LA
MADRE PIEDRA
Debía
haberlo sabido. La piedra fue fundamental entre los Inkas. Tenía que haber una
madre piedra. La siguiente pregunta era dónde estaría en Qosqo. Hasta tenía ubicado un intiwaytana, altar
solar, en Saqsaywaman. No fue fácil pensar en ella. Tendría qu ser una wanka
enorme. Pasé revista a los muros, En el pasaje de Hatun Rumiyoq había bloques
grandes, mas no configuraban una piedra madre. Seguí investigando hasta que di
con ella.
Estuve
sospechando que el muro circular del Qorikancha tenía una razón de ser tan especial.
Así fue, me conecte con la gigantesca roca que está en Machupiqchu, intocada y
protegida, y saltó la semejanza.
Era
ella.
Volví
a indagar por qué no se veía y dijo que no había convenido dejarla a la vista.
Estaba mejor cubierta con unas lozas paara que los visitantes tuvieran una
buena visión del ábside de la iglesia. Quise saber cuán grande era. En algún
momento se pensó que el Qorikancha había sido construido sobre un templo
preinka, muy antiguo. Dijo que era suficientemente grande como para que el
altar mayor de los dominicos se apoyara
en parte de ella. Cuano le sugerí que ella manejaba el sistema pétreo de Qosqo
se quedó admirado. Nadie lo hubiera imaginado.
No
existen fotografías de la wanka. No se qué tiempo deberá esperar para mostrarse
en su magnificiencia. Siempre la alternativa será una. Ella o la iglesia. Por
ahora esta última se encuentra bien. En el sismo de 1950 sólo se dañó la torre.
La madre piedra seguirá detrás del muro.
(Ver
más en el libro “Templos Sagrados de Machupiqchu.”)
ALIMENTOS MILENARIOS
Hace miles de años unas manos callosas, ásperas, pero llenas
de amor, enmarcaron en la curva de sus dedos unas hojitas que despegaban de la tierra. Sabían que
era una temeridad acariciarlas; pero, los ojos del hombre o la mujer, que
estaban en la escena, las miraron con ternura. De allí saldría una flor y luego
una vaina de bolitas ovaladas de buen sabor.
No tenían idea de lo que significaba pero estaban en los
inicios de la
agricultura. Cuando se habla de la biodiversidad de alimentos
que tenemos en el Perú siempre se debe pensar en el desarrollo. ¿Cómo llegaron
los hombres y mujeres de la prehistoria a desarrollar esa actividad?
Sus sesenta y nueve culturas muestran un largo trabajo.
¿Cómo comenzaron? Aquello siempre será inédito,
propio de una historia legendaria que nos dará una verdad a medias
envuelta en velos de fantasía.
El pallar es la oreja de un personaje mágico de los
valles de la costa; el padre del maní otro personaje que se solaza en una cuna
de cáscara arrugada, donde absorbe esencias ignoradas; el maíz, una doncella
convertida por el Padre Sol en una esbelta planta que alimenta a los seres
humanos; la calabaza una madona andina regordeta, que derrama dulzuras, y así,
infinidad de historias relacionadas con los alimentos.
La realidad nos introduce en otra verdad que tiene
también su ”fascinums”. Entramos en ella al conocer a Elmo León Canales, uno de
los expositores en un homenaje a Georg
Petersen, en el Museo Andrés del Castillo.
Por primera vez tuve el gusto de conocer a un
paleoarqueólogo que podía remontar el tiempo cabalgando sus olas en reversa
hasta asomarse al misterio. El estudioso me puso en autos de las nuevas
tecnologías para descifrar épocas remotas y yo, que me había quedado en el
carbono 14 para identificar restos orgánicos antiguos, me encontré de pronto
con novedades en el conocimiento de la prehistoria.
Elmo León, director de Investigaciones en el Museo
Nacional de Arqueología, Antropología e Historia, doctor en arqueología egresado
de nuestra Universidad Nacional Mayor de San Marcos y de filosofía en la
especialidad de prehistoria y postgrado en la Universidad de Bonn, y otros centros especializados de Alemania,
Francia y Suiza, renovó nuestro panorama.
Su libro sobre “Orígenes de los Andes del Perú” es
apasionante. Lo leí a vuelo de pájaro pero pude profundizar en aspectos
interesantes en una entrevista de mi programa “Huellas del Tiempo”, de PAX
Televisión.
