domingo, 31 de mayo de 2015

¿PODRIA IRSE EL QOSQO INKA?

 

No estoy pensando que el Qosqo se calce ojotas de oro y se vaya de una ciudad que no lo aprecia. Iría con él si hubiera posibilidad de un acto así de rebeldía. Sucede que los muros no se moverán por sí mismos. El problema está en que los muevan. En los últimos años sufre ultrajes de extraños y propios. Ya no se trata de pintar sobre ellos con pintura blanca o negra. Se llega a usar ácidos contra las hermosas piedras como si ellas ofendieran con su presencia.
Ahora que estoy trabajando para mi próxima Exposición Fotográfica en el Museo Histórico Regional “Casa Inca Garcilaso” el próximo 15 de junio advierto que son pocos los muros que quedan. Los españoles desmontaron prácticamente el Qosqo Inka para asentarse. Esa tarea  destructiva llega al siglo XXI.

El propietario de una galería que da a la calle Maruri retiró una parte del mismo para una construcción moderna y creyó que podía volver a ponerlo como estaba. El resultado fue desastroso. Lo hizo a vista y paciencia de las autoridades de la ciudad, -de la Municipalidad que podría haberle puesto una enorme multa y evitar la barbaridad cuando comenzaba a cometerla, del Instituto de Cultura que debió haber puesto el grito en el cielo, de las instituciones culturales que podían haber hecho alguna denuncia, los corresponsales de los diarios de Lima como la noticia de una atrocidad, los periodistas de la misma ciudad y aún los vecinos. Pareciera que hay más amor por las edificaciones virreinales, que también deben cuidarse.

 En 1983 el Cusco fue declarado Patrimonio de la Humanidad y se recurrió a la prohibición de la UNESCO para impedir que se colocara la escultura de un Inka en la pileta central, argumentando que atentaba contra la majestad de las grandes iglesias que están allí –la Basílica Catedral y la Compañía- así como el entorno arquitectónico de las arquerías ibéricas. El pueblo, aquella vez, veló por defender la decisión municipal. Demostró que ya existió allí la escultura de un mexicano –Cuatemoc-  y mal habría que oponerse a la de un Inka en una Plaza Inka.
 
Hay que poner más énfasis en los pocos vestigios inkas que quedan de los Inkas en el Qosqo. Deben estar mejor iluminados en la noches y si posible encriptarlos como han hecho los frailes dominicos con la piedra de 22 ángeulos que existe en uno de los recintos del Qorikancha, en el primer patio del convento. El salvajismo y la indiferencia van de la mano. Hay que proteger el Qosqo Inka. Lo que queda en la  ciudad y que debe mirarse con orgullo y con cariño. No es mucho y esas piedras sagradas lo merecen. Llevan más de quinientos años en casas y calles. Son nuestras joyas, el recuerdo perenne de los ancestros que debe respetarse.              


 PUMAS CELESTIALES

Los pumas celestiales del Perú, identificados con la lluvia en la época prehispánica, se encuentran en diferentes regiones. Puede ser a nivel del mar como a más de 3,600 metros de altura. En los últimos meses hemos tenido noticias de  dos templos dedicados a estos felinos con relación a esa fuerza de la naturaleza.  
Un primer viaje me llevó a Chimbote, Ancash, donde me esperó el arqueólogo Lorenzo Samaniego para mostrarme el resultado de trabajos que está realizando en Punkuri, de Moro, un pueblo de Nepeña, Ancash,  gracias a un convenio de la Universidad Nacional del Santa, donde es profesor, con la empresa azucarera Agro Industrias San Jacinto. No esperaba que hubiera avanzado tanto en limpiar un cerrillo y rescatar un antiguo templo con más o menos 2,000 a.C.

Su información fue completa. El sabio Julio C. Tello en un recorrido realizado en 1933 advirtió en el lugar una primera escalinata y al hacer una excavación inicial  encontró una mujer decapitada, Tal vez  una sacerdotisa dice Samaniego, envuelta en tela de algodón recamada con turquesas. Tello nunca volvió, pero ese comienzo dio lugar a que fuera continuado 71años después.        

Samaniego refiere que las plataformas del templo se construyeron en tres etapas. En la primera apareció el relieve de un personaje recostado en el piso, en una especie de nicho subterráneo,  con atributos felínicos en la cabeza, así como otros  relieves de animales. En la segunda se encontró una escalinata pintada de rojo, una cámara sagrada con esquinas curvas pintada de rosa y  pórticos con columnas cilíndricas también pintadas.
La última terraza fue pintada de azul por los antiguos constructores, explica el arqueólogo, para representar el cielo y en su escalinata central se incrustó "en  bulto  la noble cabeza y las garras amenazantes de un felino, empotrado al estilo de las cabezas clavas de Chavin. 
Al mencionar que  la pintura azul tiene relación con el espacio infinito el animal adquiere de inmediato la jerarquía de  un puma celestial o cósmico, semejante a los hallados en las lajas pintadas de Tiknay, Arequipa. La diferencia es que se encuentra esculpido, determinando con su presencia que nadie podía subir su escalinata, pues, estaba en  el cosmos representado en la tierra.

