LA SOBREVIVENCIA DE LAS WAKAS
El choque de dos culturas adquiere un monumental relieve cuando el virrey
Francisco Toledo intentó desalojar a sus
manes tutelares de la plaza sagrada de Qosqo. La fastuosa concentración de
ciento diecisiete imágenes, que llegaron de los virreinatos y audiencias de
América, resultó ineficaz porque no estaban en el mismo nivel.
Cómo desplazar al Apu Inti, el Sol
que da vida y calor a la tierra desde su templo del cielo y su réplica en el
Qorikancha; a Mama Killa, la Luna que maneja desde el infinito las mareas de
esa inmensa pradera líquida que es Mama Qocha, el mar; a las estrellas que
solas, en grupos, constelaciones o desbordándose en un río fulgurante -la Vía
Láctea-, deciden el tiempo de siembra,
rigen la multiplicación de los animales y marcan la existencia de los
seres humanos; a Mama Qaqa, la piedra que blinda su voluntad para enfrentar los
desafíos; a Wayra, el Viento que girando en husos gigantescos se lleva las
enfermedades a lejanos confines; a Para, la lluvia, que baja presurosa con su
cántaro de greda cuando siente en el aire que se raja el labio de los surcos: a
Chiqchi, el granizo, que saltando en un solo pie extiende un manto glacial de
silencio; a Wankar K’uichi, al arco iris que deja caer su manto inundando el
ambiente de colores; a Nina, el fuego que abre sus flores ardientes en la
tierra para animarla; a Warasinse, guardiana de los terremotos y a mama
Lloklla, la madre de los aluviones que sabía apaciguar su violencia: a Oqe
Mishi, el puma celestial relacionado con el agua; a la Qewña con las neblinas,
entre otros elementos.
Cómo romper el carácter sagrado de una ciudad donde tenía su templo algo tan frágil como Puñuy,
el Sueño que extendía su levedad de caricia sobre los párpados cansados y se
albergaba también sin reparos a Wañuy, la Muerte tan temida, sin discriminar a Kawsay,
la Vida, su gemela. Lo único que logró el arrogante virrey fue el sincretismo,
integrar los íconos de su mundo con las energías materiales e inmateriales del
nuestro.
LOS HORNOS DE KURANBA
Las auroras siguen pasando sus finas
manos de aire sobre la piedra tallada con primor; en los mediodías el sol
siembra sus semillas de oro para hacerlas florecer y el arco iris hace flamear
como antes sus banderas de colores. Los Inkas se alejaron un día por el camino del
tiempo pero quedó el ushnu grandioso como huella de su presencia, comunicándose
por escalinatas con una enorme plaza, como en Vilkaswaman, Ayacucho.
Fernando Moscoso Salazar admiró el
altar pétreo en un espacio sagrado. El incansable periodista. La minería es su
mundo y su pasión. Así encontró Kuranba, en la comunidad de los Kallaspuqyu,
distrito de Huancarama, provincia de Andahuaylas, Apurímac.
Quedamos en visitar alguna vez uno de
esos centros donde hace unos 10,000 años los antepasados extraían minerales no
metálicos como cuarzo, riolita, toba, cuarcita y calcedonia, para fabricar
puntas de lanza destinada a la caza, pesca y recolección. En su época demasiado
temprana la minería no era ni el atisbo de un sueño. Se dio cuando aprendieron
a manejar la flor de fuego unos 6,000 años después.
Los Chankas, que según la leyenda
salieron de la laguna de Choklloqocha con Wankas y Wankawillkas, queriendo
conquistar a los Inkas cuando tomaron fuerza, destruyeron los asentamientos de
la cultura de Kuranba sin entender su avance en tecnología metalúrgica y
avanzaron en desatados huracanes de muerte. Ellos jamás renunciaron a su
salvaje libertad y cuando fueron sojuzgados prefirieron desaparecer,
atravesando el territorio hasta las ignotas cabeceras de la selva.

Los Inkas que tomaron el lugar, cuenta,
lo implementaron con una serie de construcciones. En los alrededores se ubican
más de 69 recintos, con calles y escalinatas, además de una fachada principal
hacia la plaza central de planta cuadrangular. Así mismo en la pampa adyacente
quedan restos de un conjunto de habitaciones, posiblemente para los
trabajadores, con piedras calizas de diferentes tamaños -algunas en forma de
cuñas- unidas con mortero de barro.
Una densa vegetación cubre en parte el
grupo arqueológico que ha sufrido depredación por pobladores actuales que han
usado piedras de sus muros para sus viviendas. La escasa enseñanza de nuestra
historia, tan rica y vasta, minimiza la urgencia de resguardar estas obras del
pasado que se están convirtiendo lentamente en una atracción turística que
puede rendir dividendos a los pobladores. La sola vista del ushnu es
impresionante.
Los Inkas usaron oro en sus templos y
mansiones sin que se conozca hasta dónde llegaron en sus técnicas, pues, los
españoles se llevaron todo lo que encontraron. El resto fue ocultado por los
cusqueños cuando advirtieron que eran objeto de su codicia. Lo más notorio es
el empleo de la piedra como principal material y en eso sus talladores y
arquitectos fueron eximios maestros. Sus orfebres dominaron el arte de fundir
el oro y la plata, martillar, laminar y engastar las piezas.
Sin embargo, lugares como Kuranba,
indican un quehacer de la minería dedicada a los metales -oro, plata, cobre y
otras aleaciones- con una infraestructura de más o menos 500 hornos con fines
religiosos y suntuarios de los señores del Tawantinsuyu.
Los hornos metalúrgicos, explica
Fernando Moscoso, tienen una ubicación extraordinaria, orientados hacia las
fuertes corrientes de vientos procedentes de los valles interandinos. Su vista
en las noches debió ser magnífica por el fuego al rojo vivo derritiendo el
contenido de los crisoles. Los mineros disponían de un buen abastecimiento de
leña en los bosques cercanos donde abunda mucho la chillka, apreciada por su
alto contenido de resina, elemento indispensable para atizar los hornos. Agrega
que los terrenos de las comunidades de Panpamarka e Iskawaka (Aimaraes) fueron
yacimientos mineros donde había vetas de oro, plata, zinc y cobre. Años más
tarde, en 1560, durante el mandato del Virrey Andrés Hurtado de Mendoza, se
descubrieron minas de azogue en Huancavelica, que pertenecía por entonces a lo
que hoy es Apurímac. El interés de los españoles dio lugar a que se
establecieran en Andahuaylas 6 Corregimientos y en Abancay un Corregimiento con
23 Repartimientos a fin de proveer mitayos a los explotadores del mercurio. El
resto es historia virreinal y los fines completamente diferentes. Una nueva
etapa que fue trágica para la minería peruana.
Alfonsina Barrionuevo
Buenas tardes me encanto leer sus articulos de los apus que hablan mario cama es del cusco ?? Quisiera mas información porfavor nose si me podria brindar su dirección para poder ir a verlo por fabor
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