 de septiembre de 2014

LA ENTRADA DE LOS APUS
Yo no estaba preparada para hablar con los Apus…
Cuando la puerta de la sala de Mario Cama se cerró y quedamos en la oscuridad me pregunté –como siempre, cuando tengo misiones arriesgadas- qué estaba haciendo ahí. De manera especial sería recibida, dijo Ciprián Amézquita. Sólo estaban unas cuatro personas y mi hija Kukuli que estuvo con un grupo grande que contaba sus problemas y recibía respuestas. Ella tampoco pudo imaginar exactamente de qué se trataba.

En el norte suelen decir que hay mesas blancas y mesas negras, las mesas blancas son para curar y para hacer adivinaciones, las mesas negras para hacer daño. Esta mesa podía ser mala. En fin, ya estaba sentada en una silla, frente a una mesa arreglada con flores y otras cosas a las que, en un primer momento, no les presté atención.
De pronto escuché un silbido que salió del lugar donde estaba Mario Cama, un hombre muy solícito que me había saludado como si me conociera de media vida. Duró unos segundos y luego dijo: “¡Jesús, Jesús, Jesús…!”

En ese momento pensé que nada malo podía suceder si invocaba el nombre de Jesús. Sin embargo, casi me levanté de la silla cuando sentí el estruendo de unas alas que iban de un ladoa oro y parecieron sacudir la habitación, pasando sobre mi cabeza.
Sentí como aterrizó sobre la mesa y caminó. Luego su voz fuerte:
-Alfonsina, hijita, ¿cómo estás?
Me sentí mal. No supe qué decir. ¿Qué trato se les daba? Pero, soy rápida y le contesté de forma ambigua.
-Estoy bien. Gracias por venir.
Los acompañantes de Mario Cama dijeron a una voz:
-¡Buenos días, señor Panpawayllo!

Entonces entendí que esa era la manera de tratar a los Apus, “señor Apu”. Más tarde me enteré que se les decía también “papá”. Eso dependía de la familiaridad que se adquiría con el tiempo. A los Apus siempre les digo señor. A las pachamamas he llegado a decirles “mamita” porque no me pareció bien darles el trato de “señora”. A la Pachamama Waqaypata Qosqo, la “madre tierra” de la Plaza Mayor de Cusco,  llegué a tenerle un gran afecto.
Ella llegó con el mismo remolino de alas y fue directa.
-¿Qué quieres hija que hagamos por ti? ¿Pide lo que deseas y trataremos de ayudarte.
Mi respuesta fue insólita para estos maravillosos seres del Ande.
-No he venido a pedir nada.
Sentí su sorpresa en el silencio que siguió.
Luego la Pachamama lo hizo trizas y vi una chispa como si chocaran dos cuarzos en el aire, sobre la mesa.
-Entonces, estalló. ¿Para qué nos has hecho venir…?
Y se los dije.
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(Continuamos en el proximo blog.)

¿HALLARON TEMPLO DE MAMA YAKU?

Foto: Fernando Moscoso Salazar
La Municipalidad de Cusco estaba cambiando unos tubos en la calle Espinar cuando encontró un muro inka. Se comenzó a limpiar el lugar y se encontró un recinto. Avanzaron los trabajos hacia la calle Mantas, en el mismo centro del casco histórico y se dieron con un hallazgo inesperado. Una bellísimas gradas que fotografió para Uds. el periodista Fernando Moscoso Salazar. 
La Dirección Regional de Cultura de Cusco ha decidido restaurar los vestigios arquitectónicos hallados y consolidarlos. Luego volverán a ser cubiertos porque la vía es importante para el tránsito vehicular. El embrollo no se puede resolver rápidamente. Habrá que escuchar otras opiniones. Se hará un informe con notas sobre sus dimensiones, fotografías digitales y videos. 
Sin lugar a duda muros y escalinatas son parte de una waka. ¿Cuál? ¿Quién sabe del agua, Mama Yaku? Nadie puede decirlo.

