TUPAQ AMARU Y LOS CHISMES DE WALKER
Mi maestro, el prestigioso historiador Jorge
Cornejo Bouroncle, no sólo me instruyó sobre la gesta grandiosa de Tupaq Amaru,
sino que me enseñó a admirar la magnitud
de su lucha, en una época trágica para el Perú. Por prender el fuego de la libertad en los Andes llegó hasta una muerte cruel
con su esposa, sus hijos, sus familiares y seguidores.
A un paso del Bicentenario de la Independencia, que lo tiene como precursor, causan extrañeza los chismes del americano Charles Walker en un libro que lleva el nombre del prócer como título. No se trata de un análisis histórico sino de una osadía teñido de humor negro, esperando divertir a un auditorio que capta más lo intrascendente.
Resulta intolerable que Walker, quien aparece
como investigador de una universidad respetable, afincado tres años y medio en
Cusco, lengua del español, muestre un tono irrespetuoso por el sacrificio en
1780-81 de miles de hombres y mujeres que anhelaban la libertad al lado de una
figura prócer muy querida y admirada por millones de peruanos.
Va un resumen de algunas notas entre otras que
aparecen en el libro dejando el comentario al criterio de los amigos de Perú: Mundo de Leyendas.
Comienza llamándole José Gabriel Condorcanqui,
diciendo que <usaba cada vez más el regio nombre inca de Tupac Amaru….> cuando
él reivindicó, años antes, su descendencia de Thupa Amaro, nieto del Inka Wayna
Qhapaq…
Y afirma que éste <usaría a lo largo de su
vida varios apellidos…> (pág. 37)
Afirma que <si un productor de Hollywood
hubiera solicitado el reparto principal para expresivos individuos que
personificaran las relaciones políticas en los Andes coloniales, habría estado
encantado con este trío… Tupac Amaru el curaca o cacique, la autoridad étnica encargada
de recaudar tributos…, Arriaga… el corregidor, la autoridad española… que organizaba
el despreciable reclutamiento de mano de
obra para las… minas de Potosí… Originario de Panamá, el padre Carlos Rodríguez…
el cura de la parroquia de Yanaoca quien
fue uno de sus primeros maestros…>
(Págs. 17 y 18)
<En décadas recientes José Gabriel
Condorcanqui Tupac Amaru II proveyó de nombre a dos grupos alzados en armas
(los tupamaros en Uruguay y el MRTA en el Perú) y a un cantante de rap, Tupac
Shakur… >(Pág. 36)
Dice que <tenía un rostro indio bien
parecido, una nariz ligeramente aguileña, ojos completamente negros y, en
conjunto, un semblante inteligente, benigno y expresivo. Su discurso, noble por
la facilidad con que era caballeroso, era digno y cortés con superiopres e
iguales; pero en su trato con los aborígenes, por quienes era profundamente
venerado, había seriedad no inconsistencia con sus reclamos…> Pág. 42
Y en contraparte cita a <Un español
anónimo… lo consideraba <muy blanco para indio, pero poco para español…>
(Pág. 43)
<Esteban Zúñíga, el recaudador de diezmos
de la provicncia de Azangaro, se quejó de que Tupac Amaru siempre le había
desagradado y que le maltrataba. (observó) cuando Tupac Amaru arrastró a la tía
de Micaela para castigarla, dándole de patadas y jalándole el cabello…> (Pág.
56)
<En cuanto a la cantidad de material
disponible los archivos reproducen la pirámide
social – mucho más se escribe sobre los europeos educados y los lideres rebeldes que sobre la mayoría de los
seguidores indigenas iletrados y los soldados realistas negros. De hecho, las fuentes casi nunca nombran a
combatientes del común. Incluso si los consideran heroicos o culpables de una
atrocidad, permanecen en el anonimato. Este libro utiliza los chismes y
fragmentos acerca de rebeldes quechuahablantes, asistentes femeninos de campamentos
y soldados de a pie para contar uina historia amplia, social…> (pág. 64)
<Varios de sus partidarios creyeron que
Tupac Amaru podía resucitarlos, traerlos de la muerte si ellos morían en
batalla. El les ordenó que entrasen sin
miedo a pelear con los españoles, que si morían a los tres días los habría de
resucitar>” Los testigos españoles se
quejan vehementemente acerca de estas promesas, que obviamente incrementaban el
valor de las tropas y su disposición a morir en batalla.>… TupacAmaru se
presentó a sí mismo como el mesías (un término que no usó) cuyo linaje y proyecto
podría provocar el retorno de los incas…>
(Pág. 83)
<Un realista
anónimo se burla del liderazgo de Tupac Amaru, mofándose de que <un ejército
de ratones liderado por un león es mejor que un ejército de leones liderado por
un ratón>. (un curaca) José Rafael Sahuaraura… escribió que muchos indios
que fueron al combate del Cusco, de vuelta me contaron que su Inca (Tupac
Amaru) lloró mucho en Yanacocha de no ser recibido por Rey en Cusco”> (págs. 171 y 172)
P.D. No se sabe cómo accedió Walker a los
chismes de fuentes anónimas para restarle valor a Tupaq Amaru.
PERSONAJES MÁGICOSDELANDE
No es
una nueva dimensión. Todo sucede bajo el mismo cielo, pero las cosas tienen
otro encanto, otro significado.
Es una distinta manera de vivir con los
dedos del sol resbalando como una caricia por los surcos o los andenes de los
cerros, o con un techo bajo, cargado de amenazas. Aunque los mediodías tallen
las mismas sombras en los rostros de la gente de campo o los mismos crepúsculos
incendien los ojos de los pájaros. Aunque la noche sea la misma que se filtra a través
del tañer de las campanas o baje como un telón rutilante de estrellas donde muchos
seres humanos han dejado algo precioso,
su fantasía, como un tributo a su adelanto.
