domingo, 4 de agosto de 2013


EL MUNDO RELIGIOSO INKA  

El sol llegando en una caricia cósmica a la tierra. La luna prodigando sonrisas blancas desde el cespacio. Las estrellas moviéndose en la noche como pinchinkurus, luciérnagas, celestes. El mensaje llegaba con un contenido de ensueño.

Foto: Peruskha Chambi
 
A los elementos vistos así les corresponden las notas de cronistas que llegaron al Cusco mucho después de que fuera despojado, inventando fantasías sobre ídolos de oro y plata que reinaban en sus ambientes. Fábulas que llegaron a ser incluídas en la historia oficial. Aún se cree que el sol del Qorikancha tenía su rostro llameante impreso en una plancha de oro en redondo, el cual  ocupaba el testero de su capilla, el que le tocó,  jugó y perdió Mancio Serra de Leguízamo antes de que mneciera.  Se afirma también que la luna y las estrellas ocupaban otras capillas  donde estaban los cuerpos embalsamados de las reinas difuntas. O que fue un bulto de oro, con el tamaño y rostro de un niño de doce años, que era llevado al ushnu de la plaza delWaqaypata para ser adorado.

Nada menos cierto cuando se sigue a los khipukamayoq que brindaron una valiosa información en el mismo siglo XVI antes de desaparecer. No hay uno que llegara con nombre propio a las crónicas aunque si se consigna la existencia de trescientas cincuenta wakas que tuvo, más o menos, el Qosqo.

Gracias a sus versiones, analizadas y comparadas, pude ubicar dieciste wakas, sitios o templos sagrados en el santuario de Machupiqchu.

Los Inkas y, sobre todo Pachakuteq,  el gran gobernante que organizó el Imperio del Tawantinsuyu, conocían la forma actuante de los elementos de la tierra y el cosmos, y cuanto podían ser generosos como destructores. 

 

 
TIROLESES, RENANOS Y BAVAROS EN PERU

La gota de miel soñó que le nacían alas y se iba volando. El sol la vio y logró evaporarla en el aire probando su dulzura con deleite. 

“La miel toma el sabor de las flores donde están las abejas”, dice Juliana de la Rosa Rubio. “La miel de Oxapampa es muy especial por la diversidad de  flores que ellas tienen a su alcance. Su fragancia  es divina.”

Desde el cielo el sol hace un gesto afirmativo y lo sabe porque es una ambrosía  de exportación. Un endulzante natural que alimenta y es producto de la química entre las abejas y las flores de “la pampa de paja.”

En 1881 austroalemanes: tiroleses, renanos y bávaros,   vencieron dos océanos en busca de una nueva tierra. En 1853 el Presidente Ramón Castilla la ofreció al Barón Damián Feibern Schutzholzhousen, firmando un contrato que no se concretó para que se instalaran 13,000 colonos alemanes a la zona del Bajo Amazonas.

Mucho más un gran grupo de inmigrantes europeos se estableció en el Pozuzo después de una increíble odisea. Nadie ya los esperaba. Las penurias que pasaron para llegar al lugar fueron sin cuento porque no les dieron  facilidades para trasladarse y colonizar una comarca en la rupa rupa.

Allá fueron con sus valses vieneses y sus mazurcas. Al principio la actividad principal fueron los aserraderos. Los patriarcas vegetales cayeron unos tras otros. Ahora, sus descendientes, hablan de reforestar los cerros erosionados con pinos, lo que es muy bueno.

Sus extensas hectáreas están registradas en papeles muy antiguos que guardan como certificado de un sueño. Para ellos fue sorprendente encontrar otra geografía, otra ecología, otro clima, distintos a las que habían dejado. Sin carretera que los uniera al resto del país los pioneros que llegaron al Pozuzo fundaron un pueblo añorando los que dejaron en el Viejo Mundo. Una parte de sus descendientes  fueron blancos, rubios, de ojos azules que aprendieron a hablar el español como segunda lengua.  Los hombres  mantuvieron un larguísimo tiempo sus trajes de corte antiguo,  pantalones con tirantes  y boina; las mujeres, sus blancos pañuelos en la cabeza, blusas con encajes hechos a mano,  anchas faldas con enaguas, y delantales.

