LA RIQUEZA DE LOS ANTEPASADOS
La
propuesta de Pedro Castillo es buena. A la par que el turismo externo los niños
y los jóvenes deben ser protagonistas de un turismo interno y recorrer el Perú.
Hay que considerar como a la riqueza material la recuperación de la riqueza espiritual
de los antepasados, aquella que enseña
la historia y que se ignora y se olvida cuando es básica para configurar una
real identidad, lo que se llama el orgullo de ser peruanos.
Los
niños y los jóvenes deben hacer un turismo nacional con el apoyo del sector
para que puedan desplazarse en nuestro territorio. Tenemos un hermoso país con
todos los climas de la tierra, con ochenta y cuatro pisos ecológicos, vastas
regiones que van del mar a las nieves eternas y de allí a la inmensidad de la
selva. Ellos deben ver y admirar lugares privilegiados donde florecieron una
infinidad de culturas. Lugares donde sus antiguos habitantes cuando no
tenían qué colocar en su mesa domesticaron cientos de especies alimenticias, removieron
montañas para abrir caminos y construir edificios, la piedra conmovida por el
calor de sus manos adquirió ligereza, el barro cogió las voces del viento y el
mineral alzó vuelo, tornándose ingrávido.
Los
niños y los jóvenes inicialmente deben empaparse primero de peruanidad con lo
que tienen en su provincia, para luego descubrir y asimilar con lo que hay en las
otras, Caral, Kuelap, Vikus, , Moche,Chanchan, el Brujo y la dama de Cao, los
señores de Sipán y Sikán , Phuruchuku, Pukllana, Pachakamaq, Naska, Machupiqchu
y Sillustani, entre otras, incluyendo
las innumerables bellezas naturales que se distribuyen pródigamente en nuestro
suelo. Riqueza histórica que debe volver a la currícula escolar actual en la cual la historia está disminuida,
tan venida a menos en la educación. Hay que volver a darle el lugar magno que se
merece. Bien lo resaltó el periodista Hernán Velarde en el prólogo de mi libro
‘Cusco Mágico’: Había que hacer primero
lo que tú hiciste: amarlo hasta la tortura y para amarlo, conocerlo; divulgarlo
y para divulgarlo, sentirlo. Sólo en el fondo de ese amor podía ser hallada la
mina de odio puro, conque se unieran de nuevo las partes destrozadas de Inkari.
Alfonsina Barrionuevo
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