domingo, 30 de junio de 2013


ORIGEN DEL NOMBRE DE PERU

Leyendo crónicas añejas encontré  un significado de Perú. Ignoro si es el único o el primero de muchos. Será incluído en una futura edición de “Templos Sagrados de Machupiqchu”; mientras tanto escribo un avance para los lectores de Perúmundodeleyendas.
En épocas aurorales creyeron que el mundo, cielo y tierra, sol y luna, fueron criados por alguien muy poderoso, Illa Teqse, que quiere decir “la gran luz” o “luz eterna…” “… este regía los días, los tiempos, los años y los veranos…” El sol no era un dios, era uno de los hijos de Illa Teqse.
En mi mochila de caminante tengo una recopilación de  mitos y leyendas de creación de los seres humanos. En Junín es una pareja, en Cajamarca, una infinidad de hombres, en Lima una mujer, en Chincha el padre de las gentes es un jaguar, en la Amazonía son flores las que s convierten en mujeres, y así… muchas más. Esta historia del siglo XVI me gusta porque la tierra tenía un habitante que se llamó  Pirua.
La luna, llamada Qoya,  venía a ser señora de la mar y de los vientos, y de las reinas y princesas, y del parto de las mujeres…”       

La aurora, amada por las doncellas y las peincesas, era autora de las flores del campo, y señora de las madrugadas y de los crepúsculos y celajes… ella echaba el rocío a la tierra cuando sacudía sus cabellos y le decían Ch’aska.
La Tierra era Pirua, y a este planeta Illa Teqse mandó un hombre para que fuese guardador y señor… Como debía guardar los productos –podrían ser mazorcas de maíz- el lugar donde se apilaban o el depósito se  llamó pirwa.  Como Pirua era el señor le ofrecían “las primicias de sus cosechas…”
Los españoles preguntaron cómo se llamaba el señor de esta tierra y le dijeron: Pirua. Ellos le cortaron la a y pronunciaron Pirú, que se confunde con Virú. Como los antiguos peruanos insistieron en Pirua lo cambiaron poco a poco  a Perú.   

 

OFRENDA A MAMAQOCHA

MamaQocha, la madre mar, debe haber sentido cosquillas sobre los terciopelos de su piel cuando Fernando Moscoso le llevó una ofrenda a Caravelí. Hace miles de años los pescadores le agradecían su generosidad, ignoro si hoy practican esta bella costumbre.  Ella, al parecer,  se encuentra entre las wakas olvidadas. Por eso su decisión de ir a verla conmovió  a la poderosa MamaQocha hasta sus fibras más recónditas. Una ofrenda así sólo se le ocurrió a un periodista andino como Fernando Moscoso, quien fue a transitar por los interiores de su kamaqen, en la misma esencia de sus universos.

Yo, que vi temblar las aguas de Yanaqocha, la laguna que se acurruca al pie de Wayoqari, en el Valle Sagrado de Cusco, cuando recibió las aguas de la mar, nunca imaginé cómo reaccionaría la potente MamaQocha al seguir las incidencias de un despacho para ella.   

La quebrada de la Waka, donde convergen los Andes, abriendo dos cadenas de cerros como brazos que encierran un trozo de turquesa, una laguna más o menos interior en Puerto Inka, recibe muy pocas visitas. El piso irregular está sembrado con los restos de antiguas construcciones.

En una parte prominente, a unos metros por encima de la mar, se tendió la mesa o manta ritual. Ni bien se colocó la concha marina que la representa la MamaQocha lo advirtió y comenzó a moverse en ondas eléctricas que iban y volvían acariciando las orillas.

A medida que avanzó la ceremonia fue formando una especie de lomo corpulento, como si acumulara fuerzas, y, cuando se puso una pluma de cóndor, sobre la ofrenda terminada, se tue irguiendo con curiosidad varios metros metros, como si quisiera copiarla con sus millones de ojos.

 El periodista y sus acompañantes, Percy Cornejo y Antenor Callo se quedaron inmóviles cuando la ola envolvente avanzó y arrastró el contenido de la mesa de ceremonia, a la cual fueron invitados  para compartirla los Apus Salqantay, Aunsaqati, Wanakauri, Saqsaywaman Cabildo, Sokllaqasa y la Pachamama Asunta.

