domingo, 30 de noviembre de 2014

ALIMENTOS QUE SE QUEJAN AL CIELO

El padre Jorge Lira, párroco de Quispicanchis y gran conocedor del alma qechwa, decía que: “la hoja de coca vive, el grano de maíz vive, el cerro vive, la tierra vive, y en la mente de nuestro pueblo tienen además conciencia…”
En la revista “Kay Pacha”, 1982, la investigadora Rosalind Gow mencionaba un relato de Bernabé Conde”, sobre lo que dijo la Pachamama en tiempos aurorales:
 “Yo soy la santa tierra, la que cría, la que amamanta, Pacha Tierra, Pacha Ñust’a. Pacha virgen soy..” y agregaba Conde que su pelo crece. “Es el pasto para los animales…”
El altomisayoq Mario Cama decía que si los alimentos son maltratados suben al cielo para quejarse y entonces pueden faltar. Por eso la gente andina nunca los arroja a la basura, siempre se sirve lo necesario, porque dan vida y pueden sentir que lo desprecian e irse.
En Ica un hijo de esas tierras encontró en su camino a un noble anciano que se marchaba llorando del lugar. “Soy el padre pallar –le dijo- y me echan de su mesa mis hijos. Por eso he decidido irme.”
Alarmado de que nunca tuvieran el delicioso pallar el hombre le suplicó que volviera, que él hablaría con los demás para que fuese amado, como debía ser…”, y el padre pallar regresó.     
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Notas del libro “Hablando con los Apus” de Alfonsina Barrionuevo



EL MAR SUBE EN EL MUNDO
                   
En próximos días Lima será sede de la COP20, reunión a nivel mundial para advertir sobre los cambios climáticos y la necesidad de  tomar acciones. El presente artículo publicado hace algunos años cobra actualidad.
         
En épocas antiguas, hace millones de años, los cambios climáticos hicieron desaparecer a los dinosaurios. Hoy, los cambios  que se registran en las últimas décadas hacen pensar, según el metereólogo Mateo Casaverde y otros científicos, que a  lo mejor estamos en una víspera del fin de nuestra era.
La declaración es grave y parece exagerada. Los gigantes antediluvianos no fueron causantes de su extinción. Sería lamentable que la humanidad, con todos los adelantos logrados, pierda sus jardines del paraíso en un tiempo que no será como se creía, 100 o 50 años. Los países desarrollados que son las minorías, agregan los científicos, tienen la responsabilidad.

La Tierra está acusando efectos devastadores que no se toman en cuenta. Generalmente por falta de mayor información o por minimizar la noticia de desastres que surgen cuando menos se espera. Es increíble, pero en el mundo y en nuestro país las precauciones son casi nulas.
Cada año se recuerda en el Perú la necesidad de drenar los ríos que se colmatan al transcurrir los meses pero los trabajos no se realizan a  tiempo. Urge reforestar la cuenca del Rímac pero se deja pasar hasta que los aluviones barren campos de cultivo, propiedades y tramos de carretera.

Se conocen los fenómenos y se olvidan. La preocupación del estudioso Mateo Casaverde, que fue  Director del Instituto Geofísico del Perú, viene de nuevos efectos por los cambios climáticos
Un artículo del norteamericano Andrew Thomson, de la Universidad de Ohio, USA, calculaba un plazo de cincuenta a cien años antes de que el calentamiento global representara un peligro. Sin embargo en setiembre del 2002  se comenzaron a adelantar los pronósticos cuando apareció  en el Atlántico un “río” de agua dulce provocado por grandes masas de  hielo polar derretido. Se creía así mismo que en un futuro lejano habría inviernos muy frígidos en Norteamérica y Europa, pero ya se están produciendo.
En el 2004  el inglés  David King, de la oficina del Ministro Tony Blair,  expuso la catástrofe mundial que se venía planteando que era necesario prepararse. En la revista “Sciencie” escribió el resultado de sus trabajos y concluyó que “en mi opinión el cambio climático global es el más severo problema que afronta la humanidad actual.”   

