viernes, 1 de octubre de 2021

QUÉ DICEN LOS KHIPUS INKAS

Esta nota que va a continuación debió ser el principio de mi último libro. Sin embargo, al investigar qué sucedió en el Qosqo cuando llegaron los españoles cambié de parecer. Lo que hicieron fue terrible. Ya lo verán en un próximo blog.

Este libro es el inicio de un sueño, entrar en el iluminado corazón del Qosqo para recorrer caminos escondidos en busca de su verdadera historia. Al revisar las crónicas del siglo XVI  y XVII me fui dando cuenta cómo deseaban los españoles proyectar una imagen equivocada de la capital del mundo andino. Un propósito que no es el mío porque yo quiero que no se vea a los señores Inkas como terceros, a los que se examina de lejos con una lupa invertida, sino reunidos conmigo bajo la misma fronda. En esa circunstancia me ha sido dado descubrir, en la interlínea de los mismos manuscritos, a unos sabios maestros, los khipukamayuq. Nadie mejor que ellos para develar incógnitas y sacarlas a la luz. No he hecho más que seguirles y en los ‘ñudos’* de sus cordeles surgen las respuestas a preguntas que se quedaron flotando en el infinito, me parece por una eternidad.


Afortunadamente vienen del ayer con su mensaje al presente derribando miles de barreras. Veamos cómo habrían registrado la preparación geológica del escenario  donde se desarrolló el Qosqo, si lo hubieran avizorado desde una estrella.

Habrían tomado el colmillo de un mastodonte para el ramal principal, tejiendo el pelo erizado de los megaterios o perezosos gigantes como cuerdas, conchas gigantes para los ñudos donde brillaran las turquesas del cielo con engarces diamantinos de hielo. Antecesores prehistóricos de Guaman Poma que relata detalladamente/brillantemente la acción del khipukamayuq mayor Kuntur Chawa que usó el pelo grueso de los ciervos viejos como husos y los granos de kihura o kinoa, para informar al Inka el número de los habitantes que había en el Tawantinsuyu con su edad, oficio y ubicación; a base de reportes que le entregaron los suyuyuq wayaqpuma, cabeza de regiones.

En los khipus geológicos hubiera quedado registrado el momento en que los Andes se arrancaron con estruendo del planeta hace millones de años, como si quisieran incrustarse en el espacio. En el lugar que ocuparía un día el Qosqo apareció entonces una inmensa y profunda cavidad. Los gigantescos deshielos y las afloraciones subterráneas la rellenaron formándose un lago glacial. Sucedió a inicios del Pleistoceno en la Era del Cuaternario, en un tiempo sin fin de soles cazadores y lunas pescadoras. En el área donde pacían criaturas prehistóricas descomunales transitando entre auroras inocentes y crepúsculos sombríos.

Alfonsina Barrionuevo

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