Es otro mundo, paralelo a éste que ha
hipotecado hasta las nubes en sus afanes de dominio, que no cree en nada y que
se ríe de todo, y que hace mucho espantó de sus veredas a los personajes
mágicos del Perú. Como tenía que pasar, se fueron. No podían existir sin el
oxígeno de la
imaginación y no quisieron marchitarse en las pistas de
cemento de las ciudades.
También ellos pertenecen a ese mundo que libró
heroica resistencia para sobrevivir. Son las prodigiosas criaturas del aire,
del agua y de
la tierra, que todavía se encuentran cumpliendo su destino en los pueblos más viejos,
más lejanos, más solos. Conviviendo con los hombres como hace cientos de años.
Compartiendo el magro pan de sus sueños, de sus miedos y sus luchas. Hermanados
en la vida y en la
muerte. Identificados con su ambiente en las ocho regiones
naturales que son su hábitat, donde alguien los creó para entretenerse o para
explicarse los fenómenos que no entendía.
Desde entonces siguen allí.
En la inmensidad de los arenales costeros,
con dunas violetas o rosadas, que surcan en ciertas noches bellísimas sirenas o
yaras, de ondeante cabellera, ojos claros y escamas de oro.
Las hermosas salen del mar donde se encargan de cuidar a los peces, tortugas,
lobos marinos y aves guaneras. Su misión
es delicada, procurar que no se rompa el ciclo biológico en Mama Qocha, el mar.
En la cordillera de los Andes hay una
multitud de cerros ─apus, achachilas, wamanis
y hirkas, que tienen la responsabilidad de proteger a los
sembríos. Así mismo, aukillos que
procuran el aumento de los rebaños. Al hablar entre ellos, en noches de luna, hacen
columpiar sus palabras en los espejos del aire, antes de hacerlas resbalar por
sus laderas.
También están, el soq’a, ñaupa machu o gentil, que custodia los huesos de los antiguos y al
mismo tiempo vigila la honradez de las mujeres, y el ichik ollqo (enano fantástico) que a veces deja ver su rubicunda
faz en la hondura de
los manantiales y, cuando sale al exterior, provoca tormentas
golpeando con sus manos su ampuloso vientre donde retumban los truenos y
estallan los rayos. Igualmente mama yaku,
la dueña del agua que en los amaneceres de neblina pasea por la orilla de las
lagunas y espera recibir ofrendas para dejar que sus caudales corran por los
canales de riego
El ollkaiwas
─mitad hombre, de la
cintura a los pies y mitad perro, para arriba─ no puede escapar
de su cárcel de espinos, pero sí tiene
poder para llamar a la lluvia cuando mira el cielo con sus ojos lacrimosos.
En la exuberante vegetación de la Amazonía bajan las atengariites
o estrellas del cielo, que ayudan a los sembradores a recoger semillas alumbrando
su camino; el kaukirosi, que emplea
su sabiduría para ayudar y regala a los curanderos hierbas medicinales con
poderes prodigiosos; y, los marenachiites,
de talla gigantesca, que manejan el rayo y crían jaguares a manera de perros para
custodiar las plantas de maní, yuka y calabaza.
También la yakumama, que habita en los ríos más grandes, más anchos y más
profundos; y ronin, la serpiente cósmica, que conoce el eterno secreto de la juventud. A pesar
de que ambas se remontan al principio de la vida en el planeta, viven una nueva
juventud cuando cambian de piel cada
año.
Algunos personajes son adorables,
inofensivos, como el uchuchullko,
que cuida a los venaditos, las viskachas y las perdices en los collados de la
yunga o el espíritu del plátano, que pinta de oro los frutos para que maduren.
Otros son fatídicos, como el nak’aq,
qarasiri, phistaqo o michulay, que absorben la grasa de su víctima en los
caminos solitarios, enflaqueciéndola hasta cansarle la muerte. Los hay también,
burlones, como el muki, que
desprecia la codicia de los hombres y mira
con simpatía a los que no son ambiciosos, dejando señales en las galerías de las minas para que
encuentren las vetas más ricas.
Igualmente, algunos son enamoradizos como el
arcoiris, yoki, k’uichi, tulumanya o
trumaña, que hasta tiene hijos con las pastoras y enferma a los hombres que
lo sorprenden cuando está naciendo, en los manantes o charcos después de la
lluvia, pues los considera sus rivales.
La existencia de estos seres fantásticos, trasmitida
con afán de una generación a otra, se debe a muchas causas. Por ejemplo, a la obligada
reclusión en que viven todavía algunas comunidades, casi perdidas en nuestra
accidentada geografía; a la falta de vías de comunicación en muchos sitios y a
las costumbres intocadas en otras
partes. Nadie como esos pueblos recónditos para conocer las señales que
reciben desde arriba ─el cosmos, respecto
a los cambios climáticos. Así se enteran cuánto tienen que esperar para sembrar
en las chacras o si deben adelantar su trabajo para no perder las cosechas
tempranas.
Estos personajes mágicos a pesar de su antigüedad, son paralelos a los
que forja el mecanizado hombre de hoy, que ha abierto más sus horizontes y que
se ha liberado de tabúes en apariencia, pero que se ha convertido en esclavo de
la tecnología y sigue creando nuevos mitos. Su distancia en el tiempo con la
gente de tierra adentro se acorta con la integración que cada día avanza más.
Cabe preguntar si al librarse de su mundo irreal ,
mágico, fantástico, para entrar al otro, descarnado y realista, la gente de
campo saldrá ganando o perdiendo algo tan bello y eventualmente
terrible.
Alfonsina
Barrionuevo
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