A su vez, Andrew Marshall, de la Office of Net Assessment de los Estados Unidos de Norteamérica, explicó como el derretimiento de los polos y los glaciares en el mundo generarán el desastre climático global más serio  de la historia escrita al perder la corriente del Golfo (cálida) la capacidad de mantener  alejados a Norteamérica y Europa de un congelamiento permanente, que mantiene en gran forma  el equilibrio climático global como lo conocemos.
“El derretimiento de los glaciares en el Perú es patente, dice  Thomson: en 1954 un DC3 de TAM se estrelló en el glaciar Yerupajá. Cuando localizaron el avión siniestrado sólo se veía la punta del timón de cola que desapareció  bajo la nieve. Hace unos años andinistas descubrieron  que en gran parte se había derretido y los restos del avión se podían ver.

Si los glaciares de la cordillera de los Andes continúan perdiendo nieve, agrega Mateo Casaverde, en menos de veinte años según Thomson bajarán los caudales del río Santa afectando poblaciones y campos de cultivo. Otro tanto se puede decir del río Willkamayu, en Cusco.
Al respecto tendremos otros desastres naturales, deslizamientos, erosiones, aluviones, por la orografía de nuestro suelo. Casaverde señala que los problemas se magnifican en nuestro país debido a sus 240 cuencas y subcuencas donde se generan estos fenómenos geológicos.

“Ahora, continúa Thomson, se producen incendios forestales en zonas que siempre fueron húmedas en Alaska,  huracanes con fuerza y frecuencia jamás vistas en el Caribe.”
Gracias a fotos satelitales de 1973 a 2003 Andrew Marshall comprobó objetivamente que el 40% del Polo Norte se ha derretido en sólo 33 años, y que el proceso está más acelerado con todas sus brutales consecuencias.
Es curiosa la posición de los científicos auténticos y los científicos “oficiales” en cuanto a sus declaraciones. En el Polo Sur el glaciar de Larsen A se desprendió sorprendiendo a todos. Pero los “oficiales” rápidamente dijeron  que no importaba porque había estado conectado al Polo Sur más o menos 10,000 años. Agregaron que el glaciar de Larsen B que estaba detrás nunca se derretiría. Pero el año 2003, este glaciar de 600 km2 aproximadamente de superficie, se rompió y se deslizó hacia el mar. Los “oficiales” afirmaron que se derretiría en seis meses pero fueron apenas 35 días.

Se estima que el nivel de los océanos crecería entre 6 y 7 metros. “¿Se imaginan que significaría para La Punta, Callao, y también islas, puertos y otras ciudades del litoral?,” vuelve a preguntar Mateo Casaverde.
De suceder,  territorios de la actual Europa del Norte quedarían  bajo una capa de hielo de varios cientos de metros de espesor, y el norte de Estados Unidos e Inglaterra pasarían a tener el clima de la actual Siberia.
Al existir además de la corriente del Golfo  otras corrientes marinas, como la del Humboldt en el Perú, es probable que su costa se volvería en una selva tropical, con heladas constantes en la puna. La Amazonía sería un pajonal con algunas áreas verdes en las cuencas de los ríos de  origen ecuatorial. El clima del planeta sufriría otros cambios radicales que durarían alrededor de 9000 años.

“De acuerdo a últimas investigaciones el cambio climático radical global empezaría a producirse pronto y sería muy rápido. La raza humana está advertida por los científicos, dice Mateo Casaverde. Tenemos que ser realistas.  Los pronósticos pueden parecer fatales pero no tienen fines alarmistas. El propósito es obtener una reacción de los gobiernos.”


