domingo, 30 de octubre de 2016

MIS “ESPACIOS MAGICOS…” 

En una noche clara con rumores de mar, el miércoles 26 que se fue con un abrazo interminable, se presentó “Espacios Mágicos de Qosqo y Machupiqchu”, en la Feria del Libro Ricardo Palma, en Miraflores. Fue como un sueño realizado. La obra llegó de Qosqo en las recias alas de un cóndor imperial de gola blanca, Apu Ch’in, señor de los espacios, y por unos minutos los Andes cobijaron a los invitados al lado de la fuente anfitriona de centenares de libros de la feria.
Ha sido imperativo para mí tomar la pluma y escribir sobre el drama de Qosqo, la incomparable ciudad inka que ha sufrido mucho por ser cáliz recipiente de glorias. Saqueada en un siglo que quedó de rodillas por la acción despiadada de gente hambrienta de poder; humillada y desmantelada después por sus nuevos vecinos; y, finalmente, en lo que avanza el nuevo siglo, sumando agravios por los ácidos que bárbaros contemporáneos arrojan a sus muros dejando heridas en sus piedras sagradas. Hace falta amarla y sentirla profundamente para defenderla de quienes no respetan su grandiosa historia y continúan destruyendo su paisaje.

Han trabajado conmigo más de un año estudiando con sus cámaras fotográficas los efectos de la luz del día, entre auroras y ocasos, Fernando Seminario y Peruska Chambi, completando el bello lenguaje de las imágenes José Alvarez Blas, don Martín Chambi con Víctor, su hijo, desde muy lejos, y participando Jorge Cornejo Bouroncle con un dibujo que me legó.
Ha sido largo el recorrido por sus remotos origenes para conjugar el pasado, desde cuando llovían torrentes del cielo sobre el lago Morkill, copiando estrellas que abandonaron sus noches hace millones de años, cogiendo los torbellinos que edificaba el viento para que deje de rugir por un instante, apagando el ramaje luminoso del rayo, aterciopelando sus pantanos imposibles y permitiendo que la pachamama siembre amor en las entrañas convulsas de su lecho.
Allí donde los Ayar fundaron un imperio a menos de mil años, en un ambiente cargado de kamaqen, la esencia que se desprende de los elementos telúricos y cósmicos. El fluir electrizante de sus kamaqenes que provocan un magnetismo, una atracción, un percibir de algo inexplicable en ese Qosqo que fue morada de hombres y de energías conmovedoramente puras.

Machupiqchu, en el bosque de nubes, es una proyección alucinante de Qosqo con sus señoriales wakas de la piedra, del viento, del agua, del sol, la luna, las estrellas, la vida misma; vale decir el universo andino.
Para mí la presentación de “Espacios Mágicos de Qosqo y Machupiqchu” fue una invitación para conocer las wakas o espacios mágicos del centro histórico de Qosqo, entre más de trescientas cincuenta que se construyeron tiempos ha.

El veintiseis fue una noche de lujo con las palabras evocadoras de Juan Ossio y Ricardo Estabridis. Gracias a ellos por acompañarme, a Juan Núñez del Prado por su comentario que fue la gota precisa que me faltaba, al auditorio generoso que asistió y la comprensión de Germán Coronado, Presidente de la Cámara del Libro.


En el mes jubilar de la gran capital emperadora mi gratitud por presentar el libro a Luis Nieto Degregori y Enrique Rosas Paravicino, a la Empresa Minera Antapaccay y a Fernando Moscoso Salazar, a Luis Huayhuaca y al EMUFEC, y a la Municipalidad Provincial de Cusco, quienes han  contribuído a que “Espacios Mágicos…” iniciara su transitar por los caminos del mundo.


APU INTI
                                
Pachakuti Inka pensó en un escenario grandioso para el Apu Inti o Padre Sol, en sus raymis de Machupiqchu. Su ushnu o altar que captura energías como un río es conocido como intiwatana, “donde el sol amarra sus rayos” o intiwaytana, “donde los hace florecer’, como afirma Americo Yábar. De madrugada “el bulto o bolo de oro”, según registró Cristóbal de Albornoz en el siglo XVI, era trasladado procesionalmente a su altar. 

Al tocarle el primer rayo de sol que descendía del cielo el Tarpuntay, sumo sacerdote, levantaba los brazos en señal de reverencia. Así mismo los sacerdotes de Sayaqmarka, “Ciudad Centinela”; Phuyupatamarka, “Ciudad encima de las nubes”, y Wiñay Wayna, “Joven Eterna”. El júbilo era general mientras las aqllas que tejieron coronas de Apus y realizaron ch’allas perfumadas  de flores, cantaban al astro vivo: “Sed siempre joven y hermoso…”, entre el resonar de los pututos.
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* Del libro “Espacios Mágicos de Qosqo y Machupiqchu”

Alfonsina Barrionuevo

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