Samaniego indica que la gran cabeza, de más o menos unos ochenta centímetros, fue destrozada en parte por los huaqueros y era negra, con pupilas de color blanco, fauces rosadas, patas verdes pintadas de rojo y las uñas de blanco. Debajo de la barbilla en una laja también pintada se llevaba la cuenta de los solsticios y los equinoccios. Para una comprensión de los visitantes ha hecho una reproducción tal como fue en el museo de sitio que se ha edificado con un cerco vivo que rodea a todo el conjunto de árboles nativos, algarrobos, molles, pakaes, choloqes, guayabos, guanábanas, lúkumos, chirimoyas y muchos más.

Afonsina Barrionuevo

domingo, 24 de mayo de 2015

SUBARAURA   
Foto: Fernando Seminario S.
He vivido en Santo Domingo, Cusco, mucho tiempo y jamás imaginé cuánto estoy encontrando hasta ahora. Recuerdo los catecismos dominicales cuando nos reunían a la gente menuda del barrio para rezar el santo rosario; la gran torre cuyas campanas nos despertaban con sus sones al vuelo, la imposición del cíngulo de Santo Tomás de Aquino, las miradas por encima de la reja del huerto dominico que daba a Arrayánpata, las bodegas de la esquina donde compraba pan de Huaro, el pequeño café donde servían muy temprano la nata deliciosa, el colegio mercedario cobijo de chiquillas con uniforme marinero,  pero nada de Subaraura, la gran piedra o wanka que manejaba el sistema pétreo de Qosqo. El torreón del Qorikancha formaba parte del miraje cotidiano sin que se supiera nada más.
Ahora, tiene para mí otra connotación. Cuando miro el muro semicircular amorosamente pulido pienso en una gigantesca roca clavada a varios metros de profundidad, -de tal manera que se creyó que esa parte estaba sobre otro templo prehispánico- porque no se sospechaba su existencia.          

  
En Machupiqchu hay otro muro a semejanza de ése y también una wanka. Pensando en ella me figuro cómo será ésta, magnífica, intocada tal como apareció después de que el lago Morkill se vació. Con su cima coronada de estrellas, soles, lluvias, neblinas. cantos de pájaros. La madre piedra que fue respetada por los Inkas y que hoy se halla oculta y sosteniendo en uno de sus extremos el altar mayor de la iglesia.  Algún día deben quitarse las baldosas que la cubren y dejar que se vea. No atenta contra el templo. Ella tiene su propia majestad. Algo más del Qosqo Inka que puede aflorar para ser reconocida.     



LOS REYES MAGOS DE SAN PABLO

Melchor, Gaspar y Baltazar vuelven siempre a San Pablo, tierra legendaria de plateros en Cusco. Aunque los actores del distrito no sepan mucho de su historia celebran el auto sacramental como hace más de cuatrocientos años.
Para esos días las fraguas se apagan, los fuelles de pergamino de cabra se cierran, y, el cobre de sus peroles se enfría. El 6 de enero con pretexto de la fiesta la gente salió de sus casas, hubo feria de frutas en la plaza y compra y venta de ganado en la panpa del municipio.
También misa, pero el número principal, como siempre, fue la Carrera de los Reyes Magos a cuya suerte se confía la prosperidad o se atribuye la miseria venidera.
Si gana el español o sea el rey blanco habrá abundancia y dinero. Si triunfador es el rey indio las cosechas serán buenas. Si vence el rey negro habrá que soportar la hambruna, dicen los vecinos persignándose para alejar los hados malos.

La mañana suele ser casi siempre lluviosa. Estuve allí cuando Doroteo Tito, el ecónomo de la iglesia, sacó con mucho cuidado al Niño Navidad de su urna, soplando el  polvo y las telarañas que lo cubren. Los comuneros de Rocona, Sunqoña, Chara, Sunchuchumo y Akala, bajaron  las cruces de las apachetas, cubiertas con flores, para que el taita cura las bendiga.

