VOLVIENDO
CON LOS APUS

Hace
algunos años me tocó hacer una ofrenda muy extraña. Recibí un encargo telefónico de los Estados Unidos, de que los
Apus me pedían una ofrenda o despacho especial. La voz femenina que escuché,
con el típico acento norteamericano, indicó que debía prepararla al día
siguiente, a las once de la mañana, con
pétalos de dos rosas, -blanca y roja-, miel y coca. A esa hora, además de conseguir los
ingredientes, no iba a estar en mi departamento sino que debía cumplir con una
cita en un consultorio médico. Un tremendo problema, porque en ellos siempre hay pacientes. Luego, la
miel podía derramarse y ponerme en dificultades al dejarme con los dedos
pegajosos. La señora que llamó me dio el mensaje y cortó, no pude preguntarle
nada, quién la llamó, como marcó mi teléfono y de qué Apus se trataba.
Afortunadamente todo salió a punto. Compré las rosas, tenía coca y encontré
miel de abeja cristalizada en una tienda naturista. Al día siguiente los pacientes fueron
atendidos muy pronto y tuve tiempo de armar
mi ofrenda y terminarla sin apuro, cuando el médico atendía a su ultima paciente.
Después me vio.
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EL SECRETO DE LOS KHIPUS
Miles de ojos miran ávidos las famosas cuerdas que existen en museos y colecciones
privadas. Nadie puede explicar para qué servían. Los españoles quemaron los que encontraron en numerosas piras. No les
convenía que se guardaran. Hoy sólo vemos cuerdas con nudos enigmáticos. Nudos donde
palpitaba nuestra historia, porque no se trataba sólo de cuentas. Guaman Poma los consideró en uno de sus dibujos,
donde un khipukamayoq levanta un khipu
interminable. El avispado cronista, escritor, historiador, crítico, dibujante,
escribe un mensaje a la posteridad. Un cartelito que dice encima “carta.”
¿Qué dicen los khipus? La pregunta
inquieta a los investigadores peruanos y extranjeros. Se creía que eran un sistema
contable, números. Pero, Guaman Poma dice “carta” y cuando el kuraka de Hatun Xauxa fue a reclamar
privilegios y exoneración de tributos al
rey de España llevó un cargamento de khipus. Anotaciones de la ayuda que prestó
a Pizarro cuando estuvo en Cajamarca.
Hombres, mujeres, provisiones, llamas, alpakas, con fechas, nombres y lugares de entrega.
En los museos tenemos pocos khipus.
Durante años Carlos Radicatti trató de leerlos. También William Burns. Hace unos años entró a tallar en el misterio Frank
Salomón, sumándose a otros estudiosos. ¿Qué escribieron los khipukamayoq que
conocían el arte de leerlos? Las nubes del tiempo ocultaron hasta ahora su
significado. Los restos de la historia del antiguo Perú, un gigante roto, yacen en documentos del Archivo de Sevilla
que guardan verdades a medias.
Desde que pude recorrer el país mis
ojos miraron las comunidades campesinas. La gente de ciudad los marginan aún.
¡Son analfabetos, ignorantes, coqueros! En lo que a mí se refiere expreso mi
admiración. He caminado mucho por sus heredades registrando las maravillosas
historias que conservan. Los antropólogos podían trabajar en ellas, pues, son
numerosas. Pero, las comunidades campesinas no existen para los gobiernos ni
las autoridades de educación. La mayoría continúa bajo mantos de olvido salvo cuando se exalta su extrema pobreza con
fines políticos.

Los khipus se colocaban en los ajuares
funerarios de los antiguos régulos peruanos reseñando sus triunfos. Sin embargo
es posible que estuvieran también el Poqenkancha de Cusco, donde estaban
relatadas en pinturas las hazañas de los
Inkas. No sería extraño porque se hicieron miles de khipus y se debieron guardar en una verdadera ”biblioteca” que incendiaron
los españoles! Felizmente su su tecnología ha trascendido hasta hoy.
El antropólogo Arturo Ruiz Estrada,
quien fue invitado por Aldave, declaró que se trata efectivamente de auténticos
khipus. Mamalikuna o Mamarikuna, “la señora que sabe ver”, agregó Aldave,
también cineasta además de promotor turístico, era descendiente del linaje
Carhuachín. “Escribe en una cuerda de dos colores, marrón y blanca en lana de
oveja, para que el difunto cruce con
felicidad el yanamayu o río de la muerte y pueda defenderse de los malos
espíritus que acechan en el camino. El khipu contiene oraciones y tiene un
paralelo con sociedades como la griega y
otras de Europa con creencias parecidas. “Los difuntos, relató el Dr. Ruiz Estrada tenían que pagar con una moneda a Caronte, el barquero, para pasar el
lúgubre río.”
En aquella oportunidad se informó de
la necesidad de recoger los conocimientos de la khipukamayoq y que algún día se
encuentre el código andino de lectura y escritura. En el proceso de la
elaboración ella comenzaba con el escarmenado, en seguida el hilado en la rueca o pushka, luego el torcelado del hilo en una dirección que debe tener una razón. La cruz que
encabeza su trabajo está allí por el sincretismo y al amarrar los nudos que son posiblemente palabras va
diciendo a viva voz sus invocaciones,
mientras la comunidad permanece en un silencio sepulcral, religioso. Es un
khipu vestigial que se diferencia de los khipus inkas u otros, con variaciones
del khipu clásico, lo que también es necesario destacar. Antiguamente
debieron existir en nuestro vasto
territorio diversos códigos de khipus y sistemas”.
Decididamente el Perú es un país de sorpresas que nunca entenderán
las generaciones de cultura globalizada.
Hace poco tiempo Mamalikuna tuvo que irse, dice su descubridor. Afortunadamente
ha hecho valiosos hallazgos en sus viajes a Chiquián. En las comunidades de
Roca, Canis y otras que son lejanas y a las cuales se llega con mucha dificultad
ha encontrado otros khipukamayoq. Los
antropólogos aún tienen tiempo de aprender las artes de la escritura y lectura en
khipus, declara Roberto. Una oportunidad para descifrar cogiendo la punta de un
ovillo que llega hasta nosotros cubriendo cinco siglos.
Alfonsina Barrionuevo
Alfonsina Barrionuevo
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