sábado, 26 de septiembre de 2015

EL DIVINO ROBAPAN EN RIVA AGÜERO


¿Se puede robar una leyenda?
He comprobado que sí. Hace muchos años cuando fui a Oropesa, pueblo panadero de Cusco, conocí al divino Robapan. Un Niño Dios, el mismo que aparece en la fotografía, al cual manos aviesas se llevaron de la iglesia.
Cuando pregunté por las imágenes que había en su interior me dijeron que había una de maravilla conocido como el "Divino Robapan", y me contaron su historia.

Una panadera de siglos pasados, entre muchos artesanos que se dedicaban a preparar las deliciosas y fragantes chutas, grandes panes, de tipo familiar, descubrió que las suyas desaparecían de la canasta donde las ponía. Ella trabajaba en uno de los tantos turnos. En Oropesa los hornos estaban prendidos desde medianoche hasta la madrugada. A ella le tocaba muy temprano y se iba después a descansar un par de horas. Volvía y se llevaba su gran canasta para venderlas.

Alguien, sin embargo, comenzó a robarle sus chutas. El contenido de su canasta mermaba, debajo de las blancas y almidonadas manteletas conque las cubría. Era sigiloso el tal ladrón. La puerta de la habitación donde las guardaba permanecía cerrada con un candado “loba” de tres vueltas, muy seguro. Le puso dos y hasta tres. Igual. Hasta que decidió vigilar desde una  vivienda cercana. Su espera dio un inusitado resultado. Con sorpresa vio que las hojas de su única ventana se abrían hacia afuera. Unos chiquillos se pusieron en fila al costado y, ¡sorpresa!, un hermoso Niño Dios que había comprado, apareció en el vano, comenzando a repartir sus chutas. Al terminar cerró la ventana y todo volvió a su normalidad.

La panadera encerró a la divina imagen en una urna y, “en su nombre”, preparó desde entonces unas chutas para los niños que iban, a su vivienda, por su ración.
Volví a Oropesa, al cabo de muchos años, cuando el pueblo había cambiado enormemente. Fui a la iglesia porque quería grabar al Divino Ropaban para mi programa del Canal 7. Ya no estaba en el altar de la iglesia donde llevaron la urna cuando falleció su dueña. Me apenó que robaran al Niño de leyenda.

Lo pueden ver en un cuento que escribí para narrar su adorable historia. Tenía la foto y Kukuli, mi hija, lo reprodujo en bellas ilustraciones. El cuento figura entre otros que he escrito para los niños del Perú. Los mismos que se exhiben en la muestra “Alfonsina Total”, en el Museo de Artes y Tradiciones Populares del Instituto Riva Agüero, de la PUCP, en el Jr. Camaná 459. Los Barrow, John y Martha, lo han reproducido en una escultura en madera que está allí.


La exposición, con mi colección de arte popular, mis libros, mis cuentos y mis fotografías, estará hasta el 3 de noviembre en esa casa señorial, que alberga cultura, en el centro histórico de Lima. 
Les espero. No dejen de ir.


El poder de las plantas

Una hermosa leyenda, recopilada en Puno por José Portugal Catacora, asegura que el primer hombre andino fue creado con el untu, grasa o esencia vital de las plantas, los animales y las piedras. De allí se origina su intensa relación con el mundo que le rodea. Su conocimiento de las plantas medicinales que le ayudan a superar cualquier malestar físico o espiritual. Su caminar por los yermos inhóspitos de altura sin fatigarse porque tenía la muña (Minthostachys mollis), cuyo agradable olor al frotarla entre sus manos y aspirarla renueva su energía.
La pacha salvia (Salvia offinalis), cuyas hojas soasadas le sirven para combatir dolores reumáticos, la misma que se conoce con el nombre de ñuqch’u, flor sagrada de los Inkas, que era derramada sobre sus andas áureas, pasando después a ser sedosa ofrenda para el Señor de los Temblores, en la procesión de Lunes Santo.

Sobre la importancia de éstas y otras plantas, el médico huanuqueño Hermilio Valdizán Medrano y el químico farmacéutico-arequipeño Angel Maldonado Alcázar, ambos doctores en sus especialidades, con estudios en Francia e Italia,  publicaron el “Diccionario de Medicina Popular Peruana” en las primeras décadas del siglo pasado. En sus páginas aparece un minucioso registro de muchos especímenes, con sus respectivos dibujos.
En 1995 John Eddowes Villarán, médico psicólogo limeño de abuelo inglés, comenzó a trabajar con veintitrés esencias florales y siete productos de plantas que combinan efectos curativos. En 1939, según mencionó él, el doctor Edward Bach de Gales, Gran Bretaña, publicó por primera vez un registro de esencias florales.
Dichas esencias que tituló “Sistema Kinde”, pertenecen a un grupo importante que ha sobrevivido a la extinción de especies por su fortaleza ante los cambios ambientales. Su adaptabilidad para enfrentar situaciones adversas y cambiantes es aprovechada como terapia para tratar ciertos desequilibrios emocionales asociados generalmente a malestares físicos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) las considera como medicinas de uso libre.    

