¿QUÉ ES UNA OVEJA?
¡UNA NUBE CON PATAS!
Un niño vale…
¿Cuánto vale un niño? En Europa los gobiernos
pagan una pensión por cada niño que nace. Un país sin niños podría desfallecer
de vejez. En nuestro país los niños sobran. Sufren falta de amor y con ella de pobreza
y discriminación. Pocos perciben que son nuestro futuro. Los niños son un
patrimonio que cuidar. Por eso recuerdo a una gran mujer que luchó y sigue
luchando por ellos a través de sus descendientes.
"¿Qué es una oveja?", preguntó
Tania Castro en el III Encuentro de Escritoras del Sur. De estar viva y en el Qosqo
doña Paquita Benavides, la esposa del Presidente Oscar R. Benavides, hubiera
sonreído. A esa pregunta sólo un niño o un poeta podría dar una respuesta
linda. "Una oveja es una nube con patas." De inmediato les hubiera entregado
las bolsas de pan que confeccionaba con los niños de su escuela, ilustradas con
los mejores poemas infantiles. En ella la idea de que toda mujer lleva un niño
dormido en el corazón se convertía en acción.
En 1911, siendo todavía soltera, fundó
"Entre Nous", una gran institución cultural Apoyaron con entusiasmo
su inquietud Rosalía García de Lavalle, Angélica Palma, Enriqueta de Alvarez
Calderón, Virginia de la Puente, Luisa Moreyra Paz Soldán y Graciela Sosa
Artola. Una institución limeñísima con una hermosa casona y directivas que
continúan su labor por dar el sitial que corresponde a la mujer peruana dentro
de las letras, el arte y la música. En una época en no se soñaba con alcanzar
su derecho al voto ella se preocupaba en ayudarle a superarse.
Admiraba a su esposo por su amor al país y su
entrega incondicional hasta el heroísmo defendiendo nuestro territorio. Viajó
con él acompañándolo al extranjero, cuando sufrió un injusto destierro y
después por los cargos que debió desempeñar. El día que le tocó asumir la
responsabilidad de gobernar ella se esforzó por aplicar el espíritu humanitario
que encontró en otros países. Inglaterra, donde aprendió la sencillez y la casi
austeridad de la Reina, y Estados Unidos, donde conoció a una gran mujer,
Eleanor Rooselvet, esposa de su presidente.
El Perú, donde le tocó vivir, también estaba
marcado por las diferencias sociales. Los niños eran como hoy el sector más
vulnerable. Ya encontraría el camino para darles ayuda. El Palacio estaba
ruinoso pero en los banquetes y recepciones se disfrutaba de abundantes
comidas, bocadillos y licores. Sin que lo advirtieran redujo con talento los
gastos excesivos. Había que luchar contra la desnutrición, dar asistencia
médica y proteger a los inocentes que estaban en peligro físico y moral.
Su amor y su respeto por quienes tenían menos
se manifestaban en cincuentidós servicios asistenciales que se convertían de
sueños en una bella realidad. La Escuela de Servicio Social, la Escuela de
Sordomudos, Colonias Vacacionales, Jardines de Infancia, Hogares Transitorios y
otros, llegando a tener 52 servicios a su mando. En algún momento los agrupó en
la "Unión de Obras de Asistencia Social". Para ella la alimentación
era principal y procuraba que los niños, por quienes velaba como si fueran una
extensa familia, no sintieran el azote del hambre. Es tierno pensar que nunca
faltó en sus manos el pan de cada día.
Lima fue cambiando a medida que avanzaba el
siglo y sus necesidades aumentaban. Había que multiplicarse y aunque los años
se hacían polvo en sus manos se dedicaba a una tarea filantrópica que la mantenía
con una gloriosa juventud de alma. Hacer el bien respondía a a su constante
preocupación social y su sentimiento religioso, sin excluir a nadie ni crear
barreras, según dice la historiadora y antropóloga María Angélica Matarazzo de
Benavides. Cuando la muerte llamó a sus puertas mereció entrar a la Cripta de
los Héroes y descansar al lado de su esposo. Un alto honor para una Primera
Dama.
Alfonsina Barrionuevo
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