domingo, 29 de marzo de 2020


CIERRAPUERTAS MUNDIAL

El virus de la temible gripe nos ha encerrado. Será por breve tiempo pero nos ha sacado de las calles. Salir de las calles quiere decir nada de aviones, nada de autos, nada de trenes, de helicópteros, de barcos, de buses, de camiones, de tanques, de motocicletas, bicicletas y hasta de patines. La reclusión es total. Vacaciones generales en el interior de las casas. Los seres humanos debemos reprimir impulsos durante la cuarentena, con la voz caminando de puntillas, como si se fuera a dormir. La regla es no contagiar ni ser contagiados. La única manera de vencer al Covid 19.  Los rebeldes no cuentan. Son la minúscula sin razón. Lo real es gozar de aire puro, de cero ruidos, menos contaminación, nada de gritos, de besos viciados, de manos negativas, de abrazos sin control, de pesadillas. Más vida, sueños que multiplicar y no perder la perspectiva. Vallas a los viajeros involuntarios portadores. Podríamos quedarnos sin amanecer. A los jardines funerarios de la paz hay que elegir la lucha haciendo un cabe al tedio. No queda otra cosa que resistir a puerta cerrada. Extraña ganancia. Solo queda esperar cuando inclusive la guerra ha dejado sus batallas en suspenso.

Coronavirus Perú | Costa Verde | Naturaleza que recupera espacio ...En esta situación hay seres a quienes el fenómeno beneficia. Una flora y fauna a las cuales hemos ido poniendo en extinción. Ellas se han dado cuenta de que las calles y plazas están desiertas y recobran sus paraísos perdidos, aunque sea por poco tiempo. La madre naturaleza nunca hubiera poseído fuerza para encerrarnos a nivel mundial. ¡A volar, parecen gritar las olas y millones de alas se han abierto sin equipararse al ruido que producen las máquinas aéreas. Plumas de seda que jamás se atreverían a sofocar al oxígeno del aire. Las pariwanas aquí, los jabirúes y las cigüeñas de acullá unen sus vuelos en un mitin de confines. Los pelícanos se lanzan sin parar a pescar enloquecidos en las manchas de peces que reaparecen tras la limpieza de las Corrientes de Sur y Norte. 

Los flamencos colorean las playas de Paracas Ica | El Comercio PerúHay fiesta de alas sin competencia. ¡A nadar … sin temor y los océanos  vuelven a sentirse abuelos felices de miles de criaturas! Los peces grandes y chicos que se atragantan con las bolsas de plástico o que pierden su movilidad al ser aprisionadas por las redes de los cargueros disfrutan de la libertad. El papel lo aguanta todo pero una ostra no lo puede convertir en una perla.  Las tortugas mayores y menores que no logran digerir montañas de desechos químicos se sienten reinas de volver a una dieta rica en proteínas. 
Las gaviotas y otras aves migratorias desbordan a su vez las playas, sin bañistas incómodos, y los pájaros niños, los zarcillos y muchos más. En Venecia, Europa, los cisnes se permiten el lujo de surcar los canales  y así mismo otras aves que han recobrado sus brújulas, sin seres humanos intrusionádoles el planeta que debíamos compartir. Y … los cóndores en el Qosqo con sus paisajes libres de vuelos con miles de pasajeros  que burlan en Machupiqchu los parámetros de lo que debe ser una visita grata. 
El receso no ha de durar tanto, pasado mañana las alas se marcharán a dónde no se sabe. Cabe solo una reflexión. Se podría dejar tal vez algunos lugares para la naturaleza, esa madre desesperada. Lo vemos. Traspasado mañana volveremos a espantarlas. ¡Adiós tortolitas que están haciendo su nido en el molle de la calle de Enrique Villar 444, de Santa Beatriz! ¡Adiós loritos k’allas de la palmera! ¡Adiós yemitas del algarrobo amigo! ¡Nunca aprenderemos, aunque el planeta nos perdone la vida todos los días!

