domingo, 22 de julio de 2018


KUKULI Y SUS SUEÑOS DE COLORES

Podría decir que tuve suerte de colocar en mis sueños los colores de Kukuli. Alguna vez pensé poner en letras de molde la tierna y trágica historia de ‘Pura’, Purísima, una niña que nació un ocho de diciembre marcada por la costumbre del saqey. Cuando decidí escribirla no tenía una carátula y tomé entonces un retrato que hizo Kukuli cuando era estudiante del Colegio Sophianum. El saqey es una palabra qechwa que tomaron prestada los españoles. Si venía al mundo un bebe prematuro  lo ‘abandonaban’ en el altar de una virgen o un santo para que se lo lleve y sea un angelito más o le infundieran ánimo para vivir. En el caso de Purísima, quien recibió ese nombre según el calendario católico, que antes se usaba a raja tabla tanto para mujeres y hombres, le tocó vivir.

Entre mis libros ‘Saqesqa’ tiene una especial preferencia porque ubiqué su historia en Huaro, la tierra de mi padre, recordando a Saucipata, la casona de los Barrionuevo. Ella fue ‘salvada’ por San Antonio pero su abuela, que no la quería, la ofreció en servicio, de por vida, a la iglesia.   
Una acotación. Antes si una mujer nacía en el día de San Bartolomé, por ejemplo, se le llamaba así y no había lugar a protestas, si era un varón quien llegaba al mundo el 16 de julio tenía que llamarse Carmen, también sin replicar. Ya no me parecen tan malos. Ahora se usan nombres tan increíbles, y hasta con errores si son extranjeros, que dan lástima.


LA FLOR DE LOS SURCOS

No se ha hecho un balance, más el Perú y América han dado mucho al resto del planeta. No hemos registrado las evidencias sobre el titánico trabajo desarrollado en los laboratorios andinos en la domesticación de infinidad de especies alimenticias, medicinales y suntuarias. Pero los ingenieros agrónomos pueden calcular el estupendo quehacer y aseverar cuán largo fue. Los frutos obtenidos salvaron del hambre a la vieja Europa y es necesario que se sepa dónde y cómo se efectuaron para que se reconozca su valer. Fue un gigantesco proceso de paciencias, aprendizajes y esfuerzos que a la sazón sirven a la humanidad. Las culturas peruanas realizaron proezas para obtener tales resultados. Quienes abren las tumbas de sus régulos no advierten como la muerte atesoró en los fardos especímenes orgánicos logrados, que se mantienen gracias a una continuidad que no se ha roto.  Pensemos además en la papa, mama aksu; la kinua, mama kihura o kinoa; el camote, mama kumara; el maíz, mama sara y más de cuatrocientos que fueron reproducidas en piezas de oro, plata, cerámica y  tejidos.

Es conmovedor que se hayan conservado algunas tecnologías, leyendas, música, cantos y danzas que revelan aspectos inéditos acerca de su obra magistral. Manuel Arce Sotelo obtuvo el doctorado en etnomusicología, en la Universidad de Nanterre, Francia, con una tesis donde que recogió las wankas o poemas cantados para alentar el brote de las papas’semilla en Espinar,  provincia de Qosqo. A su ruego las doncellitas de Apachako se reunieron para hacer una simulación de su siembra. Para sus padres la grabación que realizó fue casi histórica porque la gente joven del campo prefiere migrar a las ciudades y lograr un título en distintas especialidades. Les ofrecemos una de las canciones que ellas interpretaron para Arce, el llamado a wankar, que él puso en un pentagrama. Ellas fueron en ese momento la memoria viviente de los versos y las melodías que escucharon en su corta existencia. ’Sus voces bajan al Ukhu Pacha, donde se multiplicarán las papas, uniendo entidades humanas y no humanas,’ dijo con nostalgia un abuelo de la comunidad.
Según le explicaron la idea poética era que llegaran con sus voces a la ‘conciencia’ de las pequeñas papas con sus hermosos mensajes. La yayawayawa primigenia es una ceremonia de invocación a su fertilidad y las wankas que se dejan oír después una reiteración de su cariño.

‘Altun phawaq lasirwan
 airiykita mañamuwan
 Phawchi  ukhu sirenita
kunkaykita mañamuway.

La versión en español dice más o menos.
‘Golondrina que vuelas alto
préstame tus alas para llegar hasta ellas,
Sirenita que habitas en el interior de las cascadas
préstame tu voz, para wankar.’

Las papas’semilla entienden que ellas quieren ayudarlas a crecer y que están de pie en su puesto, sin moverse, como un árbol, sufriendo el azote del viento con lágrimas de lluvia, porque las aman.

Las danzas en Puno para la kinoa o kihura se llaman pulis y aluden a las pulas o racimos. ’En realidad son un conjunto de danzas, pulis, chatripulis, pulispulis llipipulis y qarapulis, me dijo el destacado músico Virgilio Palacios. ‘Ellos lucen una singular variedad de vestimentas y coreografías, con las que celebran cada estadio agrícola del grano de oro, al son de la qena qena, sara qena o qenacho y tambor.'  
La descripción de los trajes que hizo en su libro el acucioso maestro José Portugal Catacora permite seguir cada etapa de su crecimiento en las partes altas o hanansaya, donde crece la kinua real de grano generoso y en las partes bajas o urinsaya donde se produce un grano pequeñito y dulce.
En el estadio de la aparición de los primeros brotes, pulas, racimos o espigas los hombres pulis visten traje dominguero, pañolón de color verde con jaspes rojos  atado al cuello y cintillos en el sombrero. A las dos terceras partes de su desarrollo, cuando las plantas van ganando altura y los racimos se abultan pasan a ser chatripulis con pollerines de gasa blanca plegada, semejante a la que recubre la caña del tronco y los racimos. Sigue el proceso y cuando hay como una sensación de preñez en el aire el traje es más recargado, triunfante, como las pulas que aparecen cargadas de millares de granos diminutos y brillantes. Los bailarines no necesitan decirlo porque los cambios son sucesivos, pulispulis, llipipulis y qarapulis al terminar la cosecha.
Lo sensible es que la vestimenta de los cultivadores de la kihura, como sucede con las canciones de las doncellitas de la papa, ha ido perdiendo la poesía que le dieron los domesticadores del famoso grano. Por desgracia la rutina nos gana. Estamos en el siglo de la máquina, de la robotización.

Alfonsina Barrionuevo

1 comentario:

  1. Gracias Alfonsina por recordarnos que el crecimiento económico debe tener como base la identidad cultural.

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