Alfonsina Barrionuevo

domingo, 23 de noviembre de 2014


EL APU POTOSI BOLIVIA ES GRINGO

En una de las sesiones que tuve con los Apus y Pachamamas, la mamita del Waqaypata Qosqo dijo que el Apu Potosí Bolivia era gringo.
Me pareció tan raro que quise una mayor explicación.
-¿Por qué dices que es gringo? –pregunté con curiosidad.
-Te lo dirá él mismo. Ya está aquí.
Al mover sus alas desordenó un poco mis cabellos.  Dio unos pasos sobre la mesa y escuché su voz potente diciendo mi nombre. Yo estaba con la mano sobre la grabadora y la empujó ligeramente.
-¿Cómo eres señor?
-Mis plumas, hija, son azules. Mi cuerpo es de aire, pero cuando estoy frente a un nevado tiene los colores del arco iris. Te diré quie soy alto.
-¿Por qué te dicen gringo? Pareciera que tienes algo de americano, inglés o noruego.
-¡Es una broma! Me dicen gringo porque soy como los albinos, tú sabes que soy de plata. ¡Servida!
-¿Qué más me puedes decir de Potosí Bolivia? -me dirigí a la mamita del Waqaypata.
-Además de alto es un poco delgado. Tiene sus pantorrillas más o menos gruesas. Sus plumas son como un ropaje que le cubren el cuerpo y los brazos. Sus manos son como seda. Tiene la cabeza un poco plana. Sus ojos son muy brillantes. Su pelo no es rubio sino blanco, sólo la parte de atrás. Tiene pico parecido al del cóndor pero menos curvo, no es cóndor. Wallpnikun waway. Los cóndores son nuestras gallinas.
Los Apus y las Pachamamas me dijeron más de una vez que ellos no tienen forma, son pura energía, sólo luz. La descripción fue sólo para mí, para que los distinguiera de alguna manera. En los próximos blogs iré dando descripciones de ellos tal como quisieron que los reconociera.

Una vez que Mario Cama recibió su mesa, es decir el poder para convocarlos, le dijeron que tenía que trabajar sin cobrar durante dos años. Nicolás Janco, su maestro, le indicó que su centro iba a ser Santa Teresa, provincia de La Convención. Así fue. Cuando no tenía ya ni zapatos los llamó y…
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Notas del libro “Hablando con los Apus”, de Alfonsina Barrionuevo.





               MIRADOR DEL SOL EN KILLARUMIYOQ  

Los privilegiados espectadores que asisten a una salida del sol en Tres Cruces, del tamaño de una catedral en Paucartambo, a unas cuatro horas de Cusco, se preguntan si es una ilusión visual, un juego de las nubes y el astro para obnubilar su mirada y prender una hoguera en el interior de sus pupilas.
Francisco Hernández Gamarra, gran pintor y compositor cusqueño, se figuró que el Inka y sus sacerdotes iban hasta allí para saludar al astro rey y así los inmortalizó en un lienzo. Siguiendo sus huellas centenares de peregrinos se dirigen en junio hasta el lugar para gozar de una radiante salida solar si tienen suerte, pues, no siempre aparece.
Su fama será compartida de ahora en adelante con Killarumiyoq, a menos de una hora de la Ciudad Imperial, 46 kilómetros, en la provincia de Anta, donde se puede observar un fenómeno semejante. El descubridor de este segundo mirador, en un escenario de indescriptible encanto, es Fernando Moscoso Salazar, estudioso de nuestra cultura ancestral  y caminante empedernido.

En uno de sus recorridos por alturas inéditas encontró una primicia. El astro llenando el horizonte como un disco llameante de tamaño colosal, que fue abriendo cortinas de celajes mientras subía hasta alcanzar el infinito. Su sorpresa fue inmensa porque no podía imaginarlo tan cerca de Cusco y en un lugar que demuestra una sacralidad inka especial.   
Conversando con él explica que hay grabado en un gigantesco bloque de roca caliza un calendario astronómico y agrícola que es conocido por las comunidades de los alrededores como Killarumiyoq, “la luna de piedra”. La grabación, hecha por canteros inkas que se esmeraron en un primoroso trabajo, es de buen tamaño reproduciendo siete estrellas en un medio  arco con siete lajas. 
Según dice el espectáculo se complementa con un movimiento que efectúa el sol más o menos al promediar las ocho horas del 21 de junio. Sucede cuando se ubica con todo su esplendor sobre el cerro Muyu Orqo y orienta sus rayos hacia el semicírculo pétreo.
“Una observación prolija, menciona Fernando Moscoso, permite apreciar el ángulo inscrito en el interior del calendario marcando el inicio del solsticio de invierno. Al mismo tiempo ilumina la figura de un hanphatu o sapo gigante de piedra que está al frente, a unos pasos. Como se sabe el batracio está relacionado con la agricultura dentro de la cosmovisión andina. Está por averiguar qué pasa si le da de lleno, de un costado u otro. Eso lo conoce la gente del distrito de Ankawasi donde se encuentra el mirador.”

La salida del sol en Paucartambo deslumbra por la forma en que aparece el sol en el espacio estelar con giros, aperturas entre las nubes y celajes, con la posibilidad de ver las estrellas brillando sobre la sábana neblinosa de la amazonía, pues, Tres Cruces es una de las últimas atalayas del Ande, con un miraje espectacular. No hay noticias sobre algún indicio que indique si el año será lluvioso o seco.