Foto: Alfonsina Barrionuevo
Sólo así podrán atajar al granizo en los días de tormenta. Sus ayudantes arreglaron las andas de Mamanchiq Belenta, la Virgen de Reyes, que en cada carrera anual interviene “regalando favores al afortunado”.
En el atrio montaba guardia el busto en bronce, también trabajo de los plateros sampablinos, del párroco Manuel Ponce que además de rezar refaccionó la iglesia, ayudó a hacer el puente de Santa Bárbara y participó en otras obras públicas que le conquistaron la gratitud del vecindario. Adentro, en la penumbra, se arruman mohosos el Patrón Santiago, un San Pablo penitente y el Niño de Praga o Wawa Wiraqocha.

También enormes lienzos donados en 1676 por Juan Yupanqui y Melchor Tauri y otros tesoros antiguos, casullas doradas y plateadas, manteles de encaje y capas con flecos oxidados, que de tiempo en tiempo los sampablinos dan de baja de común acuerdo.
Hace muchísimos años eran los ricos kurakas de Canchis los que montaban el auto sacramental de los Reyes Magos a instancias de los doctrineros que inventaron mil recursos para aumentar sus prebendas.
El papel de cada uno, me dijo Isaac Aragón, se heredaba como si fuera un mayorazgo de padres a hijos, hasta que fue decayendo. Hubiera desaparecido de no ser don Angel Tito, bachiller a mediados del siglo pasado que tomó con infinita ternura y responsabilidad la presentación de Herodes y los pintorescos monarcas.
En traje de civil arrugado, mustio, casi sordo, don Angel estaba muy lejos de ser el actor ideal para interpretar al orgulloso sátrapa israelita. Pero, había que verlo después, “en su balcón” de la plaza principal en ropa de carácter.
El hombre renacía dentro de la túnica larga, manto de florones, máscara  con barbas venerables y turbante con corona, dejando de ser el anciano ruinoso y apático, para adquirir fuego y sacar a escena una vena histriónica insospechada. Por algo era Herodes desde hacía cincuenta años.
A su lado, como segundón, estaba su secretario de levita, Eloy Cruz, y entre los dos, sólo con ademanes y movimientos de cabeza, lograban entretener a todo el auditorio, haciéndolo estallar en carcajadas. Herodes dictaba, no se sabe qué, y su escribano redactaba el contenido con una pluma de pato marcando puntos y comas imaginarios.
De vez en cuando los dos recorrían el horizonte con su catalejo de dos linternas unidas, para ver si llegaban los reyes y se rascaban impacientemente la coronilla.
Hasta que al son de pututus aparecían por una esquina de la plaza. La estrella de Belén es sólo de hojalata. Alguna vez fue de oro, después de plata y el ángel con alas de crepé y traje blanco era un mocetón que contenía apenas a su arisca cabalgadura. Melchor, Gaspar y Baltazar, cuyos nombres han sido casi olvidados, lucían vistosas capas raídas por el uso y montaban potros cerriles, bien cuidados para la competencia.
El diálogo duraba apenas minutos pero era suficiente para que los chicuelos se enteraran que buscaban al Niño Dios. Luego, todo el mundo corría a la panpa donde ellos ya se estaban poniendo en su sitio.
La Virgen de Belén es siempre “la presidenta” pero el juez de partida es el vecino principal y el juez de llegada un funcionario estatal.
En las vísperas y sin testigos cada rey con su respectivo altomisayoq hicieron los pagos a la tierra, invocando a los manes tutelares de San Pablo, Apus y aukis, para que “amarren” las patas de los caballos rivales y “pongan alas” al suyo.
El acto es de carácter ritual y cada uno tiene que cumplir, no se le puede engañar al tiempo. Sólo quienes triunfan tienen derecho a la prosperidad y a la riqueza, bajo el disfraz de los monarcas orientales que, en San Pablo, corren como vulgares mortales.
El que gana recibe en premio al Niño Navidad para ser su mayordomo al año siguiente.
Según la tradición el año será bueno para las comunidades del rey que gane. Si no, no importa. Los plateros sampablinos, expertos desde antaño, en “acuñar” monedas de plata de nueve y cinco décimos afirman socarronamente que puede ser más negocio acuñar monedas. Esta no es una broma. Son capaces de hacerlas aunque no lo lleven a la práctica.


Alfonsina Barrionuevo

domingo, 17 de mayo de 2015

MESA INKA EN QOSQO

El dieciseis de junio armaré una mesa inka de ofrenda en el Museo Histórico Regional “Inca Garcilaso” de Cusco. Al revisar distintas versiones de los khipukamayoq y declaraciones de taitas de las comunidades andinas del Valle Sagrado encontré los componentes que usaban hace más de quinientos años. Qué emoción componer nuevamente una de estas mesas en la capital imperial.  Solamente la pondré sobre una lliklla o manta. Nunca me atrevería a trabajar en ella porque si bien lo siguen haciendo ha cambiado mucho con el sincretismo y dista de las que se organizaban en el mismo corazón de un imperio, el Tawantinsuyu.

