domingo, 26 de julio de 2020


SEMILLAS QUE DAN VIDA

Hace milenios, cuando el altiplano del lago Titiqaqa era solo uno, la vida fue arrasada en todos sus niveles. Una espantosa sequía calcinó hasta las orugas de sus pajonales. Las estrellas apreciaron desde el cielo la  desesperación sus habitantes y se decidieron a intervenir al ver que se disponían a emigrar, buscando la benignidad de otro clima.
DANZA PULI PULISHablaron entre ellas y las estrellas más pequeñas fueron elegidas para salvarles. En la última de sus noches se dio entonces una lluvia de luces que bajó del espacio. Los hombres se sorprendieron al hallar en la mañana siguiente planicies llenas de una escarcha comestible. La semilla prodigiosa que quedó y fue sembrada recibió el nombre de jihura, que quiere decir muerte, luego jiura y kihura, ‘semilla que da muerte a la muerte’ o ‘semilla que brota de la muerte’, palabra que los españoles pronunciaron como kinua.
Los granos espaciales, según me refirió el profesor José Portugal Catacora, en uno de mis viajes,  fueron colocados en los surcos  y los  cuidaron con mucho cariño. No podían perderlos  y lograron, cosecha tras cosecha, una diversidad de semillas agrupadas en unas mazorcas que llamaron pulas o pulis.
Creo que la valoración de la kinua, que ahora es un grano de exportación, no estará completa si no se considera a los pulis, la mazorca tratada en una época antigua para el futuro de la Humanidad.        
Al estar relegada, siendo su producción sólo de autoconsumo, no se tomó en cuenta el proceso de su domesticación escrita musicalmente en el altiplano, cuya riqueza de pentagramas es fascinante. La observación de los domesticadores acerca de su crecimiento hasta culminar en su recolección fue anotada  de esa forma.
Los pulis representan un conjunto de danzas, con una singular variedad de vestimentas y coreografías, conque los agricultores celebran cada estadio agrícola, al son de la qena qena, sara qena o qenacho y tambor, según comprobación del músico Virgilio Palacios.

Inspección sanitaria china de campos de producción de quinua en ...“A este fenómeno de identificarse con un fruto de la tierra, decía el  insigne maestro, se le llama ‘llipi.’ Los hombres pulis vuelven a vestir sus galas en las grandes fiestas, añadiéndoles “una especie de capa  que cubre capa o especie de orgullosa coraza entre el pecho y la espalda confeccionada con piel de jaguar o de puma. Bien lo explicaba Portugal Catacora cuando analizaba las danzas de los puli pulis, chatripulis,  qarapulis, awkipulis y llipipulis, que se organizaban en el siglo pasado en las comunidades de las partes altas o hanansaya donde crece la kinua real de grano grande;  y también de los urinsayas, donde el grano es pequeñito, dulce.
La danza de los puli pulis es una expresión de alegría de las comunidades ante la aparición  de los primeros brotes, pulas, racimos  o espigas. “Sobre el traje dominguero,  escribió el profesor, autor de un libro de danzas representativas de Puno,  llevan un pañolón  atado al cuello con las puntas cayendo sobre la espalda y cintillos en el sombrero. Los colores de los pañolones son verdes y rojos simulando o reflejando los colores simbolizando las hojas que  son verdes con jaspes rojos.”  
Aproximadamente a las dos terceras partes de su desarrollo, cuando las plantas van ganando altura y los racimos “se abultan y se presentan turgentes,” prometedores, los chatripulis salen para incentivarlas, rodeándolas.  Al asumir este rol ellos agregan a su atuendo anterior unos pollerines de gasa blanca plegada semejante a la que recubre  la caña del tronco y los racimos. “La partícula chatri, acota Portugal Catacora, significa algo así como las hojas que envuelven a las pulas”. La planta se yergue  hermosa y los bailarines tratan de parecerse a ella con su indumentaria.
Casi al finalizar su etapa de crecimiento hay como una sensación de preñez en el aire, de poderío, que se siente con regocijo. Los bailarines llegan a su mayor engalanamiento. Un momento en que plantas y hombres fusionan su espíritu desbordando energías. Las pulas aparecen cargadas de millares de granos diminutos, de brillantes colores, “blancos, rojos, amarillentos,  plomizos y aún negruzcos”. *
Los awkipulis se engalanan como si fueran pulas humanizadas, tratando de semejarse y  recargando su atavío con ‘una especie de corona de paja torcida y forrada de verde y rojo, de la cual penden zarcillos de cuentas de cristal’ que cubren su rostro risueño, para embriagarse en color y movimiento.                
La cosecha es el acto final y así como se desviste a la kinua, se le desnuda, dejándola qara,  tallo pelado, los qarapulis vuelven a su sencillez cotidiana, sólo con cintillos verdes y rojos en los sombreros.
La recopilación de José Portugal Catacora es fundamental, permite rescatar el auténtico nombre de la kinua,  jiura o kiura, y de sus bailarines, los pulis, así como copiada en pentagramas por Virgilio Palacios. En la leyenda una rendida gratitud a las estrellas que se modificaron para germinar en la  cordillera, convirtiéndose en grano estrella.
Ella ha conquistado un lugar de bandera entre los alimentos. Falta  reconocer a los pulis que lucharon para aclimatarla en los yermos gélidos. No es justo que sus danzas se encuentren en vías de extinción. Aún se practican algunas  en Chucuito, Melgar, Carabaya y Lampa.
Alfonsina  Barrionuevo

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