LAS
CIENCIAS DEL YACHAY Y EL MUNAY
La palabra religión no existe en el
mundo andino. Son las ciencias del espíritu y su conocimiento a través del
sentimiento y del razonamiento, lo que llamamos munay y yachay. En el antiguo
Perú, mientras unos se dedicaban a las conquistas territoriales, otros se
aplicaron durante milenios a las ciencias del espíritu, llegando a establecer
una conexión con la naturaleza y el
cosmos. Existió un diálogo con la tierra, los nevados y los cerros, la piedra,
el agua, el viento, el fuego, la flora y
la fauna, llegando también a lograr un contacto muy especial a nivel cósmico,
con el sol, la luna y las estrellas.
En Pachakamaq, el santuario de los
oráculos, había sacerdotes, los wakawillaq,
que hablaban con las wakas -espíritus que habitaban en sitios sagrados-;
los p’unchaywillaq que hablaban con el sol y hacían sus pronósticos de acuerdo
a los solsticios, los hamp’ikuq que leían en las vísceras de los animales,
los mallkiwillaq que hablaban con el
espíritu de los antepasados, los ripiaq que absolvían las preguntas de los
atletas, los mosqoq que descifraba los sueños, los sunkuyoq o mamasqa que eran
psicólogos y miraban en el interior del corazón de los hombres y así, otros.
Hasta hace unos veinte años se creía que
esas ciencias habían desaparecido, quedando sólo vestigios en algunos rituales
como las ofrendas a la madre tierra y a los cerros para pedir la prosperidad de
los campos. El advenimiento de un nuevo Pachakuti en 1992, después del Pachakuti negativo que
comenzó en 1492 marcó el inicio de una nueva era en el Perú y un acceso que se
va abriendo cada vez más a estas ciencias o religión, como se quiera llamarla,
que está volviendo a mostrarse. Desde el momento en que llegaron nuevas gentes
a través de dos mares se creyó que había sido extinguida después de un
arrasamiento que motivó la destrucción de sus templos y la muerte de sus
maestros o sacerdotes para imponer una religión que se originó en Israel.
Francisco de Avila se hizo nombrar extirpador de idolatrías pero en el el Perú
no había ídolos. Los llamados como tales eran en realidad receptores de
energía, vasocomunicantes de las fuerzas telúricas con las fuerzas del cosmos.
Cuando los llakuases se fueron de sus tierras los guardianes del agua se
convirtieron en litos o piedras para seguir cuidándola.
Por casi cinco siglos no se supo
que los sobrevivientes llegaron a
escapar y se escondieron en los lugares más recónditos del Ande donde no
pudieran ser encontrados y así fue hasta ahora. En el Perú de hoy se les conoce
muy poco. La comunicación de las ciudades y también de los pueblos con las
comunidades andinas prácticamente es muy lejana. Hay un distanciamiento por un
falso concepto de superioridad de la ciudad que desconoce sus valores, la
riqueza de su tradición oral, su talento creativo en diversas artes, sus
profundos conocimientos del agro, de la astronomía y otras disciplinas.
La tecnología avanza todos los días pero
en la tierra de los Inkas el espíritu tiene vigencia sobre la materia y de allí
la actualidad de los sacerdotes andinos, que de algún modo hay que nombrarlos.
Se trata de los punkuyoq, conocidos también como altomisayoq y kuraq akulleq,
que alcanzan rangos de acuerdo a su entrega a conocimientos que les son dados.
Hombres sabios y también mujeres que pueden invocar la energía del Teqsemuyu,
el universo.
Ellos no son gente común ni hay escuela
donde sigan un aprendizaje. Mas bien son elegidos por las fuerzas de la
naturaleza y por eso su camino es largo, complejo y lleno de pruebas que nunca
terminan. Algunos, muy pocos, son elegidos mediante una iluminación o carga
sagrada de energía, el hanaq pacha
k’aqya o rayo que baja del mundo celeste o superior y los posee.
En el plano más alto su labor es de
carácter profético, carismático y místico. Su poder está basado en una relación
directa con seres espirituales del mundo andino. (El karpay es obligatorio para
pasar de la jerarquía o rango de ayllu altomisa, a llaqta altomisa y suyu altomisa) Cada año tienen que hacer
baños lustrales, ritos de purificación con inmersiones en aguas heladas, etapas
de aislamiento, abstenciones en la vida cotidiana y otros actos secretos.
LA MAGIA DEL PRESENTE
En el mundo andino el concepto del
tiempo es de plena libertad. El tiempo no existe para el hombre andino. En el
mundo occidental el tiempo pasa, es un producto del reloj. En el mundo andino
el hombre andino pasa el tiempo y el tiempo, el purun pacha, es infinito. Por
eso el pasado y el presente son circunstancias temporales. Hay que preocuparse
más por el misterio del presente, porque el presente es el que se proyecta
hacia la eternidad. El ayer, el pasado es una experiencia que se aplica en el
presente. El por venir siempre será presente cuando llegue el momento. Por eso es sabio vivir la magia del presente.
Su
concepto de la muerte se basa en manifestaciones de los ancestros cuando se
busca su consejo. Los que mueren se van a vivir otra vida pero nunca se apartan
de sus seres queridos. Son los mallkis a quienes se habla y se encuentra en el
interior de la sangre, en el fondo del corazón.
La
tierra o Pachamama es uno de sus principales contactos. Es la madre que ama a sus hijos y les proporciona vida.
Los cerros y nevados, que son los Apus, Jirkas, Achachilas, Aukis, aukillos,
Wamanis, protegen al campo y a sus pobladores.