En 1890 el Barón Ernesto von Mullenbruck convenció a pobladores del Pozuzo para extenderse  a tierras oxapampapinas en Pasco, más accesibles a otros pueblos. 

Juliana de la Rosa Rubio, nacida en Villa Rica, uno de los distritos de Oxapampa,  ya de la cuarta generación, disfruta sus primicias  y trabaja con su esposo, mientras cría a su primer hijo. Ellos no quieren vender sólo en el Perú sino también exportar. Su intención es poner sus productos algún día en el mercado de sus tatarabuelos de Austria y Alemania, para restablecer  sus vínculos, así como otros países.

Su empresa, asentada entre Chaupimonte y Las Perlas se nutre en una tierra pródiga. Un paraíso de varias hectáreas con árboles muy altos que soportan la coquetería de las orquídeas, -especialmente el zapatito de reina y el boca de león, que cuelgan de cualquier rama-, manantiales que alborotan a una avifauna abundante con agua  transparente además de cantora, campos sembrados de café, cultivos de  llakhun o yacón como lo pronuncian y lo escriben en la chala. donde la “ll” es una letra que se les muere en la punta de la lengua.

Al natural la raíz del llakhun es jugosa, transparente, con un sabor grato que no atosiga. Ellos, como otras familias oxapampinas  lo convierten   en una mermelada deliciosa, ligeramente ácida que es su mayor atractivo, y que también tiene marca de exportación. Lo mismo sucede con el té filtrante, las cápsulas de llakhun y el jarabe concentrado que es muy bueno siendo mejor que los edulcorantes artificiales.  Después de los largos años de reclusión, un siglo y pico, quieren dejarse sentir y conocer además el país que los antiguos colonos adoptaron y que hoy es suyo, aunque sea comenzando por Lima que es la más cosmopolita de sus provincias.

En el camino a Oxapampa es frecuente encontrar al gallito de las rocas, que es su ave emblemática, de cresta roja muy colorida y plumaje oscuro, mientras en Pozuzo los papagayos lucen ufanos colores brillantes. Al fondo eleva sus picos la Cordillera Negra y una frondosa vegetación donde suele albergarse el otorongo o jaguar, entre otros animales. 

Antes no podían salir. Ahora tienen una buena línea, Nuestra Señora de La Merced,  con camabús y servicio de terramozas para las diez u once horas de recorrido. Si a alguien se le antojara ir hay hoteles en las haciendas y también pequeños albergues con bungalows como D’Palma Lodge que cuesta de 20 a 25 dólares la noche.

Los atractivos son ecológicos. Lagunas artificiales, recreos donde se siente la magia de la rupa rupa, cataratas que parecen velos de novia, paseos en caballos de paso, gallos de pelea, e ingenios de caña con trapiches a impulso hidraúlico.

A  la hora de comer pueden ofrecer a sus huéspedes platos exóticos con carne  de monte frita y apanada. Los hombres suelen cazar con perros gallinetas y  un roedor gigante, el  paka, que  pesa unos 12 kilos y es buen nadador. Entre los dedos tiene unas membranas como las palmípedas, También sirven el típico strudel, caldo de pelotas de carnes con arroz y harina de yuka, y la pachamanka donde se dora el pollo en cilindros con piedras calientes al vapor.

En sus huertos crecen generosamente  pakaes, paltas, higos, lúkumas,  mangos, plátanos, piñas, kamu kamu, aguaymanto y naranjilla o kito kito, un citrico con vitaminas.  Por allí los panales de abejas suman cientos. Sus  licores son muy buenos, elaborados con frutas. Como recuerdo vale la pena traerse unos quesos de su planta lechera.   

Juliana sonríe cuando afirma que la iglesia de Oxapampa tiene el diablo adentro. Lo dice por  una madera que se llama diablo fuerte de color marrón rojizo. Las fiestas principales se celebran en Semana Santa, el 30 de agosto que es el día de Santa Rosa de Lima, su patrona, y el aniversario de la fundación de Oxapampa. En esos días tienen lugar las peleas de gallos, en que lanzan al ruedo a los mejores ejemplares de sus 400 cordeles.

 
          ¡Nuevos atractivos en el Perú profundo!

 

Alfonsina Barrionuevo

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