En el caso de Killarumiyoq parece que se llegó a determinar si sería bueno o problemático al coincidir con el calendario astronómico y agrícola tallado en la piedra para captar un mensaje sideral.
El sitio donde se encuentra este mirador sobrepasa los 4,000 metros de altura y el frío es intenso. El fenómeno astral  comienza, según dice el connotado periodista, a partir de las 5 a.m. cuando los celajes invaden el cielo con un hermoso color dorado, rojizo y azul en  tonalidades admirables.
A las 6 a.m. el astro rey aparece como un disco gigante incandescente que envuelve al observador en un manto místico, momento en el cual recibe su energía cuidando de mirarle por supuesto. Luego viene lo demás, como si se diera una clave solar sobre la media luna blindada en el granito.
Espero acompañarle para el próximo solsticio de invierno. Cusco es una caja de sorpresas y vale la pena un viaje para recibir su fuerza y disfrutar con las escenas que se suceden unas a otras. Al volver debe ser emocionante sentir que su fuego corre por las venas en una avalancha que renueva la vida.
Después estaremos preparados para conocer las maravillas de un nuevo circuito turístico en Anta, luego de asistir a otro “nacimiento” del sol.
Killarumiyoq es una parte de un santuario inka en el distrito de Ankawasi que comprende un recinto dedicado al rayo y al arco iris, una phaqcha o caída de agua que proviene del cerro de Soqomarka y el muro de Qaqawasi de estilo poligonal almohadillado. Una parte de otras maravillas que se pueden ver con la guía de Rina Vargas Uscamayta.

Alfonsina Barrionuevo    

domingo, 16 de noviembre de 2014

HABLANDO CON LOS APUS

Vuelvo  hacer conexión con los Apus. Están acompañándome nuevamente. El altomisayoq Mario Cama fue a Puerto Málaga, al pie del nevado Willka Weq’e o La Verónica. Allí recibiría su mesa y tendría poder para convocar.
-¿A qué le llaman “mesa” Mario? -le pregunté.
-Es una representación de nuestros mundos. Una concha de mar, una khuya que es una piedra negra y otras cosas. Laentrega otro altomisayoq cuando se han pasado las pruebas y se ha terminado su servicio. No siempre es igual.
-¿Qué hay en Puerto Málaga? ¿Es un lugar especial?
-Allí bajan los Apus y van las Pachamamas cuando alguien va a recibir sus poderes para ser altomisayoq y los llama con las oraciones que ha aprendido.
-¿Se ven?
-No, pero se siente su presencia.
En mi primer encuentro ya me había dicho la Pachamama Waqaypata Qosqo cuando le pregunté quiénes eran.
-Nosotros no somos como Uds. Somos pura energía. Nadie puede vernos.
-Pero, si hablan.
-Por medio de la voz del altomisayoq.
Cama que cumplió las pruebas, como relato en mi libro, debió pasar desnudo, a medianoche, por  las lagunas Yuraqqocha y Yanaqocha, que son heladas porque reciben el agua de los  deshielos del gran glaciar.
-Allá hace mucho frío, pero cuando tuve que pasar por las lagunas sentí que me moría. Quise gritar pero no tenía voz  Antes me había chicoteado  el señor Salqantay, señor de señores de Cusco. No podía agarrarme de ninguna parte porque llevaba mi mesa en alto, todas mis pertenencias en una unkhuña, tú conoces esas mantas pequeñas. Al salir no sentía mi cuerpo. Al otro lado me estaba esperando Nicolás Janco con una frazada y una bebida de hierbas con aguardiente para que entrara en calor. Volvimos a Cusco y luego desapareció. Vino de Ayacucho para enseñarme lo necesario. Pasó un largo tiempo conmigo y después se fue. A partir de entonces yo tenía que volar con mis propias alas…
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Notas del libro “Hablando con los Apus”, que escribí cuatro años después.   


