DOMINGO DE APUS
Caramelos granizo.
Tabletas estrella.

Al terminar la tarde tuvimos una
buena noticia. El altomisayoq Mario Cama me recibiría con los Apus y las
Pachamamas. Una excepción.
Me inundó una enorme alegría y al
mismo tiempo temor. Quiénes eran esos Apus y Pachamamas. ¿Qué poderes tenían?
¿Podrían conocer mis pensamientos? ¿Serían capaces de hacer daño? ¿Qué podía
decirles? No podían retroceder. Las cartas estaban echadas.Yo iría a ese
extraño encuentro. El asistente quiso armar el despacho de Kukuli pero ya era
tarde. Lo harían ese domingo. El lunes estaríamos volviendo a Lima.
LAS TERMAS BRUJAS DE CACHICADAN
Hay
magia en Cachicadán, un pequeño pueblo que se encuentra a corta distancia de
Santiago de Chuco, la tierra de César Vallejo. Sus aguas termales, con virtudes
medicinales, tienen ánima y sus manos suavísimas se sienten sobre la piel como
una seda. Al atardecer y en noche de luna el ojo por donde salen entre neblinas
de vapor tienen "encanto". No hay que dejarse provocar por su aura
embrujadora.
Hace
cincuenta años, una recién casada, Luzmila Carrión Méndez, fue con su jarra al estanque que se ha
formado a unos metros para llenarla y sintió la fuerza de un extraño movimiento
en sus bordes. El miedo puso alas en sus pies y se alejó.
En
la noche soñó con una bellísima señora, muy alhajada, que la invitó a su palacio de cristales. En la noche
siguiente los árboles susurraron
dulcemente el llamado a su oído. En la tercera volvió a aparecer la
dueña del agua ofreciéndole preciosas joyas. Así hasta cinco veces y vio como
se abría el cerro, iluminado por dentro. Su esposo no quiso perderla y luchó
con ella para que no volviera hasta vencer su sortilegio con puro amor.
En
el cerro La Botica, de cuyo costado sale el chorro barroso, hirviendo, crecen una infinidad de hierbas medicinales, regalo
de su dueño o señor a los hijos del lugar. Para encontrarlas, refiere Luis
Quispe Valverde, que recoge la aromática palizada para el mate del desayuno, la
suelda con suelda para el dolor de cintura y el korpusguay para curar la sangre,
hay que hacerle una ofrenda o regalo. Pedir permiso dejándole un trozo de
chancaca, cigarrillo, coca y flores en algún lugar especial.. Al entrar en su
territorio, es obligatorio.
En
Cachicadán los cerros se arropan en mantos de color. Sus paisajes encienden las
pupilas de acuerdo a la luz del día o las estaciones del año. Sospecho que es tierra sacra porque allí se refugió
Katekill, el trueno, al que buscaron infructuosamente los curas doctrineros de
los primeros siglos españoles.
Los
mayores afirman que es uno de los últimos lugares adonde fue llevado por sus
sacerdotes para que no lo encontraran. La persecución fue implacable durante
más de cien años. Katekill hacía florecer los surcos y llevaba la lluvia sujeta
a sus talones. Anegaba los campos si quería o la retenía atrayendo la sequía. Ahora
descansa entre flores y plantas
medicinales aromáticas en el cerro La Botica, observando, intocado, sin haber
permitido el sincretismo.
La
iglesia queda en la parte baja del pueblo, entre soportes de nube. La Virgen
del Carmen es la patrona de la iglesia
pero los vecinos veneran a San Martín de
Porres que llegó más tarde y fue llevado en manos de una devota que
recibió sus dones. El santo lego los defiende de cualquier maleficio y atiende
sus ruegos.
Su
fiesta principal es el 7 de noviembre y se celebra con bandas
de pallos, cusqueños, canasteros,
wankillos, jardineros, osos, vacas locas, venados y pishpillas
que bailan graciosamente. Los mayordomos reciben toda clase de ayuda desde
vacas, carneros, un lechón, un cabrito, cinco cuyes, un saco
de maíz, jora para la chicha.
También
comida que preparan las familias amigas como jamón, pataska, revuelto de papa, bizcochos chankay y rosquitas Para la noche de vísperas gastan muy rumbosos
para castillos de fuegos artificiales
que pintan el cielo de colores.
Muy
cerca, en Wakás, la tierra se rompe y afloran las burbujas. El barro que queda
al fondo es un prodigioso cosmético. Las
industriosas madres de familia que conocen sus virtudes lo mezclan con
miel de abeja y lo ofrecen para limpiar la piel de las manchas, el acné, las
espinillas y las líneas del tiempo. Por eso las mujeres siempre son bellas en
Cachicadán.
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