NATURALEZA QUE HABLA
Todo cuanto existe en la naturaleza está lleno de vida, de
sentimiento, de espíritu. Son fuentes que irradian fuerza y energía para
quienes saben recibirlas. Los nevados, los cerros, la tierra, los árboles, el
mar, las lagunas, los ríos, las estrellas del cielo, forman un conjunto de
energías vivientes llamadas colectivamente kasay.
En miles de años los antiguos peruanos aprendieron a percibir sus
vibraciones. Lluvia, viento, oleaje, silbos, que les llegaban con voces llenas
de sabiduría, ternura, protesta o reproche. Un nuevo lenguaje que se fue
abriendo paso a su sentimiento mediante la intuición, hasta que llegaron a
comunicarse con ellos.
En la leyenda de Chukillantu y Aqoyanapa, recogida por el canónigo
Maximiliano Rendón en 1937, los manantiales del Aqllawasi de Yukay le
advirtieron a la joven que debía renunciar al amor de Aqoyanapa o Aqoytrapa,
joven pastor de alpakas, porque ella era una virgen del Sol. Los manantes eran
cuatro y uno a uno repitieron el mensaje. Chukillantu desoyó sus palabras
proféticas y decidió su destino siendo castigada. El padre Sol la convirtió
junto con su amante en piedra, cuando trataban de escapar.
El cronista Martín de Murúa, religioso mercedario, transcribe en el
siglo XVI la conversación que tuvo un
pastor con sus alpakas, en Anqasmarka, cerca de Calca, antes del diluvio
universal. Sus animales, dice, comenzaron inusitadamente a llorar y suspirar
mirando al infinito de tanto en tanto. Al preguntarles qué las afligía, las
alpakas le anunciaron que habían leído en las estrellas una mala noticia.
"Las fuentes del cielo se abrirían sobre la tierra y todo se inundaría. El
se podía salvar si subía a la cumbre del cerro con su familia y así lo
hizo."
El investigador Tschopik escuchó en Layo, Canas,
Qosqo, como don Hermógenes llamaba con cariño, al alma de la papa, antes de
proceder al escarbe de papas. "Hamuy, hamuy, chiqchiq mancharisqa,
uywakunaq mancharisqa, hamuy, hamuy." "Ven, ven, tú que fuiste
espantada por el granizo, asustada por los animales, ven, ven."
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Notas
del libro “Hablando con los Apus”. Alfonsina Barrionuevo
FALSOS PRECEPTOS INKAS
Juan Achahui
me ayudó a conocer el respeto que tienen las gentes de las comunidades por el
Apu Inti o Padre Sol. La jornada para asistir a su saludo, al filo de Ocongate, a 4,800 metros sobre el
nivel del mar, en Quispicanchis, Cusco,
fue larga. Las horas, los minutos y los segundos de esa fecha
que se mueve con los astros, se
hacían trizas en cada pisada. Fuimos trepando andén tras andén y, cuando éstos
terminaron, seguimos por un chakiñan (camino de pie) que iba bordeando los
cerros como una cinta. En el cielo las estrellas se movían risueñas hasta que
se fueron convirtiendo en burbujas de luz, confundiéndose con la niebla.
“¡Aquí!...” y, cuando el sol hizo brillar el
pico de los cerros al derramar sobre ellos su oro cósmico, escuché los majestuosos vivas de júbilo: “¡Haylli!, ¡haylli¡, ¡haylli¡”, miles de voces que parecían salir de las
montañas como si ellas le dieran la bienvenida. Al fin, con su claridad iluminando la
altura, mi corazón copió la alegría de varones y mujeres que estaban con una
rodilla en tierra y los brazos levantados. El astro radiante había vuelto
felizmente en un nuevo solsticio de invierno.
Lo demás fue sencillo. Contemplamos el
armónico ballet de las doncellas con sus guiones de plata, luego los conjuntos
de danza y los peregrinos sobre la altipampa, Cuando se fueron, dejándonos una
emoción inenarrable, iniciamos el camino de regreso. La bajada era fuerte y nos
cogimos del hilo musical de los k’arachu’nchos. Cada vez que se detenían, la
fatiga era un polvo que se asentaba sobre nuestros músculos tensos. Volvía su
música y nos sentíamos ágiles como tarukas. Los ukhukus o pabluchas nos
adelantaban riendo debajo de sus máscaras pasamontaña, haciendo restallar sus
látigos. Ellos venían de Qoyllur Rit’i, donde subiría el año siguiente para un
encuentro con Qolqe Punku, el nevado por donde entran las fuerzas que irradia la estrella Qoyllur
desde el infinito.
Cuando sea el
momento, mi alma volverá recogiendo los pasos de esos viajes inolvidables. El
de Ocongate fue un Inti Raymi donde los gritos de bienvenida al Padre Sol se
elevaron como un río humano colmando el relieve diseñado en la cordillera. Lo
tengo en mi cámara Rollei que los capturó para el futuro, mientras mis latidos
se unían a los de ellos en uno solo, inconmensurable.
Aún las manos
de terciopelo de Pachamama, la
Madre Tierra , no habían tocado mis mejillas. Pero recibí el
fuego llameante de nuestro Padre Sol
fundiéndose en mis huesos. Por eso estoy de pie, en actitud de warmi
pukara, “de guerrera,” y no podrán vencerme.
Cusco
celebraría, un poco más adelante, su fiesta jubilar. El Inti Raymi del mundo
andino, los 24 de junio, que la
“revolución” de Juan Velasco Alvarado convirtió en el Día del Campesino,
quitándole toda su connotación, porque no era un runa. En el Día del Indio,
millones de peruanos nos abrazábamos porque sentíamos sangre de milenios
precipitándose en nuestras arterias, desgalgándose por nuestras venas. Al pasar
a campesino rompió la columna vertebral de los Andes. Lima y las ciudades no
sienten la relación, prendidas del globo modernista, mientras nosotros vamos a
pie.
Si le pregunto
qué piensa a la Pachamama, estará en silencio. En ese ¡chin!, ese “vacío” en el
que se arropa para no escuchar cuando sufre. Hay que esperar que vuelva del
sueño en que se sumerge porque ama a sus hijos y se apena al callar. En agosto
habrá en las comunidades y pueblos ofrendas para que sepa que es amada.
Los españoles
que inventaron el “ama qhella, ama suwa,
ama llulla”, como “preceptos inkas”, atribuyéndolos inclusive al gran
Pachakuteq, lo hicieron para rubricar el abuso. “No seas ocioso y trabaja para
el patrón”, “no le robes al patrón”, “no le engañes al patrón”. Los andinos
nunca fuimos gente de manos ociosas, porque queremos a la Madre Tierra y nos
gusta hacer ayni con ella y que en pago nos de kausay:
“vida.” No tomamos lo ajeno porque
tenemos lo suficiente. Mentir corresponde a una negación generada por el temor
y el engaño que no funcionan frente a la sinceridad. Me
parecen mejor, para los peruanos de hoy expresar: “Allin yachay, allin munay, allin llank’ay” o “Piensa bien, quiere
bien, trabaja bien”.
La ofrenda a
la Pachamama, que tiene hambre y sed cuando despierta, puede ser pequeña o
abundante. Basta un k’intu, es decir, tres hojas de coca si los tiempos son
flacos. Si hay suerte, semillas, chancaca, wayruros, pallar, maíz, coca, en una
q’esita, o sea el codiciado nido de un picaflor. Si hay más se colocan
elementos que pertenecen a los tres reinos de la naturaleza, terminando con el
qori libro y el qolqe libro:
“hojitas de oro y plata”. Hay unas doscientas formas de preparar ofrendas. En
todas tiene que primar el sentimiento. Se dice también despacho y pagapu, pero
me gusta más ofrenda, amor como
ingrediente precioso.
Desde el
primer día de agosto hasta el 31 del mes, ella “saborea” los regalos que
comparte con los Apus, espíritus de los Andes, protectores de las comunidades
que viven en sus cercanías, sus cultivos y sus ganados; así como con las
Pachamamas y los Apus olvidados. La gente andina es generosa y los recuerda. Están
agrupados en las ocho regiones multi-diversas:
nevados, cerros, mesetas, ríos, lagunas, bosques, sembríos, animales
domesticados y silvestres, hermanados con la Pachamama, que a la vez es
Mamaqocha: Madre Tierra y Madre
Agua.
“Mamita, toma
este juguito para tu sed” y le derraman unas gotas de chicha al terminar la ceremonia. La
ofrenda debe arder sobre una “cama” de tizones al rojo vivo y los oferentes se
retiran para que concurran los invitados de la Pachamama. Si el
obsequio se consume dejando una fina ceniza ha sido aceptado y ellos
corresponderán en lo posible.
Tampoco hay obligación plena. La
reciprocidad depende del clima y en eso, cuando interfieren los hombres y crean
problemas críticos como poner el planeta en emergencia, se producen conflictos
que afectan a la Pachamama y a los Apus. Las comunidades expuestas a los nuevos
peligros están advertidas de lo que pasa a través de los sacerdotes andinos y
ya se están preparando. Ellas tienen que defender su vida y a la naturaleza.
¡Las promesas que iniciaron en este Raymi
deben seguir en los que vienen!
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