domingo, 24 de diciembre de 2017

KUKULI Y SUS SUEÑOS DE COLORES

El Nacimiento de Jesús inspiró a Kukuli para hacer una graciosa estampa. El pollino de orejas muy largas y el buey acompañan a una Virgen de ojazos grandes. Los Reyes Magos aparecen con sus clásicas ofrendas, la mirra, el incienso y oro. No hubo mucho que explicar. A medida que crecía iban cambiando sus temas. Después vendrían los jinetes de la Apocalipsis ocasionando muchos comentarios.


UN REINO DE PALMERAS

El suri, un gusano gordo que se albergaba entre las sábanas de seda de una palmera fue mi primer contacto con ellas. Lo debo al amauta Javier Pulgar Vidal quien me invitó a saborear este singular espécimen en su residencia. El suri o wayt’anpu frito es un chicharrón exquisito. Llegué un poco tarde y sólo quedó su grasa blanquecina que el doctor me ofreció en una tostada para que apreciara su sabor. Me gustó, de veras. Me quedé con las ganas porque a él se lo enviaban de Huánuco para su deleite.      
A la fecha he aprendido algo más de las palmeras que lo cobijan y de otras que regalan sus frutos dulces para la gente en las ciudades de la omagua y la rupa rupa. Palmeras que tienen además de éstos otros usos interesantes entre las naciones que viven en su frágil ecosistema cuidándolas. Una sabiduría que no alcanza a los gobiernos que hacen tabla rasa de esta hermosa región que posee una biodiversidad impresionante.

Betty Millán, magíster en botánica tropical y doctora en ciencias biológicas, señala que la apetitosa larva se arropa en el capullo que teje en el tronco de tres palmeras diferentes, el aguaje, el ungurawi y la shapaja. Su madre, un coleóptero de la selva, deposita sus huevos en sus fisuras. Los seres humanos u otras criaturas de la foresta pueden interrumpir su ciclo cuando lo atrapan. Ya no será un escarabajo pero sí fuente de proteínas para los afortunados comensales.

Imagen relacionadaDesde 1989 y con informes anteriores se han contabilizado hasta 1,500 palmeras que despliegan con orgullo sus hojas ovaladas, alargadas, lanceoladas, con formas irregulares o crestas que se abren como abanicos. En Loreto, Huánuco, San Martín, Madre de Dios y Amazonas, existen muchas que son nuevas para la ciencia.

Teniendo en cuenta la condición fértil de la tierra en Lima Betty Millán espera aclimatar algunas variedades en el vivero del Museo de Historia Natural. Para un primer intento tiene la Astrocaryum o huicungo que puede crecer hasta cuatro o cinco metros, de hojas con agujeros que parecen caladas; la Chamaedorea fragans, sangapilla o shicashica, cuyas flores de color blanco crema desprenden un olor parecido al durazno y la Ceroxylon quindiuence que puede estirarse hasta llegar a veinte metros. En su momento, cuando se multipliquen, pueden brindar un vistoso aspecto ornamental así como perfumar con su aroma las vías de la ciudad.   

Siendo tan alto su número podrían exhibir en vitrina las dotes generosas de la naturaleza en flores de variados colores, caprichosas espigas o racimos, frutos comestibles muy agradables y  de alto valor nutritivo y finalmente su aptitud para la industria de la construcción.              
Desde el 2009, según dice, el Perú participa en un programa sobre palmeras con  Francia, Alemania, España, Dinamarca, Inglaterra, Colombia, Ecuador y Bolivia. El trabajo de campo se realiza en expediciones por vía fluvial y carrozable. Los riesgos no se miden cuando se trata de una gran tarea. Una víbora en la trocha, un margay o pequeño gato montés que pasa por ahí, la picadura constante de nubes de mosquitos, se afrontan.
Los jugosos frutos de varias palmeras como el aguaje, el pijuayo y el ungurawi son aprovechados para elaborar refrescos y helados en ciudades como Iquitos y Pucallpa, además de pueblos circundantes, la Euterpe Catinga es una vieja conocida en los campamentos turísticos con el nombre de chonta.

Sus usos abarcan más rubros, pues, obedecen a las necesidades de esa población desconocida de las naciones amazónicas de selva alta y baja. Sus conocimientos milenarios sobre ellas son patrimonio de la humanidad. La  Oenacarpus bataua,  la Bactris  gasipaes y la Astrocaryum chambira, para citar algunas, tienen condiciones y valores que podrían acceder a diferentes mercados.

Sus frutos son alimento y sirven también para aplicaciones medicinales, su aceite para fabricar cosméticos y su corteza para confeccionar artesanías. La Chamaedorea pauciflora curiosamente tiene propiedades como desodorante. En cuanto al aspecto de la construcción estaría la Socratea exorrhyza para pisos y la Phytelephas tenuicaulis para el techado de las casas. 
Las palmeras forman parte de un universo que se mueve en la espesura, mariposas, arañas, murciélagos frugívoros, monos, ardillas, picaflores y otros. La gente de la inmensa región de los árboles y los ríos sabe cómo manejarlas para no afectar su existencia. Para cosechar sus frutos se deslizan ágilmente por sus troncos y no necesitan cortarlos como hacen los que llegan de otras partes, simplemente los doblan.

En los últimos 25 años se han hecho encuestas entre los amawaka del río Bocapariamanu, Madre de Dios; los nawas del río Serjali, Ucayali; los shipibo conibo, del río Ucayali; los ashaninka de San Pedro de Pichanaz, Junín; los aguaruna del río Marañón, Amazonas; los wanbisa del río Santiago, Loreto; y, los cocama-cocamilla del río Pacaya Samiria, Loreto; con resultados sorprendentes.  
Según explica Betty Millán el enfoque de los trabajos taxonómico o ecológico proveen informaciones etnobotánicas y también de botánica económica, con una posible implicancia dentro de un marco de desarrollo sostenible. El manejo organizado de las poblaciones naturales, el desarrollo de sistemas agroforestales o la recuperación de suelos degradados y espacios deforestados.

En lo que se refiere a su empleo se anotaron unos 268 diferentes en 16 categorías. Los más frecuentes fueron construcción (pisos, puertas, muebles, postes), comestible (frutos, refrescos, helados), artesanal (soguillas para canastas, etc.) y medicinal (sal vegetal), perfumes y tintes.

Hasta ahora la agroindustria trabaja con tres palmeras, el cocotero, la palmera aceitera africana y la palmera datilera, que monopolizan los circuitos comerciales a nivel mundial. Casi no hay espacio para las palmeras nativas que tienen mucho que dar. ¡Oro vegetal que se desperdicia!

Alfonsina Barrionuevo

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