La mar se retiró y volvió enseguida con un abrazo lleno de energía que emocionó a Fernando Moscoso, pues la sintió viva y agradecida. La experiencia lo estremeció al sentir que se volcaba por sus arterias prendiendo nuevas luces en sus células y dando lucidez a su memoria. Todos se mojaron sin que el frío los mordiera pues salió el sol. Hasta entonces el viento movía veleros de neblina que amenazaban entorpecer su paso, pero se abrió el cielo y una sonrisa se dibujó en sus rostros.

Tuvieron tiempo para bajar a una pequeña playa y dejarle un collar de  k’intus de coca -tres hojas por cada cuenta- pidiéndole que protegiera su regreso.

Al dejar Puerto Inka se encontraron con tramos de la famosa calzada del Qhapaq Ñan, que sigue poniéndose en valor. Los cronistas detacan como se llevaba pescado fresco de la costa para el Inka siguiendo una ruta que llegaba a Cusco desde Naska, punto que unía a otros del litoral, pasando por el tambo de Markansaya a los poblados de Hakira y  Mara, luego al tambo de Qewincha hacia Pitiq y Waskapanpa en Apurímac, continuando en ascenso a Qhapqmarka (Chunpiwilkas) y finalmente Paqareqtanpu en Paruro. Un buen recorrido para los chaskis de piernas ágiles y resistentes.

Los frutos del mar completaban la dieta de millones de pobladores y se repartían según Betanzos, dice Moscoso, a los trabajadores  encargados de unir las principales comarcas de los cuatro suyus. Puerto Inka era un lugar donde se captaban recursos marinos para un gran sector. Aún queda parte de los recintos destinados para viviendas, depósitos superficiales o subterráneos abovedados, y kanchas de secado de pescado en diferentes niveles, chullpas  y plazas.

En esos tiempos había cantidades de pinguinos, guanayes, lobos marinos y otros animales que vivían sin ser hostigados, quedando muy pocos. En los basurales prehispánicos se puede hallar restos de madejas de  lana, huesos de llamas, corontas  de maíz,  plumas de aves y  batanes intactos de piedra que se usaron para moler la sal y especies.

Fernandez de Oviedo refiere que la conservación del pescado, una vez eviscerado se lograba en tendales donde lo enterraban en grandes hojas de  cinco a seis días para que se secara, adquiriendo una textura y sabor mejor que el buen pescado de Galicia o Irlanda, lo que demuestra que hubo una alta tecnología en el manejo del pescado seco o challwacharki, que aún es utilizado en algunos pueblos de la costa.

El Puerto Inka, puede ser es sin duda un nuevo destino turístico que las autoridades correspondientes deben orientar para crear una infraestructura importante, concluye el periodista cusqueño.  Restaurar el Qhapaqñan del Kuntisuyu puede dinamizar a los pueblos que se encuentran en su eje,  integrando las regiones de Cusco, Apurimac, Arequipa, Ayacucho e Ica.

Alfonsina Barrionuevo
Fotos: Fernando Moscoso.

5 comentarios:

  1. Alfonsina, siempre que leo sus obras con sus mitos y leyendas,me queda la grata sensación de estar cada vez más cerca de la verdad. Un halo de agradecimiento me envuelve que me hace dar gracias por la vida, la conciencia, el planeta, gracias por el Perú, gracias por la existencia de Alfonsina que nos hace perdurar la esencia y el misterio del ser.

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    1. Muchas gracias Sr. Atarama, què bonitas palabras! me siento reconfortada con sus palabras. Los periodistas somos como una antena que recoge conocimientos para transmitirlos. Yo lo hago con el Perù!!

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    2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Estimada Dra........QUE LUJO ES TENERLA DE COMPATRIOTA Y MAS AUN DE CONTARME ENTRE LAS PERSONAS A LAS QUE DEPARA SU TALENTO, CON TANTA GENEROSIDAD! Desde Las Vegas: Alfonso Irribarren.

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  3. Realmente fascinante la manera como usted describe cada acontecimiento de su vida y las riquezas que el Peru encierra. Felicitaciones sinceras y ojala que sigamos disfrutando de su talento narrativo

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