domingo, 28 de febrero de 2016

LA HIJA DE KUSIRIMAY

El viejo Juan Diez de Betanzos desnudó la espada  para atravesar el corazón enamorado de su hija María Diez de Betanzos Yupanki. Su huída del convento donde quería que tomara el velo de monja causó revuelo en el Qosqo por su ascendencia. La furia del cronista oficial se hizo notar en el Qosqo. No podía pedir a las milicias del virrey que fueran a buscar a la joven. En esos tiempos los padres decidían la vida de los hijos y ella debía haber obedecido su decisión al recluirla. Lo que quedaba era casarla y él no aprobaba un matrimonio que apagara su vergüenza.

Su reacción para castigarla fue desheredarla y nadie aprobó esa medida. Su madre Kusirimay, nieta del gran Pachakuteq e hija de Wayna Qhapaq, era dueña de muchos bienes. Mal podía disponer Betanzos de la  herencia de su esposa, un oscuro soldado a quien ella ayudó para escribir la crónica “Suma y Narración de los Inkas”.
Fue peor para él devolver a su hija los bienes que le pertenecían ante el reclamo de sus parientes. Finalmente buscó la conciliación y perdonó sus amores.  

Al fin y al cabo  no fue un hija que lo enfrentara, sino  una muchacha firme pero dulce. Además a él le esperaba un segundo enlace que le daría cuatro hijos. 



SANTIAGO DE CHUCO Y VALLEJO

En los últimos años los niños se han apoderado de la fiesta del Apóstol Santiago, el Mayor, en Santiago de Chuco, La Libertad. Hay pallos y quiyayas de corta edad que lucen una sonrisa graciosa en las caritas aterciopeladas con piel de durazno. Los mayordomos y los maestros han logrado, con acierto, trasladar a los pequeños el entusiasmo de los grandes, para que las tradiciones no se pierdan. Ellos cumplen en cierta forma el sueño de César Vallejo, su ilustre paisano, que quería ser en su infancia estandartero del santo patrón, según contaba su amigo, el periodista Ernesto More.

El recuerdo inolvidable de aquellos tiempos se deja sentir en un poema donde el poeta lo menciona.  "Luce el Apóstol en su trono, luego; /y es, entre inciensos, cirios y cantares, /el moderno dios sol para el labriego."

Así se ve en su iglesia, presidiendo la nave desde su altar, antes de salir a la plaza y recorrer las calles con gran acompañamiento hasta entrada la noche donde hay una serenata con artillería mágica de colores.  
El 25 de julio de cada año Santiago de Chuco se viste de fiesta para celebrar a su santo patrón en las faldas del cerro Andaymarka. Los santiaguinos afirman que fundó el pueblo, aunque los papeles digan que lo hizo el capitán de milicias Diego de Serna el 25 de julio de 1610 y que sus primeros vecinos fueron gallegos.
Según afirman aquello pasó en el Pueblo Nuevo. Pero en cuanto quisieron la imagen esta regresó una y otra vez a la pampa de Shirag, donde creció el pueblo porque así lo quiso.
En ciertas noches sale en su corcel de viento haciendo chispear el empedrado del  cielo. El santo patrón que gobierna con benevolencia la vida espiritual de sus devotos es uno de los vívidos recuerdos en la obra del poeta donde menciona a Dios como si fuera un buen amigo.

Su fiesta se inicia con novenas el 1º de julio y termina el 2 de agosto con la misa de despedida. Una visita para el 25, el día del día, ofrece el atractivo de  conocer la tierra de Vallejo, su casa, las costumbres del pueblo y hasta el balneario de aguas termales de Cachicadán. Casi nada ha cambiado desde que el vate salió para no volver, salvo la iglesia que es nueva porque la vieja se derrumbó con un sismo y el edificio municipal que se ve tieso, almidonado con cemento de izquierda a derecha.
Si regresara encontraría a Santiago de Chuco como la llevó en las retinas del alma. Sus mismas calles en posición de oruga, su misma languidez de adobe, su mismos aleros de rejas donde se columpia la lluvia, sus mismos árboles abuelos, sus mismos trigales arropando la mansedumbre de los campos, su mismo cielo retozón, su mismo sol chiquillo chapoteando con los pies descalzos en los charcos.
Desde el 15 los novenantes llevan al Inter, una pequeña réplica de la imagen  titular, a su casa. Allí preparan un altar y sirven café con las tradicionales tajadas: bizcochos, bizcochuelos, pastelillos y dulces de maíz. Al día siguiente los devuelven a la iglesia con banda de músicos y quema de cohetes. Otros se encargarán de festejarlo sucesivamente hasta el veinticuatro, en que se inicia la fiesta grande al bajar la imagen de su trono del altar mayor.
Al día siguiente sale a recorrer las calles entre una algarabía de petardos y campanas, acompañado por las bandas de mojigangas que tanto atraían a Vallejo. Un suceso que se vuelve a repetir en la octava o segunda fiesta. En la iglesia el Apóstol está radiante, en traje de terciopelo bordado con hilos de oro y plata recamado con piedras.
Los fieles prenden en su manto billetes que irán aumentando a medida que se acerque el 1º de agosto en que hace su segunda salida

De niño el poeta soñaba con ser su estandartero. Hoy lo es del Perú a nivel mundial y llegará el tiempo en que los turistas lleguen en doble peregrinaje a Santiago de Chuco. Por él y por el santo que sacude la modorra del pueblo y lo hace vibrar. 

Alfonsina Barrionuevo

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