TRADICIÓN ORAL PERUANA
En los albores de nuestra historia,
para adaptarse a un extenso y desconocido territorio, el hombre fue creando
hace milenios nexos que lo unieron al medio circundante. Cuando llegó todo
estaba por hacer. Ni siquiera sabía hablar. Su guturación se convirtió en
palabra al ponerle nombre a las cosas. De allí la diversidad de lenguas que
tuvimos, que cambiaron y fueron desapareciendo, quedando las más fuertes.
Su relación con la naturaleza dio
lugar a bellísimas historias que explicaban figurativamente las conquistas que
había realizado en la domesticación de plantas y animales, el dominio de la
ingeniería y la arquitectura, de la astronomía y la geografía, el
descubrimiento de los secretos del organismo humano y el tratamiento de las
enfermedades, la perfección en las artes de la orfebrería, la textilería, la
cerámica y otras, la creación de la música inventando instrumentos musicales
diversos y la danza como medio de expresión de estados de ánimo, agradecimiento
a la tierra después de las cosechas, influencia anestésica en circunstancias
especiales, saludo a la vida al nacer y despedida en la hora de la muerte, así
como demanda a las fuerzas telúricas y cósmicas con un alto contenido y
propósito ritual y ceremonial.
Aprendizaje y enseñanza a la vez que
se convirtió con el tiempo en eso que llamamos la tradición oral. Ahora que el
turismo muestra un crecimiento importante en el Perú la tradición oral
conservada principalmente por las comunidades andinas está dando valor a
conocimientos que de otra manera hubieran desaparecido. Ella es el gran soporte
y al mismo tiempo aporte a las actividades que se van desarrollando para
mostrar la grandeza de sus culturas y la belleza de sus regiones. Herencia
cultural en la cual está presente la riqueza gastronómica que últimamente es
punto focal para muchas naciones.
Realmente la tradición oral es vasta y
vigente en numerosos aspectos. Una parte está dedicada a la niñez para la cual
trato de adaptar mitos, leyendas e historias llenas de imaginación que antes
contaban los abuelos a sus nietos con cariño, con afán, para sentirse útiles. Su vejez era dulce porque
estaban rodeados siempre de ansiosos oyentes avivando, dando alas a su memoria.
A lo largo de mi recorrido por nuestro
territorio he ido recogiendo fascinantes narraciones que, en este momento,
cuando la globalización destruye el
legado de los antepasados, pienso que tengo la obligación de hacer que continúe
y no se quede en mis archivos. Cada viaje,
cada encuentro, representaba una valiosa información. Sería edificante que
especialistas de distintos campos llegaran a pueblos y comunidades para
registrar lo que saben aquellas personas que nunca fueron a la escuela, como
decía el amauta Javier Pulgar Vidal, porque tenían la sabiduría universal de
los mayores.
Durante siglos los niños vienen
llenando su imaginación con la
Cenicienta , Caperucita Roja, Blanca Nieves y después
Superman, el Hombre Araña, Harry Potter y otros personajes de la cultura
occidental y oriental. Pero, ¿no sería lindo seguir las aventuras de los maíces
que en noches encantadas se deslizan de sus mazorcas para jugar, los paseos de
la sirenita de la Saraja
en la bahía de Parakas, los prodigios que obraron el Niño Dios de Oropesa con
las chutas de pan, el Niño Dios de San Martín con los papagayos o el Niño Dios
de Lima que jugaba el plik plak con los ángeles?, y otros.
La idea es que los niños se
familiaricen también con los cambiantes paisajes que ofrece el Perú, cómo
visten en las diferentes regiones y qué hacen de acuerdo a los pisos ecológicos
donde viven, que aprendan a reconocer árboles como la qewña donde habita el
alma enamorada de un guerrero o las orquídeas que se convirtieron en mujeres en
una de los tantos mitos de creación, que diferencien una viskacha de una
chinchilla, que conozcan al qele, el sapo con pantalones que se zambulló en el
lago Titiqaqa en busca de su estrella o al pinchinkuru que lleva en la colita
una linterna.
Cada cuento es documental. El clima
también está presente. Hay familias de la lluvia, del granizo y de los vientos.
Un mundo animado que los niños de ciudad ignoran absorbidos por la televisión,
el internet, los grupos de músicas exóticas que vienen del extranjero y otras
motivaciones que no les dejan soñar, conocer ni amar al Perú. Estos cuentos
basados en la tradición oral hará que se conozcan de norte a sur y de este a
oeste, los de Piura a los de Puno, los de Trujillo a los de Pucallpa y así.
Como tienen que ver también con las culturas encontrarán otros héroes y heroínas
que merecen su atención.
El cangrejo no es tan pequeño ni es
sólo parte de un plato delicioso, chancado, al ajo o en salsa. El cangrejo
puede ser un villano o un enamorado de la luna. En ciertas ocasiones uno
gigante emerge del mar y la captura, arrastrándola a las profundidades
submarinas. Entonces se producen los eclipses y vuelve la luz cuando ella
escapa de sus tenazas.
El qantu o kantuta no es una flor. Es
una joven doncella que fue transformada en una sedosa campanilla por haber
amado al joven hijo de un kuraka enemigo de un pueblo. Cada lágrima o gotita de
sangre que cayó al suelo se convirtió en una flor mientras él fue condenado a
vivir en un árbol triste.
En el cielo hay una estrella perdiz,
una estrella sapo, una llama estrella, estrellas aves, estrellas que se
convirtieron en semillas para salvar a las gentes, un río de estrellas que
entra al mar y salen nadando por canales subterráneos para la limpia de
acequias.
Maravillas de nuestra tradición oral
que queremos que conozcan nuestros niños en esa época mágica de la vida que es
su infancia.
Alfonsina Barrionuevo
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