No conozco la famosa cueva de Guitarrero, de la Cordillera Negra
del Callejón de Huaylas, Ancash, pero he podido penetrar en ella, a través de sus
páginas, para sorprender a un remoto habitante masticando unos frejoles (Phaseolus vulgaris)
hace más o menos 8.600 años a.C.
Tomás Lynch, que descubrió allí nuestra menestra, cometió
una errata involuntaria. No tuvo a la mano la calibración radiocarbónica que
ubicó a su lejano protagonista mil años
mas atrás; dando 9,600 a .C.
para el yacimiento nacional más importante por la antigüedad de sus cultivos. Esto
resulta un “boom” para la historia de la agricultura andina e incluso mundial, dice Elmo León. Fechados
similares como ha señalado D. Lavallée
proceden sólo de yacimientos muy tempranos
C. Earl Smith analizó otros restos botánicos en la misma
cueva identificando por lo menos cuatro plantas
que ya eran cultivadas para entonces. El frejol , la oka (oxalis.sp.),
el ají (Capsicum chinense) y el “huachulla” (Solanum hispidum similar a la
cocona) que posee propiedades medicinales.
“Lo impresionante, dice el paleoarqueólogo, es que estas
especies proveyeron a los habitantes de esa época (más de 11,000 años)
nutrientes e inclusive paliativos medicinales.” El frejol (Phaseolus vulgaris) contiene
proteínas y sus vainas benéficos efectos antidiarreicos y hasta diuréticos. Por
parte de la oka les proporcionó carbohidratos sumados a un alto contenido de
fósforo. El ají, además de un alto contenido de caroteno tiene propiedades
diuréticas.
De alllí que Smith y Kaplan sugieran que los ensayos e
inicios de la domesticación de estos y
posiblemente otros cultivos, pueden ser más antiguos de lo sospechado por lo
milenario de este tipo de conocimiento en los Andes.
Aparte de estas especies hace 8,500 atrás, aproximadamente,
se incorporaron a la dieta de la gente que habitó el lugar la Cypella peruviana, una especie de rizoma,
que ya no se usa y la Pouteria, es decir la lúkuma. La ingesta de esta
fruta, además de calcio, proteínas, ácido ascórbico y hierro, les proporcionó
fósforo. También cabe mencionar que posiblemente corresponde a esta época la
domesticación del olluko (Basellacea).
Poco después, en los inicios del noveno milenio a.C. se
presenta la introducción del pallar y la calabaza. El
pallar tiene una gran cantidad de
aminoácidos. Igual importancia se concede a la calabaza (Cucurbita sp) cuyos frutos y semillas tienen varios
aminoácidos, vitaminas A y B , grasas, minerales y azúcares. No hay que olvidar
que ella es un antipirético natural que reduce la fiebre entre otras virtudes
como ser antidiarreica y cicatrizante.
La cueva de Guitarrero resulta una caja de sorpresas,
porque en ella se ha encontrado también pakay (Inga.sp) y mazorcas de maíz, de
otra época; o sea que fue muy visitada.
Sobre la margen izquierda del río Nanchoq Tom Dillehay y
su grupo, Jack Rossen y Patricia Netherly localizaron una de las más antiguas
culturas Paiján, en los límites de Cajamarca y Lambayeque. Con un fechado entre
1067 a
1085 años a.C dedujeron que sus habitantes ya estaban experimentando la
horticultura.
Expertos en botánica descubrieron restos de calabaza
(Cucurbita sp), maní (Archis hypogaea), quinua (Chenopodium quinoa) ciruela
(Bunchiosia armeniaca), entre otros frutos y tubérculos como la yuka que
sugiere una vinculación con la amazonía.
Por hallazgos realizados en Telarmachay podría pensarse
que hace 6,000 años a.C se habría preparado una pachamanka, aprovechando la
presencia del fuego. El hombre todavía
no lo creaba ni manejaba pero sí comenzaba a utilizarlo cuando caía. Se sabe
que las mujeres del norte hicieron un intento para cocinar sus alimentos
poniéndolos en calabazas donde después echaban piedras calientes. La memoria de
esas prácticas llega a nuestros días con el “pari”, de carnes hervidas y papa
seca que se sirven con pequeñas piedras calientes.
En el Perú hay mucho por investigar y cuando el doctor
Elmo León dice que, por los huesos devueltos al Qosqo por la Universidad de
Yale, se puede saber de cuáles suyus llegaron los peregrinos al gran santuario,
sentimos que tiene mucho que aportar al estudio de nuestra historia desde la
prehistoria.
¡Es una suerte contar con un paleoarqueólogo tan
calificado que nos dará más sorpresas!
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