Alfonsina Barrionuevo

domingo, 22 de marzo de 2020

Estimados lectores,
saludamos a todos y cada uno de ustedes, informándoles que también nos sumamos a este aislamiento social por el bien del pueblo peruano. Y aunque durante estos 15 días de recaudo no contaremos con la agenda acostumbrada, aquí les recomendamos libros y enlaces que pueden hacer entretenida su estadía.

librosperuanos.com / Libros y autores del Perú para el mundo

1) MALI - Museo de Arte de Lima: http://www.archi.pe/

2) Centro de Arte Contemporáneo de Málaga: http://cacmalaga.eu/

3) 36 recorridos virtuales por museos y lugares increíbles alrededor del mundo: https://www.canva.com/es_mx/aprende/conoce-virtualmente-36-museos-y-lugares-increibles/

4) Visitas virtuales a museos, cuentacuentos o clases de gimnasio: Las redes se vuelcan con iniciativas para hacer más fácil quedarse en casa: https://www.expansion.com/economia-digital/innovacion/2020/03/13/5e6bc02b468aeb6b638b45c8.html

5) El Grupo SM ofrece gratis acceso a su plataforma con libros y juegos de su aula virtual de aprendizaje M.A.R.S para niños durante el periodo de aislamiento social: https://universoabierto.org/2020/03/14/el-grupo-sm-ofrece-gratis-acceso-a-su-plataforma-con-libros-y-juegos-de-su-aula-virtual-de-aprendizaje-m-a-r-s-para-ninos-durante-el-periodo-de-coronavirus/


Pequeña historia:
El doctor Nicanor Domínguez, ilustre profesor de la PUCP, tuvo la gentileza de enviarme un correo excepcional. Visitas a Museos del mundo. Le pregunté si podía enviar ese correo a ustedes. Fue tan amable que buscó exposiciones y otros del MALI para que tengan un panorama peruano. Creo que así podrán ver maravillas nuestras y de otros países del mundo. Me ayudó con estas visitas a salir de casa virtualmente. Me siento feliz de que puedan verlos. Agradezco al doctor Nicanor Domínguez que sea en estos momentos un gran anfitrión. 

Vamos a admirar obras de espíritus selectos de tiempos pasados y contemporáneos.
Felicidades.
Alfonsina Barrionuevo

domingo, 15 de marzo de 2020


A ciento doce años de su nacimiento un justo homenaje al doctor Arturo Jiménez Borja, apasionado historiador del Perú. Los museos de sitio de Phuruchuku y Wallamarka fueron un ejemplo de lo que se puede hacer para devolverles nueva vida con una museografía extraordinaria. En el primero el señor recibía con majestad a los visitantes, en el segundo la bella sacerdotisa de manos alargadas y finas mostraba la caja de maquillaje  que realzó su rostro y su cuerpo. La colección de máscaras y trajes prehispánicos del maestro fue famosa. Aquí unas líneas.

Alfonsina Barrionuevo



LAS MÁSCARAS DE ARTURO
Al declarar con orgullo que era nieto del último kuraka Ara de Tacna Arturo Jiménez Borja se quitó una máscara. Ser nieto de antepasados prehispánicos es un lujo. Sobre el terno negro y la elegante corbata el kuraka puso una sonrisa de triunfo. La gente admiró con cariño el gesto del catedrático emérito. Le encantó el brillo de sus ojos sobre el cobre de su rostro. Máscara viva presentando un bellísimo libro de su autoría: ”Máscaras Peruanas”.
El amauta aprendió a usar su primera máscara cuando su madre le puso un dedo sobre los labios antes de que fuera al colegio. No debía cantar el himno chileno y el niño ponía sobre su carita una máscara de silencio. Hasta que Tacna lo envió fuera para librarlo de la tristeza del cautiverio. El amor por el Perú profundo, que hoy se pone máscara de rap, de surf, de rock, lo internó por los caminos del Ande.

Nunca fueron más auténticos sus encuentros con un arco iris que hervía en las pailas y se derramaba sobre los seres humanos. En sus fiestas el pequeño Arturo se convertía en awki. La máscara sin curtir o de pellejo, con luengas cabellos de crin sobre la piel sonrosada, se ajustaba a su rostro. Era de pronto un respetable espíritu de los cerros. Un apu, hasta una nueva metamorfosis.