LOS DOMESTICADORES DE LA PAPA
           
El nombre de los hombres que domesticaron la papa se ha perdido en los espacios siderales. Nunca se sabrá en qué milenio, ni en qué altura y lugar, el tubérculo oscuro amó la mano que lo arrancó de su mundo subterráneo para acunarlo en el surco y llenar sus sueños salvajes con su canto, cambiando su destino; porque la papa, Mama Aqso, que se escondía por ser fea es ahora deseada en todos los idiomas.
La tradición oral de los pueblos andinos incluye la papa en el buen trato que se da a los alimentos. En muchas partes se come con su cáscara porque si se siente ofendida sube al Hanaq Pacha o cielo para quejarse, según sus creencias, a Dios. El puede castigarlos ocasionando las sequías. 

En Huánuco, relatan los ancianos, los aukillos unos espíritus protectores de los animales vigilan también las chacras de papas multiplicando las cosechas. En gratitud, una vez al año, los agricultores les llevan sus “pagos” u ofrendas. En ellas ponen especies de los tres reinos naturales, como conchas marinas, maíz, coca, huesos de cóndores, flores, varitas de papel plata o papel oro, mostacillas y diminutas figulinas  de piedra de Huamanga que representan alpakas, llamas o aves, que son de su agrado.
           
Las investigaciones realizadas por genetistas nacionales y extranjeros determinan que el centro de la domesticación de la papa se encuentra entre Cusco y Puno, donde se ha llegado a contar alrededor de 1,400 variedades cultivadas y en estado silvestre. Su adaptabilidad a climas diferentes ha permitido que llegue a bajar cerca a la chala, a unos kilómetros del mar, sin embargo, todas sus formas de consumo tradicional son de altura, como el chuño negro que se hace de una papa escogida y el chuño blanco que proviene de una papa blanca especial.
Los alfareros muchik que, hace más de mil años registraron en la arcilla su medio ambiente, incluyeron a la papa, humanizándola. Hans Horkheimer señala que estas representaciones donde los rasgos antropomórficos parecen mutilados, como si se tratara de utosos, podrían corresponder a una invención de los ceramistas para  lograr el mayor parecido con el tubérculo. O sea que las narices perforadas así como las bocas sin labios se debe a que “los ojos” de la papa no son protuberantes.

En la cerámica  naska se puede ver también plantas de diferentes variedades de papa incluyendo los tubérculos con sus hojas. Guaman Poma, más adelante, consigna un grabado de la siembra de la papa. Actualmente, en la localidad de Poroy, Cusco, Santa Bárbara doncella que representa a la Pachamama de la papa, preside en determinada época del año un juego ritual para segurar óptimas cosechas futuras.
Las descripciones del tubérculo hechas por los cronistas son pintorescas. Juan de Castellanos dijo que eran “como unas raíces redondillas o alargadas” regalo de los indios y aún de los españoles, golosina”. En 1559 Pedro Cieza de León insistía que eran  “como unas turmas de la tierra, que después de cocidas quedan tiernas por dentro como castañas”, En 1588 José deAcosta las encontraba parecidas a las nueces y secadas al sol tomaban el nombre de chuño.



Algunos afirman que los hermanos Ayar, fundadores del Cusco, las sacaron de su paqarina o lugar de nacimiento, “sembrándolas a espaldas del cerro  Wanakaure”. La papa habría sido sembrada por el propio Padre Sol en el seno oloroso de la Madre Tierra, y por eso el Inka abría los surcos para su semilla con una chakitaqlla de oro. Entendiendo su importacia el primer obispo del Cusco, Vicente Valverde, propuso a Carlos V que se aplicaran diezmos y primicias a sus cosechas.
La  papa llegó a Europa como una curiosidad botánica. Se dice que las primeras plantas fueron enviadas a Felipe II en 1565, quien las regaló al Papa, quien a su vez las pasó al botánico Carolus Clasius. Este las cultivó en Viena y en Frankfurt admirando sus hermosas flores.         
Al fin de este milenio son pocos los países donde la papa no se cultiva y es sin duda el mayor regalo que el Perú y América  han hecho al mundo.

Siendo originaria de los Andes sólo allí se puede encontrar una infinidad de variedades -3,500- de espléndidos sabores y colores. En otras tierras y en otros climas ha salvado del hambre a millones de personas.

Alfonsina Barrionuevo