La descripción de las virtudes y propiedades de las plantas que maneja John Eddowes es tan expresiva y jugosa como esas anotaciones que son clásicas.
Así tenemos la  manayupa (Desmodium molliculun), conocida también como “pata de perro”, “amor seco” o “pega pega”, que vive entre 2,000 y 3,000 m.s.n.m. en los Andes. Se usa para purificar y desintoxicar el cuerpo de fármacos y drogas, estimulando el funcionamiento de los riñones. También sirve para limpiar los ambientes pesados.
La yawar chonka, (Oenothera rosea), que crece en grandes alturas, es famosa porque “disipa la tristeza y apaga la pena”. Es buena para enfermedades cardíacas y los problemas circulatorios. Sus flores tienen pétalos rosados o lilas. Con la infusión de esas flores el corazón recupera un ritmo sosegado y baja la presión.
El diente de león o achicoria amarga (Taraxacum Offinale), tiene hojas dentadas y largas, flores amarillas y frutos en forma de bolas con pelos sedosos que dispersa el viento.  Es una planta diurética, que estimula la función del hígado y los riñones, combate el exceso del colesterol y reduce la obesidad. Su esencia floral es muy útil para liberar la tensión y la furia contenida.

El lirio naranja, lirio del Perú o lirio de los Inkas (Lilium bulbiferumrum), tiene un follaje de pocas hojas, lanceoladas, y sus flores ostentan pétalos con marcas o parches de colores. La tradición popular relaciona a estas flores con los buenos augurios cuando se regalan. Su uso incrementa la creatividad, despeja los bloqueos mentales, alienta el optimismo y ayuda a innovar el quehacer personal y profesional.    
El heliotropo (Heliotropium peruvianum) tiene flores que siempre miran al sol y lo buscan. Son empleadas para tratar problemas  de huesos y articulaciones, así como afecciones  respiratorias.
El pepino dulce (Municatum Ait), oriundo del Perú y reproducido en la cerámica prehispánica, posee una esencia floral que refresca la mente y alivia de preocupaciones, ayudando además a reducir el estrés.
La chuchuwaska (Brunfelsia grandiflora), llamada también “sanango”, “francisquita” y “borrachero”, es una planta “maestra” de la Amazonía. Su esencia floral ayuda a regular las sensaciones extremas de frío y calor. Es recomendable usarla tópicamente para la rosácea.
El molle, (Schinus molle), “escobilla” o “árbol de la pimienta”, es analgésico, antiinflamatorio, antibacteriano, antiespasmódico, astringente, balsámico, diurético y estimulante. 

La hierba del alacrán, (Heliotropium angiospermun, Murria), también conocida como “cola de gato” y “hierba del sapo”, es útil ante problemas de huesos y artritis, afecciones respiratorias y  picaduras del alacrán. En esencia floral es una bebida burbujeante que ayuda a “relajar la columna vertebral y mejorar la postura”.
La verbena (Verbena offinalis), “hierba de los hechizos” , “verbena del campo” o “verbena negra”, crece en las ocho regiones hasta 5,000 metros, posee vitaminas A, B y C,  y es recomendada para tratar infecciones, bronquitis y hepatitis..
La wachuma (Trichochocereaus pachanoi),  cuyo nombre popular esSan Pedro”, es una cactácea de la costa norte, con espinas pardas y flores blancas. En la medicina tradicional del norte peruano se usa en ceremonias de curación, por sus efectos depurativos (purgante y psicoactivo). También es usado en casos de sinusitis, fiebre alta y problemas de la piel y el cuero cabelludo, entre otros. Su esencia floral da claridad a la mente y afina la intuición. Los baños del cactus hervido calman los nervios.

John Eddowes combina las plantas con esencias Kinde o con diferentes productos, según los casos que debe tratar. Veamos algunos:
Para momentos extremos de la vida o para reducir el estrés cotidiano: yawar chonka, diente de león, pepino y mariposa roja.         
Para emociones intensas, cuando se llora fácilmente o se está al borde de la desesperación: mango, yawar chonka y molle.
Para aclarar mente y ordenar los pensamientos: agerato, jacarandá, ocopa, lirio y estrella púrpura.  
Para relajar el cuerpo y la mente: Diente de león, verbena y pepino.
Para conciliar el sueño: extracto de wachuma con colágeno de tuna y aloe, más vitaminas. Aplicar en el cuerpo antes de acostarse o en momentos de estrés.
Para desinflamar y regenerar articulaciones, tendones, músculos, huesos cartílagos y otros: Extracto de molle, matico, chilka y llantén.
Para limpiar los dientes y proteger las encías: Harina de coca, salvia y arcilla medicinal.
Para dormir: propax, cápsulas naturales.
En resumen, para mantener la salud tenemos una lista abundante de plantas medicinales. a las que se puede recurrir.  

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