ALIMENTOS PARA LA OTRA VIDA

La danza de las doncellas era suave como la brisa. Sus pies desnudos apenas tocaban el ichu. Sus polleras giraban con delicadeza mientras ellas cantaban coplas de vida a los abuelos. Una vez al año la comunidad subía hasta los chullpares de Chimu para ese ritual en Puno. Los aipallanis o sacerdotes andinos retiraban de su descanso las calaveras de los gentiles, sus antepasados, y los depositaban en cestos donde habían colocado finísimas mantas de vikuña.
Las jóvenes prendían con alegría flores vivas en sus cuencas vacías y las encajaban también entre sus mandíbulas, k’intus de coca a su alrededor por cada familia, diminutas borlas de colores entretejidas como ofrenda, otra bellísima manta para proteger su cabeza y encima una corona de qantus. Hacían una ch’alla de pétalos que caía como rocío, una t’inka de chicha a los Achachilas y derramaban unas gota a la Pachamama. La música y la danza atraían su espíritu desde una estrella lejana. Era vida pura en homenaje a otra vida vivida, que se prolongaba una eternidad.
La gente andina sigue el calendario gregoriano publicado en el almanaque “Bristol”, pero sus costumbres son antiguas. Según ellos las calaveras son la parte mortal que queda en la tierra. Su ánima que pasó el yawar mayu, “el río de la muerte”, goza en otro mundo de buen tiempo, sol perenne, espacio azul en sus pupilas, dulce tibieza sobre su piel, sin que el frío se atreva a tocarle, ni la lluvia destruya sus sembríos, ni los truenos alteren su paz.  

Una vez concluida la ceremonia su huesa es devuelta con gran respeto a la ventana cavada en la roca, dejándola con sus ofrendas, hasta  el año siguiente. Las comunidades festejan un día antes o más la dicha de estar vivos con sus seres queridos y sus vecinos.
Actualmente, cada dos de noviembre la movilización a los cementerios, que prácticamente es nacional, sigue esa corriente antiquísima. Los españoles acostumbraban ser enterrados en el atrio de las iglesias, a las sombra de sus campanarios, porque querían ser protegidos por Dios. En el caso de los andinos la mayoría de los cementerios no están cercados y las tumbas abiertas en el suelo tienen la forma de una caja. aunque los ponen en la tierra envueltos en ponchos nuevos multicolores. Esa costumbre les permite abrazar  el túmulo, colocar en su cabecera  una corona de flores y a veces una  cruz que sugieren con unción el cura o el sacristán, si hay cerca un poblado, para que ellos vayan a bendecirlos.
La ofrenda de la mesa de muerto está muy arraigada. En Puno  me informaron que “la mesa servida” para la madre de un Presidente de la Corte Superior fue impactante por la cantidad y la calidad de los alimentos dispuestos en la mesa de su comedor. Había de todo en platos de buena loza sobre un blanco mantel, con servilletas de ribete a “crochet”. La ceremonia es absolutamente privada y se coloca en la cabecera una fotografía de la persona a  quien se recuerda. Si una mariposa aparece y revolotea encima de los platos, lawas, chuños con queso, choqllos, ensaladas, asados, mazamorras, roscas, galletas y bizcochuelos que en vida saboreó con placer es señal de que el espíritu invocado se  presentó y probó todo.

En Cusco, detrás del cementerio de la Almudena, el zanjón donde ponen a la gente que migra de los pueblos  y cuyos familiares no pueden pagar adentro un buen nicho, ofrece un aspecto llamativo. Las tumbas están pintadas de rosa, verde, celeste y otros colores que arrancan una sonrisa tierna. Hay comida de sobra y los sacristanes se multiplican rezando y derramando sobre ella agua bendita. Al atardecer se llevan lo que pueden.
Leyendo a varios cronistas, entre ellos el Inka Garcilaso, se tiene la impresión de que no había una fecha exclusiva para esta ceremonia. En el caso de los Inkas, los emperadores, embalsamados con tal arte que parecían animados, con los rostros tal como fueron, eran llevados en andas, con atuendos de lujo, a la Awkaypata para que presidan las ceremonias. No había una fecha especial para honrarlos porque lo hacían continuamente, cambiando sus atavíos y menaje de uso. Ellos, como en cada panaka o familia, eran los ancestros y “aconsejaban” a sus descendientes para solucionar problemas.

