LOS CAMÉLIDOS DE RUTTI
Rutti, así a secas, es un artista de los
metales. Lo ubiqué para una entrevista en una factoría dando forma a sus sueños
con un soplete. Me pareció de lo más exótico. Un wanka soñador. En 1980
llegaban muchos a Lima en el ferrocarril del Centro y los limeños aseguraban
que apenas bajaban de los vagones se ponían a hacer negocios. Para ellos no era
difícil vender piedras cuando se acababan sus productos.
Un día su voz tronó en el teléfono. Se iba a
Berlín, Alemania, para trabajar con su soplete y su visera. Me pareció
fantástico y acerté a desearle mucha suerte.
Allá, parecía haberse perdido. Hasta que reapareció,
entre años que iban volteando las páginas de su vida.
En uno de sus tantos regresos trajo un proyecto
interesante. Rendir homenaje a los camélidos en el Valle del Mantaro. Me contó
que no había podido dormir largos meses pensando cuánto se merecían estar
cincelados a gran tamaño en un lugar como Ticlio, Junín. Me preguntó qué me
parecía y estuve de acuerdo. Las preciosas fibras de la vikuña y la alpaka fueron
muy apreciadas entre las culturas que florecieron en nuestro territorio.
En Tanta, Yauyos, por ejemplo, llameros y
alpakeros siguen tejiendo con su fibra, en la parte más alta del Ande, piezas de
tela que sirven para hacer ternos. También hermosas mantas de flores, chalinas,
ch’ullus, ch’uspas y sogas. Cuando tienen una buena cantidad acumulada van
bajando desde sus alturas,
Cuando los españoles terminaron de arrancar
las planchas de oro y plata que adornaban los templos y las mansiones de los
señores del antiguo Perú, comenzó la explotación de una serie de productos.
Entre ellos los tejidos de fibra de algodón y de alpaka. No se sabe si también
hicieron trabajar la de llama aunque, según los estudios de
Es posible que durante el virreinato el
vellón de la llama ese precioso vellón perdiera su suavidad por la técnica que
emplearon como si fuera una oveja. El corte reiterado dio lugar a que la fibra
se engrosara perdiendo su calidad. No sería extraño que la fibra de la alpaka
haya rebajado igualmente su textura. En otros tiempos se dejaba que los
camélidos se liberasen de su pelo. Cuando crecía mucho se les iba cayendo o,
según dice Norma Velásquez, especialista en tejidos de alpaka, se les llevaba a
cardales para una esquila natural.
Los camélidos, explican las leyendas, fueron un precioso regalo enviado del Ukhu Pacha, el mundo de abajo, al Kay Pacha, el mundo de arriba, cuando la tierra estaba en reposo. Ya no existían los animales gigantescos que la poblaron durante millones de años. Se ignora si había un probable parentesco con los camellos de donde viene el nombre de camélidos. No sería extraño que hubiera más de un trabajo sobre el particular. En las últimas décadas se menciona a las unas antecesoras prehistóricas, las paleollamas.
No se debe olvidar que nuestro continente
estuvo separado de los otros por los Océanos Pacífico y Atlántico, que hacían
imposible los contactos. No es posible que sucediera algo antes porque se
trataría de millones de años.
Se especula que el diluvio universal se
repitió varias veces. En una de ellas las alpakas, ‘que entonces hablaban’,
leyeron en las estrellas noticias del fenómeno que se avecinaba y advirtieron a
su pastor del mensaje cósmico para que se salvara con su familia.
En los señoríos norteños las llamas eran de gran alzada y suficientemente fuertes para trasladar sobre su lomo a discapacitados como aparece en una vasija de arcilla y también en plata. El habitat de los camélidos, en general, no fue la puna sino que acostumbraban moverse, de acuerdo a los fríos y tempestades de un piso a otro de la cordillera, llegando en ocasiones hasta las orillas del mar.
Al llegar las ovejas se pensó en poblar con
ellas las zonas altoandinas pero no se pudieron aclimatar. Las bajaron entonces
a niveles menos duros y los camélidos
fueron obligados a quedarse en alturas inhóspitas, quebrándose la libertad de
su tránsito entre una región y otra. Actualmente cientos de crías mueren porque no logran resistir el
descenso de la temperatura en los meses de invierno.
Volviendo a Rutti apruebo su entusiasmo, su
afán de un proyecto de gran envergadura, sus impromptus de energía después de
superar un cáncer. Recién me ha recordado que se llama Raúl pero le basta su apellido
para firmar sus obras de sólida presencia. Sus manos hablan por él y los testimonios
de su arte que están en Bélgica, Holanda, Francia, España, Italia y Alemania,
no necesitan traducción.
Abrió los ojos en Karwapaqcha, un anexo de
Chupuro, y desde pequeño vio llegar y partir “puntas de llamas” para el
tradicional mercado de trueque que aún se acostumbra en lugares donde no hay
carretera. Quién sabe ellas han emergido de la memoria de su niñez para
reclamarle su presencia.
Su proyecto no trata sólo de un monumento
sino de un complejo semejante a lo que es la Torre Eiffel de París, con
escaleras mecánicas interiores, ascensores, módulos, restaurantes y todo lo que
puede caber en el cuerpo de la llama, -en estado de gestación como aparece en
una pintura rupestre de las alturas de Yauyos y Jauja-, y en su cabeza, donde
habrá oficinas para registrar las fluctuaciones del clima, sus ojos se
convertirán en miradores. El trabajo si lo hace demandará un equipo de profesionales con Rutti que es un artista de grandes proyectos. Un ejemplo de lo que es la fuerza wanka!
Alfonsina
Barrionuevo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario