LA CREACIÓN DEL HOMBRE QOLLA
Hace
años guardé en mi libreta de apuntes varias leyendas sobre la creación del
hombre en el Perú. Unas veces en forma individual, otras en pareja y también en
colectivo. En Puno el distinguido maestro José Portugal Catacora, de grata
memoria por su sabiduría y amor al Ande, me relató una historia muy hermosa que
recogió de los padres de sus alumnos. En el presente blog quiero transmitirla como
la recuerdo. Me parece la más completa que tenemos.
Pacha
Yachachiq, el creador de cuanto existe en el mundo qolla, asumió un día la
creación de una criatura que se extasiara con su obra y fuera a la vez un
compendio de todo lo creado. El tiempo se detuvo mientras meditaba en la
eternidad de un segundo. Hasta que
jubiloso acumuló en la palma de su mano, con los dedos juntos como una qocha los
untus o grasas vitales existentes. Colocó primero el llanphu, untu o grasa
vital de las plantas para que siguiera su ciclo milagroso; tierno con el
encanto del brote, de esbeltez en la primavera, llegando a su esplendor en el verano, en el
otoño fuego en la madurez de los frutos, y en el invierno hibernando en un largo
descanso; le agregó la qoa, untu o grasa vital de los animales, para que el
nuevo ser tuviera sangre caliente y se multiplicara de la misma manera; y culminó con
la hiwaya, el untu o grasa vital de la piedra que aportaría una voluntad
inquebrantable para resistir los desafíos de la vida y defender sus sueños.
Al
derretirse las tres grasas en su mano el vapor blanquecino que se desprendió
tomó la forma de una figura humana que cobró movimiento al recibir su soplo. El
primer hombre se llamó naturalmente Wiraqocha*, ‘nacido en una laguna de grasa.
Wiraqocha,
deslumbrado por cuanto veían sus ojos, le obedeció. Hizo a las palomas con un
poco de nieve y puso en su garganta el arrullo.
Extrajo de la sombra de los farallones a la huidiza wiskacha de
vibrátiles bigotes. Del musgo de los bofedales a la chinchilla de finísima
piel. Al qele* que pidió un abrigo le
dio uno tan grande que se sumergió avergonzado en las profundidades del lago
Titiqaqa. Al suche que se aplanó con la
presión de las aguas lo recompensó dando dulzura a sus carnes. Al suri,
avestruz altiplánico, le quedaron cortas
las alas y entonces alargó sus patas
para que corriese en la panpa. Haciendo los insectos estuvo entretenido, convirtió a las flores en
mariposas y pulió la coraza de los wayronqos o moscardones.
Wiraqocha
vivió en paz hasta que un día sintió la necesidad de otro ser para comunicarse.
Ansioso probó hacer un compañero y hasta quiso sembrarse para obtener un duplicado.
Todos sus intentos resultaron inútiles. Enfermo de soledad se internó en lo más
recóndito de los bosques. Los días pasaron mientras languidecía sentado al pie
de un árbol majestuoso.
Cuando
Pacha Yachachiq advirtió la melancolía de Wiraqocha fue en su ayuda. Pensó en
crear una mujer y busco el barro más fértil, nutrido con las savias más dulces,
donde podía germinar la vida. Con ese barro fecundo hizo la primera mujer que
existió sobre la faz de la tierra y le
dio un bello nombre, Kullawa. Ambos tuvieron cuatro hijos: Saantía y Saankawa,
mujeres, y Saankaru y Saankatu, varones.
El
primer hombre tuvo la fortaleza de la piedra y la primera mujer la suavidad del
barro. El fue apuesto y gentil con la estatura de los árboles. Ella,
hermosa, con un brillo en sus ojos que envidiaban
los luceros.
______________
*Una
versión se publicó en mi libro ‘Los Dioses de la Lluvia’.
*Algunos
estudiosos tradujeron literalmente el nombre de Wiraqocha: wera: ‘grasa’, y
qocha,’laguna’; afirmando que ‘nació en
una laguna de grasa: el mar’. Wiraqocha no es oriundo de la costa sino del
altiplano.
*Qele.
Sapo anfibio.
Alfonsina Barrionuevo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario