KUKULI Y SUS SUEÑOS DE
COLORES
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Retrato. Kukuli Velarde |
Recuerdo que
Kukuli, antes de terminar la secundaria, ya estaba haciendo retratos de la
familia y luego de sus amigas. Me gustaba verlas posar frente a ella mientras
las trasladaba al lienzo. Cada tela se llenaba de vida y de colores. A su hermana
la vistió con el traje de Kapachika. A más de una la puso a lado de vikuñas.
Otras en una carta de naipes. No hacía bocetos. Las llevaba a la tela como
siempre acostumbró ‘a mano alzada’. Todas muy lindas. Hasta que se fue a Colombia.
Allá hizo amistades rápidamente y siguió con los retratos.
Para mí sería
de maravilla que en Filadelfia retomara ese hermoso arte y que el pincel se
posara nuevamente entre sus dedos mágicos y alados. A lo mejor podrían ser las
compañeritas de su hija Vida. Total, me gusta la idea y soñar no cuesta nada.
Podría ponerlas también en grandes platos de cerámica donde el pincel haría lo
suyo. ¡Puro amor!
LOS TESOROS DEL AMAZONAS
Arturo
Hernández, el gran autor de “Selva Trágica,” y su esposa Talma me hicieron
sentir el poder de la omagua o selva. En ellos había pasión por los grandes ríos
y los patriarcas vegetales. Estaba aprendiendo como siempre y ellos me
descubrieron la dulzura de los trinos de sus aves, el ronco croar de los sapos
de colores, la presencia terrorífica del caimán negro, la belleza de sus peces
ornamentales y hasta la existencia de una odalisca de aletas transparentes. Me
fascinó verla salir del fondo arenado de su pecera, moviendo por unos minutos
sus exóticas aletas, entre sus paredes de vidrio, como si fueran de seda plisada.
Poco a poco
fueron creciendo mis encuentros con sus criaturas. El enorme búho urkututu
recién salido de su cascarón y su tierna mirada antes de convertirse en un
depredador de enrojecidas y sombrías pupilas. El margay que es una copia en
pequeño del jaguar. La cazadora boa constrictor que suele aparecer en el lago
de Yarinaqocha, Pucallpa, dando lugar a terribles historias. Las orquídeas que
fueron mujeres de una primera creación. La hormiga isula que se convierte caminando
en árbol. La tanrrilla, un ave que se torna
humana en noches de encanto.
La amazonía,
el gran pulmón que oxigena parte de América del Sur y es una reserva de agua
incalculable por sus ríos numerosos, me descubrió un día su talón de Aquiles.
Los intereses creados alrededor de árboles nobles como el cedro y la caoba, para
calmar el hambre insaciable de los aserraderos, y en un futuro el agua.
Su palabra
apasionada me descubrió el peligro de perderla lentamente, al extenderse de
igual modo la frontera de una agricultura que no debía darse, porque luego de
unos años de cultivo sobrevendría la purma, es decir la muerte de su
fertilidad. En la omagua la tierra está sólo a dos o tres metros de profundidad
y al ser lavada sólo queda el cuarzo.
A las empresas
madereras no les importa destruir. Hay leyes que no se cumplen como el
compromiso de plantar un vástago por cada árbol que cortan. En el Perú sigue la
deforestación. Los caobos prácticamente han desaparecido. Nadie llora por ellos.
La indiferencia pesa más.
Miles de aves,
tigrillos, monos, peces de antología, mariposas, escarabajos, murciélagos y otros representantes de una
fauna exótica han salido y siguen saliendo
para laboratorios, zoológicos y particulares que los quieren como
mascotas. Se sabe que los gigantes vegetales presentan pisos que son
albergue de una biodiversidad increíble de especies. Un árbol que cae cortado
por los civilizados exportadores representa el arrasamiento de sus habitantes.
Antes de la república
y después los gobiernos han olvidado la
existencia de las naciones de la omagua. Ahora, países industrializados se
creen con derecho a incidir en que sus habitantes son primitivos, cuando
su sabiduría es notable. Ellos han
sabido conservar por milenios su delicado ecosistema a costa de un enorme
sacrificio. No enraizarse en parte alguna y convertirse en grupos errátiles
para permitir que la Pachamama donde se instalan y cultivan fugazmente se
regenere. La repartición de títulos en la selva baja no funciona, en lugares donde
los ríos varían sus cauces a menudo y mueven la tierra de un lado a otro. Los
problemas climáticos que sufre el planeta, efecto invernadero, contaminación,
debilitamiento de la capa de ozono, disminución acelerada de las cordilleras en
los Andes, también les atañe.
A principios
del siglo por correo electrónico de Miguel Silva Esquén nos llegó la noticia de
la “fundación” de la FIRAP (Primera Reserva Internacional de la Floresta
Amazónica) que esperaba poner bajo la responsabilidad
de los Estados Unidos y la ONU una de las regiones más pobres del mundo,
“cercada” por países irresponsables, crueles y autoritarios” (Brasil, Bolivia,
Perú, Colombia, Venezuela, Guyana, Surinam y Guyana Francesa).
Aquella vez agregaron
que se vio en un texto de geografía del 6to. grado de USA un enorme hueco que
dejaría nuestra amazonía si pasara a título de “protección” a manos ajenas.
Afortunadamente parece que solo fue un
proyecto que se quedó en el camino. Aunque dio lugar a más de una interrogante.
¿Querrían protegerla
o desearían comenzar a asegurarse frente a una futura escasez de agua? ¿Querrían
tener la libertad de investigar y tomar sin necesidad de permisos, patentes,
etc. su rico potencial biodiverso? Cada
día se descubren en la amazonía especies de flora y fauna cuyas proyecciones son valiosas para obtener
productos aplicados a la medicina, la
cosmética y otros usos.
Es de esperar
que aquella noticia fuera solo la expresión de un maniático y que los países vecinos
mantengan siempre buenas relaciones. El planeta las necesita.
Alfonsina Barrionuevo
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