La inmortalidad se daba en los encumbrados personajes siempre que su cuerpo estuviera intacto. Por esa razón el príncipe Atawallpa aceptó ser bautizado. Esperaba renacer y reinar al fin. En las culturas más conocidas como la muchik, vikus, chachapoyas, lambayeque, parakas, wanchos, maranqas, atavillos, yarowillkas, chiribayas y otras, los señores eran enterrados con lujo y acompañamiento de niños, perros y llamas. A varios régulos se les ha encontrado con guardianes o guerreros astrales, a quienes les cortaban los pies para que no abandonaran sus puestos.          
El vínculo entre los mayores y sus parientes es tan fuerte que si en la primera mitad del siglo XX  alguien se desprendía del tronco familiar para ir a probar fortuna a cualquiera otra parte del país o del extranjero, el resto prefería quedarse para visitar a sus muertos. En las últimas décadas la migración se incrementó tanto que hay campos y poblados casi abandonados en numerosos pueblos.
Cómo pudo arrancarse ese lazo prácticamente sagrado. Lo descubrí en el altiplano. En un viaje por tierra vi unas cajas de leche que podían contener cualquier cosa. Un pasajero que venía conversando conmigo sobre su pueblo, me dijo en plan de confidencia, que en ellas estaban trasladándose también los huesos de los abuelos. Así se salvaban del abandono para continuar juntos. Una hermosa muestra de cariño filial que la necesidad de buscar un futuro mejor no podía acabar.

Alfonsina Barrionuevo   

domingo, 9 de noviembre de 2014

LA PIEDRA QUE DA ENERGIA POSITIVA

Mi padre me enseñó a ser piedra de choque o esponja en el peor de los casos.  Los Apus sobredimensionaron ese valor para hacerme más fuerte. No he necesitado como Mario Cama pasar por dos lagunas de agua helada, la Yuraqqocha y la Yanaqocha, en Urubamba, para templar el espíritu. La huch´amikhuq, “la piedra que come las penas, los disgustos, las tristezas, las frustraciones, las cóleras, las amarguras, las envidias”, siempre me estuvo dando una energía positiva. Nunca he dejado de ir tampoco donde mis Santos Señores, el Taitacha Temblores y el Señor de los Milagros, en Cusco y Lima, para tener los días limpios.
Siento  haber interrumpido el relato del altomisayoq de Q’atqa, pero fue necesario. Retomo por un momento mis evocaciones de Mario Cama prometiendo volver con otras en el próximo blog. Siempre le estaré agradecida. Me permitió ingresar en el mundo místico andino, donde encontré a los Apus y Pachamamas, enriqueciendo mis experiencias con una parte muy importante.