Un solo detalle con un solo elemento de la mesa puede dar idea de la connotación que debió tener. Hay un huesito del oído del kuye, kuwi o qoe, al que llaman popularmente “zorrito”. En las reuniones, cuando se sirve un kuye, se busca ese “zorrito” que da lugar a apuestas sobre quién lo encuentra y lo pone en su vaso, generalmente de cerveza, y logra ingerirlo de una sola vez.  Es muy difícil pasarlo, hay que tener suerte, porque el huesito se pega al cristal.
 En el mundo andino no se da ese uso al “zorrito”. En las fiestas donde se come kuyes se buscan los “zorritos”, pero no para competencias de bebida. Los “zorritos” son muy importantes para la siembra. Si es posible se coloca un “zorrito” en cada surco o wachu para que defienda a las plantas de papa, maíz u otras, de la agresión de plagas, del viento o de los excesos de agua. El atoq, como se le llama en qechwa, vela por los cultivos y al acto de buscarlos se llama atoqchay. La forma como se deposita en la tierra es un ritual que viene de lejos.
 En la mesa que armaré colocaré los atoq que estoy reuniendo para que vaya con buen viento la Exposición Fotográfica que haré de las wakas del casco histórico de Qosqo.  Los “zorritos” se encargarán de proteger su ambiente  y darle su fuerza,  su energía.
No dejen de ir si están en Cusco o si lo visitan en la segunda quincena de junio, en su Mes Jubilar. Les esperamos  con Ana María Gálvez, la gentil Directora del Museo,  y los  amigos con quienes comparto mis investigaciones.      

PUMAKAWA: PODER Y HEROISMO

Cuando Oscar Paredes me pregunto qué pensaba acerca de Mateo Pumakawa le expresé mi total rechazo. Había ayudado con saña, como otro español encarnizado, a la captura y ejecución de Tupaq Amaru. Su arrepentimiento tardío si lo hubo no fue válido. Si quiso morir como un héroe no lo logró. Siempre habrán dudas. Un lobo siempre es un lobo. Oscar Paredes, que es docente de la Universidad Nacional “San Antonio Abad” me alcanzó un trabajo interesante de su autoría sobre este personaje tan contradictorio. De hecho, siguió los pasos del gran revolucionario de linaje inka que luchó por la libertad del Perú y América. Veamos qué pasó para que renunciara a los honores que recibió hasta los setenta años para abrazar la causa independentista. Lo conversamos.

-Oscar, no hace mucho, cuando eras Decano de Ciencias Sociales,  reeditaste el estudio de Jorge Cornejo Bouroncle sobre Tupaq Amaru. ¿Por qué diriges ahora  tu atención a Pumakawa?
-Porque sus actitudes son complejas y da la impresión de que la perspectiva historiográfica llegó a su límite en su caso. No existen mayores investigaciones sobre aquellos hechos en los que participó, menos sobre su personalidad durante los últimos años de su vida, de manera que nos apoyaremos en la teoría política y el psicoanálisis, para dar algunos alcances de aquel hombre que, a pesar de su noble estirpe, también  inka, fue leal a un régimen opresor de su cultura y sociedad. Mateo Pumakawa Chiwantito, fue el resultado de todo un constructo social de más de dos siglos, posiblemente de compleja estructura psicológica y características psíquicas muy suigéneris, las mismas que determinaron sus formas de actuar ante las diversas circunstancias que enfrentó en las siete décadas de su vida. La andinidad de Pumakawa estaba enmarcada por el estatus de ser kuraka y Alférez Real de los Indios Nobles; mientras que su  “hispanidad”, se daba por la alta jerarquía lograda dentro de la estructura política colonial. De esa manera, entre nobles e indios de a pie, la lealtad estaba asegurada, así mismo la subordinación de la  persona, donde sus actitudes, pensamientos, sentimientos y repertorio conductual se desenvolvían  en un mundo de constantes contradicciones, inestabilidades, crisis identitarias, afirmaciones, reafirmaciones, negaciones de sí y consigo mismo, hasta  el momento que le cortaron la cabeza.

-Su caso es muy particular. ¿Cómo consiguió ingresar a un círculo cerrado de poder virreinal siendo un cacique o kuraka? ¿Cómo pudo moverse y ascender en esa élite?
- Mateo Pumakawa fue kuraka por herencia de su padre de las localidades de Chinchero, Maras, Guayllabamba, Umasbamba y Sequecancha. Estuvo en un colegio para nobles indios que luego serían caciques, ocupando sucesivamente cargos en la estructura política colonial. Fue internado, bajo la tutoría de los curas  para aprender la religión cristiana negando todo lo andino, aprendió la historia de los monarcas europeos, la gramática y retórica de un idioma ajeno, aritmética para desplazar el sistema de los khipus, latín para acceder a la teología, desde luego literatura, también occidental; así mismo modales, conducta y posturas de la nobleza española. O sea, fue despersonalizado y alienado, a fin de que tomara distancia de su mundo de origen.

