domingo, 8 de abril de 2018


KUKULI Y SUS SUEÑOS DE COLORES

Retrato. Kukuli Velarde
Recuerdo que Kukuli, antes de terminar la secundaria, ya estaba haciendo retratos de la familia y luego de sus amigas. Me gustaba verlas posar frente a ella mientras las trasladaba al lienzo. Cada tela se llenaba de vida y de colores. A su hermana la vistió con el traje de Kapachika. A más de una la puso a lado de vikuñas. Otras en una carta de naipes. No hacía bocetos. Las llevaba a la tela como siempre acostumbró ‘a mano alzada’. Todas muy lindas. Hasta que se fue a Colombia. Allá hizo amistades rápidamente y siguió con los retratos.
Para mí sería de maravilla que en Filadelfia retomara ese hermoso arte y que el pincel se posara nuevamente entre sus dedos mágicos y alados. A lo mejor podrían ser las compañeritas de su hija Vida. Total, me gusta la idea y soñar no cuesta nada. Podría ponerlas también en grandes platos de cerámica donde el pincel haría lo suyo. ¡Puro amor!


LOS TESOROS DEL AMAZONAS

Arturo Hernández, el gran autor de “Selva Trágica,” y su esposa Talma me hicieron sentir el poder de la omagua o selva. En ellos había pasión por los grandes ríos y los patriarcas vegetales. Estaba aprendiendo como siempre y ellos me descubrieron la dulzura de los trinos de sus aves, el ronco croar de los sapos de colores, la presencia terrorífica del caimán negro, la belleza de sus peces ornamentales y hasta la existencia de una odalisca de aletas transparentes. Me fascinó verla salir del fondo arenado de su pecera, moviendo por unos minutos sus exóticas aletas, entre sus paredes de vidrio,  como si fueran de seda plisada.
Poco a poco fueron creciendo mis encuentros con sus criaturas. El enorme búho urkututu recién salido de su cascarón y su tierna mirada antes de convertirse en un depredador de enrojecidas y sombrías pupilas. El margay que es una copia en pequeño del jaguar. La cazadora boa constrictor que suele aparecer en el lago de Yarinaqocha, Pucallpa, dando lugar a terribles historias. Las orquídeas que fueron mujeres de una primera creación. La hormiga isula que se convierte caminando en árbol. La tanrrilla, un ave que se torna  humana en noches de encanto.

La amazonía, el gran pulmón que oxigena parte de América del Sur y es una reserva de agua incalculable por sus ríos numerosos, me descubrió un día su talón de Aquiles. Los intereses creados alrededor de árboles nobles como el cedro y la caoba, para calmar el hambre insaciable de los aserraderos, y en un futuro el agua.
Su palabra apasionada me descubrió el peligro de perderla lentamente, al extenderse de igual modo la frontera de una agricultura que no debía darse, porque luego de unos años de cultivo sobrevendría la purma, es decir la muerte de su fertilidad. En la omagua la tierra está sólo a dos o tres metros de profundidad y al ser lavada sólo queda el cuarzo.
A las empresas madereras no les importa destruir. Hay leyes que no se cumplen como el compromiso de plantar un vástago por cada árbol que cortan. En el Perú sigue la deforestación. Los caobos prácticamente han desaparecido. Nadie llora por ellos. La indiferencia pesa más.

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Miles de aves, tigrillos, monos, peces de antología, mariposas, escarabajos,  murciélagos y otros representantes de una fauna exótica han salido y siguen saliendo  para laboratorios, zoológicos y particulares que los quieren  como  mascotas. Se sabe que los gigantes vegetales presentan pisos que son albergue de una biodiversidad increíble de especies. Un árbol que cae cortado por los civilizados exportadores representa el arrasamiento de sus habitantes.
Antes de la república y después los gobiernos han  olvidado la existencia de las naciones de la omagua. Ahora, países industrializados se creen con derecho a incidir en que sus habitantes son primitivos, cuando su  sabiduría es notable. Ellos han sabido conservar por milenios su delicado ecosistema a costa de un enorme sacrificio. No enraizarse en parte alguna y convertirse en grupos errátiles para permitir que la Pachamama donde se instalan y cultivan fugazmente se regenere. La repartición de títulos en la selva baja no funciona, en lugares donde los ríos varían sus cauces a menudo y mueven la tierra de un lado a otro. Los problemas climáticos que sufre el planeta, efecto invernadero, contaminación, debilitamiento de la capa de ozono, disminución acelerada de las cordilleras en los Andes, también les atañe.

A principios del siglo por correo electrónico de Miguel Silva Esquén nos llegó la noticia de la “fundación” de la FIRAP (Primera Reserva Internacional de la Floresta Amazónica) que esperaba poner  bajo la responsabilidad de los Estados Unidos y la ONU una de las regiones más pobres del mundo, “cercada” por países irresponsables, crueles y autoritarios” (Brasil, Bolivia, Perú, Colombia, Venezuela, Guyana, Surinam y Guyana Francesa).
Aquella vez agregaron que se vio en un texto de geografía del 6to. grado de USA un enorme hueco que dejaría nuestra amazonía si pasara a título de “protección” a manos ajenas. Afortunadamente parece que solo fue un proyecto que se quedó en el camino. Aunque dio lugar a más de una interrogante.

¿Querrían protegerla o desearían comenzar a asegurarse frente a una futura escasez de agua? ¿Querrían tener la libertad de investigar y tomar sin necesidad de permisos, patentes, etc. su rico potencial biodiverso? Cada día se descubren en la amazonía especies de flora y fauna cuyas proyecciones son valiosas para obtener productos  aplicados a la medicina, la cosmética y otros usos.
Es de esperar que aquella noticia fuera solo la expresión de un maniático y que los países vecinos mantengan siempre buenas relaciones. El planeta las necesita.

Alfonsina Barrionuevo

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