domingo, 7 de septiembre de 2014

LA ENTRADA DE LOS APUS
Yo no estaba preparada para hablar con los Apus…
Cuando la puerta de la sala de Mario Cama se cerró y quedamos en la oscuridad me pregunté –como siempre, cuando tengo misiones arriesgadas- qué estaba haciendo ahí. De manera especial sería recibida, dijo Ciprián Amézquita. Sólo estaban unas cuatro personas y mi hija Kukuli que estuvo con un grupo grande que contaba sus problemas y recibía respuestas. Ella tampoco pudo imaginar exactamente de qué se trataba.

En el norte suelen decir que hay mesas blancas y mesas negras, las mesas blancas son para curar y para hacer adivinaciones, las mesas negras para hacer daño. Esta mesa podía ser mala. En fin, ya estaba sentada en una silla, frente a una mesa arreglada con flores y otras cosas a las que, en un primer momento, no les presté atención.
De pronto escuché un silbido que salió del lugar donde estaba Mario Cama, un hombre muy solícito que me había saludado como si me conociera de media vida. Duró unos segundos y luego dijo: “¡Jesús, Jesús, Jesús…!”

En ese momento pensé que nada malo podía suceder si invocaba el nombre de Jesús. Sin embargo, casi me levanté de la silla cuando sentí el estruendo de unas alas que iban de un ladoa oro y parecieron sacudir la habitación, pasando sobre mi cabeza.
Sentí como aterrizó sobre la mesa y caminó. Luego su voz fuerte:
-Alfonsina, hijita, ¿cómo estás?
Me sentí mal. No supe qué decir. ¿Qué trato se les daba? Pero, soy rápida y le contesté de forma ambigua.
-Estoy bien. Gracias por venir.
Los acompañantes de Mario Cama dijeron a una voz:
-¡Buenos días, señor Panpawayllo!

Entonces entendí que esa era la manera de tratar a los Apus, “señor Apu”. Más tarde me enteré que se les decía también “papá”. Eso dependía de la familiaridad que se adquiría con el tiempo. A los Apus siempre les digo señor. A las pachamamas he llegado a decirles “mamita” porque no me pareció bien darles el trato de “señora”. A la Pachamama Waqaypata Qosqo, la “madre tierra” de la Plaza Mayor de Cusco,  llegué a tenerle un gran afecto.
Ella llegó con el mismo remolino de alas y fue directa.
-¿Qué quieres hija que hagamos por ti? ¿Pide lo que deseas y trataremos de ayudarte.
Mi respuesta fue insólita para estos maravillosos seres del Ande.
-No he venido a pedir nada.
Sentí su sorpresa en el silencio que siguió.
Luego la Pachamama lo hizo trizas y vi una chispa como si chocaran dos cuarzos en el aire, sobre la mesa.
-Entonces, estalló. ¿Para qué nos has hecho venir…?
Y se los dije.
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(Continuamos en el proximo blog.)

¿HALLARON TEMPLO DE MAMA YAKU?

Foto: Fernando Moscoso Salazar
La Municipalidad de Cusco estaba cambiando unos tubos en la calle Espinar cuando encontró un muro inka. Se comenzó a limpiar el lugar y se encontró un recinto. Avanzaron los trabajos hacia la calle Mantas, en el mismo centro del casco histórico y se dieron con un hallazgo inesperado. Una bellísimas gradas que fotografió para Uds. el periodista Fernando Moscoso Salazar. 
La Dirección Regional de Cultura de Cusco ha decidido restaurar los vestigios arquitectónicos hallados y consolidarlos. Luego volverán a ser cubiertos porque la vía es importante para el tránsito vehicular. El embrollo no se puede resolver rápidamente. Habrá que escuchar otras opiniones. Se hará un informe con notas sobre sus dimensiones, fotografías digitales y videos. 
Sin lugar a duda muros y escalinatas son parte de una waka. ¿Cuál? ¿Quién sabe del agua, Mama Yaku? Nadie puede decirlo.

