domingo, 6 de noviembre de 2016

POR LOS ESPACIOS MAGICOS 

A veces la niñez suele ser decisiva para una persona. Tras una vida intensamente dedicada al Perú puedo afirmar que mi libro: “Espacios Mágicos de Qosqo y Machupiqchu”, se generó en Huaro. La hermosa tierra de los yakarkaes legendarios que leían el porvenir en el fuego de sus braseros; de los mankap’aki que torneaban sus ollitas en la arena con sus manos de viento; de los waraqlla que armaban sus coros en las ramas de los lanbranes; de las “illas” o madres de los qoes o kuyes, con ojos de rubí y patitas de oro, que se encuentran en el Ukhu pacha; de los féretros que caminaban de noche dando tumbos, para entrar en las casas de los que iban a morir; de los duentes de Catalina Qespe que se daban volteretazos, debajo de las bancas, en los “ora pro nobis” de las abuelas; de los frailes sin cabeza que bajaban por los maizales y los condenados que podían comer a los niños desobedientes, dejando sus huesos blancos y lirondos.

Mi obra, en general, arranca de allí y de mil lugares recorridos a lo largo de mi vida, que tienen una raíz en los primeros años de mi existencia formando un corpus total. “Espacios Mágicos…”  es la segunda parte de un conjunto que comienza con “Templos Sagrados de Machupiqchu” y debe terminar con “La Memoria de los khipus” que estoy escribiendo.
Se podría pensar que hubo un pedido de los Apus cuando hice el viaje caminando a Machupiqchu. En el último tramo ya atardeciendo vi, al fondo de los cerros con una lagunita de por medio, a un khipukamayoq imperial. Los rayos de un sol de fuego le daban en el rostro y sonreía  abieramente. Me había detenido para conversar con el guía y le dije que tratara de mirarle. No lo vio, pero él me miraba y agitó el khipu que llevaba colgando de sus manos. Durante varios años traté de explicarme qué quería. Primero pensé que debía escribir sobre Machupiqchu, luego lo de Qosqo y finalmente comprendì que se refería a “la memoria de los khipus”. Así será con la ayuda de Dios. Me he detenido casi seis meses para preparar la presentación de “Espacios Mágicos…” en Cusco y Lima. En la próxima semana vuelvo a ese quehacer, hurgando en mis escritos.”

“Espacios Mágicos de Qosqo y Machupiqchu” se distingue por las magníficas fotografías de Fernando Seminario y Peruska Chambi, con quienes he trabajado buscando el punto exacto de cada toma para conjugar mis textos, aprovechando las de gran excelencia de José Alvarez Blas, así como el muro de Qolqanpata de don Martín Chambi y un dibujo de la calle Plateros de mi recordado maestro Jorge Cornejo Bouroncle, de la Universidad Nacional de San Antonio Abad.

El libro es una invitación para reconocer el centro histórico  de Qosqo. Yo también  he aprendido mucho de mis investigaciones. He vivido en Santo Domingo y nunca pensé que allí existieron ocho wakas. La Willka Nina, “fuego sagrado”, me entusiasma en especial porque  me conecta con los yakarkaes de Huaro. En lo que se refiere a la waka que está detrás del fino muro semicircular del Qorikancha siempre me cautivó. Ella  es una wanka intocada que se llama Subaraura. Raura quiere decir “arder” pero suba está mal escrita. Los españoles no escuchaban bien el qechwa. Creo que todos tenemos que pasear por nuestras calles y plazas con “Espacios Mágicos…” en la mano.  Así lo ve también Pierre Duviols, el ilustre peruanista francés. Le envié un correo de invitación y contesto con una palabra que es suficiente. “Espléndido”.
En nuestra ciudad la empresa minera Antapaccay de Espinar y el EMUFEC contribuyeron a presentar “Espacios…” en el Centro de Convenciones de la Municipalidad. “Los autores/editores precisamos la ayuda de empresas, instituciones y personas interesadas en difundir los valores culturales de nuestro vasto patrimonio”. Gracias.

Alfonsina Barrionuevo

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