domingo, 31 de octubre de 2021

 

EL SANTIAGO DE CARREÑO

Angel Carreño, el tradicionista cusqueño, remontó siglos con ojos ávidos leyendo en viejos archivos un documento testigo del suntuoso Corpus Christi de 1702. Le conocí siendo una estudiante primariosa, levita y camisa con las fatigas del tiempo, lentes empañados de bruma, barbilla con cuatro pelos y esternón huidizo. Su aspecto desmañado ocultaba al investigador acucioso, comprometido con su tierra natal. Entre sus datos innumerables que parecen extraídos del borde de los confesonarios de las iglesias o capturados de los cuentos indiscretos de las cuentoq’epe* hay algunos resaltantes de la vida de la ciudad que son valiosos como los del Corpus Christi. .  

*Cuentoq’epe. Chismosas.


En sus ‘Tradiciones de la Cibdad del Ccoscco’ se lee que la efigie del Santiago mataindios era una joya, por ser toda de plata, al tamaño natural. Tanto como para imaginar que descendió de un cielo argentado, cosa  que solo podía darse en el  Qosqo en sus años de apogeo, cabeceando el siglo. Sobre los derroches en homenaje al santo patrono Bernales Ballesteros encontró en el Archivo de Indias una mención extraordinaria. En su recorrido por la plaza los devotos le cambiaban hasta tres veces de caballo, cada cual mejor acabado, con monturas y arreos de oro y plata.

A Carreño le atrajo más la espléndida asistencia de los Caballeros de la Orden de Santiago con sus damas de galano traje de fiesta. Los detalles se  desprenden de su libro.

‘Los hombres con jubón atrencillado, zamarreta de terciopelo, con mangas acuchilladas y almidonadas, gorguera de encaje, calzón a media pierna, medias blancas de seda, zapatos de rostro bajo con hebilla de oro y espolín. Las pelucas rizadas y empolvadas de blanco. Al hombro capetilla con broches de oro y cadenilla rematada en higas, borlas de oro colgantes. En la mano el tricornio negro galoneado con franja de oro.’

‘Las mujeres con justillos, gorgueras y chorreras de encaje en las mangas; cruz de oro con cadeneta y el cabello recogido arriba por peineta de plata, con adornos de oro y brillantes. Falda de seda y arabescos bordados con sartas de perlas. Anillos de oro con piedras preciosas, los ‘chupetes’ de brillantes; y sobre los hombros el clásico mantón de Manila.’

Siguiéndoles desfilaba el Alférez de Indios llevando el guión asignado, acompañado por sus veinticuatro cabildantes, dos por panaka, vestidos de acuerdo a su rango. A continuación marchaban las autoridades y comunidades religiosas, el Alcalde de Segundo Voto al frente de sus soldados y finalmente la gran masa del pueblo, yendo por delante los devotos con sus hermosas ceras adornadas con relucientes cintillos.   

Alfonsina Barrionuevo

No hay comentarios.:

Publicar un comentario