QUÉ DICEN LOS
KHIPUS INKAS
Esta nota que va a continuación debió ser el principio de mi último libro. Sin embargo, al investigar qué sucedió en el Qosqo cuando llegaron los españoles cambié de parecer. Lo que hicieron fue terrible. Ya lo verán en un próximo blog.
Este
libro es el inicio de un sueño, entrar en el iluminado corazón del Qosqo para
recorrer caminos escondidos en busca de su verdadera historia. Al revisar las
crónicas del siglo XVI y XVII me fui
dando cuenta cómo deseaban los españoles proyectar una imagen equivocada de la
capital del mundo andino. Un propósito que no es el mío porque yo quiero que no
se vea a los señores Inkas como terceros, a los que se examina de lejos con una
lupa invertida, sino reunidos conmigo bajo la misma fronda. En esa
circunstancia me ha sido dado descubrir, en la interlínea de los mismos
manuscritos, a unos sabios maestros, los khipukamayuq. Nadie mejor que ellos
para develar incógnitas y sacarlas a la luz. No he hecho más que seguirles y en
los ‘ñudos’* de sus cordeles surgen las respuestas a preguntas que se quedaron
flotando en el infinito, me parece por una eternidad.
Afortunadamente vienen del ayer con su mensaje al presente derribando miles de barreras. Veamos cómo habrían registrado la preparación geológica del escenario donde se desarrolló el Qosqo, si lo hubieran avizorado desde una estrella.
Habrían tomado el colmillo de un
mastodonte para el ramal principal, tejiendo el pelo erizado de los megaterios
o perezosos gigantes como cuerdas, conchas gigantes para los ñudos donde brillaran
las turquesas del cielo con engarces diamantinos de hielo. Antecesores
prehistóricos de Guaman Poma que relata detalladamente/brillantemente la
acción del khipukamayuq mayor Kuntur Chawa que usó el pelo grueso de los
ciervos viejos como husos y los granos de kihura o kinoa, para informar al Inka
el número de los habitantes que había en el Tawantinsuyu con su edad, oficio y
ubicación; a base de reportes que le entregaron los suyuyuq wayaqpuma, cabeza
de regiones.
En los
khipus geológicos hubiera quedado registrado el momento en que los Andes se
arrancaron con
estruendo del planeta hace millones de años, como si quisieran incrustarse en
el espacio. En el lugar que ocuparía un día el Qosqo apareció entonces una
inmensa y profunda cavidad. Los gigantescos deshielos y las afloraciones
subterráneas la rellenaron formándose un lago glacial. Sucedió a inicios del Pleistoceno
en la Era del Cuaternario, en un tiempo sin fin de soles cazadores y lunas
pescadoras. En el área donde pacían criaturas prehistóricas descomunales transitando
entre auroras inocentes y crepúsculos sombríos.
Alfonsina Barrionuevo
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