LA ENTRADA DE LOS
APUS
Yo
no estaba preparada para hablar con los Apus…
Cuando
la puerta de la sala de Mario Cama se cerró y quedamos en la oscuridad me
pregunté –como siempre, cuando tengo misiones arriesgadas- qué estaba haciendo
ahí. De manera especial sería recibida, dijo Ciprián Amézquita. Sólo estaban
unas cuatro personas y mi hija Kukuli que estuvo con un grupo grande que
contaba sus problemas y recibía respuestas. Ella tampoco pudo imaginar
exactamente de qué se trataba.
En el norte suelen decir que hay mesas blancas y mesas
negras, las mesas blancas son para curar y para hacer adivinaciones, las mesas
negras para hacer daño. Esta mesa podía ser mala. En fin, ya estaba sentada en
una silla, frente a una mesa arreglada con flores y otras cosas a las que, en
un primer momento, no les presté atención.
De pronto escuché un silbido que salió del lugar donde
estaba Mario Cama, un hombre muy solícito que me había saludado como si me
conociera de media vida. Duró unos segundos y luego dijo: “¡Jesús, Jesús,
Jesús…!”

Sentí como aterrizó sobre la mesa y caminó. Luego su
voz fuerte:
-Alfonsina, hijita, ¿cómo estás?
Me
sentí mal. No supe qué decir. ¿Qué trato se les daba? Pero, soy rápida y le
contesté de forma ambigua.
-Estoy bien. Gracias por venir.
Los acompañantes de Mario Cama dijeron a una voz:
-¡Buenos días, señor Panpawayllo!
Entonces
entendí que esa era la manera de tratar a los Apus, “señor Apu”. Más tarde me
enteré que se les decía también “papá”. Eso dependía de la familiaridad que se
adquiría con el tiempo. A los Apus siempre les digo señor. A las pachamamas he
llegado a decirles “mamita” porque no me pareció bien darles el trato de “señora”.
A la Pachamama Waqaypata Qosqo, la “madre tierra” de la Plaza Mayor de
Cusco, llegué a tenerle un gran afecto.
Ella llegó con el mismo remolino de alas y fue
directa.
-¿Qué quieres hija que hagamos por ti? ¿Pide lo que
deseas y trataremos de ayudarte.
Mi respuesta fue insólita para estos maravillosos
seres del Ande.
-No he venido a pedir nada.
Sentí su sorpresa en el silencio que siguió.
Luego la Pachamama lo hizo trizas y vi una chispa como
si chocaran dos cuarzos en el aire, sobre la mesa.
-Entonces, estalló. ¿Para qué nos has hecho venir…?
Y se los dije.
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(Continuamos en el proximo blog.)
¿HALLARON
TEMPLO DE MAMA YAKU?
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Foto: Fernando Moscoso Salazar |
La
Dirección Regional de Cultura de Cusco ha decidido restaurar los vestigios
arquitectónicos hallados y consolidarlos. Luego volverán a ser cubiertos porque
la vía es importante para el tránsito vehicular. El embrollo no se puede
resolver rápidamente. Habrá que escuchar otras opiniones. Se hará un informe
con notas sobre sus dimensiones, fotografías digitales y videos.
Sin lugar a duda muros y escalinatas son parte de una
waka. ¿Cuál? ¿Quién sabe del agua, Mama Yaku? Nadie puede decirlo.
LOS DOMESTICADORES DE LA PAPA
El
nombre de los hombres que domesticaron la papa se ha perdido en los espacios
siderales. Nunca se sabrá en qué milenio, ni en qué altura y lugar, el
tubérculo oscuro amó la mano que lo arrancó de su mundo subterráneo para
acunarlo en el surco y llenar sus sueños salvajes con su canto, cambiando su
destino; porque la papa, Mama Aqso, que se escondía por ser fea es ahora
deseada en todos los idiomas.
