domingo, 3 de mayo de 2020


UKHUKUS NO IRAN A QOYLLUR RIT’I

Los ukhukus de Qoyllur Rit’i hicieron noticia en Facebook al bajar a San Jerónimo, un pueblo cusqueño. En la pantalla aparecieron con sus luengas túnicas y sus máscaras pasamontaña blandiendo un zurriago para devolver al encierro de sus casas a los remisos al aislamiento por el covid19. Hermosa actitud de estos personajes de origen mítico, mitad hombres y mitad osos, ayudando a la policía. Parecerá increíble pero la gente que va en peregrinaje al Qolqepunku, el Nevado de la Estrella, les obedecieron. Había una conexión entre ellos. Si vinieran a Lima los irresponsables los mirarían con curiosidad y ante la amenaza de sus látigos de cuero responderían con violencia.
Los ukhukus de San Jerónimo forman parte de una nación numerosa que acude una vez al año a la famosa planicie de Ocongate para guardar el orden y tomar parte en actividades rituales de origen inka: los pedidos al cerro, el sembrío de viviendas en miniatura, la feria de los sortilegios, la ascensión al nevado, los baños lustrales y muchas más que  son secretas.


La primera vez los vi en papel fotográfico. Víctor Chambi, hijo de don Martín, el prestigioso fotógrafo, me entregó en el siglo pasado unas fotografías de Qoyllur Rit’i y datos del peregrinaje para que los publicara. Entre ellos estaba el ukhuku. Después los vi personalmente en la hoyada de Sinaq’ara, inmersos entre otras naciones de muchos pueblos, los cóndores de Calca, los majeños de Paucartambo, los qhapaq y q’arachunchos de Mandor, los saqsas de Acomayo, que evolucionaban en su paisaje limpio, de crestas de nieve y cerros. Una asistencia de más de cien mil peregrinos de los departamentos del sur y también de Chile y Bolivia, incluyendo a los devotos del Señor de la Rinconada, el   Cristo del milagro que se imprimió en una roca, el cual  tiene hoy su santuario.. 

La historia del ukhuku es inexplicable. Hijo de un ukhumari, se supone un gigantesco oso de anteojos y una doncella, tiene los atributos de sus padres y a veces entra a las poblaciones cuando están de fiesta. El origen del tema proviene de la aparición de estos osos en las haciendas  para robar 'choclos' en época de cosecha. La fantasía popular los convierte en una terrible bestia que rapta mujeres. Antes, según me dijeron, llevaba una túnica hecha con pieles peludas de oso, una máscara negra de lana pasamontaña que ocultaba su rostro, un airón de fibra de alpaka sobre la cabeza a manera de melena y colgando del cuello un muñeco parecido a él que era su almita. Ah, también un phuru que hacía resonar. La fotografía de mi libro de Machupiqchu es de uno que asistió a la fiesta. A  veces hacen comentarios ingenios con una voz de falsete para no ser reconocidos. 


Ukhuku     Foto: José Alvarez Blas
Libro: EL APU DE LAS NIEVES
En ningún momento se quitan su wakolo, la máscara pasamontaña, pero deben ser hombres robustos. Quién sabe en su elección se considere una buena edad, pues entre sus obligaciones estaba trepar al nevado de Qolqepunku para intervenir en juegos rituales de competencia y romper bloques de hielo que cargaban en la espalda. La nieve distribuida a los peregrinos tenía las virtudes que las estrellas que habían irradiado al nevado, impregnándolo de poderes.
Este año es posible que el peregrinaje a Qoyllur Rit’i no se realice por el covid19. Debe haber un gran movimiento entre las ‘naciones, así las llaman, para solucionar los problemas derivados del aislamiento. Los turistas y curiosos que abundaban en Ocongate no estarán, lo cual les gustará si lo realizan en otro mes del año. Los q’eros suelen hacer su travesía por los meses de setiembre u octubre para hacer sus actividades privadas. Tal vez los Andes se moverán para que sus hijos reciban los dones celestes. La última vez que estuve con un equipo de televisión fue impactante como siempre, pero me descuidé y terminé con una neumonía. Me parece estar viendo a un grupo que llevaba una gran cruz de madera tosca, de cuyos brazos pendían unas túnicas vacías, seguramente de ukhukus que ya no tenían faz, ni manos, ni pies. Hace un tiempo los ukhukus impusieron la última regla. Observaron que el Qolqe Punku perdía nieve y con mucho pesar decidieron no volver a subir. Respetarían hasta donde pudieran la eternidad de sus glaciares. El día en que desaparecieran su presencia ya no tendría sentido. ¿La cruz con las túnicas vacías quería decir eso? No lo quise saber.

Alfonsina Barrionuevo

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