domingo, 26 de abril de 2015

WAYRA; EL PADRE VIENTO

Conocer a Rosa María Alzamora fue un anticipo de mi encuentro con los Apus. Ella nació en Yukay, en el Valle Sagrado de los Inkas, Qosqo, donde estuvo uno de los aqllawasis o conventos de las víergenes del Sol. Estuve con ella y otras personas haciendo una ofrenda al viento en el santuario inka de Ollantaytanpu. Comenzamos un despacho con klos taitas a las cinco de la tardde en la antigua plaza de Manyaraki, al lafdo de uno de sus muros. Un kuraq akulleq, muy viejo, se encargó de llamarle. A eso de las once de la noche pensó que era un buen momento para que se presentara. La calma era total y parecía imposible que tuviéramos un temporal. El taita comenzó llamándole quedamente con palabras en qechwa de una dulzura indescriptible, recordándole que era su padre desde sus antepasados y que quería comunicarse con él. Poco a poco todo fue cambiando. Comenzó con las manos juntas delante del pecho y a medida que las iba separando tuvimos primero una bruisa gentil, suave como una caricia, aumentando de intensidad cuando las fue separando. Fue increíble como se fue haciendo más fuerte hasta bramar de tal modo que nos mantuvo en vilo. Me pregunté si irñía a levantarnos, pero tampoco se movió uno solo de mis cabellos. Estaba sobre nuestras cabezas poniéndose huracanadoy volento cuando extendió los brazos y los mantuvo completamente abiertos. Nadie habló pero mentalmente cada uno lo saludó, agradeciendo su presencia. Cuando el Kuraq akulleq comenzó a cerrar los brazos y llegó a juntar sus manos sarmentosas el viento fue entrando en ellas, hasta que termino por escurrirse entre sus dedos convertido en leve soplo.

Unos días después me enteré que en Tupe, yauyos, vivió a mediados del siglo pasado un curandero, un anciano respetable llamado Jose Silvestre, a quien pedían ayuda cuando el viento de agosto amenazaba los cultivos.  En privado le rogaba que tuviera consideracion con sus hijos de Tupe, Lima, una tierra áspera con poca agua y cerros de roca sin vegetación. No sé qué regalos le haría. Quizá un poco de cañazo, unas hojas de coca, unas flores. El viento sin duda reflexionaba y asentía porque se desviaba de la dirección en que debía soplar torciendo hacia un desfiladero, donde golpeaba furioso provocando derrumbes y dejando en paz a las débiles matas de papa de los tupinos.
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Notas del libro “Hablando con los Apus”


 ALPAKAS VIAJERAS

Unas patitas nerviosas enfundadas en leggins de última moda y calzadas con unas zapatillas de cadencioso balance, un abrigo de legítima fibra natural y dos ojazos rutilantes que miran asombrados debajo de un cerquillo undoso que cae graciosamente sobre su frente. Toda una dama que pasó por nuestras narices para tomar un vuelo  a Toscana, Italia.
Así tendríamos la visión antropomorfa de una alpaka abordando el jet en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez. Las alpakas conocen esta ruta al viejo continente. Hace varias décadas que su fibra ha sido transportada a Europa y otros destinos. También ellas han sido llevadas vivas, con peso pluma, pues han ido trasquiladas.