La
tradición oral de los pueblos andinos incluye la papa en el buen trato que se
da a los alimentos. En muchas partes se come con su cáscara porque si se siente
ofendida sube al Hanaq Pacha o cielo para quejarse, según sus creencias, a Dios.
El puede castigarlos ocasionando las sequías.
En
Huánuco, relatan los ancianos, los aukillos unos espíritus protectores de los
animales vigilan también las chacras de papas multiplicando las cosechas. En
gratitud, una vez al año, los agricultores les llevan sus “pagos” u ofrendas. En
ellas ponen especies de los tres reinos naturales, como conchas marinas, maíz,
coca, huesos de cóndores, flores, varitas de papel plata o papel oro,
mostacillas y diminutas figulinas de
piedra de Huamanga que representan alpakas, llamas o aves, que son de su
agrado.
Las
investigaciones realizadas por genetistas nacionales y extranjeros determinan
que el centro de la domesticación de la papa se encuentra entre Cusco y Puno,
donde se ha llegado a contar alrededor de 1,400 variedades cultivadas y en estado
silvestre. Su adaptabilidad a climas diferentes ha permitido que llegue a bajar
cerca a la chala, a unos kilómetros del mar, sin embargo, todas sus formas de
consumo tradicional son de altura, como el chuño negro que se hace de una papa
escogida y el chuño blanco que proviene de una papa blanca especial.
Los alfareros muchik que, hace más de mil años
registraron en la arcilla su medio ambiente, incluyeron a la papa,
humanizándola. Hans Horkheimer señala que estas representaciones donde los
rasgos antropomórficos parecen mutilados, como si se tratara de utosos, podrían
corresponder a una invención de los ceramistas para lograr el mayor parecido con el tubérculo. O
sea que las narices perforadas así como las bocas sin labios se debe a que “los
ojos” de la papa no son protuberantes.
En
la cerámica naska se puede ver también
plantas de diferentes variedades de papa incluyendo los tubérculos con sus hojas.
Guaman Poma, más adelante, consigna un grabado de la siembra de la papa. Actualmente,
en la localidad de Poroy, Cusco, Santa Bárbara doncella que representa a la
Pachamama de la papa, preside en determinada época del año un juego ritual para
segurar óptimas cosechas futuras.
Las descripciones del tubérculo hechas por los
cronistas son pintorescas. Juan de Castellanos dijo que eran “como unas raíces
redondillas o alargadas” regalo de los indios y aún de los españoles,
golosina”. En 1559 Pedro Cieza de León insistía que eran “como unas turmas de la tierra, que después de
cocidas quedan tiernas por dentro como castañas”, En 1588 José deAcosta las
encontraba parecidas a las nueces y secadas al sol tomaban el nombre de chuño.
Algunos afirman que los hermanos Ayar, fundadores del Cusco,
las sacaron de su paqarina o lugar de nacimiento, “sembrándolas a espaldas del
cerro Wanakaure”. La papa habría sido
sembrada por el propio Padre Sol en el seno oloroso de la Madre Tierra, y por
eso el Inka abría los surcos para su semilla con una chakitaqlla de oro.
Entendiendo su importacia el primer obispo del Cusco, Vicente Valverde, propuso
a Carlos V que se aplicaran diezmos y primicias a sus cosechas.
La papa llegó a Europa como una curiosidad
botánica. Se dice que las primeras plantas fueron enviadas a Felipe II en 1565,
quien las regaló al Papa, quien a su vez las pasó al botánico Carolus Clasius. Este
las cultivó en Viena y en Frankfurt admirando sus hermosas flores.
Al fin de este milenio son pocos los países donde la
papa no se cultiva y es sin duda el mayor regalo que el Perú y América han hecho al mundo.
Siendo originaria de los Andes sólo allí se puede
encontrar una infinidad de variedades -3,500- de espléndidos sabores y colores.
En otras tierras y en otros climas ha salvado del hambre a millones de personas.
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