UN GUERRERO DE ALTURA
Para
luchar contra el Covid19
Definitivamente tenemos que convivir
con el enemigo, el corona virus. Han pasado sólo meses desde que se presentó en
China. La gente está abrumada, es poco tiempo el vencido para pedir que se
acostumbre a la gravedad del problema. El gobierno está haciendo lo posible
pero cada vez los recursos a los cuales puede acceder, siguen disminuyendo. Falta en las
últimas semanas oxígeno para los pacientes de las UCI, los contagiados no dejan
de aumentan, mientras sube la desesperación por ir a trabajar.
He
estado pensando en que los resultados de la cuenta de contagiados y fallecidos nos
da otro camino que puede sumarse a las medidas sanitarias en Lima. Pareciera que
la misma naturaleza interviniera con un serio contendor, un recio guerrero, en el cual no nos hemos fijado, el factor
altura.
El
Perú tiene el privilegio de contar con la presencia de los Andes que reúnen en
su territorio todos los climas de la tierra. En el caso del Covid19 la altura puede
ser un recurso inesperado. De algún modo somos testigos de que afecta a la
expansión del virus. Entonces, para qué luchar con él solo en el terreno llano
de la chala, la costa. Vamos a llevar a los contagiados a un nivel entre 3,500
y 5,000 msm. En Lima capital, ya estamos llegando
a un punto de saturación temible. Veamos un espacio que se verá como nuevo, Lima provincia. Para mencionar algunos sitios
a corta distancia, apenas horas, tenemos distritos como Cajatambo, Oyón,
Huarochirí, San Cristobal de Rapaz, Santiago de Tuna, y otras localidades con alturas
cercanas incluso a una cadena de nevados. Por qué no adaptar hospitales de
campaña en esos lugares donde el corona virus perdería fuerza y menguaría sus
letales efectos tras unos días de permanencia.
Este
movimiento demandaría a no dudarlo inversiones importantes, pero además de los
hospitales de campaña habría la probabilidad de que muchas empresas dejen de asentarse
solamente en Lima ciudad y amplíen sus centros de trabajo fuera de ella. Si nos
preguntamos por qué la capital es punto de atracción para miles de gentes que
buscan cada día un futuro mejor. Esa preferencia obedece al hecho de disponer
toda clase de servicios a los que puede aspirar cualquier peruano, centros teológicos,
universidades, lugares de trabajo, etcetera. Si se desplazara la mira de sus
aspiraciones a los puntos señalados modernizando lo antiguo al prodigarle lo
nuevo se podría disminuir inclusive la enorme población que se incorpora a Lima
para sufrir.
Esta
es una opción pensada ayer, ante la pesadilla de los días que corren de
encierro. Creo que es una de las tantas que se deben estar formulando frente a los
esfuerzos que están haciendo en el mundo. No sé trata de sustentar una
hipótesis sobre la cura de la enfermedad,
sino de impedir que siga prosperando en ambientes que son su caldo de cultivo.
Sigo esperando como todos que tengamos la suerte de que se produzca el hallazgo
de un específico para erradicarlo. Quién sabe sea el momento de poner los ojos
en los centros poblados de altura que hay en el Perú donde su tratamiento se lleve
a cabo bien. La puna, en cualquier parte del Perú ha sido hasta ahora una
reserva para la minería, tal vez mañana esta región pueda ser una reserva para
la vida de sus habitantes.
Hay
otra opción, estamos en una época en que la tecnología ha avanzado enormemente
en innumerables aspectos. Hace tiempo que el hombre se ha lanzado a la
conquista del espacio. Por qué no pensar en crear en Lima un centro donde se
pueda recrear el clima de altura. Puede ser muy costoso. Sin embargo, si se presentan
empresas nacionales y transnacionales, a
las cuales les inquiete participar en algo que a simple vista le parece imposible,
se podría construir en Lima un hospital donde los pacientes respiren el aire
casi sin oxígeno de la altura, que expanda sus pulmones y desaloje al virus en
su última etapa, la neumonía.
Todo
es factible por parte de la ciencia. Sin opciones por el momento las que estoy
poniendo en circulación podrían servir para reflexionar. A principios del siglo
pasado la tuberculosis tuvo su dramático asiento en Lima, las personas que padecían
su ataque eran enviadas por los médicos a un posible lugar de salvación, la
ciudad de Jauja en los Andes centrales. Qué tenía de especial, pues aire puro de
altura, a la vez que una alimentación sana.
Finalmente
tengo en mente que el oxígeno pueda ser quizá un factor negativo, un caldo de
cultivo, para el corona virus. Si se le
quitara el oxígeno a lo mejor no tendría donde alimentarse como en tiempos
pasados la tuberculosis. Después se descubrieron una serie de antibióticos. La
altura tiene un oxígeno ralo y la gente que nace y vive en ese nivel tiene un
corazón grande por el esfuerzo de funcionar con la pequeña ración que puede
capturar y seguramente también los pulmones. Son experiencias conocidas.
No
puedo dejar de pensar, como provinciana, en la necesidad de evitar
transformaciones indeseadas en las extraordinarias regiones que tenemos. Se
conservan paisajes, tradiciones, costumbres, grupos arqueológicos, monumentos históricos,
etcetera en todo el Perú. En cualquier caso debe haber respeto por las poblaciones
existentes. No debe pasar lo que ha estado ocurriendo en Chinchero, Qosqo, con
el anunciado proyecto de un aeropuerto
internacional. Se han perdido grandes extensiones de cultivos alimenticios, se ha
modificado su paisaje, se han puesto en peligro las ciudades a la vera del Valle
Sagrado de los Inkas hasta el famoso santuario. En las alturas, si bien hay
pobreza, se mantiene como único sustento para la gente que se queda la belleza
de su entorno. Sería muy grave arrasarla
para el bien de los que lleguen como atilas.
Alfonsina Barrionuevo
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