EL KAMAQEN DE MACHUPIQCHU
La
historiadora María Rostworowsky acierta cuando revela que los grandes centros
religiosos poseen kamaqen, la energía vital de su mundo.
Machupiqchu resume el kamaqen del mundo inka y
y la magia del paisaje que le rodea. El Putukusi con su testa redonda, el
Kutija con su pico majestuoso y la frondosa vegetación de los fértiles
valles del Kollpani. Los hombres que
edificaron el santuario sintieron el sortilegio que emanaba de sus
flancos olorosos, su cercanía a los astros y el poder convergente de los
elementos de la naturaleza.
El clima en el Santuario tiene temperamento, ora envuelto en un manto de brumas que se deshilachan multiplicando su misterio, ora radiante con el sol que se enseñorea en sus espacios abiertos, ora con lluvia que se dispara abrazada al viento. A mí y a Peruska Chambi, quien tomó las fotografías de los templos, a medida que yo los fui ubicando, nos tocaron tres días oscuros y lluviosos.
Nosotras
aprovechamos los pocos momentos, en que el sol rasgaba su domo gris y la
claridad le enmarcaba procesionalmente, para registrar las wakas o sitios sagrados y
ordenarlos. El Intiwatana o Intiwaytana,
llamado primero reloj solar; luego altar
pétreo donde el sol amarra sus rayos o los hace florecer. Lo mismo el
asiento del cóndor, que equivocadamente se
creía que estaba asociado a sacrificios humanos
y que la sangre de las víctimas corría por sus “canales” en la roca donde está.
Especulación sin fundamento. Así como se llamaba templo de la Luna a una
cavidad en la parte baja del santuario, cuando está en su cima, muy cerca al Intiwatana, haciendo conexión con
el templo del Sol.
Machupiqchu. Foto Peruska Chambi |
Las
otras wakas o templos se ajustan a informaciones orales, similitudes con wakas
o sitios sagrados de Cusco, recopilados por los cronistas que hablaron con los
khipukmayoq y otrs gentes dedicadas a su cuidado..
Mientras
sigo investigando tardaré en reeditar mi libro: “Templos Sagrados de
Machupiqchu”, pero mantendré al tanto de mi búsqueda a los lectores de este
blog. Será la mejor manera de actualizar periódicamente mi trabajo.
HABITANTES
CON ALAS EN LUYCHA
En la mañana, mientras Fernando Polanco Bellido, nuestro
guía de viaje, goza de las delicias de un baño en las termas de Luycha; su
paisano Florián Roncalla Postigo, refiere que las aguas del Aikano tienen la propiedad de duplicar la bravura de
los toros. Los cerros de Cabezas y Santa Rosa, agrega, conversan a veces en las
noches de tormenta, pero el Aikano lleva la voz cantante porque es el mayor.
Roncalla que es
hospitalario como un rey, con una bodega de licores que prodiga a los
visitantes, conoce como la palma de su
mano todos los caminos de la Unión. Hace tiempo solía llevar toros hasta Lima.
Para el efecto hacía acopio de reses y llegado el momento lidiaba con los cornúpetas
muy bravos que no se dejaban conducir y arremetían contra todo el mundo. Como
habían sido pastoreados por mujeres encontró la solución al problema. Hizo que
sus peones se colocaran polleras para arrear el grupo, engañando a los toros que entonces hacían
hacían el viaje dócilmente.
En el límite de Arequipa con Apurímac, menciona que hay
una laguna, Wakullo, que en tiempos de migración de aves es un jolgorio de
chillidos porque cientos llegan hasta sus totorales, para tomar posesión durante la
temporada. No sabe si el buen Dios la parceló para que no se pelearan, pero
cada especie conoce su territorio. Aterriza allí y nunca invade otro lugar, respetando
a sus vecinos. La vista es magnífica porque hay una variedad que haría feliz a un especialista, ajoyas,
wallatas, pariwanas, chulladores, y muchas más que se distinguen por el color
de su plumaje, su tamaño y las diferentes características que les ha dado la
naturaleza. La laguna tiene una enorme población de peces como una despensa que
les permite vivir sin pelear por un bocado vivo.
En la puna hay aves que son parecidas a una perdiz, cuyos
huevos son azules y reciben el nombre de
kivios. Ellas saben, según Roncalla, si
el tiempo será bueno con gran anterioridad. En una ocasión tuvo la suerte de
verles bailar celebrando la proximidad de las lluvias. Los kivios bailan y
cantan al mismo tiempo con tanta energía que, al cabo de unas horas, caen
desmayados con las patitas hacia arriba. Al cabo, cuando se recuperan, desfilan
y desaparecen rápidamente entre las matas de ichu. Los kivios se encuentran
entre los indicadores del clima aunque no es fácil asistir a su rito volátil en
las inmensidades de la puna.
El ex ganadero que ha cambiado los peligrosos viajes por la Unión para vivir en Alka recuerda que antes de salir era menester hacer el pago a la tierra porque ella está viva y reclama la ofrenda de sus hijos. Cuando es necesario hablar con ella y con los espíritus de los cerros se busca a los paqos. El encuentro tiene que ser en una noche impenetrable, a campo abierto. Su padre, don Santos Roncalla Bernal, estuvo en una sesión y los sintió llegar volando como cóndores, agitando el aire con sus alas. Siempre los tuvo presente en su recuerdo y nunca dejó de saludarlos y hacer la t’inka o brindis en sus largos recorridos.
Las paradas en las estancias de los alpakeros son amenas.
Mientras preparan su comida los hombres hablan de viejas tradiciones como el pleito del p’uku
o buho con el gallo sobre quien debía dar la hora para que saliera el sol..
Como ninguno quería ceder al otro este derecho viajaron a Lima para que lo
decidiera el juez. Este dijo que sería aquel que diera la hora exactamente a
las doce de la noche. Como había llegado muy cansado el p’uku se durmió y el
gallo, que era más recio despertó a tiempo y cantó primero. Hasta ese momento ambos
tenían casi del mismo tamaño. El gallo se creció al estirar el cuello para
cantar y lo sobrepasó.
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