Hoy es diferente. Se ha dado un acercamiento interesante de  los Andes a Europa, sin intermediarios. Gracias al Banco Agropecuario (AgroBanco) que ha organizado a 900 familias  en 18 asociaciones de alpakeros de Puno y Cusco, bajo el nombre de Consorcio Alpaquero Perú Export, se ha logrado el envío de un primer lote de 18 nil kilos de fibra hasta el puerto italiano de Livorno, dentro de un Programa Especial de Financiamiento de Fibra de Camélidos.
La unión hace la fuerza y es una buena estrategia. En una entrevista con el economista Carlos Garatea Yori, distinguido miembro del directorio de AgroBanco, le hablé del origen cósmico de los alimentos. Una leyenda sobre el zorro quien se enteró de que habría un banquete de aves en el cielo y consiguió que el cóndor lo llevara de pasajero. Podría despacharse manjares a su gusto y beber sin reparos pero la hora de regreso sería exacta. El zorro comió embebido de néctares maravillosos se durmió. Cuando despertó las aves se habían ido. Tejió una soga y comenzó a bajar a tierra. En el trascurso bromeó con unos loros, a quienes llamó “señorías de nariz jorobada”. Ellos, muy enojados por la burla, le cortaron la cuerda y se cayó. Los alimentos que había comido se esparcieron en los Andes. Inmediatamente el doctor Garatea acotó que si el zorro y el cóndor se hubieran asociado –el principio de asociatividad que quiere el banco para la gente de campo- tendríamos una mayor cuota alimentaria. Ciertísimo.   

La vida de los alpakeros es muy azarosa en la puna donde les toca vivir prácticamente discriminados y aislados por dedicarse al pastoreo de estos hermosos animales. Salir de allí sería  más difícil que escapar de la famosa prisión americana “El Alcatraz” porque no tienen adónde ir. En esas alturas, por ejemplo, la ropa no seca en una semana y las madres no tienen cómo cambiar a sus bebés y las enfermedades broncopulmonares son agudas. Muchos niños mueren antes del año de vida.
En cuanto a la alpaka el arqueólogo Duccio Bonavía explicaba como en tiempos prehispánicos fue reina y señora de los Andes. Al llegar la oveja y la vaca españolas resultó confinada a la penúltima región andina. De allí sólo queda el inhabitable imperio de las nieves eternas. En esa época cuando el frío se intensificaba los rebaños bajaban a climas tibios donde se reproducían sin que las crías  muriesen.

Actualmente, según últimas noticias, se ha comenzado a construir en algunos lugares cobertizos que alivian su situación. Con el tiempo habrá que ver se les provea de pasturas. La gente de ciudad cree con suma indiferencia que están acostumbrados, -seres humanos y animales-, a esas alturas, pero el asunto es muy complejo y hay que vivirlo para atreverse a dar soluciones.
Al unirse y obtener ganancias saludables los alpakeros podrán mejorar pero siempre y cuando haya una intervención inteligente y justa. En el caso del Consorcio Alpaquero Perú Export, con AgroBanco y el Ministerio de Agricultura y Riego, se les abre un horizonte de esperanza. Los Andes no sólo son de plata, como escribía en verso el poeta José Santos Chocano, también son de nervio y voluntad, pues se trata del habitat de miles de peruanos integrados en comunidades que suman a la extrema pobreza las inclemencias del clima.

Los tops que se han exportado son de alpaka Wakaya (fibra corta) de las calidades Royal, Baby, Flecce, Huarizo y grueso, por un valor de 361 mil dólares. Un segundo embarque de fibra de alpaka Suri (larga) completa las primeras remesas. La compradora es la empresa textil  Pecci Filata Spa, de Toscana.
La idea es sacar a las familias de alpakeros que subsisten precariamente en la región altoandina donde la única actividad económica es la crianza de camélidos. El doctor Garatea manifiesta que existe el propósito de que los créditos lleguen a ampliarse en el futuro para el mejoramiento genético, levantar más instalaciones,  disponer de una buena cantidad de pasturas, tener manejo técnico y otros adelantos ligados al sector.

En una información de AgroBanco sobre la  promoción de la asociatividad y el fortalecimiento de las organizaciones de pequeños productores y criadores de alpakas, con la participación de Sierra Exportadora, unas 236 agrupaciones de alpakeros de Cusco, Puno y Arequipa podrán acceder a un financiamiento para salir a flote.  
Por ahora tenemos la  exportacion  de fibra procesada en tops. Esperemos que un día los alpakeros exporten tejidos con la misma calidad de los tejedores del Tiawanaku, cuyas telas, tapices, gorros, bolsas y fajas, siguen asombrando al mundo por su finura y diseño.

Alfonsina Barrionuevo


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