NUEVAS NOTICIAS EN VIEJAS CRONICAS
Estoy leyendo a un nuevo
cronista del siglo XVII, nuevo para mí. Confieso
que no me gustaba. Me
parecía seco, estirado. Alguna vez pasó por mis manos y lo condené a estar en mi
index privado hasta que llegó a mi mesa de lectura.
Mi trabajo está lleno de
asombros, poco a poco he comenzado a simpatizar con él. En un principio pensé
que llegó tarde al Perú. Ya no estaban los khipukamayoq con sus maravillosos
khipus con memoria. No fue así.
Los “historiadores andinos”
podían haberse ido lejos o estar muertos. Lo interesante es que quedaban
millones de personas que seguían creyendo en su unión con la naturaleza. El
cielo, las nubes, los cerros, los ríos, los bosqus, siguen.
Una gran parte de la
historia de los sñoríos no se levantará del polvo. Nunca tendremos noticias
exactas de los señores chavin, muchik, chimu, kupinisqe, waylas, qasamarkas,
chachas, punpus, wankas, wankawilkas, naskas, parakas. Pero sí podemos
asomarnos a los elementos terrígenos y cósmicos qu eran su familia. La
marqocha, el punchao, katekill o libiak y otros.
El cronista que sigo en
estos días dice que es increíble como objetos tan pequeños pueden representar
al viento o la lluvia. Su lectura me fortalece en la seguridad de que en el
antiguo Perú no existieron ídolos. Mamasara, la madre maíz, era una mazorca
reproducida en piedra blanca y lo mismo aksumama, la madre papa, para citar
algunas que daban calidez a los surcos.
Si había un recuerdo
venerado era a los antepasados a los cuales iban en busca de un consejo, de un
aliento, de una comprensión, a través de un diálogo íntimo que devolvía el
ánimo.
Ya volvemos.
PAISAJES DEL
PARIAQAQA
Lima tiene, en
sus cabeceras, una cadena impresionante de nevados. Algunos conservan viejas
leyendas que se han trasmitido por tradición oral de padres a hijos en las
comunidades altas. Según una, Pariaqaqa, el Apu tutelar de Lima, celoso esposo
de la bella
Ankowillka , cortó las
trenzas del nevado femenino por hacerle sido infiel con Llongote, otro
nevado.
Pariaqaqa, el
más importante de todos era muy requerido por los antiguos yauyos, habitantes
del lugar, cuya mitología recogió en el siglo XVI, el presbítero Francisco de
Avila, perseguidor de idolatrías. El libro llamado “Dioses y Hombres de
Huarochirí” fue traducido del qechwa cusqueño al español por el famoso escritor
José María Arguedas.
Pariaqaqa es
el único nevado de los Andes que tiene cinco cuerpos porque nació de cinco
huevos. Un cuerpo es de roca, otro de nieve, un tercero de granizo, un cuarto
de lluvia y un quinto de viento. Cuando
peleaba era duro de vencer porque cada uno se convertía en un guerrero
invencible. Así pudo vencer a Wallallo Karwincho, personaje mítico limeño que controlaba la
natalidad y pedía, en el caso de nacer mellizos, que le dieran uno de ellos.
Avila dice que
Pariaqaqa intervino cuando vio a un hombre que pasaba llorando con su hijo en
brazos por la orilla de la laguna de las
ofrendas. Quiso saber qué le pasaba y éste le contestó que llevaba a su hijo
para que fuera devorado por Wallallo en el valle del Rimaq. El nevado le ordenó
que regresara a su pueblo. Le dijo que lucharía con aquel y le ordenó que fuera a verle cuando
terminara la batalla. Si
seguía en su sitio sería señal de que había vencido.
Wallallo luchó
bravamente pero fue atacado por los cinco cuerpos de Pariaqaqa convertidos en
guerreros. Ellos le cerraron todos los caminos. Al no poder vencer escapó al
valle del Mantaro donde tuvo que asumir su destierro.
En castigo
Pariaqaqa le condenó a alimentarse en adelante sólo de perros. Los wankas le
construyeron un templo que se llama Wariwillka y a sus sacerdotes los llamaron alqomikhuq, “comeperros”, porque
comían los huesos de los animales sacrificados.
Entre Yauli,
Junín, Huarochirí y Yauyos, los nevados del Pariaqaqa y el nevado Tikllaqocha,
forman una verdadera cadena de lagunas con sus respectivas cascadas, flora y
fauna, a lo largo de 13
kilómetros . Entre 3,000 y 3,500 metros de altura
es un nuevo atractivo de gran belleza ecológica para Lima.
Las lagunas se
encuentran entre los pueblos de Vilka y Wankaya. Su presencia se puede admirar
hasta medio camino porque después forman un río que se estrecha o se abre según
las circunstancias hasta las alturas del
pueblo de Alis, donde se junta con el Lauriqocha y forma el río Warku o Cañete
que sale al mar por Lunahuaná.
Sobre ellas,
la gente del lugar refiere varias leyendas. Hay una que ama las flores y a sus
orillas crecen qantus con pétalos morados y amarillos, En otra, hay sirenas que
cantan a medianoche. La Warwa es una laguna que siempre tiene sed de amor y es
bueno llevarle agua de mar para que esté contenta. Algunas tienen pececillos y
en sus totorales viven el martín pescador, el jachapato que le gusta hacer
círculos en el agua antes de salir, las wachwas o wallatas que nacen en pareja,
y otros. En la orilla de los ríos se encuentran grupos de yanavikus, aves
negras de largas patas y picos curvos que vuelan en bandadas.
Este conjunto
de maravillas se encuentra a corta distancia de la ciudad de Lima, ya sea yendo
por Lunahuaná o por la
Carretera Central que está en buenas condiciones, hasta
Pachakayo, sede central de la SAIS Tupac Amaru.
Previa consulta se puede ir de allí a Vilka y hacer el recorrido. En unos meses
más la distancia se acortará a dos horas por una nueva vía que se debe
construir.
Los
aficionados a la arqueología pueden incluir en el paseo al grupo de
Qorivinchos, donde quedan estructuras de sus viviendas con lajas de piedras y
de sus qolqas o despensas circulares. En el sitio trabajó el arqueólogo David
Motta. Existen algunos datos que arrojan luces sobre sus antiguos habitantes.
Un día se perdieron en el tiempo antes de que aparecieran los yauyos en el
escenario de la historia.
Alfonsina Barrionuevo
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