La
Hatun Mama Qocha, el mar, tiene influencia a través de las lagunas y de los
ríos quue son sus hijas e hijos.
La
hoja de la coca vive, el grano de maíz vive, el cerro vive, la tierra vive,
decía Jorge Lira, profundo conocedor del sentimiento del hombre andino y
agregaba, en la mente del pueblo tiene además conciencia. La tierra vive y es
el punto donde se encuentran el tiempo y el espacio. El pasado y el presente
han nacido de ella y todos regresan a ella. Los alimentos nunca son
despreciados porque como tienen vida sufren el maltrato y pueden irse.
La
energía se irradia desde el mundo en que vivimos, los Andes, pero también desde
el cosmos. En los atardeceres en las partes altas se nota un gel, una capa
blanquecina, semitransparente que baja del cielo y otra que sube de la tierra.
El Inka Pachakuteq cuando subió a Machupiqchu y llegó en una hora mágica se
convirtió en vaso comunicante del cielo y la tierra adquiriendo energía y
sabiduría de lo terreno y de lo alto.
La
gente que maneja la energía puede hacer muchas cosas, hasta vencer la gravedad,
como los pawaq que vuelan con su cuerpo físico que es como un templo y se
trasladan de un sitio a otro. A simple
vista son gente común y corriente. Pero, sólo a ellos se acerca la ch’aska o
lucero para abrirles un sendero de luz, la mamayaku o madre agua corre por el interior de sus arterias y las
purifica, la mama qaqa o madre piedra infunde fuerza a su espíritu y la
mamakoka les revela lo que viene.
El
Qosqo conserva lugares sacros ignorados como Amarumach’ay, el templo de la
luna. Entrar a él en cierta noche de luna equivale a introducirse en la matriz
de la Pachamama. Por un orificio superior las fuerzas cósmicas y telúricas
penetran a la cabeza de los participantes mientras ellos “viajan” a la inversa
hasta cuando eran un óvulo antes de ser fecundados. Al volver reciben nuevos
poderes.
Sus
oraciones son poéticas: “Padre de arriba, creador de todas las cosas, maestro de todas las cosas,
cuida a tus hijos.” A la Pachamama y a los Apus: “Mesa de oro, mesa de plata,
tierra sagrada, espíritus de los cerros, que ningún pesar o desgracia nos
siga.”
Los
altomisaq y kuraq akulleq trabajan a nivel espiritual. El problema de la
ciudad es la demasiada acción, el
demasiado diálogo interno, la enfermedad del miedo, la falta de tranquilidad,
la ausencia de fe, la inaguantable presión, el stress que ataca a los nervios.
Antes
de empujar la puerta, digamos del poder de los Andes, esa puerta
misteriosa, la ciencia andina del Munay
puede ayudar infundiéndoles tranquilidad. A quienes lo necesitan hay que
ldevolverles a su centro, dicen los conocedores, porque esa gente está descentrada: el ánimo
lo tiene fuera. No hay persona más descentrada que el director de un banco, por ejemplo. Hay que
centrar su ánimo, buscar como empujarlo a su lugar. Para esto hay varios
métodos. Métodos de meditación, métodos energéticos y muchos más. Para poder
asimilar la acción del Munay o sentimiento tienen que hacer un proceso de
purificación. Tienen que calmarse, limpiar su sistema nervioso, limpiar sus
bloqueos, empujar su ánimo al centro.
Que puedan usar la energía de su cuerpo.
Si
la gente quiere que la energía fluya por su interior, como agua de vida, hay
que hacer fluir este elemento para que queden limpios, además de hacerles
trabajar moviendo las reservas de energía espiritual que no usan. La gente trabaja con el 30% de su energía. Hay
que extraer esas reservas energéticas y
activarlas, no sólo para trabajar sino para vivir más concientemente el
misterio de la vida, más concientemente la alegría de la existencia, no hacer
de la vida una tristeza, una preocupación sino un canto de alegría, estar bien,
crear un espacio para cada uno, porque la alegría es un diamante que la gente
está perdiendo. Estar conciente no es estar con la mente, es estar conectado
con las fuerzas más grandes del cosmos, del universo. Hay que dejar que esta
magia del cosmos pase al cuerpo dice Américo Yábar. No dejarse obsesionar totalmente por el trabajo, no
permitir que su vida se mecanice. Hay que despertar la energía salqa. Hay dos
manifestaciones. Una uywa y otra salqa. Uywa es la energía domesticada. Algunos
se han domesticado tanto que se han mecanizado, que han perdido su karma, han
perdido su energía virgen, su energía cósmica. Tenía razón el poeta Juan de Dios Peza cuando decía
que no sólo han muerto aquellos que descansan en una tumba fría. Muertos son también aquellos
que tienen muerta el alma y viven todavía. Hay que tener conciencia de la
energía salqa. la energía no domesticada, libre, que tienen todos los seres
vivos del planeta, lo que es un milagro. Una energía creadora. La energía uywa
es como la energía de la gallina. No es buena, no es mala, no tiene que verse
moralmente, simplemente es gallina. Con qué energía quieres trabajar. ¿Con la
energía de la gallina o la energía del puma o del cóndor?
Recordar
que tenemos una energía salqa es un gran salto, una transportación increíble de
que estamos vivos y al estar vivos estamos conectados a una creación
absolutamente divina, cósmica. Con la existencia de Dios, fijémonos en lo
sagrada que es. Recordar la energía salqa es una de las pocas opciones que
tiene el hombre en el planeta.
Este
es uno de los tantos fundamentos de la ciencia andina del saber; de la ciencia
del Munay y del Yachay de los Inkas.
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