domingo, 2 de agosto de 2020


LA RUTA DEL MULLU
En 1528 más o menos Bartolomé Ruiz, piloto de Francisco Pizarro, encontró al navegar por el Océano Pacífico una balsa chincha grande, ‘con cavida de treynta toneles, hecha por el plan e quilla de unas cañas tan gruesas como postes ligadas con dichas sogas (donde) venían sus personas y la mercadería en  (lugar seco) porque lo (de abajo se mojaba); traya sus mástiles y antenas de muy fina madera y velas de algodón (de la misma clase de) nuestros navíos…’
En marcha la repoblación de la concha spondylusEsta crónica de Sámano-Xerez, mencionada por María Rostworowski, descubre ‘el camino’ de los chincha) que habrían sido famosos navegantes y mercaderes. La gran vía que podría recibir el nombre de la ‘Ruta del Mullu’ o del Spondylus’, en homenaje a la bellísima concha marina. Su color naranja unió a millones de habitantes del antiguo Perú.
Arqueólogos y etnohistoriadores le han dedicado numerosos comentarios. Su ubicación se encuentra en aguas cálidas entre el Golfo de Guayaquil y la parte  extrema del  norte peruano donde fue muy depredada por los chimú en la época prehispánica. Su extracción era muy difícil porque obligaba a un duro esfuerzo a los pescadores para sumergirse hasta unos quince a veinte metros; además de las heridas que se hacían en las manos al cogerlas por  la superficie espinosa de su valva. Su calidad de preciosa ofrenda como mullu al ser molida para  obtener la protección del Apu Inti, el Padre Sol,  la Pachamama y los Apus, la hizo inestimable. Igualmente su empleo para los collares, pectorales, brazaletes y objetos rituales de los señores que le tenían mucha estima. Todo lo cual hizo muy intensa su comercialización.
Algunos cuestionan la capacidad de los chincha para el comercio por vía marítima. Sin embargo, no consideran el conocimiento, tecnologías y ciencias que  tenían sobre diferentes fenómenos. Sabían bien, por ejemplo, cuál era el mejor momento para  esquivar la potencia de los vientos alisios, que bajaban de intensidad en el verano austral, las posiciones de la luna muy influyentes en las mareas y la lectura en las estrellas que señalaban su camino, además del uso de unos juegos de tablas llamados guares que hacían de timón y quilla en la proa y en la popa.
Si se quiere algo escrito están las notas de Sámano-Xerez. Es revelador el documento con la relación de los productos que llevaban en sus balsas. Mantas y camisas de fibra de alpaka y algodón, pescado seco, animales y aves, balanzas chiquitas de pesar oro y otras cosas para cambiarlas por unas ostras muy finas, los Spondylus princeps.
El Spondylus – Plan Binacional Perú-EcuadorPor el siglo XIV el reino chincha, según figura en un curioso documento, contaba con unos seis mil mercaderes que se hacían a la mar. Ellos hacían sus compras en los centros poblados que visitaban usando un sistema que perdura hasta hoy, el trueque o cambio.
No se puede saber en qué momento los chincha se atrevieron a penetrar en el interior. Existen datos de que llegaron por tierra a comarcas lejanas llevando el mullu y su variada mercancía en llamas hasta Chavin de Wantar en los Andes Centrales, “el Altiplano del Qollao”  y más tarde cuando aparecen los Inkas hasta Qosqo. De hecho existió una Ruta del Mullu que se fue ampliando de Ecuador a Huancabamba, Ayabaca, Motupe,  Mandor, el Tanpu, Pukara y Qosqo por un lado y por el otro Vikus, Batanes, la Matanza, Santo Tome, Las Animas, Inskulas y Kopis hasta Chincha, abarcando una buena parte del territorio peruano.
Falta una investigación completa de esas y otras vías donde se trasladó el mullu interrelacionando el mar, Mamaqocha (9)  con los Apus andinos que proporcionaban el cobre que casi llegó a ser “una moneda de intercambio” de los comerciantes chincha para hacer sus negocios. La concha bivalva que salía de las aguas marinas como los cangrejos de colores que descubrió en el zócalo continental el ingeniero Enrique del Solar (10), integraban las ofrendas de origen marino a las de origen mineral extraídas de los Andes.       
Alfonsina Barrionuevo

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