-Por esos colegios pasaron otros hijos de “indios”nobles, pero no hicieron como Pumakawa una meteórica carrera de poder entre los españoles. Habría que preguntarse cómo hizo méritos para agradar a los enemigos de su raza.
- Por sus servicios recibió reconocimientos y privilegios. Nombrado Capitán de la Compañía de Indios Nobles de Chinchero, su fidelidad a la religión católica y lealtad a la corona invasora se haría irreversible. Fue en aquellos tiempos que  estalló la rebelión de José Gabriel Thopa Amaru y el militar Mateo Pumakawa, de ascendencia real cusqueña y kuraka o cacique, tomó parte por la causa monárquica.

-En una carta dirigida a España en 1800 declara cómo participó en su captura por su propia voluntad.
- En ese año Pumakawa era Coronel de Milicias y Capitán de Ejército y reclama la devolución de los documentos y certificaciones que hacen notorios sus servicios y su adhesión al Rey. Es curioso como en su interior sembraba semillas fértiles que  con el tiempo tuvieron resultados muy complejos y aun adversos contra el mismo sistema que lo cobijaba, siendo el caso más emblemático el conflicto José Gabriel Thopa Amaro-Mateo Pumakawa Chiwantito, que fue una seria advertencia al régimen. La respuesta monárquica, fue radical, por lo que antes, en 1787, ya se había creado la Audiencia y Cancillería Real del Cusco, dejando de ser Lima el único centro de decisiones políticas. Al producirse el movimiento de resistencia anticolonial de José Manuel Ubalde y Gabriel Aguilar, hace pública su posición de protesta contra esa conspiración y reafirma como Presidente de la Audiencia del Cusco su absoluta lealtad con el régimen. Aguilar y Ubalde fueron condenados por  la Real Audiencia y la pena capital se cumplió el 5 de diciembre de 1805.

-¿Qué pasa después con el kuraka de Chinchero para que cambie de actitud. Como si pasara del día a la noche insólitamente?
- Pumakawa llega a gozar del rango militar de Coronel de Infantería Española, jerarquía otorgada el 25 de julio de 1811 por el Virrey Abascal; luego vendría la alta jerarquía de Brigadier, concedido por el mismo monarca Fernando VII, con un sueldo de doscientos escudos de vellón. En setiembre de 1812 ocupó por segunda vez el cargo de Presidente de la Real Audiencia de Cusco.

-Cuando renuncia a las mercedes que reclamaba por sus servicios y demostraciones de amor al Rey ya era un hombre viejo para su época. ¿Prefirió dejar ese barco porque intuyó que se hundiría? Eso desmerece, deslustra al antihéroe.
- Las tendencias a los cambios políticos eran evidentes. La Constitución de Cádiz, promulgada por las Cortes Generales de España en marzo de 1812 fue la más  liberal de su tiempo. Establecía la soberanía en la Nación, la monarquía constitucional, la separación de poderes, sufragio universal masculino indirecto, la libertad de imprenta, de industria, el derecho de propiedad, abolición de los señoríos. Conocida la existencia de la nueva Constitución de Cádiz, Mateo  Pumakawa, como Presidente de la Audiencia debía cumplir con ciertos protocolos, que en fondo constituyen “ritos de paso” en el ejercicio del poder político, pero los fue posponiendo. Así demostró las contradicciones internas entre su lealtad a la monarquía y su apego a la nobleza india. En aquella lealtad se encuentran las pautas interiorizadas o que se autoimpuso desde cuando heredó de su padre el cacicazgo, no como obligación, sino como parte de lo bueno; mientras tanto, como parte de la estructura del gobierno colonial, estaba totalmente sujeto a las diversas normas emanadas desde el Estado virreinal, las mismas que venían a constituir una prescripción, o sea, la imposición de la voluntad de la autoridad institucional sobre el sujeto. Mateo Pumakawa, Presidente de la Audiencia del Cusco, es la negación de Mateo Pumakawa representante de los Indios Nobles del Cusco a través de la figura del Alférez.

-Dos extremos, ¿no?
- Los conflictos internos expresados en indecisiones fueron debilitando su   autoridad, situación favorable para un cuestionamiento que vino de algunos criollos y a través de memoriales. Su respuesta fue jurar lealtad a la Constitución de Cádiz. Al mismo tiempo reforzó el Regimiento de los Nobles Indígenas, actitud que fue censurada por el Cabildo de Cusco.