DOCTORES EN ARTE TRADICIONAL
      
 Claro que se puede tener un doctorado en arte peruano. Un título al que nunca aspiraron creadores de las artes del pueblo y que lo merecían. Se rindió homenaje al t’ururimacheq” Edilberto Mérida, “el que hace hablar al barro”, en el Instituto Riva Agüero. A su vez se abrió una exposición de Arte Ayacuchano en el Instituto Cultural Peruano Norteamericano. El arte tradicional que en cierta ocasión hizo que se rasgaran las vestiduras quienes creían que no era arte frente al arte académico sigue conquistando lauros.
Mérida fue doctor “honoris causa” en una universidad de los Estados Unidos de Norte América y Jesús Urbano Rojas en la Universidad Nacional de San Marcos. Otros son reconocidos como tesoros humanos o amautas.
Recuerdo el día en que la universidad más vieja de América se vistió de gala. Fue una actuación impresionante. Me conmovió de veras.  Porque Jesús Urbano Rojas había luchado siempre a brazo partido en defensa de su arte, descendiente del arte poqra.
Si hubiera sido posible hacer que regresaran del polvo los imagineros de Ayacucho, Cusco, Puno y Apurímaq, lo hubieran rodeado para darle un abrazo con todo el calor de sus entrañas. Antes había gremios y aunque fueran solamente los precursores del retablo, se hubieran sentido satisfechos con el honor que la cuatricentenaria universidad otorgó a su ilustre miembro en el penúltimo año del siglo XX. Los veo salir por un momento de sus talleres instalados a la sombra de los molles amigos, dejar las ferias donde iban a vender sus trabajos, para tomar el rumbo de los chakiñan o estrechas sendas de pie para  repletar la severa sala donde el escudo de San Marcos presidía los austeros sillones académicos de cuero.
Quienes admiramos a los artistas tradicionales, nuestros maestros creadores, nos sentimos conmovidos con el acto solemne. Primero, la presencia augusta de las autoridades universitarias de mayor rango, con sus togas, sus medallas y sus cintas. Luego, el protocolo de ingreso. Una especie de procesión que parecía arrancar de siglos pasados. El secretario caminando por el pasadizo alfombrado a paso lento y siguiéndole, a unos metros de distancia, Jesús Urbano Rojas, ensimismado, en otro mundo.     
¿Adónde más puede llegar el muchacho que no quiso ser un buey marcador, como decía, en los surcos huantinos y que aprendió de reojo, viendo de lejos, el arte de Joaquín López Antay?
Miro la hermosa cartilla del ceremonial, amarrada con un cintillo de hilos de oro y recuerdo a Jesús Urbano Rojas, caminando conmigo por las calles de Huamanga. Entonces, me contó que su maestro le mandaba sacar los clavos de los cajones de fruta en su patio, y le decía en son de burla: “¡Así se aprende, muchacho!”
Hasta que un día, en un concurso en que ambos compitieron, el muchacho, el jardinero de sus macetas con flores y ruda, el alisador de sus tablas de madera de plátano, le ganó y siguió adelante.      
Tenía que ser Pablo Macera, historiador, investigador y director del Seminario de Historia Rural Andina, quien hiciera la presentación del “doctorando”. En su discurso ameno, con palabras galanas, resumió sus méritos.
Al terminar Jesús subió al estrado para que el Rector le impusiera las insignias y le entregara el diploma que lo incorporaba al claustro de doctores de la ilustre Universidad Mayor de San Marcos, como ”doctor honoris causa”. Un momento emocionante y el artista ya con su toga y sus insignias, diciendo con sencillez en la tribuna, “¿Cómo puedo ser doctor cuando todavía no he terminado de aprender?”
Un acto memorable en el camino de su vida. Ha pasado tiempo desde que innovó con López Antay el cajón San Marcos para convertirlo en un retablo de maravillas. Amasando más de media vida el yeso con papa y níspero, para crear las figuritas tradicionales. Hablando por radio en qechwa, porque quería sacar afuera lo que tenía dentro, y después, en castellano. Introduciendo a los jóvenes en las viejas artes con otros artistas. Siempre con la vocación de enseñar. Una vocación que pasó por encima de los academicismos, y logró un imposible. El primer “doctorado honoris causa” de arte tradicional en la decana de las universidades de América. Por supuesto, un alto honor que apoya su obra inacabable. Pueden ver uno de sus retablos estupendos en los museos. Jesús venció una hemiplejia que lo quiso detener pero siguió mucho tiempo llevando un día a la caja iluminada los personajes de mis cuentos para niños a base de la tradición oral. ¡Gracias por la tarea cumplida, maestro!


Alfonsina Barrionuevo

domingo, 2 de noviembre de 2014

LAS DIABLADAS DE PUNO Y BOLIVIA

Pongo a un “diablo” de Perú junto a un “diablo” de Bolivia y me encantan.
¿Se parecen como una gota de agua?
Ambos son diferentes.
¿El altiplano peruano se parece al altiplano boliviano?  Dicen que todo es una pampa sin fronteras. Sin embargo,  hay algo que se percibe. Las nubes que pasan de un lado a otro podrían hacerse morisquetas entre ellas porque son  iguales. La lluvia, echarse a tamborilear con los pies desnudos en ambos sitios. ¡Cómo no! El viento, puede tirarse las mechas de un lado a otro. ¡Quién podría ponerle ataduras! Hasta el arcoiris si quiere y es una tentación podría nacer en el lado vecino y terminar en el nuestro.
Pero,  “las diabladas”, se generaron por los curas doctrineros a su manera.

Foto: Llamerada UNESCO
Su afán por adoctrinar y combatir el pecado hizo sobredimencionar al diablo. Por eso hay muchos diablos en Puno y Oruro, pintorescos y pintados porque se integraron a la fiesta de sus vírgenes. Conozco una preciosa leyenda sobre el origen de la diablada en Bolivia y dos en territorio peruano. Sus fiestas sin los diablos no tendrían tanto lujo. Aunque, si bien los diablos son obligados actores la fiesta de nuestra Candelaria o de la Virgen de la Candela tiene el color y la belleza de las galas de las comunidades peruanas y a eso debe referirse el pedido hecho a las Naciones Unidas para la declaración de su fiesta como Patrimonio Inmaterial del Mundo.

