lunes, 11 de marzo de 2019


WAKAS DEL AGUA 
Entre el retumbar del trueno, el silbo atronador del viento y el tamborileo estridente del agua pluvial estaba CH’AQWAYTAPARA, lluvia ruidosa que caía con fuerza volteando y rompiendo los cántaros del cielo. Su waka habría estado en la calle Nueva Alta. En el Qosqo se sentía el contraste de la lluvia guerrera con la placidez del agua que dormitaba en los puqyus evocando viejos sueños, el encanto de las qochas que abrían sus ojos de agua al pie de los nevados y el transcurrir de las paqchas que saltaban entonando himnos o ensayando diálogos. La naturaleza dibujaba sobre su piel imágenes con dedos invisibles. En sus espejos copiaba el paso de las nubes remadoras, capturaba al sol que huía por un resquicio de su red y retenía aleteos de pájaros migrantes. Kusi Yupanki apreció su valer especificando sus cualidades como wakas. El oro azul de los manantiales favorecía a quienes requerían sus dones con una sola advertencia. Nunca se debe dormir a su vera porque tienen embrujo.
En el Qosqo las afloraciones eran numerosas. En la avenida Sol, donde se edificó el teatro del Centro Qosqo de Arte Nativo, vi el último chorro de agua pura  que surgía a borbotones y se abría un camino hacia el río.

Resultado de imagen para tambomachayEn Sapantiana, de madrugada, cruzando el puente de QORQORCHAKA, que era una waka sobre la quebrada de Patallaqta, se escuchaba a flor del río Tullumayu un golpeteo de las burbujas del manantial de QORQORPUQYU haciendo un ¡gor!... ¡gor!... ¡gor!... tal la razón onomatopéyica  de su nombre. El padre Lira decía que WARWA ILLAPUQYU sacaba del interior de la tierra una linda sal gema; OROKOTOPUQYU estaba en Karmenqa, según contaban  los khipukamayuq, y las aguas del ASPADKIRI eran muy deseadas porque quitaban el cansancio.
La cascada de AYPANOSPAQCHA llevaba el sobrenombre de qhapaq porque era poderosa; KISWARPUQYU, la fuente de los kiswares, era bendecida por apagar la sed de los soldados del Inka después de sus batallas; TOTORGO AYLLA, fuente que linda con el olvido,  a veces no la recordaban. Las aguas de MUTQAPUQYU, ‘manantial escondido’, salían a la luz al borde del Qorikancha hacia el cerrillo de Pumaqchupan entregando sus caudales a los ríos Saphi y Tullumayu. En T’INPUQPUQYU el agua termal salía hirviendo y el aire condensaba sus vapores al amanecer. En KACHIPUQYU se obtenía una sal gema muy fina, ‘molida en el interior de la tierra’. WAMANTANTA estaba junto a las wakas de Ayllipanpa y Pachamama. Al poniente corrían a campo traviesa las aguas de QOLQEMACHAQWAY bajando por las faldas del cerro Pukin. Su nombre auténtico sería Poqen, donde habría estado la legendaria Poqen kancha, famosa casa de arte donde estaban las tablas pintadas que relataban las hazañas de los Inkas.  En esa época existía el manantial de CH’URO que acunaba pequeños caracoles, de allí su nombre.
Alfonsina Barrionuevo

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