-O sea que entendieron su maniobra.
- Su situación políticamente se hizo insoportable. El  26 de abril de 1813, renunció a su cargo y se retiró a sus heredades de Urquillos. El Cabildo constitucional lo acusó de abandonar su puesto. En esas condiciones el 3 de agosto de 1814 estalla la revolución del Cusco y a la cabeza de tal movimiento se puso el Dr. José Angulo. Luego del apresamiento de los miembros de la Audiencia se constituye el Gobierno Interino encabezado por José Angulo, su hermano Vicente y extrañamente el Brigadier Mateo Pumakawa, a los 72 años de edad, deja la opción monárquica y se pone al servicio de la revolución y de la independencia.  En su nueva posición alcanza un triunfo en la batalla de Apacheta el 9 de noviembre y es derrotado meses después en la batalla de Umachiri, el 11 de marzo de 1815;  capturado en Sicuani, es encarcelado,  enjuiciado y ejecutado.

-Realmente incomprensible su actitud de dar un vuelco a sus convicciones para plegarse a la causa patriota. Qué reconocimientos o favores  esperaba obtener de sus nuevos partidarios. A su edad no tenía futuro. Por sus acciones anteriores pareciera más bien que fue traidor a la causa española y por eso murió.
-La reflexión debe continuar. Si rectificó lo hecho su heroísmo no debe ser olvidado.  El 17 de marzo, fue el bicentenario de su ejecución. Eso tampoco se puede negar. 

domingo, 10 de mayo de 2015

 LOS PAJAROS CARPINTEROS DEL TIEMPO

Cerraste tu laptop, recogiste tus vitaminas de la mesa y comenzaste a sumar ausencias cogiendo tus trajes del armario. Las indolentes maletas volvieron a llenarse. El pasadizo comenzó a quedarse huérfano. Sentí una sensación de soledad. Nuestras conversaciones flotaban todavía en el aire cuando vino tu despedida. Te has ido tantas veces, tantas y crecen enredaderas de olvido en los rincones. Dejas algo como siempre, las pavas de arcilla que ojalá batieran las alas para salir por la ventana volando, tus queridas piezas en las cajas  magnificando su presencia.  Kali ha modelado un ladrido intruso como diciendo a su manera que te quedes, pero te has ido sembrando la angustia de no verte más que en la computadora donde tengo la suerte de recoger tu imagen en apariciones que no son lo mismo. Uno de los pocos inventos que me reconcilian con este mundo de hoy mecanizado. Un abrazo y he visto caer hechas trizas mis làgrimas pasando sobre ellas. Ya sé que todos nos vamos un día del hogar  pero es imposible  consolarse con eso. Sólo queda esperar que vuelvas y hagas repicar campanitas de alegría en casa inaugurando un nuevo espacio de horas sin pájaros carpinteros que picoteen mi sombra y me vayan quitando de mañanas para dejarme confundida en ayeres como no quiero. 

Tú y u hermana le dieron sentido a mi vida, y yo asistí maravillada  a cuánto dibujo florecía entre tus manos  y no digas que los odias porque no me quedaría nada y amo las cuatro estaciones, los arcángeles y tus vikuñas  porque son bellas y me trasladan a un mundo irreal que dejaste. Ya sé que no me olvidas y más tarde sonreirás desde la pantalla en este domingo separado para la ternura.  Me has dejado melancólica, con los cuadernos que armé con tus dibujos, y sus hojas van cayendo en lluvia obre mí. Allí me encontrará alguna vez, más tarde, cuando los pájaros carpinteros del tiempo hayan terminado su trabajo y el árbol se pierda en sus abismos.  No sé si volveré a remontar los cielos hasta Orietta y Nueva York, porque siempre me olvidas de invitarme.


LA AVENTURA DE KUMARA
                     
Los Andes recibieron con alegría los finales del Pleistoceno. Las capas de nieve que los cubrían iniciaron su retirada. PachamamaMadre Tierra desde la prehistoria, estaba allí, acurrucada, hibernando, en una larga espera. De haberla visto, hubieran pensado que era una niña.
Cuando el mar comenzó a bajar y vinieron los deshielos, ella descendió radiante a los valles, donde los ríos filtraban sus aguas hacia canales subterráneos, llevando una gran cantidad de alimentos.  
Eran muchos,  pero cabían apretados en sus brazos. Las papas tenían el tamaño de una pasa, los frijoles eran como granos de trigo, las raíces de la yuka y el camote liliputienses, como un pedacillo de mondadientes.
Hace más o menos 10,000 años, los primeros recolectores encontraron las papas casi a ras  de tierra y escarbaron centenares de finísima piel para agregarlas a su dieta de mariscos y cangrejos. En el caso de kumara o camote  (que se llamó después batata o boniato en México, Centroamérica y el Caribe), les fascinó sus raicillas ligeramente gorditas y dulcetes.

