domingo, 2 de noviembre de 2014

LAS DIABLADAS DE PUNO Y BOLIVIA

Pongo a un “diablo” de Perú junto a un “diablo” de Bolivia y me encantan.
¿Se parecen como una gota de agua?
Ambos son diferentes.
¿El altiplano peruano se parece al altiplano boliviano?  Dicen que todo es una pampa sin fronteras. Sin embargo,  hay algo que se percibe. Las nubes que pasan de un lado a otro podrían hacerse morisquetas entre ellas porque son  iguales. La lluvia, echarse a tamborilear con los pies desnudos en ambos sitios. ¡Cómo no! El viento, puede tirarse las mechas de un lado a otro. ¡Quién podría ponerle ataduras! Hasta el arcoiris si quiere y es una tentación podría nacer en el lado vecino y terminar en el nuestro.
Pero,  “las diabladas”, se generaron por los curas doctrineros a su manera.

Foto: Llamerada UNESCO
Su afán por adoctrinar y combatir el pecado hizo sobredimencionar al diablo. Por eso hay muchos diablos en Puno y Oruro, pintorescos y pintados porque se integraron a la fiesta de sus vírgenes. Conozco una preciosa leyenda sobre el origen de la diablada en Bolivia y dos en territorio peruano. Sus fiestas sin los diablos no tendrían tanto lujo. Aunque, si bien los diablos son obligados actores la fiesta de nuestra Candelaria o de la Virgen de la Candela tiene el color y la belleza de las galas de las comunidades peruanas y a eso debe referirse el pedido hecho a las Naciones Unidas para la declaración de su fiesta como Patrimonio Inmaterial del Mundo.

En la Octava nuestra han desaparecido muchas danzas como la Llamerada, los Kallawayos, la Kullawada, la WaKa Waka, etc. para dar la preferencia a la saya. El fenómeno se debe a que los jóvenes no conocen las danzas de las décadas pasadas y les gusta la saya. Esta, por ahora, es dilecta para ellos que han dejado en el ayer la tuntuna, también de origen boliviano. Si aparece algún otro baile lo practicarán con entusiasmo sin duda porque así es la dinámica del tiempo. Ojalá resurja para la Octava el entusiasmo por nuestras danzas  de mucha historia y originalidad. El uso de gafas ocuras, guantes, sombrillas y botones en ellas surgió por la imposición de los encomenderos que les vendían a la fuerza cuanto llegaba de España y Europa.  El 2 de febrero, para la Entrada aún no hay problema. Tanto aimaras como qechwas conservan su tradición aunque no sepamos hasta cuándo, También ellos se están globalizando. 

Sería oportuno que el próximo 2 de febrero se graben en video las danzas nativas, como les llaman en Puno, para complementar el pedido a la ONU.  Así será muy fidedigno.
Por supuesto no hay que confundir las diabladas.
¡Qué linda es la diablada puneña!
¡Qué linda, la diablada orureña!

Tal vez un día en el puente del Desaguadero sus representantes vuelvan a  darse la mano. Lo hicieron en la segunda mitad del siglo pasado cuando llegaban con sus conjuntos musicales en homenaje a la Candelaria.  


 EN LA PIEL DE AMERICA

Felipe Lettersten sacó suys manos del mar dejando huérfana su historia con peces de oro y cangrejos raptores de estrellas; la retiró de la fronda coral de las iglesias como gorriones tenores; abandonó las auroras limeñas con rocío de emoliente en las mejillas y se ausentó de sus tardes buñueleras que retozan en cuencos de miel, para emigrar a  la selva donde pudo tocar con sus dedos poseídos de arte la piel cálida y tersa de una América virgen.

Se fue tras la sonrisa de unas mujeres shipìbas que vendían collares hechos con semillas. provenientes de un mundo mágico donde todo es puro y diferente. En su primer viaje Felipe, un nórdico alumbrado en Lince, vistió numerosos pueblos de la selva en su nave, el “Inka Pachakuteq”, internándose entre una vegetación densa para llegar a sus entrañas. Allí cogió la majestad,  quebrada sólo por la muerte, de Deit Deui, el último orejón de Yanayaku; la altivez de Setioma Achukba, la bora de San Andrés que trasciende del nombre corriente de Clara Chávez  impuesto por registradores electorales sin identidad; la aguerrida figura del tikuna con máscara de jaguar; la hospitalidad de los caribeños que fueron arrasados por las huestes de Colón; la inocencia del niño sobreviviente de los ikitos arrojados de su puelblo por los caucheros; la fuerza de las legendarias amazonas que luchan por deporte; continuando Perú adentro en un peregrinaje incansable para seguir recogiendo el testimonio vivo de los pueblos indios, a los que fue uniendo los que iba encontrando a lo largo de los tres segmentos de la América nuestra.

La pasión se siente por sus arte que se acrecienta con lo que significan par él “los hijos de la tierra” más su grito de protesta que pasa del yeso al bronce para que sea eterno, más sus sueños de justicia para ellos, más su preocupación por su destino, convierte a Lettersten en el gonfalonero de una conciencia a su favor que un día habrá de cobrar alas.

El fuego que sale en llamaradas de sus dedos creadores se alimenta en su sensibilidad y en su temperamento. Su entrega es total, conmovedora, porque no se rinde a la indiferencia de la gente que prostituye o deja morir a los auténticos forjadores de la cultura de América. Está en la lid con su brazo armado de coraje por las milenarias naciones que, hace tanto amor y tanto esfuerzo, han integrado su ancestro vikingo a su existencia.
En su mayoría no tiene alternativa. Ni siquiera la esperanza frente a lo inexorable.
No ignoran que al término de su camino les espera el fin. Su último consuelo es el rubio escultor de cabellera en rizos que recoge el alma de sus pueblos ¡en sus bronces ellos saben que atravesarán el tiempo y el olvido para alcanzar el futuro!

    
Alfonsina Barrionuevo     

1 comentario:

  1. Comos siempre, muy interesante y motivador; solo una observación, la foto de la llamerada es del lado boliviano

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