MIS “ESPACIOS
MAGICOS…”
En
una noche clara con rumores de mar, el miércoles 26 que se fue con un abrazo
interminable, se presentó “Espacios Mágicos de Qosqo y Machupiqchu”, en la
Feria del Libro Ricardo Palma, en Miraflores. Fue como un sueño realizado. La
obra llegó de Qosqo en las recias alas de un cóndor imperial de gola blanca,
Apu Ch’in, señor de los espacios, y por unos minutos los Andes cobijaron a los
invitados al lado de la fuente anfitriona de centenares de libros de la feria.
Ha
sido imperativo para mí tomar la pluma y escribir sobre el drama de Qosqo, la incomparable
ciudad inka que ha sufrido mucho por ser cáliz recipiente de glorias. Saqueada en
un siglo que quedó de rodillas por la acción despiadada de gente hambrienta de poder;
humillada y desmantelada después por sus nuevos vecinos; y, finalmente, en lo que avanza el nuevo siglo,
sumando agravios por los ácidos que bárbaros contemporáneos arrojan a sus muros
dejando heridas en sus piedras sagradas. Hace falta amarla y sentirla profundamente
para defenderla de quienes no respetan
su grandiosa historia y continúan destruyendo su paisaje.
Han
trabajado conmigo más de un año estudiando con sus cámaras fotográficas los
efectos de la luz del día, entre auroras y ocasos, Fernando Seminario y Peruska
Chambi, completando el bello lenguaje de las imágenes José Alvarez Blas, don
Martín Chambi con Víctor, su hijo, desde muy lejos, y participando Jorge
Cornejo Bouroncle con un dibujo que me legó.
Ha
sido largo el recorrido por sus remotos origenes para conjugar el pasado, desde
cuando llovían torrentes del cielo sobre el lago Morkill, copiando estrellas
que abandonaron sus noches hace millones de años, cogiendo los torbellinos que edificaba
el viento para que deje de rugir por un instante, apagando el ramaje luminoso del
rayo, aterciopelando sus pantanos imposibles y permitiendo que la pachamama siembre
amor en las entrañas convulsas de su lecho.
Allí
donde los Ayar fundaron un imperio a menos de mil años, en un ambiente cargado
de kamaqen, la esencia que se desprende de los elementos telúricos y cósmicos. El
fluir electrizante de sus kamaqenes que provocan un magnetismo, una atracción,
un percibir de algo inexplicable en ese Qosqo que fue morada de hombres y de
energías conmovedoramente puras.
Machupiqchu,
en el bosque de nubes, es una proyección alucinante de Qosqo con sus señoriales
wakas de la piedra, del viento, del agua, del sol, la luna, las estrellas, la
vida misma; vale decir el universo andino.
Para
mí la presentación de “Espacios Mágicos de Qosqo y Machupiqchu” fue una invitación
para conocer las wakas o espacios mágicos del centro histórico de Qosqo, entre
más de trescientas cincuenta que se construyeron tiempos ha.
El
veintiseis fue una noche de lujo con las palabras evocadoras de Juan Ossio y
Ricardo Estabridis. Gracias a ellos por acompañarme, a Juan Núñez del Prado por
su comentario que fue la gota precisa que me faltaba, al auditorio generoso que
asistió y la comprensión de Germán Coronado, Presidente de la Cámara del Libro.
En el
mes jubilar de la gran capital emperadora mi gratitud por presentar el libro a Luis
Nieto Degregori y Enrique Rosas Paravicino, a la Empresa Minera Antapaccay y a
Fernando Moscoso Salazar, a Luis Huayhuaca y al EMUFEC, y a la Municipalidad
Provincial de Cusco, quienes han contribuído
a que “Espacios Mágicos…” iniciara su transitar por los caminos del mundo.
APU INTI
Pachakuti
Inka pensó en un escenario grandioso para el Apu Inti o Padre Sol, en sus
raymis de Machupiqchu. Su ushnu o altar que captura energías como un río es
conocido como intiwatana, “donde el sol amarra sus rayos” o intiwaytana, “donde
los hace florecer’, como afirma Americo Yábar. De madrugada “el bulto o bolo de
oro”, según registró Cristóbal de Albornoz en el siglo XVI, era trasladado
procesionalmente a su altar.
Al tocarle el primer rayo de sol que descendía del cielo el Tarpuntay, sumo sacerdote, levantaba los brazos en señal de reverencia. Así mismo los sacerdotes de Sayaqmarka, “Ciudad Centinela”; Phuyupatamarka, “Ciudad encima de las nubes”, y Wiñay Wayna, “Joven Eterna”. El júbilo era general mientras las aqllas que tejieron coronas de Apus y realizaron ch’allas perfumadas de flores, cantaban al astro vivo: “Sed siempre joven y hermoso…”, entre el resonar de los pututos.
Al tocarle el primer rayo de sol que descendía del cielo el Tarpuntay, sumo sacerdote, levantaba los brazos en señal de reverencia. Así mismo los sacerdotes de Sayaqmarka, “Ciudad Centinela”; Phuyupatamarka, “Ciudad encima de las nubes”, y Wiñay Wayna, “Joven Eterna”. El júbilo era general mientras las aqllas que tejieron coronas de Apus y realizaron ch’allas perfumadas de flores, cantaban al astro vivo: “Sed siempre joven y hermoso…”, entre el resonar de los pututos.
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* Del libro “Espacios Mágicos de Qosqo y
Machupiqchu”Alfonsina Barrionuevo
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