Un primer viaje a Ica pude apreciar un hermoso cerro blanco, de una forma pirámidal perfecta. Me dijeron que se llamaba el cerro de la Saraja. A su vera existió hace tiempo una laguna con el mismo nombre con pobladores sobrevivientes de una etnia muy antigua. El crecimiento de la ciudad e Ica desplazó a grupos que se instalaron en sus cercanías. Los originarios tuvieron que irse y la laguna se fue secando con el tiempo. A raíz de esta información es que surgió el cuento como una protesta por la forma con que tratamos a poblaciones vulnerables y a encantadores lugares que desaparecen con la invasión de otras. Me dijeron también que por ahí existió otra laguna, la Huega, que igualmente desapareció.
Alfonsina Barrionuevo
HISTORIA
DE UNA SIRENITA
‘¡Hola! Soy Mati, la
sirenita.
Los
caballitos de mar me llevan de paseo. Vamos a los jardines de corales que hay
en el norte.’
‘Son
lindos porque parecen flores, hongos y juncos. Pero, en realidad, son parte de
la fauna marina. Entre ellos nadan pececillos de colores. ¿Quién los pintó?
¡Mamaqocha, la madre mar!’
‘En
verano llegan muchos visitantes, cuando el sol salta de su cama y recorre el
espacio, hasta el atardecer, en que se acuesta con su pijama rojo. Ellos aprovecharon para contemplar este
hermoso dibujo que me gusta. Se parece al cactus San Pedro. ¡Debemos cuidarlo
para que no se borre!
(La estudiosa María Reiche decía que el llamado ‘Candelabro’ podía ser la Constelación de las Adivinaciones, un conjunto de estrellas que tiene esa forma.)
‘Las
estrellas del cielo son mis amigas. Ellas bajan para jugar conmigo y se convierten
en estrellas de mar. Hay noches en que forman figuras de nuestro mundo de
acuerdo a los meses del año.
¿Imaginan
un mono hecho con estrellas? ¿Un picaflor, un perro sin pelo, una araña, una pariwana
o flamenco, un lagarto, una ballena y otros animales?’
‘-¿Se
imaginan que los lobitos bebé tienen miedo al agua? ¡Increíble, pero cierto! Es
que nacen en las islas. Yo les enseño a nadar. Al principio se resisten. Es
gracioso, creen que se pueden ahogar. ¿Qué harían ustedes? ¡Claro que sí, un
empujoncito y los agarro de una aleta. Así toman confianza y gozan de su primer
chapuzón. Después me desafían a nadar y dejo que me ganen.’
‘Otro
de mis amigos es Challwa, un gran pez
con aletas doradas. En su lomo voy a visitar a mi padre y a mi pueblo. Es el
último de los antiguos señores parakas que fueron sabios. Los músicos copiaron
en flautas de cerámica o de plumas los sonidos del viento, de las olas y el
canto de las aves. Los tejedores adornaron sus mantos con bellísimos diseños.
Los orfebres hicieron cintillos, orejeras, y ¡hasta bigotes que colgaban de la
nariz! ‘
‘Un día ocurrió algo terrible. Paraka, la madre de los vientos, se enojó y cubrió de arena la península. Mi pueblo se refugió en la laguna de la Saraja.- Allí están desde esos tiempos y aprendieron a vivir bajo el agua.
Cuando
voy mi corazón cascabelea de alegría. Mi cola se convierte en piernas y puedo
caminar.’
¿Un
poco más allá está Ica, una villa que fundaron los españoles. En su campiña las
señoritas uvas se dan la mano con los señores pallar. Al pasar el tiempo se
convirtió en una gran ciudad. Un día aparecieron nuevas familias cerca de la
Saraja, buscando un sitio para vivir. ¿Qué hacer cn ese problema?’
‘Me
reuní con los lobos marinos de emergencia. Mi pueblo estaba en peligro. Antes,
unos migrantes hicieron que se secara otra laguna, la Huega. Estos harían lo
mismo con la Saraja, nuestro hogar. Los jóvenes buscaron el consejo de los más viejos
que no podían moverse por el peso de sus cuerpos.’
‘¿Qué
habrían hecho ustedes?. Al fin encontramos una solución. Tenían que irse y los
jóvenes los trasladaron al lado iluminado de la luna que es tibio porque recibe
los rayos del sol. Ellos hicieron muchos viajes. ¡Me sentí feliz al ponerlos a
salvo pero triste porque están muy lejos! Aunque puedo viajar para verlos de
vez en cuando.’
‘Me
quedé en la bahía para proteger a mis amigos. Ayudo a los lobos y a los
delfines a escapar de las redes de los pescadores, dejo en libertad a las
tortugas que han sido capturadas, bajo de las canastas a los cangrejos cautivos
y traslado a las conchitas de abanico para que puedan crecer sin miedo. Si
quieren conocerme ¡Aquí estoy!’
*Han
pasado los años. La laguna de la Saraja ya no existe. Solo queda la sirenita
para contar su historia.
Alfonsina Barrionuevo
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