LOS DOMESTICADORES DE LA PAPA
           
El nombre de los hombres que domesticaron la papa se ha perdido en los espacios siderales. Nunca se sabrá en qué milenio, ni en qué altura y lugar, el tubérculo oscuro amó la mano que lo arrancó de su mundo subterráneo para acunarlo en el surco y llenar sus sueños salvajes con su canto, cambiando su destino; porque la papa, Mama Aqso, que se escondía por ser fea es ahora deseada en todos los idiomas.
La tradición oral de los pueblos andinos incluye la papa en el buen trato que se da a los alimentos. En muchas partes se come con su cáscara porque si se siente ofendida sube al Hanaq Pacha o cielo para quejarse, según sus creencias, a Dios. El puede castigarlos ocasionando las sequías. 

En Huánuco, relatan los ancianos, los aukillos unos espíritus protectores de los animales vigilan también las chacras de papas multiplicando las cosechas. En gratitud, una vez al año, los agricultores les llevan sus “pagos” u ofrendas. En ellas ponen especies de los tres reinos naturales, como conchas marinas, maíz, coca, huesos de cóndores, flores, varitas de papel plata o papel oro, mostacillas y diminutas figulinas  de piedra de Huamanga que representan alpakas, llamas o aves, que son de su agrado.
           
Las investigaciones realizadas por genetistas nacionales y extranjeros determinan que el centro de la domesticación de la papa se encuentra entre Cusco y Puno, donde se ha llegado a contar alrededor de 1,400 variedades cultivadas y en estado silvestre. Su adaptabilidad a climas diferentes ha permitido que llegue a bajar cerca a la chala, a unos kilómetros del mar, sin embargo, todas sus formas de consumo tradicional son de altura, como el chuño negro que se hace de una papa escogida y el chuño blanco que proviene de una papa blanca especial.
Los alfareros muchik que, hace más de mil años registraron en la arcilla su medio ambiente, incluyeron a la papa, humanizándola. Hans Horkheimer señala que estas representaciones donde los rasgos antropomórficos parecen mutilados, como si se tratara de utosos, podrían corresponder a una invención de los ceramistas para  lograr el mayor parecido con el tubérculo. O sea que las narices perforadas así como las bocas sin labios se debe a que “los ojos” de la papa no son protuberantes.

En la cerámica  naska se puede ver también plantas de diferentes variedades de papa incluyendo los tubérculos con sus hojas. Guaman Poma, más adelante, consigna un grabado de la siembra de la papa. Actualmente, en la localidad de Poroy, Cusco, Santa Bárbara doncella que representa a la Pachamama de la papa, preside en determinada época del año un juego ritual para segurar óptimas cosechas futuras.
Las descripciones del tubérculo hechas por los cronistas son pintorescas. Juan de Castellanos dijo que eran “como unas raíces redondillas o alargadas” regalo de los indios y aún de los españoles, golosina”. En 1559 Pedro Cieza de León insistía que eran  “como unas turmas de la tierra, que después de cocidas quedan tiernas por dentro como castañas”, En 1588 José deAcosta las encontraba parecidas a las nueces y secadas al sol tomaban el nombre de chuño.



Algunos afirman que los hermanos Ayar, fundadores del Cusco, las sacaron de su paqarina o lugar de nacimiento, “sembrándolas a espaldas del cerro  Wanakaure”. La papa habría sido sembrada por el propio Padre Sol en el seno oloroso de la Madre Tierra, y por eso el Inka abría los surcos para su semilla con una chakitaqlla de oro. Entendiendo su importacia el primer obispo del Cusco, Vicente Valverde, propuso a Carlos V que se aplicaran diezmos y primicias a sus cosechas.
La  papa llegó a Europa como una curiosidad botánica. Se dice que las primeras plantas fueron enviadas a Felipe II en 1565, quien las regaló al Papa, quien a su vez las pasó al botánico Carolus Clasius. Este las cultivó en Viena y en Frankfurt admirando sus hermosas flores.         
Al fin de este milenio son pocos los países donde la papa no se cultiva y es sin duda el mayor regalo que el Perú y América  han hecho al mundo.

Siendo originaria de los Andes sólo allí se puede encontrar una infinidad de variedades -3,500- de espléndidos sabores y colores. En otras tierras y en otros climas ha salvado del hambre a millones de personas.

Alfonsina Barrionuevo

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