domingo, 4 de noviembre de 2018


JOYAS DE LA TIERRA 

El 6 de noviembre del 2008 se inauguró en  Lima el Museo de Minerales “Andrés del Castillo“. Algo así como abrir las formidables puertas del Ande para mostrar sus inéditos tesoros. En el tráfago de la vida citadina fue recrear un oasis de paz. Afuera la ruidosa maquinaria mecánica del siglo que vivimos, adentro una invitación a la serenidad de su mundo subterráneo.

Resultado de imagen para museo de los minerales andrés del castilloEn emotivo homenaje a la memoria de su hijo, fallecido en plena juventud al caer su helicóptero, el ingeniero Guido del Castillo decidió compartir con miles de visitantes su colección de maravillas peruanas que no serían vistas de otro modo. Si alguien quisiera apreciarlas por su cuenta tendría que vencer alturas, remover las entrañas de los Apus y ganar distancias entre ellos. Sus hermosos cristales no sólo están ocultos sino dispersos a lo largo de nuestro territorio.
Penetrar en las galerías de las minas, prácticamente inaccesibles,  supone una dura experiencia. Lo puedo aseverar por haberlo vivido personalmente cuando ingresé a la mina de Quiruvilca, La Libertad, sin saber nada de geodas que escondieran soberbias esculturas  en la oscuridad.
Tales joyas podrían ser siderales si se piensa que nuestro planeta hubiera sido en un principio, como aseguran los científicos, una bola de fuego dando vueltas en el espacio hasta que se le enfrió la superficie llenándose de agua. La megamasa que cayó después al irse moviendo y fragmentando dio como resultado cinco continentes. Mucho tuvo que ver el horno ardiente de su núcleo en la creación de las vetas que fueron transportadas de los arcanos.
En una etapa posterior irrumpieron las cadenas de montañas con su cargamento de minerales. Los volcanes terrestres y submarinos por donde desfogaba su fuerza participaron en este proceso con la marca de la madre naturaleza. Sus obras superan la imaginación más desbordante. Los humanos tenemos que reconocer sus dotes de maestra del tiempo y de la vida.

Resultado de imagen para museo de los minerales andrés del castilloEn las salas del museo y en las páginas del libro “Joyas de la Tierra”, del ingeniero del Castillo, las preciosas obras que generó impresionan por sus formas diferentes,  equilibrio, colores y brillo. Verlas físicamente representa un aprendizaje de algo muy antiguo, misterioso y muy nuevo a la vez. La información sobre su historia y sus valores es interesante y amena.  Los geólogos César Cánepa y Alberto Manrique hacen una excelente descripción de los minerales cristalizados, su clasificación que es numerosa y  su ubicación en distintos yacimientos. Hace unos 3,500 años, dicen, se habría comenzado a martillar el oro en nuestro país. El primer aurífice fue oriundo de Andahuaylas y sostenía aún en sus manos unos discos del rico metal.
Los orfebres prehispánicos que querían trabajar las pepitas de oro halladas en los ríos advirtieron que no alcanzarían la temperatura requerida e inventaron una técnica metalúrgica para que la plata o el cobre lo arrastraran aunque tuvieran un grado menor de calor. Vestigios cerámicos autentican que en los cerros del Sur, cercanos al Qosqo, existieron unas pequeñas hornillas conocidas como  qoriwayrachinas, que eran accionadas  por el viento para licuar ciertos minerales. La leyenda colabora cuando reseña que Saantía (Sandia), hija de Wiraqocha y Kullawa, lloró anto al ser raptada por el jefe de los chayos que sus lágrimas convertidas en pepitas de plata caían en el altiplano qolla.
Me encantó enterarme que una de los joyas más admiradas del museo es una rodocrosita de color rojo intenso a rosa, una reina hallada en la mina de Pasto Bueno, Ancash. Otra, un tungsteno de calcio, ejemplar único en el mundo parecido al ámbar, de la mina Turmalina de Huancabamba, Piura. Una ancantita, sulfuro de plata salió de la mina de San Genaro de Huancavelica. Un alabastro pasó de yeso a convertirse en una creación milagrosa dentro de una geoda de la mina Excelsior, Pasco. Así  otras que  convocar un mitin de miradas.
En las mesas de los altomisayoq he visto unos sorprendentes cuarzos con ángel que  transmiten energía a gente que la necesita. Cuarzo vivo si presenta una especie de algodón. Un dato para recordar mientras asistimos a la celebración del décimo aniversario de apertura del Museo de Minerales del Perú “Andrés del Castillo”.  
Su colección reunida con esfuerzo y cariño destacan el espíritu sensible de su fundador. Un importantísimo motivo que nos hace sentir orgullo por el rubro cultural de la minería peruana. La casona que lo alberga está en el Jirón de la Unión. hAY QUE IR. 

Alfonsina Barrionuevo

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