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Aparecían los diablos de la Candelaria y se metía debajo del yeso avernal, con cuernos, batracios y reptiles. Un viento de música lo llevaba de los socavones a las panpas o lo hacía viajar en una máquina de tiempo a las máscaras de lata de Lucifer que copiaban los dibujantes del obispo Martínez de Compañón y Bujanda. El niño intercalaba la ternura que inspiran los diablos de Cajabamba, de faldas de encajes y ramitos de flores en las manos enguantadas, que se mueven como ingenuos angelotes.
Cuando quería se deslizaba a la prehistoria para bailar después de una cacería con una máscara zoomorfa en las pinturas rupestres de Toquepala o de Sumbay. Puedo afirmar que estuvo al lado del artista que cincelaba la máscara de oro que llevó el señor de Sipán para deslumbrar a la muerte. En su reino, el envés del mundo de los vivos él sabía que las máscaras contribuían a realzar su grandeza.
No trajo ninguna a su colección para evitar que nadie quedara huérfano de la majestad de la máscara.
Verle  a caza de los parlampanes, truhanes o pícaros, fue una delicia. Ña María no puso en sus manos su máscara porque era de papel y descubrió que sus desmayos y sofocos en cada esquina eran pura farsa para hacer reír. Consiguió la de un truhán, calabaza cubierta con tela blanca pintada después de convencerle que saltaría la puerta de Cronos y se la puso. En Corpus Christi, San Juan Bautista y Carnavales estuvo hasta que la danza se suprimió por irreverente.

Resultado de imagen para coleccion de máscaras de arturo jimenez borjaEn Paucartambo se perdió en los talleres encantados de don Isaac Portugal y Santiago Rojas para salir con una jaba de máscaras arrebatadas a los  conjuntos de majeños, awka chilenos, saqras, k’achanpas, sijllas, qhapaq negro, waka waka, chuqchus, qollas y ch’unchos. Luego arranco con su tesoro de prisa a Lima por el puente de piedra de Carlos III, seguido por las músicas de ofrenda de la Mamacha Carmen que es una niña linda que rescataron hace siglos del río Amaru Mayo.

Danzas de imitación como el “okay”, copiado de los “yunaites”, los “blue jeans” y “american life”, no fue para su gusto. Le encantó el lucimiento de la chonguinada  que imita los movimientos donosos de las cuadrillas europeas. Una demostración de que los wank’as podían bailar con elegancia, convirtiendo las calles en salones. Con máscaras de largas pestañas y ojos azules -las mujeres que eran hombres, pues, no las dejaron bailar hasta la segunda mitad  del siglo-, y  barbas en perillas que eran pintadas graciosamente sobre malla en Alemania para estos bailarines de los Andes Centrales.
Se colocó la máscara de maguey con la epidermis sonrosada y el cabello con hebras doradas de Carlomagno para presidir sin pestañear el trono de los doce Pares de Francia y también, como Papa en el singular Cerco de Roma. Extrañísimos autos sacramentales que fueron traídos sin duda por doctrineros galos e italianos, generando una serie de personajes con máscaras o sin ellas - Untiveros, Fierabrás, Floripes y otros-. Su objetivo se perdió en la sierra limeña. No se representan para el Santísimo sino para pedir a la madre naturaleza que mande la lluvia para fertilizar los surcos.
En la wakonada de Mito tiró del año con una sonrisa muda en la dura madera, para juzgar mitad en serio, mitad en broma, la mala gestión de las autoridades o los defectos de las personas principales. Dio una media vuelta por Sapallanga y se convirtió en el inocente chutito con facciones de suave badanas que encontró a la Virgen lavando los pañales de su Niño. En Angasmarka tomó la forma del gavilán con máscara de tela encolada y policromada, agitando alas como en las danzas prehispánicas.
Es imposible contar cuántas veces el nieto del kuraka Ara se ocultó debajo de máscaras negras. Las encontró de arriba a abajo, de Perú del nivel del mar a las nieves eternas contrastando siempre su maga epidermis de carbón brillante con su cobre de señor andino. Negrería que nunca fue más libre que detrás de las máscaras con sus facciones adaptadas a trajes vistosos de sedas y terciopelos cuajados de perlas y pedrerías.

Queda la valiosa colección de Arturo Jiménez Borja como un testimonio de maravillas de lo que somos y tenemos!

