LOS AYAR LEGENDARIOS
En 1995 la Pachamama Waqaypata Qosqo dijo algo
nuevo sobre el Qosqo en una sesión con el altumisayuq Mario Cama, sacerdote
andino natural de Q’atqa, Quispicanchi.
‘Mucho antes de que llegaran los Inkas había en este
sitio una qocha o laguna. Hasta que un día sus aguas se fueron y el lugar se
convirtió en un pantanal. Yo estaba sentada en el centro de una piedra y por eso
me dieron el nombre de Pachamama Qosqowanka, ‘mujer sentada en el
ombligo de la piedra’. Sus primeros pobladores, mis hijos, fueron wallas y
willus, quienes vinieron de muy lejos. Los inkas rellenaron los pantanos con
tierra que trasladaron de varias partes y edificaron sus viviendas. Eso era
poder.’
En 1911 el
geólogo Herbert Gregori y el osteólogo George Eaton de la Universidad de Yale,
USA, acompañantes de la expedición de Hiram Bingham, encontraron en el valle de
Qosqo restos fósiles. Su estudio determinó la existencia de un lago, en el Periodo Pleistoceno de la Era
Cuaternaria, al que llamaron Morkill en reconocimiento de un empresario que les
habría prestado apoyo con provisiones y
acémilas. La Pachamama mencionó la qocha en la sesión de Cama.
El cronista Juan
Diez de Betanzos se adelantó a otros recolectores de datos cuando descubrió
aspectos tempranos del Qosqo que son como una campanada. Según dijo, cuando aún
no estaban en el lugar los orejones inkas había un pequeño pueblo de casas
ruines cuyo jefe era Alkavika. Aquel señor
los recibió con mucho contento, les ofreció su amistad y se mudó junto a las ciénagas.
No se conoció como se había acomodado en el lecho irregular y cuánto sufrieron
en un ambiente tan inhóspito.
Betanzos, esposo
de la noble palla Kusirimay Oqllo, debió sentirse en sorprendido al enterarse
de como fue el origen de los Inkas. ´La tierra se abrió en Paqareqtanpu, ‘la
Posada del Amanecer’, Paruro, y sus
antecesores salieron a gatas de una cueva. Algo sin precedentes porque, aunque
se arrastrar hacia el exterior entendió que eran gentes muy poderosas. ‘Ayarcache
y su mujer Mamaguaco, Ayaroche y su mujer
Mamacura, Ayarauca y su mujer Raguaocllo y Ayar Mango y su mujer Mama
Oqllo’
Al enterarse de
sus cuantiosas riquezas el oscuro soldado debió quedarse obnubilado. Su
informante le contó de su prestancia, de cómo se aparecieron relumbrantes con
sus vestiduras y bolsas de oro, armados con alabardas de oro. Las mujeres
igualmente, ataviadas ricamente, con prendedores de oro muy finos, llevando
ollas, cántaros, escudillas y vasos también de oro.
En la caminata,
que duró jornadas innumerables que llevaron
a cabo por algún designio secreto, Ayar
Kachi, el primer hermano, hizo tales demostraciones de fuerza, asustando a la
gente de las comarcas por donde pasaban, que preocupados lo devolvieron a la cueva.
Inventaron una estratagema y se cuidaron de que nunca pudiera escapar. En
Wanakaure Ayar Uchu se trepó a una waka y ésta indignada lo petrificó. Ayar
Awka, a quien le crecieron alas recibió una orden solar de que a reconocer el valle
telúrico. Obedeció y al descansar en Qolqanpata, indica el cronista, se convirtió
también en piedra. Al cuarto hermano, Ayar Manko, le tocó fundar el Qosqo. Estaba dispuesto que sería
el primer inka con el nombre de Manko Qhapaq, señor todopoderoso.
La importancia de los Ayar, quienes fueron extraídos de la crónica de Betanzos, está dada por la posible evocación de sus recorridos en en Machupiqchu de Paqareqtanpu y Wanakaure. Hay otros pasajes históricos coincidentes.
Acerca de los
fundadores del Qosqo se consignan varias leyendas. La clásica de Manko Qhapaq y
Mama Oqllo que habrían salido del lago Titiqaqa; a la que se suman Inkari y
Qollari, que fueron creados por Ruwal en la región Q’ero; y, la de Mama
Lloqlla, que llegó a Chinchero, cuando la tierra estaba en tinieblas. Ella dio a
luz en el poblado a su hijo Malqo quien, más tarde, se casó con la doncella Pitusilla y tomó el
nombre de Manko Qhapaq.
Aparentemente Pachakuti
Inka Yupanki consideró que los Ayar o Ayara fueron sus antepasados y como tales
dio categoría de wakas a los dos cerros que recordaban su salida y su paso.
Estos sucesos fueron memorables para él. En el Warachiku los jóvenes de la
nobleza que habían llegado a cierta mayoría de edad y aspiraban a ser guerreros
tomaban parte en una serie de pruebas. Al término de ellas iban a Wanakaure
para hacer sus ofrendas.
En ‘Suma y
Narración de los Inkas’ el americanista Tom Zuidema escribió que Alkavika o o
Alkawisa, jefe de los primeros habitantes del Qosqo, recibió con simpatía al
último de los Ayar y su comitiva. Al verles les concedió supremacía por el
brillo del oro que rutilaba en sus trajes, en sus armas y otros aderezos, e
igualmente ´porque Ayar Manko dijo que eran ‘hijos del Sol’. Dio a su hija en
matrimonio a su heredero.
Ambos pasaron
buenos momentos hasta que Alkawisa murió y la sobrevivencia de su pueblo se fue
haciendo difícil. El deterioro de sus vínculos de amistad creó una distancia
insalvable. Andando el tiempo los Inkas se entregaron a realizar mejoras para
extender su posesión.
Se ha hecho una
tradición señalar Qolqanpata, residencia inka que levanta su original
arquitectura en la plaza de San Cristóbal, como el palacio de Manko Qhapaq. Los
siglos llueven sobre las puertas ciegas de doble jamba alineadas en su andén,
donde montaban guardia sus los guerreros.
Juan Polo de
Ondegardo menciona que ‘la cuarta guaca del cuarto ceque del Chinchaysuyu se
llamaba Colcanpata y era la casa de Paullu Inca, donde estaba una piedra por
ídolo, que adoraba el ayllo de Andasaya; y el origen que huvo fue haberla
mandado adorar Pachacutic Inca, porque dijo que cierto señor se había
convertido en dicha piedra.’
Dio a conocer
también que, ‘en el sexto ceque del Qollasuyu la primera (guaca) era un buhío
llamado Tanpocancha’ que estaba en el sitio de Manso Sierra de Leguisamo’, que
fue morada de Manko Qhapaq. . …’No sería extraño que el markayoq, o fundador del
Qosqo, hubiera vivido en ambos sitios, primero en uno y después en el
otro.
A Manko Qhapaq le sucedió su hijo Sinchi Roqa y siguieron sucesivamente sus
descendientes hasta Kusi Yupanki, quien nació en Kusikancha. Este señor emprendió
varias campañas sojuzgando a los Ayarmaka Ayllu y otros señoríos del Valle del
Willkamayu o Vilcanota, surcado por un río que nace de una lágrima solar
desprendida del nevado Khunurana, en Santa Rosa, Puno.
Alfonsina Barrionuevo
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