KUKULI
Y SUS SUEÑOS DE COLORES
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Obra de Kukuli Velarde |
En los finales del siglo pasado el
mundo entendió que había cometido muchos errores y comenzó a ser más liberal.
No sé por qué las mujeres tuvimos que soportar una serie de restricciones y aceptarlas
al pie de la letra. En las reuniones todas debíamos quedarnos sentadas en la
sala hablando de recetas de comidas, los últimos gritos de la moda y otros
temas domésticos; mientras los varones conversaban en los jardines o en los
patios de arte, letras, política y su trabajo en instituciones importantes. Para
entonces el sexo aún era tabú.
En eso Kukuli me trajo su última obra.
Me dijo que cerrara los ojos un par de minutos y luego los abriera. (¡Qué cosa tan terrible, un
Cupido erótico!) Esa no fue mi reacción, lo miré sonriente, le comenté cuán
simpático era el angelito que mostraba orgulloso un falo enorme. Ella como que
se quedó decepcionada y me dijo que en su exposición de retorno a Lima llevaría
unos treinta en diferentes posiciones con halos de pan de oro. Me preocupó un
poco la reacción que podrían tener algunas personas todavía conservadoras, pero
me dije que otras los recibirían como yo. Lo increíble fue que adornaron los
arcos dela galería “Pancho Fierro” donde se exhibieron sus Isichas. Como los colegas los celebraron en sus comentarios
periodísticos nadie los desaprobó. ¡Punto a favor!
MUTQA
PUQYU
Las
wakas de Qosqo tienen nombres muy poco accesibles porque los españoles no los
escucharon bien o los escribieron mal. Por eso es casi imposible descifrarlos
además de su contenido poético o filosófico. A veces encuentro palabras que se
parecen y permiten llegar a su verdadero
significado. Ayer me gustó encontrar en un escrito de Blas Valera, del siglo
XVI, el significado de la palabra Mutqa que apareció en el nombre de un sabio
amauta. Mi barrio fue por mucho tiempo Santo Domingo y al final de la calle
Awaqpinta había un beaterio llamada Mutqapuqyu. Ahora pienso que podría ser
“pozo o manante escondido”. Es probable. Ya me lo dirán los expertos.
Hay
otro nombre que me intriga. Kugitalis, que así se llamaba la waka donde está la
casa del Inka Garcilaso. Kugi es Kusi, “alegría” pero es muy difícil saber qué
será “talis”. Si lo saben me avisan, por favor.
WAYRA,
SEÑOR VIENTO
Ese entendimiento se mantiene hasta ahora sin la misma intensidad,
pero sobreviviendo. Quienes la practican en secreto son personas del Ande que
detentan un tipo de poder.
Veamos un caso actual.
En Tupe, distrito de Yauyos, Lima, el viento
de agosto que se levanta malhumorado y gruñón acostumbra arrancar árboles,
techos de casas y más que nada las débiles matas que verdear en los surcos.
Para los tupinos aquello fue siempre cuestión de vida y hasta la última década
del siglo pasado buscaban la ayuda de un viejo taita llamado Conce que era
especialista en hacer ofrendas al viento. Para eso le llevaba durante tres días
muy temprano, una naranja, una flor, tres hojitas de coca y una brazada de
hierba, diciéndole en antiguo idioma pukina, el kauki o jak’aru, que respetara
los cultivos pues eran de gente muy pobre. El viento escuchaba su ruego y se
iba a descargar sus furias a un desfiladero cercano.
Alfonsina Barrionuevo
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