Alfonsina Barrionuevo

domingo, 8 de marzo de 2020


ARTES DEL BUEN COMER 

En el siglo que despedimos Dalila Pardo de Saric, amante y empresaria de la buena mesa, me pidió que escribiera textos sobre nuestras comidas. Yo regresaba de muchos viajes por el interior del país, tuve una cátedra sobre ‘Geografía de los Alimentos’ en la Escuela Nacional de Turismo, y ella me animó a poner deliciosos potajes en letras de molde. El fragmento que sigue espera dar una rápida visión de sus cocinas en días especiales.

En las fiestas religiosas un lokro o rokro de gallina, con su vistosa wañipa o presa encebollada es ofrecida por las mayordomas; lo mismo ocurre con la cena martajada de res, de chancho o de venado, que se acostumbra  en las celebraciones artesanales; el llaqway uchu altar uchu o chiri uchu, un plato que parece un imponente altar de comida donde se acomodan presas de pollo hervido, tortillas, chorizo frito, qochayuyo y  huevera de trucha, el kuye al horno y el tostado de maíz o kancha, llevando encima una banderita nacional; el chicharrón que se fríe en su propia manteca en perol de cobre y va a la mesa con mote y ensalada de hierbabuena; el lechoncito de leche de Todos los Santos, todavía mamón, de carne suave, o el cabrito que reposa en chicha enterrada para coger los perfumes de la tierra antes de entrar a la olla de donde sale con acompañamiento de frejoles.

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En el Perú hay por lo menos unas diez formas de preparación de kuye qowe o cuye que son otras tantas demostraciones de ingenio gastronómico; el kuye alechonado, el chaktado, el haka kahski osqo, el  crocante en cazuela, frito y hasta en lawa. Lo mismo sucede con la carne de cerdo ya fresca, ya seca y deshilachada revuelta con huevo; ya curada con sal y miel de chancaca; ahumada con mucha sal, ají y colorante; molida para los rellenos, prensada como queso o aliñada con alcohol para dar al toqto esa sensación de etéreo como si estuviera repleto de oxígeno.

Las trasnochadas se combaten con caldo de cabeza de cordero y lenguas hervidas. La ausencia de virilidad, decían las dueñas de las ollas,  se remedia con criadilla al vapor con mucho ají molido. En primavera las hojas del  nabo andino verde y tiernas son un manjar agreste en contraposición al policromo soltero de chiñichallwa o pescadito seco, habas tiernas, pellejo de chancho, rocoto picado, cebolla, qochayuyo, queso y perejil. Para un refrigerio al paso papita primeriza o miskha, -aquella que no se come sin su dueño-, en salsa de ají con huevo y maní;  choclos simplemente hervidos que se consumen al pífano con queso.

El seviche de pescado con naranja agria, naranjita de Quito y ají limo es el más tradicional, pero también son agradables los seviches de calamares y mariscos de última creación y el seviche caliente que es una rareza de la culinaria limeña. La karapulkra no tiene rival con el chancho como ingrediente, pero tiene que ser hervido con esqueleto de pavo para alcanzar la perfección. Los ingredientes justos no pueden faltar. Es el caso del ‘arroz con pianito’ que perdería su gracia si no tuviera la alegría y el inconfundible sabor del camaroncito chino. Lo mismo sucede con la añeja ‘ropa vieja’ en la cual no puede estar ausente el ají verde soasado al  lado de un buen pecho de res.

La causa, plato ‘que da vida’ como su nombre lo indica se prepara en obsequio de las personas que se estima con papas amarillas reventonas, camarones molidos, quesillos, aceite de oliva y choclo. Un poco que ha ido desapareciendo el almendrado de gallina, pero es necesario rescatarlo; así como también la costumbre de preparar la okopa con nueces y pecanas, sirviéndola con una exquisita ración de pajaritos  fritos.
Un chupe de pallares verde con camarones, corvina, zapallo, arroz, chokllo, huevo, leche, ajos, orégano y cebolla, para regocijo del estómago y es tan sabroso como el espesado con carne de pecho, yuka, caigua, frejolitos, zapallo loche, choclos; el caldo de carne con bolas de plátano dominico, harina para espesarlo ligeramente, pimientos, huevos, aceituna, papas y culantro; peqan caldo con jamón y cabeza de cordero; y, la sopa shambar de trigo pelado con carne de vaca, pellejo y carne de chancho salado. Arvejones y frejoles secos.

Entre los platos de fondo el espíritu se refocila con un bisteck bien apanado con galleta o pan duro; el chirinpico de mondongo de cabrito tierno con limón, ají verde, yuka sancochada y rodajas de camote; el seco de chabelo con cecina, carne de res, plátanos verdes, vinagre de chicha y cebolla; la famosa malaya malarrabia que tiene como ingredientes pescado seco, menestras, plátano maduro y queso fresco de cabra; la warqhata que presenta en medio de una guirnalda de papas amarillas,  salsa de cebollas y ají mirasol tostado una cabeza hervida de chancho o una porción de pescado; el pato enterrado vivo para que su carne, sofrita en mantequilla con un aderezo de ají, pimienta y cebolla china, se nutra  con las fragancias de la tierra; el chivo perseguido al que se hace ‘emoliente de chivo’, un preparado de aguardiente puro de caña, sal, pimienta y ajo, dejándolo colgado toda una noche con una capa de sal para asarlo al día siguiente lentamente hasta que se dore; la cacharrada con menudencias de res, corazón, choncholí  y tripas, que según las viejas consejas puede resucitar a un muerto, la tripulina sustanciosa que viene a ser casi lo mismo pero con algunos variantes y el chunchulifán que se prepara  con menudencias de gallina, yuka y hojas de bijao al estilo selvático; son otras tantas delicias gastronómicas que demuestran el gran poderío del Perú.
En nuestro pueblo hay fantasía para crear, pertenecemos a una cultura con sabor. Cualquier pueblo tiene cocina, nosotros tenemos culinaria’, decía el Corregidor Mejía, afirmación rotunda que era un elogio al hombre peruano que hace 10,000 años inició históricamente el proceso alimentario para vivir hasta dominarlo como un arte y una a ciencia.

Alfonsina Barrionuevo



domingo, 1 de marzo de 2020


EL MENSAJE DEL QORIQ´ENTI

La leyenda es el encanto de un sitio, de un pueblo, de una región; la que remonta los sueños, la que explica lo inexplicable.
Quién pudiera hacer realidad una leyenda. Sumergirse en la sagrada laguna Waynaqocha, oculta en un glaciar del nevado Salqantay, como los cóndores viejos que se zambullen en sus aguas taumaturgas, cuando caminan con las patas temblorosas, arrastrando las alas y la visión turbia, para salir nuevamente jóvenes, malqos, polluelos. En las leyendas puede haber un fondo de verdad, donde se entreteje su historia. Es inútil tratar de desentrañarla. Quien mata a un picaflor de oro, creyendo en la riqueza de sus alas, lo encontrará como un puñado cenizo de plumas. En cambio es posible ubicarse en su tiempo y dar vuelo a la mente para recrearse en ella. Sobre la construcción de Machupiqchu encontré, en ese pozo de la imaginación colectiva donde a veces cae la luna para hacer reverberar sus aguas, una leyenda que cita hasta el nombre de los arquitectos y del sumo sacerdote;y otra, que nace de las penurias que sufren sus constructores para vencer la abrupta ladera, casi vertical, y trasladar a su cima bloques de las canteras que había en el cañón del Urubamba. 

Haytapuma y Choqetarki, dice la primera, los arquitectos inkas más prestigiados del Imperio, que habían construido templos y palacios de maravilla en el Qosqo, ‘sudaban sangre’ para levantar un santuario en las alturas del sagrado Apu Willkamayu, el río que abre una brecha entre los cerros para meterse a la selva. Las grandes piedras que había en el sitio no eran suficientes para su propósito y había que hacer subir otras con gran esfuerzo desde abajo. Pero, los enormes bloques se desbarrancaban con frecuencia, aplastando a sus conductores. Los wayllas, antas, urosaires, killapanpas y demás pueblos, que trabajaban en la obra estaban atemorizados. 