A estas alturas del tiempo muy poco se piensa del proceso de domesticación. Ahora que en el mundo se consumen “nuevas especies de los Andes como la kihura o kinua y la kiwicha, debía recordarse la hazaña de los domesticadores.
Los primeros cultivos deben haber resultado como de un juego, cuando los remotos habitantes de nuestro territorio hicieron huecos con un dedo, escarbando la tierra con la uña, a manera de lampa diminuta, y colocaron allí los pequeñísimos frutos que un día salvaron del hambre a dos gigantes: China y Africa.
Al principio en tierra áspera, árida, y las plantas se secaron. Entonces, buscaron lugares húmedos, pero también se murieron. Al cabo los irrigaron a gotas y brotaron hojitas verdes que protegían a los bebés de papa, de frijol, de camote, de pallar o de calabaza.
En lugar de hacer un monumento a la ojota, ciertos alcaldes sin capacidad para realizar buenos proyectos, deberían levantar monumentos a los antiguos agricultores de Perú, que siguen dando primicias a la Humanidad a través de sus descendientes.

Kumara, quizá una voz aimara, desdeñada por los españoles, siguió la aventura de crecer. Acompañó al hombre de una altura a otra, se solazó en los espacios fértiles, absorbió la dulzura del agua, se diversificó y contribuyó a su vida. Con el nombre científico de lpomoea batatas alcanza una producción del 83% en China. Se conoce al camote blanco, un poco seco, delicioso; al camote amarillo, de pulpa suave. ideal para el ceviche; al camote morado, de las watias, engreído por las señoras chefas del Ande. Más debe haber una buena cantidad de  variedades que  no podemos contabilizar, porque se investiga poco.
La historia del camote es descrita escuetamente por los arqueólogos, como una curiosidad, entre otros vestigios. Sus laboratorios se pierden —como los de todos los alimentos nativos— en las páginas amarillentas de los milenios. El registro de restos encontrados pertenecen a unos 4,000 años a.C. en trabajos de campo. De 1962 a 1988  en basurales  y grupos arqueológicos, enteros o fragmentados con una longitud de dos centímetros o un poco más.

¡Qué habría avizorado el prehistórico observador para advertir un buen sabor  en raíces parcialmente carbonizadas por fuegos (rayos) caídos del cielo!  En la Pampa de Llamas, Casma, Thomas y Sheila Pozorski descubrieron camotes del precerámico a un metro de profundidad, al lado de paltas, ciruelas del fraile, pallar, achiras, lúkumas, yucas, maníes, ajíes y zapallos.
En el valle de las Tortugas, también en Casma,  los investigadores Donald Ugent y Linda W. Peterson vivieron su propia experiencia, trabajando en Waynuma a unos cuantos kilómetros.
Mama Aqsu y Mama Kumara fueron creciendo mediante experimentos casuales o deliberados. Si la semilla caía y germinaba junto a una cabeza o cola de pez, ganaba en tamaño y su opulencia provocaba placer a los paladares ávidos y los estómagos hambrientos. Si las regaban con cuidado, las plantas se erguían con mayor prontitud, como si llegaran a una pubertad insospechada.
En Pachakamaq, Lima, aproximadamente 1,000 años d.C. ya mostraban una personalidad contundente. En el cerro “Las Tres Ventanas” de  Chilca,  el Dr. Frederic Engel encontró camote con ají y tuna, además de  otros alimentos. En “La Centinela”, dentro del reino Chincha, Ugent y Peterson hicieron similares hallazgos. Los chinchas eran mercaderes y llevaban por el litoral y el interior sus cosechas para trocarlas con otros productos.
Más abajo, en Parakas, otros estudiosos los encontraron como ofrendas en los fardos funerarios de sus gobernantes.  Ya habían  dado un paso a la eternidad en otro nivel, como alimentos para la otra vida.
El Centro Internacional de la Papa reconoce el valor del camote como especie alimentaria básica. Según la tradición las mujeres prehispánicas tenían preferencia por este tubérculo que mantenía lozana su piel, el brillo de sus cabellos y su disposición al amor. Está demás hablar de las propiedades de nuestro peruanísimo camote. Evita la ceguera infantil y le llaman Cilera Abana (protector de los niños) en Africa, posee vitamina C, hierro, sodio, ácido fólico y otros benéficos componentes. Otro regalo de los Andes.   