En la Octava nuestra han desaparecido muchas danzas como la Llamerada, los Kallawayos, la Kullawada, la WaKa Waka, etc. para dar la preferencia a la saya. El fenómeno se debe a que los jóvenes no conocen las danzas de las décadas pasadas y les gusta la saya. Esta, por ahora, es dilecta para ellos que han dejado en el ayer la tuntuna, también de origen boliviano. Si aparece algún otro baile lo practicarán con entusiasmo sin duda porque así es la dinámica del tiempo. Ojalá resurja para la Octava el entusiasmo por nuestras danzas  de mucha historia y originalidad. El uso de gafas ocuras, guantes, sombrillas y botones en ellas surgió por la imposición de los encomenderos que les vendían a la fuerza cuanto llegaba de España y Europa.  El 2 de febrero, para la Entrada aún no hay problema. Tanto aimaras como qechwas conservan su tradición aunque no sepamos hasta cuándo, También ellos se están globalizando. 

Sería oportuno que el próximo 2 de febrero se graben en video las danzas nativas, como les llaman en Puno, para complementar el pedido a la ONU.  Así será muy fidedigno.
Por supuesto no hay que confundir las diabladas.
¡Qué linda es la diablada puneña!
¡Qué linda, la diablada orureña!

Tal vez un día en el puente del Desaguadero sus representantes vuelvan a  darse la mano. Lo hicieron en la segunda mitad del siglo pasado cuando llegaban con sus conjuntos musicales en homenaje a la Candelaria.  


 EN LA PIEL DE AMERICA

Felipe Lettersten sacó suys manos del mar dejando huérfana su historia con peces de oro y cangrejos raptores de estrellas; la retiró de la fronda coral de las iglesias como gorriones tenores; abandonó las auroras limeñas con rocío de emoliente en las mejillas y se ausentó de sus tardes buñueleras que retozan en cuencos de miel, para emigrar a  la selva donde pudo tocar con sus dedos poseídos de arte la piel cálida y tersa de una América virgen.

Se fue tras la sonrisa de unas mujeres shipìbas que vendían collares hechos con semillas. provenientes de un mundo mágico donde todo es puro y diferente. En su primer viaje Felipe, un nórdico alumbrado en Lince, vistió numerosos pueblos de la selva en su nave, el “Inka Pachakuteq”, internándose entre una vegetación densa para llegar a sus entrañas. Allí cogió la majestad,  quebrada sólo por la muerte, de Deit Deui, el último orejón de Yanayaku; la altivez de Setioma Achukba, la bora de San Andrés que trasciende del nombre corriente de Clara Chávez  impuesto por registradores electorales sin identidad; la aguerrida figura del tikuna con máscara de jaguar; la hospitalidad de los caribeños que fueron arrasados por las huestes de Colón; la inocencia del niño sobreviviente de los ikitos arrojados de su puelblo por los caucheros; la fuerza de las legendarias amazonas que luchan por deporte; continuando Perú adentro en un peregrinaje incansable para seguir recogiendo el testimonio vivo de los pueblos indios, a los que fue uniendo los que iba encontrando a lo largo de los tres segmentos de la América nuestra.

La pasión se siente por sus arte que se acrecienta con lo que significan par él “los hijos de la tierra” más su grito de protesta que pasa del yeso al bronce para que sea eterno, más sus sueños de justicia para ellos, más su preocupación por su destino, convierte a Lettersten en el gonfalonero de una conciencia a su favor que un día habrá de cobrar alas.

El fuego que sale en llamaradas de sus dedos creadores se alimenta en su sensibilidad y en su temperamento. Su entrega es total, conmovedora, porque no se rinde a la indiferencia de la gente que prostituye o deja morir a los auténticos forjadores de la cultura de América. Está en la lid con su brazo armado de coraje por las milenarias naciones que, hace tanto amor y tanto esfuerzo, han integrado su ancestro vikingo a su existencia.
En su mayoría no tiene alternativa. Ni siquiera la esperanza frente a lo inexorable.
No ignoran que al término de su camino les espera el fin. Su último consuelo es el rubio escultor de cabellera en rizos que recoge el alma de sus pueblos ¡en sus bronces ellos saben que atravesarán el tiempo y el olvido para alcanzar el futuro!

    
Alfonsina Barrionuevo