Se hablaba ya de renunciar al proyecto cuando el Inka, que había contemplado el espléndido paisaje desde la cumbre, quedando subyugado por el sortilegio de los valles envueltos en nieblas azules, los cerros aledaños que se cubrían de nieve en ciertas épocas del año, la ubicación estratégica del río guardando tres de sus entradas, una infinidad de especies animales de la yunga y la rupa rupa, así como una exótica vegetación que llenaba el ambiente de fragancias, embelleciéndolo con las flores más raras, se resistió a abandonarlo. ‘Aquel será el santuario y … nada se opondrá a su anhelo, porque así lo quieren’, dijo Pachakuti Inka Yupanki al Willka Uma Apusaywa, gran sacerdote de Qosqo, que le escuchó en silencio, y agregó. ‘Consultemos con mi padre, el Apu Inti, para que resuelva la flaqueza de sus hijos. 

Por más riesgos que tenga esa empresa, él nos ayudará.’ Acatando su orden el viejo Apusaywa se recluyó en el Qorikancha, para ayunar y orar sin descanso, rogando la inspiración del Hanaq Pacha. Pasó muchas noches en vigilia sin que sus invocaciones tuvieran respuesta, hasta que se durmió, rendido por la fatiga. En su sueño se le apareció entonces un qoriq’enti, pájaro sagrado de los Inkas, cuyas alas de oro vibraban sin cesar, tanto que lo enceguecieron, impidiendo que pudiera mirarle de frente. Ofuscado, el sacerdote cayó de rodillas cubriéndose los ojos con las manos y, entendiendo que había sido enviado por el Sol, le rogó entregarle su mensaje. El qoriq’enti se posó en una rama de uno de los arbolillos de plata, que había en los magníficos jardines del Qorikancha, y le dijo con una voz delgada que parecía un himno. ‘El santuario se construirá en la cumbre del gran cerro, como ha pensado el Inka, segunda persona del Sol; pero, antes, los maestros guardarán ayuno para purificar sus almas. Una vez que lo hayan hecho entrarán, con la cabeza descubierta y los pies descalzos, en el recinto del Suntur Wasi, la Casa de Armas de los Inkas.’ 

Machupiqchu
Foto: Peruska Chambi

‘Allí encontrarán, en una vasija de oro, la semillas de unas plantas prodigiosas que tienen la virtud de convertir la piedra en barro. Ellas crecerán apenas las pongan en la tierra y, escucha bien, sólo se usarán para construir el santuario que será templo del universo. Los hombres deben olvidarlas después, para siempre, porque esa es la voluntad del Apu Inti.’ Al despertar el Willka Uma Apusaywa corrió, temblando de felicidad, para comunicar su sueño profético al Inka. Este dispuso que se cumplieran, de inmediato, las disposiciones del sagrado qoriq’enti.

 Aseguran que el hak’aqllu, un pájaro que vive en los roquedales y que en esos tiempos hablaba, llegó a escuchar el nombre de la extraña planta. Como era muy charlatán, para impedir que hablara le sacaron la lengua por el cuello, condenándolo al silencio para siempre. Sus descendientes llevan un plumón rojo en la cabeza que es la lengua de su indiscreto antepasado, el primer hak’aqllu. Éste no tuvo tiempo de revelar el secreto a los hombres, pero transmitió su conocimiento a sus hijos y estos a los suyos y, así por generaciones. El hak’aqllu tiene la fama de que horada la roca para hacer su nido  con el jugo de unas plantas que sólo él conoce. En el mismo sueño el qoriq’enti anunció al gran sacerdote que el Apu Inti entregaría a los Inkas el don de una hoja de poderes mágicos. La sagrada koka akulli que brotaría misteriosamente en los andenes dorados del Qorikancha. Las más bellas mujeres del Aqllawasi, el convento de las vírgenes del Sol, deberían protegerla del extremado frío con la tibieza de sus manos, hasta que la pequeña plantita tomara envergadura, y regarla también con las aguas de la fuente de Qorimach’akway, la serpiente de oro.

‘Al masticarla, dijo el pájaro prodigioso, los hombres duplicarán sus fuerzas, endulzarán sus larga horas de trabajo, serán invulnerables al frío, a la sed, al hambre y al cansancio, nunca rendirán sus brazos.’ Solamente con estas mercedes se pudo construir Machupiqchu, el gran santuario donde reinan hasta hoy  los elementos de la naturaleza, asombrando a propios y extraños con su presencia magistral.

Alfonsina Barrionuevo