Alfonsina Barrionuevo

domingo, 3 de mayo de 2015

MUJERES PREHISPANICAS DE PODER

En el Perú prehispánico existieron mujeres de poder con todos los atributos de mando. Residencias palaciegas, literas para trasladarse, ricos atavíos y servidores. Al morir hacían su ingreso al otro mundo fastuosamente, llevando objetos de oro y plata así como hermosas telas dignas de su rango. La fama de estas mujeres se extendió en diferentes comarcas, con características singulares. En Cao, por ejemplo, usó deslumbrantes adornos que se prendían a su rostro ocultando sus labios. No hablaban ante los demás mortales y sus órdenes eran transmitidas por los sacerdotes.
Siempre se dice que la  mujer ocupa el lugar de la ternura. Tanto como madre y como compañera de sueños. Sin embargo, hace miles y cientos de años, mujeres elegidas desde el vientre materno llegaron a gobernar. No estuvieron en el lado débil como se cree sino que también representaron la fuerza política, religiosa y social de sus pueblos. Los arqueólogos han descubierto tumbas suntuosas que corresponden a mujeres reinantes, mujeres que ejercían actos de culto y también mujeres guerreras.         
                                              
No se sabe cómo llegaron a ser matriarcas las kapullanas o tallanpomas del norte. Se supone que los continuos enfrentamientos entre los jefes de esas áreas dieron lugar a que sus esposas los reemplazaran. Puede haber sido así o de otra manera que nunca será desentrañada.
Los informes recibidos después por los españoles  indican  que tuvieron decisión y comandaron sus señoríos hasta entrado el siglo XVII. Habría que leer a los cronistas que registraron su existencia. Acerca de ellas queda, como un recuerdo, un cerro en Piura que se llama la Capullana.
Entre los moche, por hallazgos en la segunda mitad del siglo pasado y éste, se puede decir con certeza que participaron en el culto. La “señora” de  Cao, cuyo magnífico entierro fue descubierto por el arqueólogo Régulo Franco, llama la atención por las cuantiosas joyas que se encontraron en su mausoleo. Habría fallecido  muy joven y fue antecedida por otra sacerdotisa, cuya tumba fue hallada vacía porque sus restos fueron trasladados, pero dejó un recinto exquisitamente decorado, alta demostración de respeto.
En la waka del Sol Ricardo Valderrama y Santiago Uceda pudieron reconstruir la contextura de su sacerdotisa por las ropas que llevaba en una cesta de ofrenda. Las prendas definieron su esbeltez, la delicadeza de un cuerpo joven que se envolvía en finas telas. No se ha encontrado su cuerpo. Se perdió siglos atrás cuando su descanso eterno fue perturbado por los buscadores de tesoros.

En la waka Wallamarka, en Lima, otra sacerdotisa despierta asombro entre los visitantes. Ella también murió joven y se nota en sus huesos alargados, sus manos que no conocían el trabajo y su rostro erguido con gracia, que está enmarcado por una undosa cabellera de más de dos metros de largo. El arqueólogo Arturo Jiménez Borja descubrió a su lado una curiosa caja de maquillaje. La sacerdotisa usó un rubor para acentuar sus pómulos y sombras azules para los párpados y el cuello.

La existencia de las gobernantes y sacerdotisas naskas y parakas sólo ha sido revelada por las preciosas cerámicas donde destacan con el señorío de su linaje. Sus atavíos son hermosos y variados. Ellas llevan tocados que señalan su prosapia en los pueblos del litoral sureño.
En el Qosqo o Cusco los chankas, según apuntes de los cronistas sintieron temor cuando enfrentaron a Chañan Qori Kuka, una mujer que comandó  un grupo de defensores de la ciudad sagrada. Sus demostraciones de fuerza espantaron a los agresores a quienes les pareció extraño que una mujer fuera tan terrible.

En Puno un señorío fue gobernado por mujeres guerreras. Las warmipukaras cobraron fama por enfrentarse a los varones con rudeza. Ellas reaccionaban ante las situaciones sin amilanarse y solían ser musculosas por los ejercicios cotidianos a los cuales se sometían.
Hasta hoy, en la Amazonía, hay grupos de mujeres que, en sus momentos de descanso, practican la lucha libre. El escultor Felipe Lettersten logró filmarlas en uno de sus viajes para tomar moldes de yeso de sus habitantes, hombres y mujeres, incluyendo niños. Ellas serían descendientes de otras famosas que dieron nombre al majestuoso río que nace en las alturas de Arequipa, llevando sus caudales de agua al Atlántico. Lettersten pudo captarlas en sus enfrentamientos, con los cuerpos aceitados para hacerlas escurridizas, las melenas ondeando al viento, con todos sus músculos enervados, listos para disfrutar sus competencias.        

Alfonsina Barrionuevo