lunes, 25 de enero de 2016


MANO DE PUMA VEGETAL

Foto: Fernando Moscoso Salazar
El poeta cusqueño Andrés Alencastre llamaba al puma oqe michi, “gato gris”. Pero, qué gato, de ojos vigilantes, corpulento,  movimientos rápidos y pisada suave.  Un felino que, en tamaño, es el cuarto del mundo. Me sorprendió Fernando Moscoso Salazar al decirme que la madre naturaleza copió la mano o zarpa del felino en otra especie. 

En los surcos de Q’orqa, en este caso, encontró una papa que reproduce su mano o pata. Un capricho en el que ella muestra sus dotes de artista. En la forma, volumen  y el trazo y el color dela cáscara entre negruzco y claro fue precisa, como se ve en las fotografías que le tomó el periodista. Tras su nombre: Puma Maki, “mano de puma”, “Solanum tuberosum ssp andigenum”, hay un rugido majestuoso.

Foto: Fernando Moscoso Salazar
Tuvo razón Dalila Pardo de Saric al llamar Qori Manka  a un gran festival de comida peruana, manjares preparados en “Olla de Oro”.  Allí se hubiera vanagloriado la puma maki, una criatura definitivamente andina. “Se come hervida, al horno, en guiso  de papa seca y en hojuelas”, dice el ingeniero Miguel Angel Pacheco del Castillo.
Agrega que esta variedad es de sabor agradable y de buen rendimiento. Se le descubre en alturas, una de las tres mil quinientas que tenemos en el Perú. Se cultiva en áreas pequeñas de Cusco, Apurímac, Ayacucho y Huancavelica, entre 3,000 y 3,900 metros sobre el nivel del mar. Hasta hoy conserva sus características fenotípicas y sus flores violeta, de caliz verde con manchas blancas abren sus capullos, como diciendo “listas para nacer”.
¡Una primicia ancestral de los Andes! 


EL FIN DE LOS GLACIARES

Desde la plazoleta de San Cristóbal o Qolqanpata Fernando Moscoso Salazar, un observador apasionado de la naturaleza, nos muestra el Ausanqati, nevado tutelar de Cusco. A la lejanía levanta su orgullosa testa y muestra su altiva gorguera alba, vigilante, mientras abre las alas de roca en demostración de que protege la  capital del Tawantinsuyo.
La otrora grandiosa ciudad puma de los Inkas reposa a su sombra. Pero, el  nevado ya no ostenta su misma área de impresionante blancura y no se sabe si mantiene sus corredores de luz. Lo aprecié, un buen tiempo atrás, cuando fui a verle con Wayta María Rosales. Nuestros guías de la comunidad de K’inti, Ocongate, observaron que la  nieve se había retirado bastante aunque no podían explicarse qué había pasado. Ese día la laguna de Otorongoqocha, “la laguna del jaguar”, me regaló una procesión de estrellas que salían entre sus algas verdes y se convertían en puntitos de luz al llegar a su límpida superficie.

Fue un regalo de la laguna, me dijeron ellos. El señor Ausanqati estaba contento porque le había hecho una ofrenda; y, también la mamaqocha, donde Illapa, el rayo, guarda las semillas de los alimentos. Tengo una grabación en video para probarlo. Unos ocho años después los ukhukus, paulitos o pabluchas, sacerdotes andinos, kuraq akulleq y altomisayoq decidieron que no bajarían bloques de hielo a sus espaldas para los peregrinos de Qoyllur Rit’i.
Ellos saludaron todavía a medianoche al Qolqe Punku, el  nevado de la Puerta de Plata, por donde entra una potencia cósmica, la energía que irradia Qoyllur, la estrella de las princesas inkas. Pero, sólo rasparon la  nieve que había caído en las noches pasadas para que aquellos cumplieran con sus  ritos de purificación. Limpiar su cabeza y su cuerpo de los pesares, el desaliento, el abuso, la prepotencia, las ofensas, la envidia, el encono, sufridos en los doce meses pasados y recibir la esperanza de días buenos para ellos, sus hijos, sus ganados y sus campos, en el año que va CAMINANDO.

No sé cómo serán los que vendrán. La  nieve se sigue alejando no sólo de Qoyllur Rit’i, uno de los lugares de peregrinaje más concurridos del mundo. Al pasar en avión sentí una sensación de tristeza indescriptible al contemplar a diez minutos de  Cusco, al  Salqantay, mi querido Apu, que siempre luce una blancura impoluta, ahora con partes desfiguradas, donde asoman desgarraduras de roca.

El  calentamiento global sigue afectando a nuestras cordilleras tropicales que parecían de nieves perpetuas. Los estudiosos lo han estado advirtiendo pero mientras no cesen los habitantes del planeta en su insistencia por ignorar el problema las continuaremos perdiendo.
Hace unos tres años se reunieron en  Cusco geólogos de medio mundo para debatir sobre el problema. El majestuoso Qelqaya, también de la región, según resalta el medio virtual “PrensaContacto” que  envíó César Alberto Venero Torres, de 5,500 metros de altura, en un área de cuarenta y cuatro km2 de extensión en la Cordillera del Vilkanota.
El Congreso que fue  organizado por la  Sociedad Geológica del Perú presentó también investigaciones sobre riesgos geológicos, vulcanismo, estado de recursos naturales hídricos que están bajando de nivel hasta cuatro metros de profundidad, minerales, gas e hidrocarburos, entre otros temas.

Mostrando cierto optimismo José Macharé Ordóñez, Phd en Ciencias de la Tierra, Presidente del XV Congreso Peruano de Geología y especialista en cambio climático, afirmó que no nos quedaremos sin agua porque los glaciares se derritan. En realidad, la crisis de falta de agua se debería al crecimiento poblacional, descartando lo que se viene especulando respecto del impacto del decrecimiento de los glaciares. Para los científicos era muy importante llegar a entender y explicar las modificaciones del clima, así como lograr que los pueblos comprendan como estos cambios afectan su vida y actividades, para que tomen diversas previsiones.

En los glaciares ocurrieron hace cientos de miles de años cambios en la temperatura. El promedio en la sierra estuvo entre 5º y 10º centígrados menos que la actual. Entonces se estuvo en un periodo cálido, pero después el planeta se dirigió a tiempos más cálidos de lo que correspondía a la curva natural de calentamiento, hasta que empezó una nueva glaciación. El que fue causado por varios factores que el hombre alteró y que no estaban antes. Una grave situación para muchos empresarios que comenzaron a formular planes para colonizar el espacio sideral. Algo que parece una locura.
Aunque los multimillonarios creen que poniendo sus euros o dólares uno sobre otro podrán lograr un nuevo lugar para vivir, un planeta o una estrella para seguir una existencia muelle, eso no es fácil. El destino que le aguarda a la humanidad, culpables, irresponsables o inocentes, es el mismo si nuestro querido planeta se torna inhabitable y arroja a los intrusos que recibieron un paraíso para convertirlo en un infierno.

Alfonsina Barrionuevo

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