A CUIDAR EL ORO AZUL
En el antiguo Perú el agua bajaba del cielo, de los
nevados y los manantiales cantando dulcemente. Ella bajaba desde las alturas para
dar felicidad a los seres humanos, animales y plantas. La humanidad que no ha
sabido respetarla está arrancando lágrimas de pesar a Mama Yaku, la Madre Agua,
cuyo carácter sagrado se olvida.
¿Nos dejará el más frágil y más importante de los
elementos de la Madre Naturaleza? ¿Podríamos vivir veinticuatro horas sin agua?
La situación es grave.
Para el mundo andino el agua está viva, siente y ahora
sufre. No puede ser de otro modo, porque su contaminación va creciendo en
ciertas cuencas, mientras en otras los ríos ya están muertos, convertidos en oscuros
sudarios interminables.
El agua es bella cuando salta cristalina en las
cascadas y corre traviesamente volteando
los cantos rodados o piedras menudas en los riachuelos.
El agua es ‘oro azul’ cuando está limpia, translúcida.
Este mundo civilizado recién parece enterarse de su
valor. Los diamantes palidecen a su lado, pues ella es invalorable. Los
antiguos peruanos llamaban Mama Qocha –‘Madre Mar’- al Océano Pacífico, porque
alberga vida en sus entrañas. Alguna relación tiene. ¿No dicen que las
estrellas de la Vía Láctea entran al mar y flotan por canales ocultos volviendo
a aflorar para la ceremonia del yarqa
aspiy, la limpieza de las acequias?
El agua nos ha preocupado siempre. Ha sido compañera
en los viajes por lugares distantes, donde calmaba nuestra sed sin temor a la
contaminación generada por la ciudad y a hemos sentido correr por nuestras
arterias. ¿Qué haríamos si ella nos falta, siendo parte del cuerpo de todos los seres vivientes?
Proyecciones a mediados de la segunda mitad del siglo
anterior indicaban catástrofes climáticas si las grandes empresas no hacían un buen
manejo del medio ambiente. Diversos especialistas lanzaron advertencias que
caían en saco roto. Recuerdo al brasileño Josué de Castro, autor de una famosa
obra ‘La Geografía del Hambre’, cuando me dijo en una entrevista sobre la explosión
demográfica: ‘La gente no se morirá de hambre, primero morirá de sed’. Parecía
que su comentario se haría realidad en un larguísimo plazo, pero estamos en las
vísperas, viendo las consecuencias.
En el Perú nos sentíamos orgullosos de nuestras
cadenas de nevados, majestuosos, impolutos. Más, su eternidad ha sido rota. En las
comunidades de Quispicanchis, Qosqo, la gente se pregunta por qué está
cambiando el nevado Qolqepunku, ‘la puerta de plata por donde entraban las
energías cósmicas. Una noche la Qoyllur no encontrará glaciares que irradiar y
ya no será Qoyllur Rit’i, nieve que sacralizada una estrella. Aquella que era
recibida por los peregrinos con unción para “limpiar” su espíritu.
En la reunión de expertos en Valencia, España,
dieciocho ganadores del premio Nobel instaron a la comunidad internacional a
tomar medidas para afrontar la inminente falta de agua en el mundo. Consideran
que el agua dulce alcanza sólo a un 0.35 % en el planeta, el resto es agua
salada y hielo. Se trata de -un bien precioso- y al mismo tiempo un recurso
escaso y mal distribuido entre una población que crece con un ritmo de 100
millones de nuevos habitantes por año. Miles consiguen dificultosamente unos
cuantos litros fangosos para sus familias, haciendo diariamente penosas
caminatas en su busca.
El problema se percibe en los cinco continentes por el
deshielo creciente, el aumento de las inundaciones y la gravedad de las
sequías. El tema conmovió a Europa en la Expo Zaragoza del 2008. La revista alemana “Deutschland” la llamó
con acierto ‘El Oro Azul’ y mencionó que más de 50 países -un tercio de los
6,600 millones de personas que poblaban el planeta- ya sufrían de aguda escasez hídrica.
‘Según datos del Instituto de Investigaciones de los
Impactos del Clima, de Potsdam-decía el articulista alemán- la escasez de agua
dulce se agudizará con el cambio climático, que afecta su ciclo y
particularmente a una de sus fuentes: las lluvias. De acuerdo con los modelos
de los investigadores del clima, mucho parece indicar que el volumen de lluvias
disminuye. Allí donde ya llueve poco, en el futuro lloverá menos. Por el
contrario, donde ahora llueve mucho, lloverá más. El peligro de sequías
extremas, inundaciones y tempestades aumentará. Otras causas de la escasez de
agua son el crecimiento de la población, la urbanización y la industria. En los
últimos cien años el consumo mundial de agua casi se ha multiplicado por diez.”
Pero no sólo se necesita agua potable para los seres
humanos. También el agro y la industria dependen de este crucial recurso. Sólo
la agricultura consume más de dos tercios del agua y en el Perú se desperdicia
en los cultivos de arroz y caña de azúcar, que requieren mucho líquido y
tienden a desertificar la costa; mientras que en otras regiones los bosques de
eucalipto beben agua de más, introduciendo sus raíces hasta llegar a las napas
freáticas.
Los llakuases que habitaron la parte alta de Canta, Lima,
querían mucho al agua y -según una hermosa leyenda- cuando se fueron, sus
guerreros se transformaron en estelas líticas, para cuidar la laguna y los
canales de riego que beneficiaban los
campos de cultivo.
En
la Expo Zaragoza, adelantándose a lo que estaba previsto para dentro de unos 50
años, lapso que fatalmente se acorta, se exhibieron diversas técnicas para
racionalizar el manejo del agua. Por ejemplo, emplear los rayos ultravioleta
para purificarla. El agua fluye por un
recipiente con una fuente de luz ultravioleta en su interior y su energía destruye
la estructura celular de las bacterias. El agua de lluvia que corre por
las calles o por terrenos industriales contiene partículas contaminantes, pero
puede ser interceptada y filtrada en el momento de caer. En casos de
emergencia, como catástrofes, hay equipos que
filtran el agua y la purifican
para los damnificados.
El Perú como todos los países
del mundo está viviendo la emergencia del COV19. Apenas se pueda controlar será
necesario volver al tema del agua por la vida de todos. Acaba de fragmentarse
la última planicie de hielo del Polo Norte.
Alfonsina
Barrionuevo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario