ALCALDES
DE LA LIBERTAD
¡No sé
cómo celebrará el Perú su Bicentenario con héroes prestados!’
Este
comentario de una historiadora americana que dictó en Lima una conferencia
magistral sobre nuestro aniversario cívico me indignó. La distinguida docente
tenía la razón. No estaba llamada a saberlo pero tampoco aquí no se consideró a
miles de hombres y mujeres que ofrendaron sus vidas por la libertad de nuestro
país subyugado por España que causó despoblamientos principalmente en la costa
norte y el sur con sus abusos. Ni tampoco que comandó la sublevación una joven líder de
apenas treinta y cinco años, Micaela Bastidas, con su esposo José Gabriel
Thupaq Amaru, de estirpe andina..
Estuve buscando una fecha para lograr
que se les rindiera el homenaje que merecían como héroes de la lucha libertaria.
La encontré en el Bicentenario que evoca
la presencia definitoria de los generales José de San Martín y Simón Bolívar. La
Declaración de la Independencia se hizo en 1821 a solo cuarenta años del
movimiento nacional que se creyó terminado con la terrible ejecución de la
pareja patricia. No le bastó a José Antonio Areche, el visitador convertido en
verdugo. Persiguió a sus fuerzas maltrechas con el ejército bien armado de José
del Valle. En los pueblos sindicados como rebeldes sus habitantes fueron exterminados
sin reparo por calles y plazas, y aún los sacaban de sus casas para enfrentar a
sus milicias arteras.
En una visita al distrito de Huaro, donde
está Saucipata, el antiguo solar en el cual residió mi familia paterna, hablé
con Fernando Salas Vizcarra sobre el proyecto del homenaje a sus antepasados. Al enterarse de sus propósitos de enaltecer
su recuerdo como ejemplo de amor al Perú invocando el más sagrado de sus derechos
decidió apoyarlo. Su entusiasmo fue el punto de enlace con las autoridades ediles
de la provincia para su exposición. Salas Vizcarra que pertenece a una vigorosa
rama del prócer Simón Barrionuevo es regidor municipal. Ambos trabajamos para
comunicarnos con ellos arduamente durante más de un año antes de la pandemia
del Covid19. Su respuesta fue la esperada y en este año los burgomaestres de
Quiiquijana, Huaro, Andahuaylillas, Urcos, Quiquijana, Q’atqa, Ausangati,
Oropesa, Ocongate y Cusipata presidirán un acto cívico único. En la plaza de su distrito. ’Los Alcaldes de la
Libertad’ colocarán con orgullo una placa de homenaje a sus hijos ilustres, caídos en la revolución de 1780.
¡Nunca, en adelante, volverán a ser olvidados!
En la sacristía, arrumadas entre
decenas de cosas existían algunas de sus pertenencias que escondieron los
vecinos y se salvaron del odio; el Niño Dios muy maltratado, que según dijeron los
actuales había sido de la heroína, la
piedra de molino donde el caudillo mandó pintar la imagen de la Virgen del
Carmen y la alfombra, regalo de los tejedores de Pampamarca, distrito de Canas.
El acucioso investigador, quien organizó
el Archivo General del Qosqo revisó una serie de documentos del juicio
despiadado que les siguieron. También llegó a dilucidar que la plácida vega caneña
fue el lugar de nacimiento de Micaela, la
hija de Josefa Phuyukawa. No Tamburco, actualmente en Apurímac por su creación política.
En 1975 salió a la luz mi libro
‘Habla Micaela’. Inicialmente traté de hacer una biografía pero no hallé
material suficiente. Entonces intenté escribir un relato de su historia hasta
su muerte con ella en primera persona como si yo hubiera estado a su diestra captando su respiración. De ese modo su protesta por la inhumana situación en la que
se encontraba la gente del Perú, podría adquirir vida de nuevo. No se
acostumbra y aún ahora me parece un atrevimiento, justificable solamente porque
quería que la escucharan con su propia voz a arrancándose de canteras ignotas,
con el acento y el sentir de nuestra lengua materna, el qechwa. Para escribirla
fui al Qosqo en busca de inspiración y tranquilidad a la
casa de mis padres en Santo Domingo y a la vivienda taller de San Blas
de Antonio Olave, el escultor de los
famosos Manuelitos, los niños Dios cusqueños. En el silencio de la noche discurrí
en el teclado de mi Remington por los caminos que recorrieron.
Sinceramente no fue fácil. En ciertos momentos inenarrables, en lo que sintió cuando vio a su hijo caminando a la horca. Evocarlo en un fragmento de segundos su infancia hasta su adolescencia, feliz en la seguridad de su hogar su reacción en ante el compromiso de la causa abrazada. Cómo conjugar ambas situaciones es y la pensé implorando su perdón, quebrada por dentro. Cundo casi no podía sostenerse de pie por el martirio sufrido.
Cuando miró
a su hijo caminar a la horca se deshizo en dolor al implorarle…
¡Perdón, Hipólito,
por haberte traído a la vida y por llevarte a la muerte! ¡Me estás devolviendo
la leche que te di y yo siento que voy a morir contigo! ¡Las lágrimas astillan
mis ojos sin salir! ¡Hipólito, perdón por haber
olvidado en el fragor de la lucha que era madre! ¡Ahora todo se acaba!
¡No asistiré a tus nupcias ni traerás a un niño a mis brazos!
Sin
embargo, como líder y como jefe de
Estado Mayor acepta que otra sería su
actitud.
… Y
perdóname, porque si retrocediera el tiempo yo volvería a caminar lo andado! ¡
Ay Hipólito, cómo te apagas…!
En el 2019 la dirección de Cultura
del Qoso, con la supervisión del escritor
Luis Nieto Degrégori, efectuó una segunda edición de la obra. En el 2020 solicité al Ministro
de Cultura en Lima. Deseaba enviarlos a los colegios de Quispicanchi. No fue posible
porque la edición se había agotado. Espero hacer copias por lo menos para la
biblioteca de sus municipalidades. ‘Habla Micaela’ debe llegar algún día a las
manos de los estudiantes de todo el país con su mensaje haciendo arder el aire,
inflamándoles de fervor, levantando un
altar a la libertad en sus corazones. En sus últimos momentos sus
palabras podían haber sido de consuelo.
He visto a José Gabriel como un despojo. La
sangre negra sobre su ropa desgarrada, manchándole de la cabeza a los pies, sus
brazos colgando flácidos, rotos, ¡Cómo estará sufriendo! En su rostro tan
delgado y tan pálido sus ojos queman. El cree, lo sé, que nuestro pueblo
tardará mucho en levantarse, que nuestra causa no pudo madurar. Yo quisiera
animarle, decirle otra vez y mil veces que le amo, que voy a morir cantando,
que la esperanza no muere, que tengo fe en el mañana, que volveremos a encontrarnos…
Alfonsina Barrionuevo
mi querida maestra donde se puede comprar el libro
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